Nos levantamos sobre las 6 y cogemos el coche en dirección a Tulcea, pues nos esperan unos 225 km. Anoche decidimos que nos alojaríamos en uno de los tres “brazos” o afluentes del delta del Danubio, Saint Gheorge. Resumiendo la información que encontramos, en el Delta puedes estar desde un día sin alojarte hasta una semana recorriendo sus afluentes y haciendo rutas para descubrir su maravillosa flora y fauna. Desde las mejores estrellas, hasta los mejores atardeceres. El Delta tiene mucho que ofrecer, muchísimo más de los días que tenemos nosotras disponibles para descubrirlo, así que tendremos que conformarnos con una pincelada. Buscando alojamientos, también hay una graaaaan variedad de precios, y ese fue uno de los motivos por el que escogimos también esta zona para descansar, ya que encontramos un maravilloso camping por tal solo 14€ la noche en una pequeña cabañita con los metros suficientes como para que cupieran dos camas individuales, el Dolphin Camping Sfantu Gheorghe. También leemos que es esta zona es donde el Danubio choca con el mar negro y se puede apreciar a simple vista este fenómeno, y nos parece algo curioso y diferente para ver.
Para poder llegar a estos alojamientos no se puede acceder en coche, sólo se puede hacer por mar. Hay que dejar el coche en uno de sus dos “puertos” principales,
- Tuclea: el más grande de los dos, desde el que parten 3 canales: Chilia (que tiene frontera natural con Ucrania); Sfantu Gheorghe y Sulina.
- Murighiol
Las excursiones se suelen reservar desde uno de estos dos puertos, y también van desde las 2h hasta el día completo, y los precios pueden variar pero son bastante caras… De 100 euros en adelante por persona una de un día entero. Nosotras encontramos (después de mucho buscar, pues no es fácil encontrar información y la mayoría está en Rumano o tienes que caer en un estilo Civitatis o BookYourGuide en el que la que te piden el doble) una opción que nos pareció perfecta para poder ver el Delta sin dejarnos el presupuesto del viaje entero, y contratamos una excursión de 2-3h (muy concreto todo) que salía de Tulcea y te llevaba en lancha por el Lago Cotete, pasando por el Canal Norte Sireasa y el Canal Trofilca… vamos, que nos paseaba un rato por los canales del lugar y nos cobraban 119 lei (23 euros) por persona. Reservamos a través de whatts app en el número que encontramos en la web [la web se llama Excursii Delta Dunarii], nos contestaron bastante rápido y nos dijeron que había dos salidas, a las 14 pm y a las 18 pm para ese día, le preguntamos si se veían pelícanos en la excursión y nos dijo que por supuesto, así que reservamos el de las 14h. Le preguntamos por los transfer para llegar después al alojamiento y nos dio el teléfono de otro contacto…
Por internet buscamos también los traslados. Desde el camping nos ofrecieron por 40 euros irnos a buscar y llevarnos al día siguiente, algo que nos pareció excesivo ya que el camping nos había costado 14… y por internet los precios para lo mismo no bajaban de 25 o 30 euros ida y vuelta… nos daba miedo arriesgarnos a llegar al puerto porque parecía que las salidas no eran muy continuas, sino que tenían dos o tres al día y si no cogías una de esas, no llegabas a tu destino. La información está bastante desorganizada y era un poco agobiante, así que en esas 5 horas de coche aprovechamos para ir cerrándolo todo, y sabiendo que lo habíamos dejado todo para el último momento pero era el destino más improvisado del viaje, porque dependiendo del transcurso de los días anteriores podríamos dedicarle o no el tiempo a esta zona del país. Finalmente, en el número que nos pasó este señor, nos pedían 60 lei por trayecto y persona, pero el transfer salía de Murighiol (desde Tulcea nos fue imposible encontrar la opción) y salía a las 13:30 o a las 17:30… es decir, que si empezábamos la excursión a las 14pm y duraba el máximo de 3 horas, salíamos a las 17h y teníamos que cambiar de puerto, con unos 30 minutos de coche que calculaba Google maps… todo dependería en cuánto rato duraba la excursión en barco. Total, que todo eran muchas suposiciones así que dejamos el transfer un poco en el aire, pensando que siempre podíamos llorarle a algún rumano y conseguir un transfer privado o incluso coger el transfer el camping (con dinero todos los imprevistos se arreglan).
