Dia 7 - Munich y Dachau
Por la mañana, no teniamos contratado el desayuno, pero hay café y unos bizcochos de cortesia, y con eso en el cuerpo, nos tiramos a la calle, donde por desgracia, llovia de nuevo.
A pesar de que la chica de recepción no habia explicado muy claramente que el tramvia estaba más cerca que el metro (en inglés, por supuesto), decidimos ir en tramvia, ya que pensamos que habria ventanilla para comprar el pase de 24h para los transportes publicos. Compramos el pase de grupo de hasta cinco personas para la zona central (Inner district), que en dos trayectos ya lo has amortizado. ]Ticket Partner Day
Aquí es como lo de todos los caminos llevan a Roma, pero en versión Marienplatz, así que aquí aparecimos. A pesar de que no llovia con mucha intensidad, a nosotros nos era muy molesto, aunque la mayoria de los lugareños no llevaba ni paraguas ni chubasqueros...


Tras un par de fotos al ayuntamiento, nos digimos hacia la zona de la Residenz y del Feldherrnhalle, pasando por delante de Zum Franziskaner, una de las cervecerias dinde hubiese hecho una parada técnica si no hubiese sido tan pronto.

La Residenz y el Feldherrnhalle estaban cubiertos por unas lonas de restauración, y como el dia estaba tan desapacible, nos volvimos hacia la Frauenkirche, pero en nuestra racha de infortunio del dia, tambien tenia sus características torres de ladrillo cubiertas por lonas, así que decidimos entrar en una cafetería a desayunar.

Una vez repuestos, y tras una breve incursión en una libreria, nos fuimos hacia el Deustche Museum, ya que habiamos dedidido que era lo mejor que podiamos hacer, a ver si mientras mejoraba un poco el dia, y ya de camino, pasamos por el Viktualienmarkt, que en condiciones mas generosas debe ser muy bullicioso y entretenido, pero que estaba un poco desolado.
Fue facil enontrar el museo, ya que era donde iba todo el mundo (¿que hacer sino a las 9h de la mañana en un Munich desapacible?), y cuando llegamos, habia una cola que bordeaba todo el edificio, así que dejé a las muchachas en la cola, y fuí a investigar...

Cuando llegué al principio, junto a la taquilla, vi los precios en el cristal de la señorita, pero como no veia bien, me fui acercando, y de pronto, me encontré delante de una de las dependientas, ya que que a quien le tocaba, que era un grupo no alemán, no se que contencioso tenian, así que : ¡tu tiquets for adulz an guan for a children, pliz! Saqué mi tarjeta mientras esperaba el chorreo de rigor, pero cuando me acabaron de cobrar, los de atrás todavia estaban discutiendo (¿o insultandome?), pero nadie me dijo nada, ni me llamó la atención, aunque yo tenia la sensación de que todo el mundo me miraba... (como si no les hubiesemos tocado bastante las narices con el futbol, como para que ahora el españolito se colase...).
Bueno, pues aparte de este inciso, el museo está muy chulo, con toto tipo de cacharreria que te puedas imaginar, y en todos los campos de la técnica y la ciencia, y es realmente inacabable. Comenzamos mirandonos alguna charlas y demostraciones que hacian en inglés, pero rapidamente vimos que a ese ritmo necesitariamos varios dias, así que le dimos un poco de ánimo al cuerpo, y con un vistazo ultrarápido, al mediodia saliamos del museo para ir a comer.



Cogimos el tramvia, y nos fuimos hasta la estación Central, con idea de buscar algún restaurante turco o similar, que abundan por la zona, pero al final decidimos utilizar uno de los comodines del McDonals de mi hija, ya que llevaba una semana fuera de casa sin protestar, y se lo habia ganado.
Para mi sorpresa, dentro habia otro mostrador (era un peasso McDonals), llamado Mcafé, donde tenian maquinas expresso de verdad, y donde tomamos un café (en tazas de ceramica, no de papel) más que aceptable. ¡A ver si toman nota en España, oño!
Tres McMenú despues, y como el dia habia ido mejorando, aprovechamos que habia una parada de metro delante del Mac, y trás un rápido transbordo a tramvia, volvimos al hotel, y cogimos el coche para ir a Dachau.
En Dachau, como ya habia leido, no es que haya mucha señalización hacia el campo KG, porque no es algo como para estar orgulloso, pero mas o menos se encuentra bien (yo ya lo llevaba en el TomTom).


No he estado en otros campos mas grandes como Terezin, Manthausen o Austchwitz, pero supongo que a los efectos debe ser parecidos aunque en Dachau "solo" murieron 80.000 personas, y eso que solo era un campo de asignación, desde donde enviaban a las victimas a los de exterminio.



