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1 de Diciembre. Amanece una vez más en Tokio, esto se acaba y no puedo evitar estar triste. Han sido unas semanas magnificas en Japón y la verdad es que no quiero irme. Aprovecho para desayunar en el hotel con los tickets de desayuno que aun me quedan y mientras voy mirando que haré hoy. Tengo claro que quiero ir a Akihabara, en domingo cierran la calle y se vuelve peatonal además por lo que he leído ponen un mercadillo, así que hay que aprovechar. Después de ver varios sitios a donde ir veo que hay unos jardines, los Rikugien, de los cuales se habla bastante bien y como me apetece un poco de paseo decido que ese será mi destino hoy.
Como siempre nada más fácil que buscar la parada de metro más cercana a los jardines y subirse al metro, no deja de asombrarme lo bien que va el transporte público en este país. Una vez llego a la estación busco la entrada a los jardines, pago mi entrada y accedo a ellos.
Este país no deja de sorprenderme, cuando creía que unos jardines ya no me parecerían espectaculares después de los que he visto durante el viaje, pum en toda la boquita. Hacen honor a su reputación de unos de los jardines más bellos de Tokio, me encuentro con un espacio cuidado al detalle pero que no pierde su esencia natural. Un enorme estanque en su centro es marca característica, a sus orillas hay un frondoso bosque el cual se puede recorrer gracias a varios senderos.
Todo el lugar está esplendido con los colores del otoño y este jardín me da la sensación que es igual de bonito tanto en primavera como en otoño. Toca pasearse y perderse por el lugar durante un rato, tras ello me siento a sencillamente ver pasar el tiempo y a la gente en el parque, encuentro muy relajante estos momentos de los cuales he tenido varios en el viaje. Supongo que es un poco por la pena de que en dos días vuelvo a España pero se me hace nostálgico estar sentado en el jardín, como si fuese un Tokiota más.
Después de estar unos momentos en tranquilidad toca salir de los jardines e ir de vuelta a la estación pero antes de llegar veo un cafe-pizzería que me dice cosas y entro. Allí disfruto de una excelente pizza y un te, toma almuerzo!
Ahora si, toca volver a enfrentarse a Akihabara y a su locura. En cuanto llego lo primero que veo es que han puesto un mercadillo a los pies del edificio del UDX (saliendo en la estación de Akihabara por el lado donde está el Gundam Café es un edificio enorme que esta justo en frente) y allí paso gran parte de la mañana trasteando y mirando sus mercancías. El ambiente es genial y los precios mucho mejor y para cuando me doy cuenta en mi mochila ya hay tres figuras, xd.
Luego me acerco a la calle principal del barrio y como está cerrada a los coches hay mucha gente por la calzada, lo que hace que las aceras estén más vacías. Gente haciéndose fotos en medio de la calle, tiendas con expositores fuera en la calle, un par de actuaciones en vivo en una plaza y varias actividades más que hacen del barrio un lugar más animado de lo que normalmente es, y la verdad es que le sienta muy bien.
Cuando se acerca la hora de comer busco algún lugar al final me decido por una cafeterías que tiene varios platos combinados al estilo japonés y me pongo las botas comiendo mientras por el ventanal del segundo piso veo la gente pasear por Akiba.
En cuanto al resto del día poco más puedo decir, paseo un rato más por Akihabara y termino de anotar precios para mañana, me tomo un te en una terraza mientras pienso en perder el pasaporte y quedarme aquí para siempre y cuando empieza a oscurecer vuelvo hasta el hotel.
Dejo mis cosas en la habitación y me voy caminando a Shinjuku para pasearme por los alrededores de la estación. Es la única parte del viaje que tengo borrosa, se que estoy dando vueltas hasta llegar hasta Shibuya (pedazo caminata), básicamente por el placer de caminar por la ciudad. Tengo ganas de empaparme de las sensaciones que transmite Tokio, de pasear sin rumbo fijo hasta que mi estomago y mis pies me dicen que es hora de cenar.
Como aun no lo he probado voy a un restaurante de sushi de esos de cinta en Shibuya, excelente como no podía ser de otra manera. Para volver me subo al metro hasta el hotel y una vez en mi habitación me resigno a lo que será mi penúltimo día en Japón.
Visitas del día
Jardines Rikugien- Grata sorpresa, de los jardines que he visto en Tokio los más bonitos sin duda, un excelente lugar para pasear, descansar un rato. No está lejos de la estación de Ikebukuro o del parque Ueno (unos 15 mins en la linea Yamanote) y si se puede combinar yo los incluiría en la visita. En otoño estaban preciosos.
Akihabara en Domingo- Que la calle sea toda peatonal le da un punto y el mercadillo es un bonus, después de estar tanto en día normal como en domingo si solo se va a ir un día a Akiba yo recomendaría en domingo, creo que se puede disfrutar mejor y además el ambiente me pareció mucho más festivo y acorde con el barrio
No pongo trayecto por fui del hotel a los Rikuigen y de alli a Akihabara, no tiene mayor secreto.
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