Con todo el agobio nos empieza a entrar hambre y vemos una gasolinera a un lateral de la carretera con un Luca al lado, la franquicia donde habíamos desayunado alguna vez. Hacemos una parada rápida para comprar un par de cafés para llevar y un par de pastas que nos cuestan 20 lei (4 euros), y no nos entretenemos antes de volver al coche y seguir el camino. Vamos bien de tiempo para Tulcea, pero tampoco queremos apurar. Y menos mal!! Porque cuando estamos a poco de Tulcea, empieza otra Odisea…. Y esque Tulcea está rodeada de agua, pero según Google maps nos llevaba a cruzar un puente… un puente que resulta que llevaba en construcción desde hacía 5 años, el tercer puente colgante más largo de la Unión Europea, con una pasarela de 1.9 km de largo y un tramo de carretera de 23 km, y que se calcula su inauguración para junio de 2023… total, que no estaba abierto [acabo de buscar y se inauguró el 9 de julio]. Así que Google maps no paraba de redireccionarnos hacia el mar en diferentes entradas, pero todas ellas falsas. Además, en esa zona ya empieza a haber un tráfico que nos empieza a poner nerviosas, y Google nos dice que tenemos que coger un ferry para cruzar. Si quitamos la opción de ferry, nos incorpora 2h más de carretera… Respiramos hasta 10 y buscamos información que no encontramos, y acabamos yendo al “ferry”. Son las 12 del mediodía y google nos dice que nos queda 1h y media para llegar a Tulcea, vamos con el tiempo justísimo y tenemos que cruzar el puente. Al final encontramos una caseta y una señalización de puerto, y le preguntamos a un hombre, que no para de decir que habla inglés pero no nos contesta nada en inglés, como hablarle a una pared. Le decimos que dónde está el ferry, y el hombre nos dice que si y que no a la vez… al final viene otro chico que habla inglés y nos señala a la derecha, así que vamos con el coche y salimos a un pequeñísimo puerto con 4 muelles y una caseta. La señora, la más borde de todo Rumanía, nos dice que 35 lei por embarcar el coche (7€) y nosotras le preguntamos si vamos a llegar a Tulcea. La mujer se queda con la mano puesta, esperando el dinero. Le preguntamos otra vez y la señora nos mira como diciendo “dónde más os pensáis que podeis ir por aquí? Pues claro que a Tulcea”. Nos dice el muelle 4 y adiós. Vamos a encarar el coche y no tenemos claro cuál es el 4, porque no vemos los números, y nos encaramos en el que parece que va a partir antes, pero no hay coches en fila y al final nos vamos al de al lado, pero cuando nos pondemos ahí viene un coche a la caseta y se pone en el que estábamos primero, así que nos volvemos a cambiar. Entre el calor que hace, los nervios y la confusión, parecemos un pato mareado. Al final llega un ferry pequeñito y atraca en ese muelle. De golpe empieza a aparecer gente andando y más y más coches y nos quedamos alucinadas con de dónde salen y cuando abren la barrera empieza el desfile. Acaban entrando casi 50 coches y unas cuantas personas a pie, con compras y electrodomésticos pequeños… y la gente sale de los coches y se pone a hablar y fumar, pero nosotras nos quedamos dentro porque no sabemos lo que va a tardar. A penas 10 minutos después llega al otro lado de la orilla, y salimos de ahí. Entre subir, cruzar y bajar, han pasado unos 40 minutos y vamos con el tiempo justísimo, así que salimos de ahí y mi amiga le pisa al acelerador.
Después de 1 hora y media y de creer que estamos en el Gran Premio de Turismo, llegamos al puerto de Tulcea a las 13:55. Hay un parking de pago para entrar al puerto, pero antes de cruzar la barrera hay una pequeñísima zona donde caben unos 6 coches aparcados y hay un hueco… así que aún llegando tarde, nos da tiempo de no pagar parking. Cogemos la mochila que hemos dejado preparada para llevarnos al ferry a ver si hubiera la posibilidad de pagarle un extra al conductor para que nos deje en Sfantu Gheorge. Cuando entramos al parking y empezamos a mirar los muelles buscando el nombre de la compañía, me llaman al teléfono. Es la chica diciendo que dónde estamos, y nos localizamos enseguida, así que vamos para allá. Sólo hay una pareja más esperando y ya estamos todos, así que al final tenemos una excursión semi-privada.