El campo en sí está reconstruido por una asociación de amigos de las victimas, ya que los aliados lo arrasaron completamente tras liberarlo.




En fín..., muy aleccionador.
Tras pasar la tarde en Dachau, y como era relativamente pronto, fuimos a dar una vuelta por la zona Olimpica, y le hicimos una foto al edificio de BMW (representan cuatro cilindros, como los de un motor).


Ya por fin, antes de cenar, nos acercamos con el coche a hacer una foto del Palcio de Nymphemburg, pero no pudimos resistirnos a aparcar y pasear un rato por sus jardines.



Muy, muy bonito, y con una cantidad de patos, cisnes y demás bichos campando a su anchas tremenda...


Como ya se nos hizo completamente de noche, nos volvimos a centro con idea de cenar entre una de las tres o cuatro cervezerias-jardín que tenia en mente, pero dando vueltas para buscar uno de los parkings, encontré uno de esos aparcamientos-lotería muy cerca de la famosa Hofbräuhaus, así que la elección fue fácil, ya que a estas horas (sobre las 21h), ya ni zona azul, ni ná.
Bueno, pues, el sitio es muy bullicioso, y sobre todo, para gente sin prisa.
Entramos, y empezamos a dar vueltas arriba y abajo, buscando un hueco..., y nada de nada, ni abajo, ni en el jardín, ni en las terrazas, no cabia ni un alfiler... Ya finalmente, en la parte de arriba, cuando pensamos que habiamos llegado al final, vimos un par de huecos, pero con letreros de reservado, y decidimos preguntar a las camareras, y cuando estabamos esperando para hablar con una, se levantaron de una mesa e instantaneamente, nos sentamos.

Comimos razonablemente bien, y el jolgorio era bastante mas light que en la parte inferior, aunque tambien habia unos músicos tocando, pero aquí las mesas eran pequeñas (nosotros estabamos en una solos), y no necesitabas hablar a gritos. Las salchichas y la cervesa, bien gracias, sobre todo la Original, que me gustó más que la Weisse, que era un poco mas ¿chispeante?.


Al salir, un poco más arriba en una heladeria tomamos el postre, y para el hotel, a dormir.
Dia 8 - Fussen y Garmisch
El dia se levantó nublado, pero al menos no llovia, así que decidimos ir a Fussen, y recorrer un poco la zona para ver los castillos. No entraba en nuestros planes el entrar a verlos, sino más bien contemplarlos dentro de su entorno, que es lo que creo que los hace especiales, por lo que nos fuimos hacia Fussen sin especial preocupación en cuanto al tema de las colas.
Hay 145 kms. de Munich a Fussen, de los cuales, la mitad aproximadamente es por autopista, así que en una hora y media mas o menos estabamos en Fussen.
Ya desde la carretera, al otro lado del lago, se divisa el castillo de Neuschwanstein, pero habia un poco de bruma, y las fotos no eran nada nítidas.
A pesar de que llegamos pronto, (sobre las 9h y algo), el lugar ya empezaba a estar abarrotado, así que aparcamos en un parking que hay en la rotonda de entrada, aunque hay otros más arriba, pero ya empezaba a dar pinta de follón para salir, por lo que preferimos andar un poco más.
La cola para comprar los tickets era de las de impresión, de forma que si en algún momento habiamos tenido la duda de entrar a ver los dos castillos, esto acabó de disuadirnos.


Pues nada, paciencia y a caminar un ratito... La subida es muy llevadera, aunque para personas mayores o disminuidas de algún tipo, es inexcusable subir en los carros tirados por caballos, ya que hay un par de rampas especialmente duras.
A mitad de la subida hay un mirador desde donde se ve el castillo de Hohenschwangau, y creo que es desde donde se pueden obtener las mejores vistas.


Casí cuando estabamos llegando arriba, nos hicieron desviarnos por un atajo, ya que estaban descargando un camión para las obras de acondicionamiento del camino, y salimos un poco más arriba del castillo, ya en el camino que lleva al puente Marienbrucke, así que seguimos caminando hasta subir a este.
Al llegar a este, más alla, de las sensaciones de vértigo que pueda dar el susodicho puente (más de uno agarrado a la barandilla sin atreverse a cruzar), la visión es espectacular, y desde luego, merece la pena la caminata.



Está claro que las postales y las fotos que vemos habitualmente del castillo de Neuschwanstein, están tomadas desde más arriba, e incluso desde algún helicóptero, pero desde aquí se tiene la mejor perspectiva de las "fáciles".


