Lunes 6 de julio
Teníamos el vuelo al aeropuerto de Pangkalan Bun el dia 7 de julio a primera hora. Como habíamos llegado justo el día antes a Jakarta procedentes de Barcelona, reservamos un hotel al lado mismo del aeropuerto, el Swiss Belinn. Estaba bien de precio (39 EUR) y disponía de transporte gratuito (del hotel al aeropuerto, no al revés); nos iría genial para el día siguiente.
Aterrizamos, hicimos la cola para pagar el visado (35 USD por persona), luego una segunda cola para que con el recibo nos estamparan el sello en el pasaporte y después nos fuimos a por las maletas. Por cierto, este Visa on arrival se puede usar dos veces: es decir que si tenéis previsto volver a Indonesia en pocos meses (no recuerdo cuantos), no hay que pagar de nuevo.
Ya con las maletas, cambiamos moneda (cambiamos 600 EUR en total, lo que ilusos de nosotros creíamos que sería todo lo que necesitaríamos para las dos semanas). Conseguimos un cambio de 1 EUR=14.400 IDR y ahora tocaba buscar taxi; no teníamos ninguna referencia de lo que nos podía costar, aunque sabíamos que estaba a unos 10 minutos como mucho; así que nos propusimos un precio e intentamos conseguirlo. Después de regatear un poco y rechazar el primer taxista conseguimos un taxi por 100.000 IDR; creíamos haberlo hecho bien, pero en recepción del hotel nos dijeron que el máximo hubiera sido justo la mitad: 50.000 IDR (tres EUR y poco).
Así que poco más quedaba por hacer aparte de ir a dormir. Al día siguiente teníamos el vuelo a Pangkalan Bun.
Martes 7 de julio
El hotel tenía un servicio de shuttle gratuito, así que subimos y el conductor nos preguntó a qué terminal íbamos. El fantástico Google Now nos informaba que nuestro vuelo con Trigana salía de la Terminal 3 y así se lo dijimos. Pasamos por la uno, la dos y cuando llegamos a la tres no quedaba nadie en el minibús, qué raro. Cuando nos disponíamos a entrar en la terminal, un policía nos pidió los billetes y puso una cara rara…entró y en pocos segundos salió y nos dijo que Trigana no volaba en la T3, los vuelos nacionales de Trigana eran siempre desde la T1…¡vaya! Pues nada, a coger un taxi y a la T1, y sin regatear mucho porque había prisa (50.000 IDR).
Llegamos a la T1 rezando para que el aeropuerto estuviera ordenadito y sin muchas colas, no nos quitábamos de la cabeza las dos horas de cola que hicimos en El Cairo sólo para poder facturar. Pero afortunadamente, entramos y justo enfrente ya teníamos el mostrador de Trigana; facturamos en un momento y en nada ya estábamos en la puerta de embarque. ¡¡Ufff!!
Ahora que estábamos más relajados pudimos apreciar lo bonita que era la T1. Pequeña, pero rodeada de vegetación tipo tropical y con una arquitectura más oriental, nada que ver con la T1 de Barcelona o la T4 de Madrid. Así que nos relajamos y con 40 minutos de retraso embarcamos…tanta prisa para nada. Mirad los pasillos de la terminal, con su vegetación y luz natural...igualito igualito que Dubai o Doha
En una hora aterrizamos y no cambiamos la hora. Al contrario que lo que habíamos leído, en la provincia de Kalimantán Sur es la misma hora que en Java. Digo yo que quizás recientemente han cambiado el huso horario, porque lo habíamos leído en varios blogs.
Borneo es la tercera isla más grande del mundo (tras Groenlandia y Nueva Guinea). En Borneo conviven tres países: parte de Malasia, el Sultanato de Brunei y la provincia indonesia del Kalimantán. La mayoria de población es musulmana.