La chica nos dice que cuando volvamos de la excursión arreglamos el pago, para poder irnos ya, y nos dice que no hay posibilidad de dejarnos en el alojamiento y tenemos que volver allí. Le queremos pagar ya para luego salir corriendo, pero nos dice que o efectivo o transferencia. De efectivo iríamos justas si pagamos casi 50 euros, así que nos dice que al volver. Embarcamos y intentamos relajarnos y disfrutar de la excursión. La lancha es cómoda, tiene capacidad para unas 12 personas y vamos sólo 4. Nos dan una botella de agua y el hombre sólo habla rumano, y va parando la barca y explicando cosas básicamente para los otros dos, que chapurrean algo de inglés pero muy poco, lo justo para preguntarnos de dónde venimos y poco más.
Entendemos cosas que explica el hombre, como que estamos en una zona donde tenemos que poner el móvil en modo avión porque las compañías lo reconocen como Ucrania y te cobran la itinerancia de datos jaja También va señalando diferentes aves a lo lejos y parando la barca para no hacer ruido en zonas donde hay más fauna. Vemos muchas mariposas de diferentes colores y se respira una paz increíble. A penas nos cruzamos con ninguna otra barca de turistas, pero si alguna de pescadores. No tengo ni idea, pero vemos gaviotas, charranes y finalmente pelicanos, no excesivamente cerca ni en gran cantidad, pero si lo suficiente para sentir que ha valido la pena la excursión.

Volvemos al puerto a las 2 horas 15 minutos, así que podemos llegar al otro puerto si nos damos prisa, pero aún hay que pagar. Antes de parar la lancha en el puerto, vuelvo a poner los datos en el móvil y tengo un whatts app con los datos de la cuenta para hacer la transferencia, así que lo hago rápido para poderle mandar el comprobante y así salir de allí rápido. Al llegar, está la chica que habla inglés y le enseño el pago, que se lo he hecho en euros haciendo la conversión de los 238 lei, y entonces me dice que el total era algo más, ya no recuerdo. Tengo que ir a la web a buscar el precio, y ella tiene que llamar a su jefe para confirmar. No sé qué hay que confirmar, porque es el precio que aparece, pero igual al ver que no somos rumanas nos quieren colar algo. Al final nos dice que si, que está correcto, pero que le tenemos que pagar la tasa de la reserva. Habíamos leído que pagar una tasa por entrar a una reserva de la bioesfera, pero no habíamos encontrado dónde pagarla y pensábamos que sería al llegar al alojamiento. Igualmente no estaba muy claro, y parece que se paga una vez, entonces no era muy lógico pagarle a la chica en mano sin ningún “justificante” para luego evitar volver a pagar en el camping. También había leído que los estudiantes estaban exentos del pago, así que le justifico eso y la chica dice que no lo sabe y tiene que llamar otra vez a su jefe. Estamos por salir corriendo porque cada minuto es oro y la chica no hace más que entretenernos. Cuelga al jefe y nos dice que si, que no lo sabía, pero que los estudiantes no pagan. Le digo que si necesita ver el carnet de estudiante pero me dice que no, que podemos irnos. La chica creo que está avergonzada por no tener claro como funciona, y al final no insiste más, así que nos vamos corriendo al coche y pisamos para llegar al otro puerto.
Al llegar, es aún más pequeño, tan solo tiene un muelle y un pequeño bar-restaurante. También tiene un parking de pago, pero repetimos maniobra y aparcamos en el lateral de la carretera, junto a muchos coches más. Son las 17.10 y no hemos comido, pero tampoco tenemos hambre con todos los nervios que llevamos. Le mando una foto por whatts app al contacto para asegurarnos que es ahí y dice que si, así que nos permitimos compartir una cerveza con “vistas al mar”, mientras nos relajamos (por 15 lei). ¡Lo hemos conseguido! Hay más gente ahí, así que nos confiamos en que estamos donde toca.
