Aterrizamos en Semarang, al norte de Java, y fuimos a la recogida de maletas. En ese aeropuerto, la cinta de maletas no es circular; esto significa que se arrojan las maletas a una cinta recta y cuando la maleta llega al final, cae al suelo. Con las que no recoge nadie y llegan al final los empleados las recogen y a grito preguntan de quien es cada una…y así nos pasó con una de las nuestras. Cuando ya pensábamos que no saldría y nos veíamos llenando papelotes de reclamación, la descubrimos al final de la cinta en el suelo.
Bueno, ahora teníamos que ir por carretera a Yogyakarta, apenas unos 130 quilómetros pero con un tiempo estimado de tres horas y media. Primero teníamos que coger un taxi para ir a la estación de autobuses de Joglosemar, una de las empresas que hace este trayecto. Ahí coger el bus hasta Yogyakarta y una vez ahí, otro transporte (ya veríamos cual) para ir a nuestro hotel. Así que nuestra misión era encontrar a alguna pareja de turistas para compartir taxi y ahorrarnos algo al menos para ir a Joglosemar.
Así que fuimos a por una pareja que estaba saliendo, pero nos dijeron que su hotel en Yogyakartya les enviaba un taxi para recogerlos. Igualmente se ofrecieron a compartirlo pagando a medias, y ahí nos pudo la comodidad. Subimos con ellos y compartimos el total (Philip había pagado 1.100.000 IDR así que nos salió el transporte por 550.000 IDR, mucho más caro que nuestro plan inicial, pero nos ahorramos buscar el bus a Yogya y el riesgo que no hubiera plazas o que el bus saliera mucho más tarde. Nos interesaba llegar a Yogyakarta a una hora decente para buscar agencias de viajes y lavanderías). Mochileros 0, turista-acomodado 1
La verdad es que el viaje fue muy agradable. Philip es alemán y su pareja, Esmanyul, mejicana pero con abuelos libaneses y japoneses. Un buen cóctel…y muy divertido escuchar a Philip hablar español con acento alemán y con mucha fonética mejicana. El viaje pasó volando y en tres horas y media estábamos en el hotel de Philip y Esmanyul. Ahí nos tocó buscar un taxi que nos llevara al nuestro, y tras regatear un poco lo conseguimos por 60.000 IDR.
Yogya tiene dos zonas turísticas interesantes para nosotros. Esto es: en el centro, bien comunicadas y repletas de restaurantes, agencias de viajes, lavanderías y puestos de cambio de moneda. Por un lado está la Calle Malioboro y por otro Prawirotaman. El hotel que nos gustó estaba en esta última zona y acertamos de lleno. El ambiente nos recordaba mucho el Old Quarter de Hanoi y eso estaba bien.
El Hotel se llamaba Aloha y nos salió por 55 EUR las tres noches. Estaba regentado por Juan Pablo García García de Soriano; un francés que había vivido muchos años en Mojácar y que después de haber vivido en Gili ahora estaba en Yogya. Un elemento muy interesante y agradable….suponemos que le gustó tener a hispanohablantes por ahí y poder hablar con ellos porque hablamos un buen rato y a los siguientes días siempre se acercaba y nos saludaba.
Fuimos a cenar al K'meals a cinco minutos del hotel, e hicimos una pausa en la dieta oriental. Un par de paninis y unos coulands de postre; todo esto y la bebida por unos 190.000 IDR (poco más de 10 EUR).
Viernes 10 de julio
Nos despertamos pronto y nos zampamos un desayuno correcto. Una rebanada de pan de molde, mantequilla, mermelada, una tortilla y la delicatesen del día, que justamente era distinta cada día.
Íbamos a los Templos de Prambanan (https://es.wikipedia.org/wiki/Prambanan). Se trata de un montón de templos hindúes del sigo IX, unos 200, que guardan cierto parecido con Angkor y que son visita obligatoria. Estuvo oculto hasta el siglo XIX, y en ese momento los holandeses lo restauraron parcialmente. Para ir ahí hicimos lo que nos gusta, que es usar los medios de transporte que usan los locales. Ya habíamos estudiado la ruta, así que cogimos el bus A3 (el billete nos costó 3600 IDR por cabeza) y en JEC (Jogja Expo Center) cambiamos al A1. La verdad es que los empleados del bus y los viajeros fueron en general muy amables y nos ayudaron a identificar donde teníamos que bajar. En total era un viaje de unos 16 quilómetros. Las paradas de autobús son un tanto curiosas: son unas marquesinas en las que se accede por un lateral; ahí compras el billete y pasas un torno como el del metro, y a continuación accedes a una parte donde puedes sentarte, que es justamente por donde se accede al bus cuando llega o a donde bajan los viajeros. Vaya, al menos yo nunca había visto ese tipo de paradas.
La alternativa es comprar la excursión en cualquiera de las agencias que hay en Malioboro o Prawirotoman: te pasaran a buscar por el hotel, te dejarán en el templo y te dirán la hora de recogida. Hay varias opciones, como ir al templo sin más o ir ahí a ver salida/puesta de sol. Óbviamente saldrá mucho más caro y os perderéis las aventuras que ocurren en los transportes locales, pero es una opción tan legítima como cualquier otra.
Una vez en la ahí compramos una entrada combinada para Prambanan y Borobudur por 525.000 IDR. Cuando lleguéis al ticket office, veréis que hay dos colas: una para lugareños y otra para turistas; la entrada para lugareños es de unas diez veces menos. ¡Sobra decir que es inútil intentar hacer trampa! Además, a los turistas nos hacen cubrirnos las piernas con un pañuelo grandote –un sarong-, que te dejan en la entrada y que tienes que devolver a la salida. El complejo es espectacular y estuvimos ahí unas tres horas, hasta que derrotados por el calor decidimos que habíamos visto lo suficiente. Una lástima, porque es un sitio donde perderte durante horas y poder apreciar así todo su esplendor.
