El día empezaba a las 5 de la mañana, frio y soleado.
Nuestro viaje continuaba al Valle y al Cañón del Colca, casa de los majestuosos y hermosos cóndores.
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Durante el viaje vas parando al arcén para deslumbrarte con los maravillosos paisajes del Valle, sus terrazas y de como el ser humano coloniza la tierra para subsistir.
Paramos en un pueblo, la entrada al Valle, en Yanque, un pueblo que vive del turismo.
Cuando llegamos al mirador del Condor, la cantidad de turistas me abrumó, era una masa importante de gente y sinceramente a mí me agobian esas situaciones.
Vimos hasta 4 cóndores, pasar bien cerca de nosotros, pero debido a los “ooooo” y demás gritos se esfumaron como habían venido.
Nuestra guía Ruth aparte de ser una excelente guía, nos permitió darnos el lujo de estar un poco más observando las aves cuando la ingente cantidad de turistas se habían ido.
Y ese momento fue maravilloso y único.
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Los 4 habían vuelto, y de regalo gracias al silencio dos machos adultos, con sus crestas y sus plumas características sobrevolaron a escasos 4 metros de nuestras cabezas, llegando a posarse en un risco muy cerca. Nuestro grupo de 12 personas, en silencio fotografió y observo la belleza de esos animales salvajes.
Y nuestra guía, nos contaba que eran venerados como dioses por los Incas. El cóndor, el puma y la serpiente fueron 3 animales que representaron la cosmovisión de los incas: el mundo superior de los dioses, el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. El cóndor fue un ave sagrada para los incas quienes creían que comunicaba el mundo superior (Hanan Pacha) con el mundo terrenal (Kay Pacha). Actualmente, el cóndor sigue siendo un ave sagrada para los hombres del Ande. En algunos pueblos del Perú aún se celebra el ritual andino conocido como ‘Yawar Fiesta’ (Fiesta de Sangre) el cual tiene al cóndor como protagonista.
Palabras de Ruth: "Y que verlos ese dia nos traería suerte en nuestras vidas"
El Cañón del Colca no desmerece mención alguna, pero para mí, ver ese animal significo un antes y un después como os contare más adelante.
Después de no se qué cuanto tiempo habríamos estado, aunque hablaban de hora y media o dos horas. Nos fuimos de nuevo a Chivay para comer.
Aquí dejamos atrás a dos chicas de nuestro grupo, para recoger a dos ingleses y partir a Puno, en otro maratón de horas de carretera.
Partimos 12, acabaríamos el día 11.
Aquí, amigos míos, empieza una de las etapas mas duras que he tenido que vivir en mi vida y que marcaria todo el viaje. Espero que entendáis muchas cosas ahora, y si no tenéis ganas de leer a partir de aquí porque os aviso que puede ser chocante para muchos o duro os recomiendo que paséis al día siguiente.
Después de horas en el autobús, donde dormirnos, picoteamos, leímos y paramos a echar gasolina. Paramos en el mirador de Laguna Lagunillas, donde compramos mantones para nuestras madres. Y pudimos sacar fotos de algún flamenco que observamos en el lago.
Pasado el pueblo de Santa Lucia, mas adelante, en lo que se conoce como Taya-Taya, en una curva a izquierdas, sobre las 5 de la tarde, un camionero que se dio a la fuga y por lo visto iba bebido y más tarde detenido con la imputación de 5 delitos, invadió nuestro carril, la habilidad de Arnold, al que muchos le debemos la vida, que fue capaz de esquivarlo en el ultimo momento, nos asesto un golpe lateral arrastrándonos a la cuneta, arrancándonos una rueda de cuajo y matando a un pasajero, hiriendo grave a una mujer y dejando con heridas a varios pasajeros entre ellos mi mujer. Los únicos ilesos junto con el conductor, la guía y dos italianos fui yo, ni un rasguño.
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Mi mujer y yo íbamos detrás del conductor y lo vimos venir.
SIEMPRE LLEVAR EL CINTURON PUESTO, todos lo llevábamos y eso ayudo a que no fuera a peor.
¿Sabéis eso de que ves pasar tu vida por delante? Mentira, yo al menos. Mi mujer que iba hablando con mi padre por wasap tiro el móvil y adoptamos la forma fetal de defensión. Sentir el golpe, el sonido, cristales rotos y el zarandeo fue lo más horrible.
Caímos a la cuneta, y en ese momento, moví mis manos y pies y estaba completo sin un rasguño, mi mujer a mi lado tenía la cara llena de sangre y cristales, vi que estaba consciente y bien y acto seguido me tiré del bus detrás del Arnold a cortar el tráfico, mi única obsesión era que iba a venir otro camión y rematarnos.
Parado el tráfico, volví y la escena no voy a decir nada, solo que fue horrible.
Se trasladaron a los heridos y al fallecido al ambulatorio de Cabanillas y de allí al hospital de Juliaca.
El traslado se hizo en una pickup de la policía, ya que no había ni ambulancia ni bomberos.
Allí una gente de unas casas muy amable y atenta me comentaba que, si yo estaba bien que me quedase a ayudar a uno de los policías a custodiar la furgoneta con nuestros enseres, ya que a veces cuando hay esos accidentes, roban objetos o maletas. Y allí me quede después de comprobar que mi mujer tenia dos golpes en el brazo y los cristales en la cara y que ella también estaba de acuerdo con que me quedase.
Y así lo hice, me quede junto con el policía a esperar allí, bien abrigado porque estábamos a casi 4500 metros, en ese momento y ya estando solos sin heridos, me dedique a sacar fotos de todo el accidente, una buena sesión de fotos que como más tarde me dirían desde la agencia y desde la fiscalía, la prueba más irrefutable que tenemos para el juicio, ya que nadie más hizo ese gesto, imaginar el impacto que una de las ruedas traseras apareció a más de 50 metros arrancada; anocheciendo, empezaba a llover y con los nervios y adrenalina a tope. La gente del pueblo se ofreció a traerme ropa y agua. Y allí estuvieron conmigo dándome charla hasta que empezó a diluviar.
La agencia, que se comportó muy bien y que recomiendo a cualquiera que quiera ir a Perú, Lima Tours, me agradeció la ayuda prestada y luego me regaño por no haber ido al hospital también en aquel momento.
Largas horas hasta que llegaron a remolcar la furgoneta, y en ese momento a mí ya me llevaron al Hospital Americano de Juliaca, para estar junto a mi mujer.
Allí decidimos no avisar a nadie en casa, ya que ella se encontraba bien, y solo haríamos preocupar a nuestros padres, os aseguro que el mío, iría a buscarnos al momento.
Llegaron nuestras maletas después de ser identificadas en comisaria, y nos trasladaron a Puno, cuando llegamos al hotel, las 2 de la madrugada, llenos de cristales, sangre en nuestra ropa y con el subidón de adrenalina disminuyendo y dejándonos agotados.
Y aquí recuerdo las pablaras de nuestra guía "Y que verlos ese dia nos traería suerte en nuestras vidas"