Recogimos las maletas y al salir ya teníamos ahí a Ambo y a Roy. ¡Eso está bien! Se nos presentaron y subimos al coche. Pagamos el precio pactado (5.000.000 IDR) y pasamos por un quiosco para fotocopiar los pasaportes, trámite necesario para los papeles del Parque de Tanjung Puting. Dicho eso, en ningún momento tuvimos que preocuparnos por los documentos, Roy se encargaba de todo.
Nos decidimos por Ambo tras leer buenos comentarios en los blogs, aunque también teníamos buenas referencias de Jenie Subaru. Los precios eran más o menos iguales.
En un momento estábamos en el puerto de Kumai, donde el río Sekonyer desemboca en el mar y se adentra en la selva. El plan era el siguiente: nuestro barco, el clotoc, haría tres paradas para ver orangutanes. Una esa misma tarde, la segunda al día siguiente por la mañana y la última también el día siguiente por la tarde. El jueves 8 ya nos despertaríamos navegando de vuelta al puerto de Kumai.
Nuestro barco, el clotoc, era un barco de dos cubiertas. La superior al aire libre era para Laura y para mi: ahí tendríamos la mesa para comer, un par de sillas en la proa para ver la navegación y las camas para dormir. En la cubierta inferior había un baño para nosotros y el resto de habitaciones (cocina, sala de máquinas, espacio para la tripulación). Además de nosotros dos estábamos el guía (Roy), el capitán, el cocinero y un asistente-chico-para-todo. De ellos sólo Roy hablaba inglés, así que no pudimos relacionarnos mucho con el resto. Por cierto, en el clotoc no había ni electricidad ni agua corriente…avisados estáis. Nosotros nos proveímos de toallitas y tuvimos la precaución de apagar los móviles (o dejarlos en modo avión). En la selva, salvo para hacer fotos, tampoco servirían de nada.
Aquí tenéis una imagen del barco:
Empezamos a navegar y vimos que el agua era marrón, como la que vimos en el Mekong. No es que esté sucia, nuestra hipótesis es que tanta vegetación dentro del agua acababa pudriéndose y dando ese color, como podéis ver en la foto:
Poco antes de las 15h hicimos la primera parada. Roy nos guió a través de caminos (unos quince minutos) hasta llegar a un claro donde había unos bancos y a unos veinte metros se distinguía una plataforma de madera. Al cabo de poco rato empezaron a llegar más turistas con sus guías. Para el recorrido, os recomiendo calzado de caminar y aunque hace calor, pantalón largo. Además del obligatorio repelente de mosquitos. A mi no me pican, pero además de transmitir la malaria, existe la molestia de la picadura.
Y puntuales a las 15h, los rangers (guardabosques) aparecieron con sus mochilas repletas de bananas. Las dejaron en la plataforma y en nada aparecieron los orangutanes. La emoción nos pudo y a pesar de estar lejos y con árboles en medio, empezamos a disparar fotos. El espectáculo duró algo más de una hora, aunque para nosotros hubiera bastado con menos. Como estábamos perdiendo el interés, empezamos a charlar con dos españoles que teníamos al lado: Paco y Lucía. Vivían en Weisbaden, en Alemania, y así pasamos el último rato.
Volvimos al clotoc y en nada (las 19h menos algo) ya teníamos la cena servida. Hay que tener en cuenta que en esas latitudes, el sol sale muy pronto (alrededor de las 5:30h) y se pone también pronto (a las 19h ya está todo oscuro). Así que cenamos y como no había luz y estábamos rotos, a las 19:30h ya estábamos en la cama con nuestra mosquitera. ¡¡Si hay días que a esa hora no estoy ni en casa!!
Aquí tenéis una selección de los platos que tuvimos el placer de degustar durante el crucero. De lo mejorcito del viaje:
Dormimos, pero al cabo de unas pocas horas ya estábamos despiertos de nuevo. El jaleo de la tripulación nos había despertado. Eran musulmanes y estando en pleno Ramadán, comían y charlaban cuando se ponía el sol. Costó un poco pero nos dormimos de nuevo.