Cogimos el bus de vuelta haciendo el recorrido inverso y bajamos en Malioboro para comer algo y ver el Kraton (el Palacio del Sultán). ¡Qué lástima que estuviera cerrado...aunque ya nos habían avisado que no valía gran cosa! Comimos en el Popeye Chicken Express, un sitio de comida rápido frecuentado por locales. Pagamos unos 20.000 IDR los dos para algo parecido a unos Nuggets y dos tés que creíamos helados pero estaban tibios.
Ahí tenéis una vista de uno de los templos, y después otra donde aparezco yo haciendo el payaso:
Para volver al hotel, hicimos la turistada que alquilar un bacac. Un bacac no es más que un artilugio a ruedas (como una bici) en el que un ciclista empuja una estructura donde van dos personas (o una) sentada. Nos dejamos 25.000 IDR pero nos ahorramos el cansancio de la caminata de vuelta.
Descansamos un buen rato en el hotel y después fuimos a dejar ropa en la lavandería. En ese momento nos enteramos que una erupción volcánica había afectado todos los aeropuertos del este de Java y los de Bali…¡no se podía volar! Bueno, volvíamos el día 19, así que quizás la ceniza se habría dispersado.
Antes de volver al hotel preguntamos a varias agencias y finalmente atamos la excursión al Bromo y al Kawah Ijen. En los alrededores nuestro hotel había un montón de agencias de viaje, quizás las más famosas son Losari y Via Via, pero al final todas ofrecen más o menos lo mismo por más o menos el mismo precio. Tenéis que tener en cuenta que en Asia los tratos son muy flexibles y nada es cuadriculado. Por ejemplo, la excursión típica es ir en minibús de Yogyakarta al Bromo, al dia siguiente al Kawah Ijen y después te dejaban en Ketapang para coger el ferry hasta Gilmanuk, en Bali. Pues nosotros no queríamos hacer esto, lo que queríamos era que nos dejaran en Banyuwangi, en un hotelito muy mono donde queríamos recuperarnos antes de saltar a Bali. Pues nada, eso lo dices en la agencia, te lo apuntan en un papel arrugado y ya está….puedes estar seguro que el conductor del minibús que cogerás en tres días lo sabrá.
También aprovechamos para llevar nuestra ropa sucia a la lavandería; tras casi una semana de viaje nos estábamos quedando sin prendas limpias.
Después cenamos en el Pokaribs, donde una simpática camarera en la entrada decía a cada transeúnte que pasaba “Welcome to Pokaribs!”, ¿cómo no ir?
Sábado 11 de julio
El plan del sábado no era muy distinto al del día antes: iríamos a otro complejo de templos, pero esta vez a Borobudur (https://es.wikipedia.org/wiki/Borobudur). En este caso se trata de unos templos budistas construidos en los siglos VIII y IX y abandonados en el siglo XIV tras la conversión de la mayor parte de la población al islamismo. Como los templos de Prambanan también fueron restaurados y son de las atracciones más visitadas en Java.
Ahí la aventura era un poco más complicada. Los templos de Borobudur están más lejos, a 40 quilómetros. No basta con coger dos buses urbanos. Como el día anterior empezábamos con el bus A3, pero en JEC teníamos que subir a un bus interurbano que iba a Borobudur pasando por Muntilan. Así que subimos a un bus roñoso y al cabo de un rato vimos que el revisor nos pedía 30000 IDR cuando todo el mundo le estaba dando 10000. Sintiéndonos estafados por ser turistas, nos negamos a pagar y llegó un momento que el revisor nos dijo que nos haría bajar. Al final, llegamos a un paco y pagamos 20000 IDR. Aquí podéis ver lo bonito que era el bus:
En un par de horas nos plantamos en el templo.
La entrada del complejo es una auténtica ratonera llena de vendedores y tenderetes donde te acosan para venderte cosas o para ofrecerse como guías. Sorteada la entrada pudimos apreciar la majestuosidad de los templos. Se trata de un espectáculo impresionante, aunque con mucha mucha gente. Borobudur es un imprescindible, pero hacía un montón de calor, así que al cabo de un rato nos rendimos. Dando un paseo topamos de casualidad con Paola y Federica, dos italianas muy viajeras con las que compartimos un buen rato charlando.
Aquí tenéis una bonita foto del templo, al que hay que subir por unas escaleras que se hacen muy pesadas por el calor, y después a mi contento de mi hazaña y luciendo -como no- un típico sarong.
Así que con poco más, salimos de los templos sorteando otra vez la ratonera de tenderetes y tuvimos la enorme suerte de subir al bus que volvía a Yogya en dos minutos! Ahí la curiosidad me pudo y hablando con una holandesa descubrimos que pagó ¡¡50000 IDR para el viaje de ida!! Bueno, al final no nos faltaba razón al sospechar del engaño.
Bueno, de vuelta a la ciudad fuimos a un Indomaret, una cadena de supermercados muy limpita y arregladita donde compramos algo para la merienda. Nos duchamos y descansamos un poco y después fuimos a cambiar moneda para pagar las 700.000 IDR que habíamos quedado a deber en la agencia de viajes.
