El último día dejamos las llaves del apartamento, cargamos el equipaje y nos dispusimos a conocer las preciosas playas de Puerto de la Cruz, conocida como Playa Jardín. Se trata de un estupendo paseo por unos jardines tropicales, muy bien cuidados, pegados a las playas de arena negra, por donde resulta muy agradable caminar y tomarse algún refresco en las terracitas de sus kioscos.


A continuación, nos dispusimos a visitar la zona del Macizo de Anaga, declarado reserva de la biosfera por la Unesco. Teníamos previsto seguir la ruta de los miradores para poder contemplar las mejores vistas del lugar. La carretera de subida es estrecha y con bastantes curvas y a partir del Mirador de la Jardina te introduces en un paisaje de bosque cerrado, verde y realmente impresionante. Las nubes comenzaron a rodearnos y comenzó a llover inesperadamente. La bajada de temperatura y la lluvia nos obligaron a sacar las cazadoras y los paraguas para seguir visitando el próximo mirador, el de la Cruz del Carmen, donde se encuentra una pequeña ermita en la que paramos a refugiarnos por unos minutos. También está ubicado el Centro de Interpretación del Parque Rural, muy interesante para conocer la fauna y la flora del lugar, así como un poco de los orígenes de sus pobladores: los guanches. En esta plataforma está el punto de partida de algunos senderos de diversas dificultades. Como el suelo estaba mojado y resbaladizo por la lluvia, solamente pudimos caminar por el sendero nº1 de menor dificultad, conocido como el Sendero de los Sentidos. Este pequeño camino te adentra en el bosque de laurisilvas y helechos donde puedes apreciar el olor y el tacto de la vegetación.

A casi 1000 metros de altura se asciende a El Pico del Inglés, el tercer mirador de nuestra ruta. Las vistas son totalmente diferentes, con grandes barrancos y profundos valles que llegan hasta el nivel del mar, las nubes corrían de izquierda a derecha y el paisaje resultaba precioso y salvaje.

Cerca de este lugar paramos a ver un pasillo verde, como un “callejón” de altas paredes tapizadas de raíces y musgo que nos llamó mucho la atención.

Proseguimos nuestro camino hasta llegar a la costa de Taganana, concretamente, paramos en la playa del Roque de las Bodegas. Una preciosa playa de arena negra por donde pudimos pasear y mojarnos los pies en el mar. En este lugar hay dos o tres restaurantes de comida típica local, nosotros elegimos Casa África, donde nos sirvieron unas riquísimas papas arrugadas, pulpo frito y el pescado asado del día. Al terminar la comida nos acercamos andando hasta el final del roque por una pasarela que hace el paseo muy agradable y te permite hacer unas fotos estupendas.

A pesar de lo idílico del lugar, teníamos que abandonarlo y regresar con dirección al aeropuerto para devolver el coche y esperar la salida de nuestro vuelo que estaba previsto para las 16:50 de la tarde.
Han sido unos días fabulosos y lo hemos pasado muy bien. Espero poder repetir pronto.