Miércoles 8 de julio
Nos despertamos con las primeras luces y a las 6:30h y poco ¡ya estábamos en pie! Más que suficiente y había que aprovechar el día. Teníamos un increíble desayuno a punto que devoramos con avidez y a las 8h ya estábamos en la segunda parada.
Aquí tenéis una del trillón de fotos que hicimos de los orangutanes. Sólo para que os hagáis una idea, porque pudimos hacerlas desde todas las perspectivas y ángulos...aunque para no aburriros bastará con una. Si queréis más, Discovery Channel, La 2 o Google
Ahí conocimos a dos parejas de españoles más: a Ricardo y Mar y a Gerardo y a Marina, todos de luna de miel, aunque cada pareja por separado . Charlamos un rato y cuando empezó la fiesta vimos que sería mucho más interesante: la plataforma estaba a penas a dos metros y los orangutanes estaban más juguetones. Más fotos, y al acabar vimos de nuevo a Paco y a Lucía, con quien hablamos un rato más.
Aquí podéis ver parte del recorrido entre la parada del barco y la zona de la plataforma de orangutanes. La mini caminada por la selva, por si sola, ya vale la pena.
A las 11h y poco ya comíamos y en nada hacíamos la tercera y última parada: Camp Leakey. Antes de llegar pasamos por una especie de museo-exposición con fotos y documentos sobre los orangutanes.
Otra vez teníamos la plataforma cerca y en esa parada hicieron presencia unos monos más pequeños, los gibbons. Los gibbons tenían cierto respeto a los orangutanes, pero también hambre, así que vimos como hacían incursiones para robarles las bananas. Los gibbons son pequeños y tremendamente ágiles, así que con un poco de paciencia conseguían su trofeo; por lo que vimos, los orangutanes pasaban bastante y casi que les daba igual.
¡A la vuelta pudimos ducharnos! Tras dos días enteros de sudar, de crema solar y de repelente nos apetecía un montón. La ducha consistía en una bomba que sacaba agua del río y la llevaba al baño, donde salía por…una ducha. Si el día antes no la habíamos podido usar era porque el agua del río estaba contaminada por el mercurio de las minas de oro. En el tramo donde estábamos ahora sí se podía, o al menos eso nos dijeron. Ciertamente, el agua era de otro color.
Tras la ducha y el relax correspondiente, cenamos y en un rato vimos las famosas luciérnagas de Borneo. El barco paró a un lado, Roy hico un par de ráfagas con una linterna contra la vegetación y ahí teníamos a centenares de luciérnagas iluminándonos. Esa imagen sumada al montón de estrellas perfectamente visibles fue de lo más impactante del viaje.
Jueves 9 de julio
A las 8h, ya desayunados, habíamos llegado a la desembocadura del río y ya veíamos a lo lejos el puerto de Kumai. Tras amarrar el barco y despedirnos de la tripulación, Ambo nos llevó al aeropuerto y durante el trayecto aprovechamos para charlar un rato. Nos dijo que estábamos en plena temporada y que algunos turistas bajaban del avión sin nada contratado; en esas condiciones no encontrarían nada, a lo sumo un viaje de un solo día sin pasar la noche y mucho más caro. En temporada baja sí es una opción, pero en verano ni de coña.
Así que llegamos al aeropuerto y en nada estábamos en la única puerta de embarque. Como curiosidad, todos los que esperábamos un avión estábamos ahí. Los aviones paraban justo en frente y si era el tuyo ya podías subir, previa comprobación del billete, claro. Nos llamó mucho la atención la cantidad de niños que había ahí. Sin duda, la pirámide de edades de Indonesia no es para nada como las europeas….esa gente no tendrá problemas con las pensiones. Con una hora de retraso, subimos al avión rumbo a Semarang, en Java.