Para la cena del sábado nos apetecía pizza, así que fuimos al Aglioo para zamparnos una peperoni y una aussi. Cuando ya teníamos entre ceja y ceja un espectacular postre llamado Chocolate Lava, la camarera nos dijo que ya no podíamos pedir nada más, porque ya cerraban. ¡Incluso nos había traído la cuenta! ¡ERAN LAS 21:45 DE UN SÁBADO! Vaya decepción…
Domingo 12 de julio
Nos esperaban 14 horas de carretera hasta nuestro destino, Cemoro Lawang, pero aún no lo sabíamos. Salimos a las 7:30 de Yogyakarta cuando el minibús nos pasó a buscar e hizo ruta por algunos hoteles más para recoger el resto de viajeros. Viajábamos con cuatro chicas belgas, dos francesas y dos holandesas. No pudimos interactuar mucho ya que la incomodidad del viaje no prestaba a hablar entre nosotros.
Las carreteras en Indonesia dejan mucho que desear. Para empezar, las ciudades son muy muy extensas, de modo que gran parte del viaje se hace en ciudad con la lentitud que esto representa. Las carreteras tienen un solo carril por sentido, y eso no tiene porqué significar que en un momento dado tengamos un coche por carril. Cuando ves que en sentido contrario hay un adelantamiento, simplemente los dos vehículos de los extremos se apartan un poco y por el medio pasa el tercero. ¿Veis que fácil? El minibús hizo una parada para comer y otras a demanda cuando pedíamos estirar la piernas o ir al WC. Ahí todo es muy flexible, así que sólo hay que sacudirse la timidez y pedir.
Paramos en Probolingo, donde la agencia local nos explicó qué haríamos en el Bromo y pagamos la entrada del parque. En función del hotel elegido el minibús nos dejaba en uno o en otro...en la agencia te venden que hay distintas categorías, pero a la práctica todo es igual de roñoso. No perdáis mucho tiempo en elegir.
En la agencia trataron de convencernos de no ir al Bromo Permai. El caso es que éramos los únicos que nos alojábamos ahí y nosotros creemos que les interesaba juntarnos con otros viajeros para que el minibús no tuviera que hacer tantas vueltas. Pero no lo plantearon así: nos decían que el otro hotel (no recuerdo el nombre) tenía piscina y que era mucho mucho mejor. Si hubieran ido de cara....quizás lo pensamos, pero como así no se hacen las cosas, nos mantuvimos firmes y pedimos ir al Bromo Permei (al día siguiente preguntamos a nuestros compañeros y ni había piscina ni su hotel era muy distinto al nuestro...¡habrase visto!)
Justo antes de llegar al parque nos paramos en un control muy raro y el conductor nos dijo que había que pagar una “entrada extra” para acceder. Nos pedían 10000 IDR a cada uno y nos pareció tan raro e inexplicable que sospechamos que esa gente quería cobrar una propina extra. Nadie nos había avisado de ello, y ¡ya habíamos pagado la entrada! Así que nos negamos y tras insistir un poco, nos dejaron pasar.
A las 21:30h llegamos al Bromo Permai, nuestro hotel. Bueno, hotel es por ponerle un nombre porque se trata de un conjunto de casitas adosadas tipo cámping, chinches en las sábanas y agua caliente a unos 15º como mucho. Total sólo íbamos a dormir ahí unas horas porque a las 4h habíamos quedado con el conductor. Nos preparamos unos bocadillos con pan que habíamos comprado y embutido que llevábamos envasado al vacío y a dormir.
Dicho esto, no hay alternativa. Las excursiones que se contratan en Yogyakarta usan los hoteles que están más próximos a los volcanes y éstos son terribles. ¿Para qué ser buenos si no hay competencia? Cuando planificamos la excursión buscamos alternativas, pero ES QUE NO LAS HAY. La única opción es alojarse en hoteles más o menos lejanos y contratar la excursión desde ese hotel. El precio es otro y te pasas mucho más rato en la carretera.
Lunes 13 de julio
El volcán Bromo (https://es.wikipedia.org/wiki/Monte_Bromo) es uno de los volcanes activos de la isla de Java y uno de los destinos más habituales para los viajeros. Está situado sobre una gran llanura de arena y es muy típico ver el amanecer desde el monte Penanjakan, que es justo donde nos llevó el minibús.
La vista resultó ser…decepcionante. El mirador estaba lleno de gente, era como estar en las Ramblas de Barcelona. En la foto siguiente lo podéis ver; así que ni vistas, ni fotos. Vimos de nuevo a Federica y Paola y hablamos con ellas un rato.
A las 6h habíamos quedado con el conductor. Esta parte del viaje la haríamos en jeep, y la verdad es que los había a montones y todos eran iguales. En la foto siguiente podéis ver la caravana de jeeps; afortunadamente se nos ocurrió hacer una foto de la matrícula para reconocerlo luego. Llegamos poco antes de la hora acordada y la verdad es que hacía bastante bastante frío, así que no dudamos en acercarnos a una hoguera que habían hecho algunos conductores cuando nos invitaron al vernos tiritando. Avisaos estáis, para esta parte del viaje hay que llevar algo de abrigo.
El siguiente punto era el monte Bromo. El jeep recorrió la distancia de 8 quilómetros hasta la base del monte, donde nos dejó. Desde ahí hay que subir a pie hasta el cráter; el ascenso no es largo ni cansado, pero todo el suelo está formado por arena volcánica más o menos blanda y eso hace que sea como caminar en la playa. Para los más perezosos hay caballos que te acercan un poco, justo hasta unas escaleras que sí que hay que subir a pie. Eso provoca que se levante mucho polvo negro.
Llegamos al cráter, donde pudimos ver el humo que sale del cráter. Como comentaba, se trata de un volcán todavía activo. Nada, unas fotos, bajamos y al jeep otra vez. El jeep nos devovió al hotel, donde tras una ducha nos zampamos un muy buen desayuno.