Dan y media y allí no aparece ninguna barca, y nos empezamos a poner otra vez nerviosas. Y 35 y nada… pero nos han dicho que era ahí, así que no podemos estar mal. Ay 40 le escribo al número que tengo, y le mando una foto de dónde estamos. Nos levantamos y empezamos a buscar a alguien, y vamos hacia un barco más grande pero intentando entrar a esa zona parece no tener salida. El sitio es enano, no hay más opciones… y entonces un hombre llama nuestra atención y nos giramos. Nos dice: Americans?? El pobre hombre no habla ni papa de inglés, ni de español, y nos hace gracia que al hablar inglés asuma que somos americanas. Nos hace una señal para que le sigamos y nos lleva a una pasarela de madera que hay a la derecha, con un montón de gente esperando para subir a una lancha más cutre que la de la excursión. Nos lleva a un chico que habla inglés para que nos haga de traductor, el chico es un turista rumano así que debe haber preguntado quién hablaba inglés para que le ayudaran. Empieza a subir a la gente y nos deja casi para el final, y nos dice que subamos. Bueno, ya vamos de camino! Vaya yincana llevamos hoy!
Todos en el barco parecen locales. El trayecto dura bastante, unos 45 minutos y el tío le mete caña a aquello. Detrás tenemos a un chico más o menos de nuestra edad, que después de escucharnos hablar decide preguntarnos si somos españolas y empezamos a hablar con él. Nos cuenta que esa zona es la zona favorita de veraneo de muchos rumanos, que tienen ahí una segunda residencia o que se van a pasar unos días con la familia, pero que no es una zona muy visitada por los turistas (no será porque lo ponen algo difícil para llegar hasta allí…). En su caso, tiene un amigo con una casa allí y los amigos se fueron hace dos días pero el trabajaba y se acerca a pasar el fin de semana con ellos. Charlamos un rato más con él hasta llegar al muelle y bajamos justo los 3, mientras que todos los demás se quedan en la lancha (debe tener varias paradas). El hombre se baja y nos cobra el trayecto, 120 lei por las dos. Le preguntamos los horarios de vuelta para mañana y nos dice que a las 10 am y a las 14 pm, desde el mismo sitio. Nos despedimos del conductor y del chico, que nos da su número por si luego nos apetece juntarnos un rato, y ponemos rumba al camping.
Caminamos unos 20 minutos hasta llegar, que es prácticamente todo el largo que tiene la zona habitada del lugar. Pasamos por entre calles muy tranquilas con muy pocas casas y la mayoría destrozadas. A medida que nos acercamos al camping hay más arena de playa en los caminos, y a penas hay coches o gente. Al llegar al camping, nos encontramos una nota en recepción que pone que el check-in se hace en el resort de enfrente… así que cruzamos la puerta y vamos para allá. Básicamente es la misma gente, que tiene un resort pijo llamado Green Village y un low cost que es el camping Dolphin donde nos alojamos. En el resort no había disponibilidad cuando reservamos, y no sabemos la diferencia de precio que habrá, pero al final tienen la misma estructura con cabañas más espaciosas y un bar restaurante bastante pijo y caro, una zona de spa y unos jardines más cuidados. El low cost tiene una zona de bar también, con mesas de madera en el exterior, duchas y baños compartidos en el exterior y una zona de cine al aire libre preciosa donde hacen un festival en verano muy conocido y donde cada noche a las 9 proyectan películas en verano. Tanto uno como otro transmiten mucha paz y nos da buen rollo. Hacemos el checkin en pocos minutos y nos vamos a nuestra cabañita a dejar las mochilas.

