Todo tiene un principio, y todo tiene un final. Después de la sorpresa de las Painted Hills, nuestra intención era llegar a al aeropuerto de Seattle, pero teníamos algo de "tiempo libre". Dormimos en The Dalles, en el Super 8, gratis, y es que por una serie de promociones con la Wyndham Rewards, la empresa que comercializa esta y otras cadenas de hoteles, sumamos los puntos necesarios para tener esta ventaja.
Desde The Dalles habíamos pensado pasarnos por un outlet, pero tanto el de North Bend, como el de Seattle estaban un poco lejos de la ruta, pero descubrimos, casualmente, que había otro cerca de Portland, concretamente a unos 25km. Es el Columbia Gorge Premium Outlet (no es por hacer publicidad, es por si os interesa). No es ninguna maravilla, ya que las tiendas y el entorno es relativamente antiguo. Un cuadrado con tiendas a los lados, pero con algunos precios interesantes (tejanos, que fue lo que compramos, pero también zapatillas y otro tipo de ropa). Supongo que no compramos más porque no tuvimos más tiempo...
Antes, aun así, tuvimos un último regalo en el Columbia River. Lo había visto en algún diario de viaje y me acordé. La zona está llena de cataratas y senderos justo al lado de la autopista. Una pasada lo de estos americanos. Todo fácil, todo al alcance de la mano. Aparcas y en 2-3 minutos, la cascada. ¿que quieres hacer una caminata? Pues la haces. Dificultad, distancia, todo bien indicado.
Pues hicimos un breve recorrido por toda la zona y nos gustó mucho. Un último "regalo" inesperado en un final de viaje interesante y sorprendente.




Ahora sí que llegaba el final. Ir al hotel, dejar el coche en el aeropuerto (salíamos temprano al día siguiente y era mejor que nos llevaran para no perder tiempo). Descansar (en el Super 8, cómo no, del aeropuerto de Seattle). Tuvimos suerte porque la recepcionista hablaba español ya que el sistema para ir a buscarnos al aeropuerto con el shuttle bus era un poco kafkiano. Encontrar la zona y llamar por teléfono nos parecía fácil, pero resultó un poco más complicado, aunque divertido.
La vuelta a Barcelona se hizo pesada, pese a una alegría nada más salir de Seattle.


La tristeza nos envolvía en parte porque volvíamos a casa pero, además, salimos con retraso. Ello nos obligó a correr (literalmente) en Philadelphia para llegar al enlace de la misma compañía (US Airways, que no ayudó demasiado, todo hay que decirlo). Nos pegamos un buen susto porque en la puerte de embarque nos dijeron que el avión se había ido y que fuera a otra puerta de embarque. Ya estábamos hablando con alguien para buscar alternativas cuando nos dijeron "Probad" (Try es probar en inglés ¿verdad?) en la puerta 24. Desesperados fuimos hacía allí y sí, era allí. El avión no se había ido. De hecho, salió con otra hora de retraso. 15 pasajeros más tenían que subir al avión y una señora lo abandonó por un problema médico... Gajes del oficio.
No empañó para nada un viaje de ensueño, uno de los mejores (por no decir el mejor) de nuestras vidas.