Ahí podéis ver un par de imágenes del mar de arena primero conmigo de primer plano y del cráter humeante del Bromo después.
Check out y de vuelta al minibús.
Volvimos a Probolingo, donde un par de belgas nos dejaron para ir a Surabaya y coger un avión y el resto continuamos hasta Sempol Village, punto de partida para el Kawah Ijen. Nosotros nos alojábamos en el Arabica Homestay, muy del estilo del Bromo Permai: roñoso, frío y en condiciones lamentables. Aprovechamos para hacer unas fotos del polvo de la erupción del volcán Raung, que tanto hacía la puñeta a los viajeros del este de Java y de Bali al tener cerrados los aeropuertos. Se veía perfectamente el volcán con una buena humareda.
Estábamos hechos polvo, así que a las 20h nos fuimos a dormir. A pesar de no tener que levantarnos a la 1:30h por no ir a ver el Blue Fire, la alarma sonaría a las 3:30h. EL Blue Fire es un efecto propio del azufre en el cráter; para verlo hay que bajar con máscaras adecuadas y el guía de turno prende fuego que resulta ser una bonita llama azul muy vistosa. Nos gustaba la idea, pero estábamos muy rotos para aguantar otro día sin casi dormir.
Antes, hicimos unas fotos del hotel. Se llamaba Arabica Homestay porque antes era una plantación de café con todas sus instalaciones. Y por esa razón parte de la decoración hace referencia justamente al café, como ésta:
Martes 14 de julio
Habíamos quedado con el conductor a las 4h frente a la recepción del Arabica. Así que madrugamos un montón un día más y ahí estábamos esperando el minibús. A las 4h no había nadie, ni a las 4:30, ni a las 5h. Ya pensábamos que había habido un malentendido y que nos habíamos quedado sin Kawah Ijen cuando apareció el vehículo…¡el conductor se había dormido!
Llegamos a la base, a Paltidung, en cuarenta minutos y empezamos el ascenso. Ya era tarde y a medida que subíamos veíamos a viajeros bajando, que ya habían visto la salida del sol en el cráter Ahí estaban Inga y Nicole, nuestras compañeras de viaje alemanas, bajando. ¡Y nosotros nos lo habíamos perdido! También veíamos mineros con azufre, que extraían del cráter. Ahí tenéis a uno de ellos:
Algunos de los mineros intentaban venderte figuritas hechas con azufre.
Algunos iban con carretillas, otros con cesta y otros con dos cestas unidas con un palo y apoyadas en la espalda. La subida duraba una hora y media pero a la mitad ya se notaban los olores. En muchos blogs habíamos leído que se recomendaba llevar máscara anti partículas, y así lo habíamos hecho. Llevábamos varias máscaras HEPA; pensamos que tras la excursión quizás las podíamos regalar a los mineros, ya que la mayoría no llevaban y al menos estarían algo mejor. La sorpresa fue que casi todos ellos la rechazaban. En esta foto aparezco luciendo mi flamante máscara:
Así que llegamos al cráter, pero de tanto polvo como se había empezado a levantar con la actividad humana del día, el lago azul del fondo ya no se veía, como se aprecia en la foto. ¡Una lástima!
Bajamos de nuevo (por cierto, a mitad del camino hay un bar donde comprar comida y bebida…ante todo el negocio) y a las 9h ya estábamos en el aparcamiento. Una vez todo el grupillo se hubo reunido subimos al minibús que nos llevaría al puerto de Ketapang, para subir al ferry para Bali. ¿Todos? ¡No! Nosotros no, nosotros haríamos un día de relax en un bonito y lujoso hotel en Banyuwangi, el Bangsring Breeze, antes de subir al ferry.
Cuando ya faltaba muy poco, el conductor paró el minibús y dijo “ohhhh, it’s broken”. Y empezó a salir humo del motor. Nos hizo salir a todos y empezó a pedirnos agua como un loco. Nada, refrigeramos el motor con nuestra preciada agua y más de un compañero empezó a mirar el reloj con miedo a perder el ferry…en poco rato el minibús arrancó de nuevo llegando felizmente a sus destino.
El Bangsring Breeze es fantástico. Tras un montón de horas en la carretera y dos hoteles infernales lo merecíamos. Dedicamos el resto del día a comer bien, a la piscina de horizonte infinito con vistas a la isla de Bali y al relax. Nos pareció un paraíso en la tierra, muy muy recomendable. Lástima que las constantes oraciones del ramadán que se propagaban por algún tipo de megafonía no pararon en todo el día…pero no todo puede ser perfecto.
Todo el hotel era muy bonito, aquí podéis ver un detalle del jardín:
Y aquí a mi dándome un chapuzón en la piscina:
Miércoles 15 de julio
Nos despertamos a una hora normal, a las 8h. Nuestros amables amfitriones, Nina y Aji nos habían propuesto un taxi desde su hotel a nuestro hotel en Ubud, incluyendo el ferry. Una muestra más que en Asia todo es posible si tienes pasta. Tentador, pero lo rechazamos amablemente porque no queríamos gastarnos tanto dinero y además preferíamos usar el ferry y el bus. ¡Para eso hacíamos el viaje en plan mochilero! (Mochileros 1 - Turistas-acomodados 1). Eso sí, el hotel nos facilitó transporte hasta el ferry en Ketapang. Ahí compramos dos billetes por 15000 IDR y cruzamos hasta Gilimanuk, en Bali.