Sobre todo, yo recomendaria hacerlo como nosotros, subir directamente al puente, sin ver el castillo de Neuschwanstein de cerca antes, ya que subes por en medio de la montaña, y de golpe hay un recodo y te encuentras el puente, y el castillo aparece allí en medio, majestuoso sobre la colina, con el lago detrás. Muy impactante.
El camino continua hasta el restaurante Bleckenau, a 45 minutos andando desde el Marienbrucke, y una hora y media más caminando hacia arriba llegas hasta el Tegelbergbahn, que es un funicular que sube desde el valle, muy cerca del pueblo de Fussen (se ve desde la carretera), pero estos ya son caminos para andarines, y para ir minimamente equipados, al menos a nivel de calzado, y con una mochilita con chubasqueros y agua.
Desde el puente, bajamos hacia el castillo, y la verdad es que va perdiendo un poco de encanto, ya que a corta distancia se ve hasta soso, y un poco artificial, y la marabunta de gente que poblamos los alrededores, tampoco deja mucho espacio para el encanto.




Nos asomamos al patio (que anteriormente tenia libre accesso),y trás un par de fotos más, fuimos bajando de nuevo, aunque por el camino le compramos unos buñuelos a un abuelete, muy simpatico, pero que nos cascó un euro por buñuelo, aunque la verdad es que estaban ricos.


Finalmente, por un atajo, desembocamos en el parking, y como esperabamos, habia bastante follón para salir del pueblo, pero en quince minutos más o menos conseguimos salir.
A partir de aquí, el camino a nuestro siguiente punto de interés, el castillo de Linderhof, entraba dentro de Austria y volvia de nuevo a Alemania. Hay la posibilidad de hacerlo por dentro de Alemania, pero es más largo, y menos bonito, y como no teniamos prisa, pues escogimos este.
Nada más salir de Fussen, ya entras en Austria, y aunque vimos el letrero de la Vignette, como solo ibamos por carreteras secundarias, entiendo que no lo necesitabamos, y tampoco vimos donde comprarlo, ni nadie nos lo pidio. La carretera bordea un lago encajado entre montañas, y no es dificil imaginarse como debe ser todo aquello nevado.
Algo menos de una hora nos llevó llegar al parking del castillo de Linderhorf (de pago, como no), y nos sorprendió, que a pesar de estar como muy escondido, estaba tambien a rebosar (¡es lo que tiene el mes de agosto!).
Tras preguntar y asegurarnos que el recorrido por el recinto y los jardines era gratuito (no así el interior del edificio), bajamos paseando hacia "la casita de campo".



Pues el sitio está muy curioso, más que bonito, ya que es como si hubiesen cogido un palacete de Versalles, y lo hubiesen trasplantado al centro de los alpes, a un valle donde no hay dos metros planos, y donde todo son continuas cuestas, y subidas y bajadas por todas partes, y con glorietas y veladores repartidos por la montaña.



No obstante, tiene su encanto, y total.. , si eres rey..., ¡te haces tu palacete donde, y como a tí te de la gana!, ¿no?, que seguramente, su rendimiento para encuentros discretos le sacarian...
Ya era la hora de comer, bien pasada, ya que a las 15h., en estos sitios ya se sabe, pero el bar que hay junto al parking no nos hizo nada de gracia, así que pensamos que lo mejor era ir a Garmisch-Partenkirchen, y buscar alguna salchicheria o algo donde comer algo.
A pesar de que solo está a 25 kms., entre mira, subete, tira y aparca, ya eran casi las 17h cuando estabamos en el pueblo buscando algo, así que aunque ya no le tocaba, gastamos otro comodín del McDonals, y matamos el gusanillo.
Despues de esto, le dimos una vuelta al pueblo, y ojeando los escaparates vimos que todo era muuuuuy caro, así que supongo que esta estación de ski (porque es lo que es, realmente) debe ser ultra-mega-super-pija, aunque bonita tambien...

Ya que estabamos allí, no puede dejar de pensarlo, y es que despues de haber aprendido a decir Garmisch-Partenkirchen del tirón (casi como los lugareños) gracias a los famosos saltos de ski del dia de Año Nuevo, ¿como me iba a ir sin ver su trampolín?.
Está bastante señalizado, ya que aunque yo lo desconocia, aquí se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno de 1936, y la zona de los trampolines es el Oympiastadium.
El estadio en sí está un poco decrépito, pero lo estan reformando todo porque la Copa del Mundo de Ski 2011 se celebrará aquí.
¿Y los trampolines? ¡Pues una pasada...! Hay que verlo allí desde abajo, y pensar que ya hay que tener huev.. para subirse hasta arriba, y ya no te digo para tirarse...


En el trampolín pequeño estaban niños ( de 8 a 12 años, mas o menos), y aunque el trampolín parecia de juguete, y super facil, ya vimos un par de talegazos respetables, así que fácil, fácil del todo no debe ser.