Son casi las 8 y queremos acercarnos a la playa antes de que anochezca, así que salimos del camping y seguimos la arena hacia el mar. Estamos al final del “pueblo” y en 30 segundos enfilamos hacia una zona más forestal, pero justo antes de salir, a mano derecha, vemos una especie de base militar, con alambre de espino en lo alto de sus muros y dos guardias custodiando la entrada. Nos sorprende mucho, y seguimos andando. Justo después de pasarlo, por fuera de los muros, vemos tres camiones militares abandonados. Nos quedamos flipando y nos acercamos a ellos. El primero es una especie de camioneta militar, con la parte de atrás abierta donde va el batallón. Abrimos con cuidado la puerta del conductor y… se abre y accedemos al camión con todos los comandos. Estamos alucinadas y nos asomamos para chafardear. Damos la vuelta hacia el segundo, un camión cerrado. Nos acercamos a las puertas traseras y…. se abren sin problema. Dentro observamos un museo en vivo y en directo. Dos literas a cada lado, centenares de cuadernos esparcidos por el suelo, papeles, fusibles… Todo abandonado y con aspecto de llevar así años y sufrir el deterioro típico del tiempo. Como hipnotizadas por lo que estamos viendo, nos metemos y empezamos a ver detalles: los cuadernos están escritos en alfabeto cirílico, no sabemos distinguir si ruso o ucraniano. Chafardeamos un rato más y salimos del camión. Nos acercamos al tercero, que tiene un lateral abierto y se puede acceder sin problemas. Es el más deteriorado de todos y se puede observar un pequeño horno en una zona. Las ruedas de los tres están pinchadas, deshinchadas, casi más grandes que yo, y medio enterradas en la tierra. De cuándo serán esos camiones? En los cuadernos hemos encontrado fechas de 1950 a 1980, así que posteriores a la segunda guerra mundial, pero… nos explota la cabeza sabiendo que eso está ahí abandonado y que nadie se fija en ellos o les presta atención.

Con la sensación de que acabamos de ver algo muy especial, decidimos retomar el camino a la playa porque el sol está empezando a bajar y nos vamos a perder la puesta de sol. Nada más avanzar 10 metros nos encontramos con tremenda cantidad de mosquitos y de balsas de agua. Escuchamos y vemos ranas, y el sol dejan una luz anaranjada preciosa. De camino a la playa nos vamos girando y vamos observando la que es posiblemente la postal más maravillosa de todo el viaje. Entre la puesta de sol, los rayos entre los árboles, los nenúfares… Es espectacular.

Estamos a un kilometro y media de la playa, y disfrutamos de la puesta cuando estamos casi llegando. Los empleados de un par de bares que están ahí recogiendo se nos quedan mirando y seguimos hacia la arena, que esta llena de ramitas y de algas. Hay hamacas en toda la zona pero no queda ni un alma por allí. Vamos al agua pero no vemos nada y Google maps me marca que el encuentro de los ríos tiene que estar bastante más a la derecha, pero se nos ha hecho tarde y empieza a anochecer y tenemos que buscar algo de cena así que decidimos volver mañana a ver el amaneces y buscando para entonces.
Deshacemos el camino, encontrándonos con algunos quads de locales. Los precios del resort nos han parecido caros y vamos al restaurante La Sfatoi, que está muy cerquita de donde nos ha dejado el transfer por la tarde. Es un sitio tranquilo y grande, y parece que de lo poco que hay abierto en el pueblo. Nos avisan de que cierran cocina en una media hora, así que nos damos prisa y pedimos. Yo pido pescado, ya que estamos en una buena zona para eso, y mi amiga pide un plato de pasta. Nos bebemos dos cervezas recordando la locura de día que hemos tenido, y sintiendo que gracias a eso estamos en una zona muy poco explotada. Nos parece extrañísimo que en un delta de un río tan importante no haya casi nadie, casi nada, que las casas esten abandonadas y derruidas, pero a la vez haya un resort. Cenamos muy bien, el pescado lo sirven con una salsa de ajo que está increíble y pagamos 91 lei por todo (18.35€) y cuando vamos a pagar, el barman nos pregunta en español que de donde somos. ¡Ya hacía mucho que no nos encontrábamos un rumano-español! Así que nos hace mucha gracia y hablamos con él un rato. Además tiene un acento diferente y nos dice que ha estado 13 años viviendo entre Gran Canaria y Granada y que su madre se quedó a vivir en Granada, pero él ha vuelto. Charlamos un rato con él y nos confirma que en la zona no hay mucho más, ni fiesta ni nada. Que aún no ha llegado la gente de temporada y está muy tranquilo, y echa de menos la juerga española hasta las tantas de la madrugada. Los demás camareros están por ahí riéndose de verlo hablar español tan salado con nosotras, y nos despedimos de todos.