El ferry era…un ferry. Subían coches, autobuses y gente a pie, turistas y lugareños. En una cubierta intermedia había un montón de asientos y durante el trayecto, de poco más de una hora, vimos una teletienda en vivo donde un montón de vendedores te intentaban colocar de todo aprovechándose que la audiencia estaba sentada en los asientos sin posibilidad de huir…a no ser que te tiraras al mar
Bueno, ahora teníamos que ir por carretera a Yogyakarta, apenas unos 130 quilómetros pero con un tiempo estimado de tres horas y media. Primero teníamos que coger un taxi para ir a la estación de autobuses de Joglosemar, una de las empresas que hace este trayecto. Ahí coger el bus hasta Yogyakarta y una vez ahí, otro transporte (ya veríamos cual) para ir a nuestro hotel. Así que nuestra misión era encontrar a alguna pareja de turistas para compartir taxi y ahorrarnos algo al menos para ir a Joglosemar.
Así que fuimos a por una pareja que estaba saliendo, pero nos dijeron que su hotel en Yogyakartya les enviaba un taxi para recogerlos. Igualmente se ofrecieron a compartirlo pagando a medias, y ahí nos pudo la comodidad. Subimos con ellos y compartimos el total (Philip había pagado 1.100.000 IDR así que nos salió el transporte por 550.000 IDR, mucho más caro que nuestro plan inicial, pero nos ahorramos buscar el bus a Yogya y el riesgo que no hubiera plazas o que el bus saliera mucho más tarde. Nos interesaba llegar a Yogyakarta a una hora decente para buscar agencias de viajes y lavanderías). Mochileros 0, turista-acomodado 1

La verdad es que el viaje fue muy agradable. Philip es alemán y su pareja, Esmanyul, mejicana pero con abuelos libaneses y japoneses. Un buen cóctel…y muy divertido escuchar a Philip hablar español con acento alemán y con mucha fonética mejicana. El viaje pasó volando y en tres horas y media estábamos en el hotel de Philip y Esmanyul. Ahí nos tocó buscar un taxi que nos llevara al nuestro, y tras regatear un poco lo conseguimos por 60.000 IDR.
Yogya tiene dos zonas turísticas interesantes para nosotros. Esto es: en el centro, bien comunicadas y repletas de restaurantes, agencias de viajes, lavanderías y puestos de cambio de moneda. Por un lado está la Calle Malioboro y por otro Prawirotaman. El hotel que nos gustó estaba en esta última zona y acertamos de lleno. El ambiente nos recordaba mucho el Old Quarter de Hanoi y eso estaba bien.
El Hotel se llamaba Aloha y nos salió por 55 EUR las tres noches. Estaba regentado por Juan Pablo García García de Soriano; un francés que había vivido muchos años en Mojácar y que después de haber vivido en Gili ahora estaba en Yogya. Un elemento muy interesante y agradable….suponemos que le gustó tener a hispanohablantes por ahí y poder hablar con ellos porque hablamos un buen rato y a los siguientes días siempre se acercaba y nos saludaba.
Fuimos a cenar al K'meals a cinco minutos del hotel, e hicimos una pausa en la dieta oriental. Un par de paninis y unos coulands de postre; todo esto y la bebida por unos 190.000 IDR (poco más de 10 EUR).
Viernes 10 de julio
Nos despertamos pronto y nos zampamos un desayuno correcto. Una rebanada de pan de molde, mantequilla, mermelada, una tortilla y la delicatesen del día, que justamente era distinta cada día.
Íbamos a los Templos de Prambanan (https://es.wikipedia.org/wiki/Prambanan). Se trata de un montón de templos hindúes del sigo IX, unos 200, que guardan cierto parecido con Angkor y que son visita obligatoria. Estuvo oculto hasta el siglo XIX, y en ese momento los holandeses lo restauraron parcialmente. Para ir ahí hicimos lo que nos gusta, que es usar los medios de transporte que usan los locales. Ya habíamos estudiado la ruta, así que cogimos el bus A3 (el billete nos costó 3600 IDR por cabeza) y en JEC (Jogja Expo Center) cambiamos al A1. La verdad es que los empleados del bus y los viajeros fueron en general muy amables y nos ayudaron a identificar donde teníamos que bajar. En total era un viaje de unos 16 quilómetros. Las paradas de autobús son un tanto curiosas: son unas marquesinas en las que se accede por un lateral; ahí compras el billete y pasas un torno como el del metro, y a continuación accedes a una parte donde puedes sentarte, que es justamente por donde se accede al bus cuando llega o a donde bajan los viajeros. Vaya, al menos yo nunca había visto ese tipo de paradas.
La alternativa es comprar la excursión en cualquiera de las agencias que hay en Malioboro o Prawirotoman: te pasaran a buscar por el hotel, te dejarán en el templo y te dirán la hora de recogida. Hay varias opciones, como ir al templo sin más o ir ahí a ver salida/puesta de sol. Óbviamente saldrá mucho más caro y os perderéis las aventuras que ocurren en los transportes locales, pero es una opción tan legítima como cualquier otra.
Una vez en la ahí compramos una entrada combinada para Prambanan y Borobudur por 525.000 IDR. Cuando lleguéis al ticket office, veréis que hay dos colas: una para lugareños y otra para turistas; la entrada para lugareños es de unas diez veces menos. ¡Sobra decir que es inútil intentar hacer trampa! Además, a los turistas nos hacen cubrirnos las piernas con un pañuelo grandote –un sarong-, que te dejan en la entrada y que tienes que devolver a la salida. El complejo es espectacular y estuvimos ahí unas tres horas, hasta que derrotados por el calor decidimos que habíamos visto lo suficiente. Una lástima, porque es un sitio donde perderte durante horas y poder apreciar así todo su esplendor.