Una vez hicimos las fotos haciendo el tonto de rigor, nos fuimos hacai el aparcamiento y cogimos el coche para volver a Munich, y por suerte, ahora la carretera era practicamente toda una autopista (la de los famosos atascos cuando los muniqueses van los fines de semana a esquiar).
Una vez en el hotel, y tras una breve parada técnica de reavituallamiento e higiene básica, nos fuimos hacia Munich a pasar nuestra ultima noche.
Afortunadamente, volvimos a encontrar aparcamiento en la misma calle del dia anterior (solo habia nuestra plaza, y al volver, lo mismo, así que tuvimos mucha suerte), y como el dia anterior nos habia ido tan bien, decidimos volver al Hofbräuhaus, pero ya lo dicen: que segundas partes nunca son buenas....
Al entrar, nos fuimos derechos hacias las escaleras por las que habiamos salido el dia anterior, pero un portero, muy amable, nos indicó que la parte de arriba era solo con reserva telefónica, y que si no teniamos, que debiamos ir abajo. Así que entramos por la puerta principal, y evidentemente, estaba a reventar de nuevo, así que comenzamos a dar vueltas, y otra vez nada. Intentamos subir por la parte trasera a la planta superior, como el dia anterior, pero me encontré con el portero de antes de morros (¿me vigilaba?), y antes de que me dijera nada, di media vuelta y volví a bajar.
Por fin, en un rinconcito, vimos que se levantaban unos chicos de una de las mesas corridas, y nos sentamos. ¿Misión cumplida?. ¡Ja! Nos habiamos sentado al lado de un grupo de como 20 chicos ingleses y chicas alemanas y de no se donde, ligando y medio borrachos, en absoluta complicidad con los camareros (que tambien eran jovencitos), y que nos hicieron merecedores del dón de la invisibilidad.
He de decir, que la primera media hora, hasta que conseguimos que nos trajeran la bebida, estuvimos mas o menos entretenidos y de buen humor, pero la segunda media hora que necesitmos para que nos trajeran la comida, ya no nos sentó tan bien, ya que además fueron llegando mas y mas gente al susodicho grupo, y acabamos arrinconados en una puntita de la mesa. Tambien hay que decir que si hubiese tenido veinte años, me hubiese encantado y me hubiese sumado al jolgorio, ya que allí todo el mundo reia, bebia y se abrazaba para cantar...
Está claro que no tomamos ni postres, ni cafés, pero a pesar de todo, no se nos quedó mal recuerdo del sitio, aunque el primer dia fue mejor. Por cierto, en la puerta tienen su propia tienda donde te venden de todo, incluidas sus bonitas jarras que todo el mundo tiene la tentación de llevarse ( y que seguramente alguien conseguirá).
Tras un breve paso por el Hard Rock café, que está justo enfrente, nos fuimos a la MarientPlatz a hacer una ultima foto y ver el ambiente. Como ultimo detalle, si alguien piensa ir a la Oktoberfest, que se dé prisa, que ya casi no quedan trajes en las tiendas...




Dia 9 - Vuelta a casa
De nuevo amaneció lloviendo, y supongo que nos fue bien para que no nos diese tanta pena volver a casa, ya que hoy teniamos 1400 kms por delante para volver a casa, así que a las ocho ya habiamos salido del hotel y repostado al lado, y comenzamos el regreso.
La vuelta la hicimos entrando brevemente en Austria (unos 20 kms.), lo que esta vez si que nos obligó a comprar la Vignette, y bien que hicimos, ya que nada mas pasar la frontera, la policia paraba y multaba a todo el que no la llevaba. Por cierto, compramos tambien la de Suiza en el mismo sitio (30 euros las dos).
En Suiza tiramos hasta Lausanne, donde paramos a repostar y comprar algo pra comer, y cuando salimos de Suiza, nos detuvimos en la primera area de descanso francesa que encontramos, cerca de Annency a comer y hacer cambio de conductor.
De nuevo repostamos en francia y volvimos a hacer cambio de conductor, pero no conseguimos llegar a España, y cerca de Perpignan tuvimos que parar a ponerle 10 eurillos al coche para llegar hasta España, y para estirar la piernas tambien...
Y despues de un último repostaje (¡hasta barata me parecio la gasolina!) en La Jonquera, una gran tormenta nos dio la bienvenida al llegar a Barcelona sobre las 23h, trás mas o menos quince horas de coche, y despues de 4300 kms, 500 Euros de combustible y 300 de peajes y vignettes, pero ya sabeis..., como siempre......, ¡contentos y preparando ya la próxima escapada!
