Tras recoger todo y dejar las llaves en el piso, nos fuimos, con pena por abandonar éste paraíso, a devolver el coche de Álamo, sin problema, y al aeropuerto a coger el vuelo de las 11 con Virgin América a San Francisco (ojo que aquí las colas si eran de órdago), adonde llegamos a las 19 horas, al volver a sumar las tres horas de diferencia con respecto a Hawai.
Repetimos la rutina de ir a por el coche de alquiler en el Airtrain del aeropuerto hasta el Rental Car Center y nos fuimos, GPS mediante as usual, a un supermercado en nuestra ruta hacia el hotel de Oakland, el Whole Foods Market (una buena opción si estáis por SFO, por variedad y precios, está en el 339 4th Street), para comprar comida para llevar al día siguiente en el avión de vuelta a Barcelona que no incluía comidas.
Tras comprar unas ensaladas y unos bollos de chocolate para el café, continuamos hacia el hotel de Oakland, que había cogido cerca del aeropuerto, pero pésimamente ubicado en un polígono oscuro con clara sensación de inseguridad, el Rodeway Inn & Suites (81€ con desayuno); si bien la habitación estaba bien, con nevera, microondas, cafetera, limpia etc, tanto el lugar, como los hindúes que lo llevaban que te miraban sin decir nada en plan Norman Bates, hacen de éste un hotel nada recomendable para volver a él.
Tras dejar el equipaje nos fuimos a intentar cenar, ya eran las 21 horas, a la famosa Jack London Square (en honor al famoso escritor de Colmillo Blanco, que nació en SFO y vivió en Oakland) que supuestamente es un sitio muy animado de bares y restaurantes, pero, como era de esperar, a esas horas estaba semi vacío, con algún que otro borracho por la calle diciéndote cosas ininteligibles, y de donde nos fuimos porque la cosa no pintaba muy bien; una pena no poder conocer la zona a una hora más temprana.


Buscamos en el Google mapa el KFC más cercano y nos fuimos atravesando parte de la zona del puerto, con vagabundos etc, una zona nada recomendable para esas horas; el Kentucky Fry chicken estaba cerrado y solo atendía a través de “McAuto” por lo que tras intentar entender a aquella mujer que nos hablaba por el telefonillo diciendo que de eso no les quedaba que tenían esto otro bla bla bla, acabamos cogiendo sin querer un cubo con pollo para una boda