Cogimos el bus de vuelta haciendo el recorrido inverso y bajamos en Malioboro para comer algo y ver el Kraton (el Palacio del Sultán). ¡Qué lástima que estuviera cerrado...aunque ya nos habían avisado que no valía gran cosa! Comimos en el Popeye Chicken Express, un sitio de comida rápido frecuentado por locales. Pagamos unos 20.000 IDR los dos para algo parecido a unos Nuggets y dos tés que creíamos helados pero estaban tibios.
Ahí tenéis una vista de uno de los templos, y después otra donde aparezco yo haciendo el payaso:


Para volver al hotel, hicimos la turistada que alquilar un bacac. Un bacac no es más que un artilugio a ruedas (como una bici) en el que un ciclista empuja una estructura donde van dos personas (o una) sentada. Nos dejamos 25.000 IDR pero nos ahorramos el cansancio de la caminata de vuelta.
Descansamos un buen rato en el hotel y después fuimos a dejar ropa en la lavandería. En ese momento nos enteramos que una erupción volcánica había afectado todos los aeropuertos del este de Java y los de Bali…¡no se podía volar! Bueno, volvíamos el día 19, así que quizás la ceniza se habría dispersado.
Antes de volver al hotel preguntamos a varias agencias y finalmente atamos la excursión al Bromo y al Kawah Ijen. En los alrededores nuestro hotel había un montón de agencias de viaje, quizás las más famosas son Losari y Via Via, pero al final todas ofrecen más o menos lo mismo por más o menos el mismo precio. Tenéis que tener en cuenta que en Asia los tratos son muy flexibles y nada es cuadriculado. Por ejemplo, la excursión típica es ir en minibús de Yogyakarta al Bromo, al dia siguiente al Kawah Ijen y después te dejaban en Ketapang para coger el ferry hasta Gilmanuk, en Bali. Pues nosotros no queríamos hacer esto, lo que queríamos era que nos dejaran en Banyuwangi, en un hotelito muy mono donde queríamos recuperarnos antes de saltar a Bali. Pues nada, eso lo dices en la agencia, te lo apuntan en un papel arrugado y ya está….puedes estar seguro que el conductor del minibús que cogerás en tres días lo sabrá.
También aprovechamos para llevar nuestra ropa sucia a la lavandería; tras casi una semana de viaje nos estábamos quedando sin prendas limpias.
Después cenamos en el Pokaribs, donde una simpática camarera en la entrada decía a cada transeúnte que pasaba “Welcome to Pokaribs!”, ¿cómo no ir?
Sábado 11 de julio
El plan del sábado no era muy distinto al del día antes: iríamos a otro complejo de templos, pero esta vez a Borobudur (https://es.wikipedia.org/wiki/Borobudur). En este caso se trata de unos templos budistas construidos en los siglos VIII y IX y abandonados en el siglo XIV tras la conversión de la mayor parte de la población al islamismo. Como los templos de Prambanan también fueron restaurados y son de las atracciones más visitadas en Java.
Ahí la aventura era un poco más complicada. Los templos de Borobudur están más lejos, a 40 quilómetros. No basta con coger dos buses urbanos. Como el día anterior empezábamos con el bus A3, pero en JEC teníamos que subir a un bus interurbano que iba a Borobudur pasando por Muntilan. Así que subimos a un bus roñoso y al cabo de un rato vimos que el revisor nos pedía 30000 IDR cuando todo el mundo le estaba dando 10000. Sintiéndonos estafados por ser turistas, nos negamos a pagar y llegó un momento que el revisor nos dijo que nos haría bajar. Al final, llegamos a un paco y pagamos 20000 IDR. Aquí podéis ver lo bonito que era el bus:

En un par de horas nos plantamos en el templo.
La entrada del complejo es una auténtica ratonera llena de vendedores y tenderetes donde te acosan para venderte cosas o para ofrecerse como guías. Sorteada la entrada pudimos apreciar la majestuosidad de los templos. Se trata de un espectáculo impresionante, aunque con mucha mucha gente. Borobudur es un imprescindible, pero hacía un montón de calor, así que al cabo de un rato nos rendimos. Dando un paseo topamos de casualidad con Paola y Federica, dos italianas muy viajeras con las que compartimos un buen rato charlando.
Aquí tenéis una bonita foto del templo, al que hay que subir por unas escaleras que se hacen muy pesadas por el calor, y después a mi contento de mi hazaña y luciendo -como no- un típico sarong.


Así que con poco más, salimos de los templos sorteando otra vez la ratonera de tenderetes y tuvimos la enorme suerte de subir al bus que volvía a Yogya en dos minutos! Ahí la curiosidad me pudo y hablando con una holandesa descubrimos que pagó ¡¡50000 IDR para el viaje de ida!! Bueno, al final no nos faltaba razón al sospechar del engaño.
Bueno, de vuelta a la ciudad fuimos a un Indomaret, una cadena de supermercados muy limpita y arregladita donde compramos algo para la merienda. Nos duchamos y descansamos un poco y después fuimos a cambiar moneda para pagar las 700.000 IDR que habíamos quedado a deber en la agencia de viajes.
Para la cena del sábado nos apetecía pizza, así que fuimos al Aglioo para zamparnos una peperoni y una aussi. Cuando ya teníamos entre ceja y ceja un espectacular postre llamado Chocolate Lava, la camarera nos dijo que ya no podíamos pedir nada más, porque ya cerraban. ¡Incluso nos había traído la cuenta! ¡ERAN LAS 21:45 DE UN SÁBADO! Vaya decepción…




Domingo 12 de julio
Nos esperaban 14 horas de carretera hasta nuestro destino, Cemoro Lawang, pero aún no lo sabíamos. Salimos a las 7:30 de Yogyakarta cuando el minibús nos pasó a buscar e hizo ruta por algunos hoteles más para recoger el resto de viajeros. Viajábamos con cuatro chicas belgas, dos francesas y dos holandesas. No pudimos interactuar mucho ya que la incomodidad del viaje no prestaba a hablar entre nosotros.