Son las 11 y parece que no hay nada más que hacer, y a pesar del día que llevamos, no nos queremos ir aún a dormir, así que le escribimos al chico del barco y sus amigos y él han salido de la casa a tomar algo y están justo en esa zona así que quedamos con ellos. Aparecen 11 chicos más y nos quedamos flipando, de los cuales solo 2 hablan inglés. Decidimos acercarnos al resort a tomar unas birras y así estaremos al lado del camping, pero cuando llegamos la música ha parado y no hay ni un alma por ahí. El bar de nuestro camping también acaba de cerrar… así que nos proponen ir a la casa donde tienen licor casero típico rumano. Creemos que es una señal para irnos a dormir ya, así que nos despedimos de ellos pero nos insisten y al final decidimos ir un rato. Cuando nos queda poco para llegar, pensamos que igual da una idea equivocada de lo que buscamos: conversación y risas. Y cuando les vamos a decir que lo hemos pensado mejor y nos vamos a dormir, pasamos justo por el sitio donde hemos cenado y sigue abierto, así que proponen tomar ahí algo y entonces nos parece bien.
Al acercarnos, el personal del bar parece que pone mala cara, porque están a punto de cerrar, pero les dicen que es solo para tomar una cerveza y empiezan a servirlas. Entonces aparecemos las últimas, el barman nos reconoce y nos sonríe: ¿¡Pero qué hacéis aquí!? Nos saluda y entonces ve que vamos con los otros chicos y se sorprende. Le explicamos que hemos conocido a uno de ellos en el barco y que vamos a tomar algo, y pone cara rara. Le sonsacamos qué pasa y nos dice que no se quiere meter. No nos ha gustado nada la reacción y nos parece que ha podido escuchar algo que los otros decían en rumano, así que no nos da buena espina y le pedimos que nuestras dos cervezas nos las cobre a nosotras… pero el chico ya ha pagado. Nos sentamos con ellos pero nos empezamos a sentir incómodas, porque el chico nos empieza a preguntar que si somos lesbianas porque no es normal ver a dos chicas solas viajar. Le damos largas porque no le queremos contestar ni que si ni que no, y él sigue insistiendo así que le preguntamos sobre la mentalidad de los rumanos sobre la homosexualidad (siendo tan religiosos nos esperamos la respuesta) y nos dice que les da igual, pero claro que no es lo mismo dos chicas que dos chicos… Justo por ese momento escuchamos que el barman nos llama a la barra, y nos acercamos. Nos dice que nos invita a un chupito y se pone a preparar para los 5 que quedan cerrando el local y para nosotras. Nos da charla y se acerca otro camarero joven y el cocinero, que hablan inglés y nos dan charla. Son super agradables y empezamos a hablar con ellos del país, de las costumbres, etc. Nos absorbe la conversación y cuando nos damos cuenta la mitad de los otros chicos se han ido y justo se esta levantando nuestro “amigo” para irse. Tal y como pasa por nuestro lado no nos dice ni adiós y se va y nos quedamos flipando. El camarero canario nos dice que los rumanos llevan muy mal eso de ser rechazados, y más delante de los amigos… así que dos problemas tiene, enfadarse y desenfadarse. Nos tomamos todos los chupitos y nos hacemos una foto con ellos, seguimos hablando un rato y nos dicen que si nos apetece cierran el bar y nos quedamos con ellos tomándonos una cerveza y así nos dan las 4 de la mañana compartiendo historias rumano-españolas y conociendo más de su gente y su cultura.
Acabamos comentándoles el tema de los camiones militares, a ver si nos explican de cuándo son o qué hacen ahí, y nos preguntan “¿qué camiones?”. ¿En serio no se han fijado? Uno de ellos, el más mayor, nos dice que si, que llevan ahí tan solo 5 años que un día los llevaron y ahí los plantaron, pero que no son ni de broma tan antiguos como de la segunda guerra mundial. Que eran camiones normales, de patrulla… Pero no nos dice mucho más. A los demás les pica la curiosidad, así que acabamos la noche llevándolos para allá y enseñándoselos. No les prestan igualmente mucha atención y nos despedimos de ellos ya que estamos justo al lado de nuestro alojamiento. Bueno, parece que hemos sacrificado un amanecer en el delta del Danubio, porque queda a penas una hora para que suceda y estamos tan cansadas que solo queremos dormir antes de coger el barco de vuelta, pero hemos aprendido mucho de los rumanos, los gitanos, los osos y las tradiciones y la hospitalidad rumana, así que nos vamos contentas a la cama.
Total dia = 84.49€ (42.23€ p/p)
Total dia con alojamiento = 98,49€ (49.24€)