Las carreteras en Indonesia dejan mucho que desear. Para empezar, las ciudades son muy muy extensas, de modo que gran parte del viaje se hace en ciudad con la lentitud que esto representa. Las carreteras tienen un solo carril por sentido, y eso no tiene porqué significar que en un momento dado tengamos un coche por carril. Cuando ves que en sentido contrario hay un adelantamiento, simplemente los dos vehículos de los extremos se apartan un poco y por el medio pasa el tercero. ¿Veis que fácil? El minibús hizo una parada para comer y otras a demanda cuando pedíamos estirar la piernas o ir al WC. Ahí todo es muy flexible, así que sólo hay que sacudirse la timidez y pedir.
Paramos en Probolingo, donde la agencia local nos explicó qué haríamos en el Bromo y pagamos la entrada del parque. En función del hotel elegido el minibús nos dejaba en uno o en otro...en la agencia te venden que hay distintas categorías, pero a la práctica todo es igual de roñoso. No perdáis mucho tiempo en elegir.
En la agencia trataron de convencernos de no ir al Bromo Permai. El caso es que éramos los únicos que nos alojábamos ahí y nosotros creemos que les interesaba juntarnos con otros viajeros para que el minibús no tuviera que hacer tantas vueltas. Pero no lo plantearon así: nos decían que el otro hotel (no recuerdo el nombre) tenía piscina y que era mucho mucho mejor. Si hubieran ido de cara....quizás lo pensamos, pero como así no se hacen las cosas, nos mantuvimos firmes y pedimos ir al Bromo Permei (al día siguiente preguntamos a nuestros compañeros y ni había piscina ni su hotel era muy distinto al nuestro...¡habrase visto!)
Justo antes de llegar al parque nos paramos en un control muy raro y el conductor nos dijo que había que pagar una “entrada extra” para acceder. Nos pedían 10000 IDR a cada uno y nos pareció tan raro e inexplicable que sospechamos que esa gente quería cobrar una propina extra. Nadie nos había avisado de ello, y ¡ya habíamos pagado la entrada! Así que nos negamos y tras insistir un poco, nos dejaron pasar.
A las 21:30h llegamos al Bromo Permai, nuestro hotel. Bueno, hotel es por ponerle un nombre porque se trata de un conjunto de casitas adosadas tipo cámping, chinches en las sábanas y agua caliente a unos 15º como mucho. Total sólo íbamos a dormir ahí unas horas porque a las 4h habíamos quedado con el conductor. Nos preparamos unos bocadillos con pan que habíamos comprado y embutido que llevábamos envasado al vacío y a dormir.
Dicho esto, no hay alternativa. Las excursiones que se contratan en Yogyakarta usan los hoteles que están más próximos a los volcanes y éstos son terribles. ¿Para qué ser buenos si no hay competencia? Cuando planificamos la excursión buscamos alternativas, pero ES QUE NO LAS HAY. La única opción es alojarse en hoteles más o menos lejanos y contratar la excursión desde ese hotel. El precio es otro y te pasas mucho más rato en la carretera.
Lunes 13 de julio
El volcán Bromo (https://es.wikipedia.org/wiki/Monte_Bromo) es uno de los volcanes activos de la isla de Java y uno de los destinos más habituales para los viajeros. Está situado sobre una gran llanura de arena y es muy típico ver el amanecer desde el monte Penanjakan, que es justo donde nos llevó el minibús.
La vista resultó ser…decepcionante. El mirador estaba lleno de gente, era como estar en las Ramblas de Barcelona. En la foto siguiente lo podéis ver; así que ni vistas, ni fotos. Vimos de nuevo a Federica y Paola y hablamos con ellas un rato.

A las 6h habíamos quedado con el conductor. Esta parte del viaje la haríamos en jeep, y la verdad es que los había a montones y todos eran iguales. En la foto siguiente podéis ver la caravana de jeeps; afortunadamente se nos ocurrió hacer una foto de la matrícula para reconocerlo luego. Llegamos poco antes de la hora acordada y la verdad es que hacía bastante bastante frío, así que no dudamos en acercarnos a una hoguera que habían hecho algunos conductores cuando nos invitaron al vernos tiritando. Avisaos estáis, para esta parte del viaje hay que llevar algo de abrigo.

El siguiente punto era el monte Bromo. El jeep recorrió la distancia de 8 quilómetros hasta la base del monte, donde nos dejó. Desde ahí hay que subir a pie hasta el cráter; el ascenso no es largo ni cansado, pero todo el suelo está formado por arena volcánica más o menos blanda y eso hace que sea como caminar en la playa. Para los más perezosos hay caballos que te acercan un poco, justo hasta unas escaleras que sí que hay que subir a pie. Eso provoca que se levante mucho polvo negro.
Llegamos al cráter, donde pudimos ver el humo que sale del cráter. Como comentaba, se trata de un volcán todavía activo. Nada, unas fotos, bajamos y al jeep otra vez. El jeep nos devovió al hotel, donde tras una ducha nos zampamos un muy buen desayuno.
Ahí podéis ver un par de imágenes del mar de arena primero conmigo de primer plano y del cráter humeante del Bromo después.


Check out y de vuelta al minibús.
Volvimos a Probolingo, donde un par de belgas nos dejaron para ir a Surabaya y coger un avión y el resto continuamos hasta Sempol Village, punto de partida para el Kawah Ijen. Nosotros nos alojábamos en el Arabica Homestay, muy del estilo del Bromo Permai: roñoso, frío y en condiciones lamentables. Aprovechamos para hacer unas fotos del polvo de la erupción del volcán Raung, que tanto hacía la puñeta a los viajeros del este de Java y de Bali al tener cerrados los aeropuertos. Se veía perfectamente el volcán con una buena humareda.
Estábamos hechos polvo, así que a las 20h nos fuimos a dormir. A pesar de no tener que levantarnos a la 1:30h por no ir a ver el Blue Fire, la alarma sonaría a las 3:30h. EL Blue Fire es un efecto propio del azufre en el cráter; para verlo hay que bajar con máscaras adecuadas y el guía de turno prende fuego que resulta ser una bonita llama azul muy vistosa. Nos gustaba la idea, pero estábamos muy rotos para aguantar otro día sin casi dormir.
Antes, hicimos unas fotos del hotel. Se llamaba Arabica Homestay porque antes era una plantación de café con todas sus instalaciones. Y por esa razón parte de la decoración hace referencia justamente al café, como ésta:

Martes 14 de julio
Habíamos quedado con el conductor a las 4h frente a la recepción del Arabica. Así que madrugamos un montón un día más y ahí estábamos esperando el minibús. A las 4h no había nadie, ni a las 4:30, ni a las 5h. Ya pensábamos que había habido un malentendido y que nos habíamos quedado sin Kawah Ijen cuando apareció el vehículo…¡el conductor se había dormido!
Llegamos a la base, a Paltidung, en cuarenta minutos y empezamos el ascenso. Ya era tarde y a medida que subíamos veíamos a viajeros bajando, que ya habían visto la salida del sol en el cráter Ahí estaban Inga y Nicole, nuestras compañeras de viaje alemanas, bajando. ¡Y nosotros nos lo habíamos perdido! También veíamos mineros con azufre, que extraían del cráter. Ahí tenéis a uno de ellos:

Algunos de los mineros intentaban venderte figuritas hechas con azufre.
Algunos iban con carretillas, otros con cesta y otros con dos cestas unidas con un palo y apoyadas en la espalda. La subida duraba una hora y media pero a la mitad ya se notaban los olores. En muchos blogs habíamos leído que se recomendaba llevar máscara anti partículas, y así lo habíamos hecho. Llevábamos varias máscaras HEPA; pensamos que tras la excursión quizás las podíamos regalar a los mineros, ya que la mayoría no llevaban y al menos estarían algo mejor. La sorpresa fue que casi todos ellos la rechazaban. En esta foto aparezco luciendo mi flamante máscara:

Así que llegamos al cráter, pero de tanto polvo como se había empezado a levantar con la actividad humana del día, el lago azul del fondo ya no se veía, como se aprecia en la foto. ¡Una lástima!

Bajamos de nuevo (por cierto, a mitad del camino hay un bar donde comprar comida y bebida…ante todo el negocio) y a las 9h ya estábamos en el aparcamiento. Una vez todo el grupillo se hubo reunido subimos al minibús que nos llevaría al puerto de Ketapang, para subir al ferry para Bali. ¿Todos? ¡No! Nosotros no, nosotros haríamos un día de relax en un bonito y lujoso hotel en Banyuwangi, el Bangsring Breeze, antes de subir al ferry.
Cuando ya faltaba muy poco, el conductor paró el minibús y dijo “ohhhh, it’s broken”. Y empezó a salir humo del motor. Nos hizo salir a todos y empezó a pedirnos agua como un loco. Nada, refrigeramos el motor con nuestra preciada agua y más de un compañero empezó a mirar el reloj con miedo a perder el ferry…en poco rato el minibús arrancó de nuevo llegando felizmente a sus destino.
El Bangsring Breeze es fantástico. Tras un montón de horas en la carretera y dos hoteles infernales lo merecíamos. Dedicamos el resto del día a comer bien, a la piscina de horizonte infinito con vistas a la isla de Bali y al relax. Nos pareció un paraíso en la tierra, muy muy recomendable. Lástima que las constantes oraciones del ramadán que se propagaban por algún tipo de megafonía no pararon en todo el día…pero no todo puede ser perfecto.
Todo el hotel era muy bonito, aquí podéis ver un detalle del jardín:

Y aquí a mi dándome un chapuzón en la piscina:

Miércoles 15 de julio
Nos despertamos a una hora normal, a las 8h. Nuestros amables amfitriones, Nina y Aji nos habían propuesto un taxi desde su hotel a nuestro hotel en Ubud, incluyendo el ferry. Una muestra más que en Asia todo es posible si tienes pasta. Tentador, pero lo rechazamos amablemente porque no queríamos gastarnos tanto dinero y además preferíamos usar el ferry y el bus. ¡Para eso hacíamos el viaje en plan mochilero! (Mochileros 1 - Turistas-acomodados 1). Eso sí, el hotel nos facilitó transporte hasta el ferry en Ketapang. Ahí compramos dos billetes por 15000 IDR y cruzamos hasta Gilimanuk, en Bali.
El ferry era…un ferry. Subían coches, autobuses y gente a pie, turistas y lugareños. En una cubierta intermedia había un montón de asientos y durante el trayecto, de poco más de una hora, vimos una teletienda en vivo donde un montón de vendedores te intentaban colocar de todo aprovechándose que la audiencia estaba sentada en los asientos sin posibilidad de huir…a no ser que te tiraras al mar
