16 - Geraldine ✏️ Travel Journeys of New Zealand

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GERALDINE, 11-12-2012.
Ayer fue un día completamente improvisado, debido a los cambios de planes, pero aún así fue totalmente satisfactorio, y nos descubrió una joya de Nueva Zelanda prácticamente desconocida y pocas veces incluida en las rutas de la isla sur, la ciudad de Oamaru.

Salimos de Omarama hacia el este, bajando por el valle del río Waitaki, prácticamente en línea recta hacia la costa. Esta es la zona de Nueva Zelanda con mayor concentración de embalses y presas con centrales hidroeléctricas. Hay hasta tres consecutivas en el valle. Nos acercamos a la primera y mayor de ellas, el Lago Benmore. Realmente, por lo montañoso de la zona y los amplios valles glaciares, el lago se extiende muchos kilómetros arriba pero la presa es bastante pequeña (también hay que decir que tendemos a comparar con la zona del Duero en Salamanca, donde están las presas más altas y grandes de Europa).

Continuamos bajando por el valle, viendo desde la carretera las siguientes presas, ya menores, y hacemos la primera parada del día poco antes de Duntroon, en unas pinturas rupestres maories. Son muy recientes, de mediados del siglo XIX, y algunas están mal conservadas, pero se observan dibujos de animales, barcos o arte abstracto maorí en color rojo sobre la roca caliza.

En la localidad de Duntroon nos desviamos hacia el sur pocos kilómetros para ver las Elephant Rocks. Es un afloramiento de calizas erosionadas en superficie que deja rocas muy redondeadas rodeadas de hierba, que con mucha imaginación pueden parecer elefantes perdidos en medio de la llanura. Como siempre he dicho yo, lo de ver animales y figuras en las rocas, sea aquí o en la Ciudad Encantada de Cuenca, hay que echarle mucha inventiva. Otra vez más, un sitio que no merece un viaje expresamente pero que si se pasa cerca, quita poco tiempo y es curioso.

Continuamos hacia la costa, hacia Oamaru, y según entramos hacia el centro, ya nos va impresionando la arquitectura en piedra. Es un antiguo puerto, que en el siglo XIX destacó por el comercio de carne, y que conserva de la época muchos edificios en piedra caliza muy bien conservado y que le dan a la zona histórica un toque antiguo muy bueno. Todo es Neo-, evidentemente no hay nada de época, pero hay palacetes neoclásicos, sedes de bancos, al estilo de las portadas de los templos griegos, iglesias neogóticas, con toques barrocos… toda una mezcla de estilos importados de la Inglaterra colonial. La zona antigua está llena de cafeterías, restaurantes, tiendas de artesanos y tiendas de antigüedades y artículos de segunda mano. Curioseando en estas tiendas, que parece haberlas por cientos en la ciudad, desde las más comerciales hasta otras con fines benéficos, se pueden encontrar cosas interesantes. Yo, como aficionado a las monedas, cargué con varios lotes muy buenos por pocos dólares.

Preguntamos en información los horarios de mareas para ver los Moeraki Boulder, ya que hemos visto que se ven mejor con marea baja. Aparte de esto, nos comentan la existencia de dos colonias de pingüinos en los alrededores de la ciudad. Llegan al atardecer, y una es gratis, y la otra de pago “pero es más fácil verlos”.

Nos dirigimos al sur por la costa, hacia la localidad de Moeraki, para ver los Boulders, unas rocas completamente esféricas que aparecen en la playa. Comemos en el aparcamiento y bajamos a la playa. Nos llama la atención un cartel en la entrada que dice que, si bien la playa es pública, el acceso y el aparcamiento son privados, los ha construido el restaurante y que hay que pagar dos dólares por persona por bajar (no hay nadie, sólo un buzón). Cuando bajamos a la playa vemos que a pocos metros está el acceso señalizado por el DOC, que va a dar al mismo sitio, y sin tener que pagar, por lo que definitivamente no pagamos. Está claro que intentan explotar los lugares turísticos, pero hay veces que se pasan.

Los Boulder son rocas que aparecen en la playa, totalmente esféricas, a veces agrietadas en superficie con formas parecidas a tortuga (en este caso no hay que echarle demasiada imaginación). En un primer momento pensamos que están formadas simplemente por la erosión del agua, pero luego vemos en un cartel que el agua no tiene que ver en su formación aunque no explican su origen. Ya indagaré más sobre cómo se formaron.

Continuamos un poco más al sur hasta la localidad de Moeraki, un pequeño pueblo costero de pescadores muy pintoresco. Damos un paseo por un sendero de la costa y vemos un león marino tumbado tranquilamente sobre unas rocas a muy pocos metros de nosotros. Es la vez que más cerca hemos visto a estos animales y son muy tranquilos. Apenas se inmuta por el hecho de estar tan cerca y podemos hacerle fotos casi al lado. Volvemos a Oamaru, y para hacer tiempo hasta las cinco y media, hora a la que se supone que llegan los pingüinos del pasar el día en el mar, nos acercamos a una fábrica artesanal de queso. Demasiado turístico, y para ser la fábrica, unos precios prohibitivos en la tienda, aparte de llegar a una hora en que ya está la fábrica cerrada.

Vamos hacia la playa donde llegan los pingüinos y sólo dejan acceder a unos miradores. Unos paneles explican que si hay gente en la playa, los pingüinos no se acercan. Hay bastante gente esperando, y mientras aparecen o no, vemos tres focas tranquilamente tumbadas en la playa, durmiendo y vagueando. Al rato vemos llegar un pingüino a lo lejos, pero tras casi una hora de espera, no aparecen más, nos aburrimos y desistimos.
Cogemos la SH1 hacia el norte, para quitarnos algunos kilómetros hacia Christchurch. Esta zona de la isla sur está mucho más habitada que el interior y el aspecto es más similar a la isla norte en paisaje y estructura urbana, salvo que siempre de fondo tienes las cumbres nevadas de los Alpes (siempre con las nubes altas que nos impiden una vez más ver el Mt Cook). Pasamos por Timaru, una ciudad más grande, casi 40000 habitante, con un aspecto que se da un aire a la anterior Oamaru, pero menos pintoresca en las casas de piedra, y llegamos hasta Geraldine, donde buscamos un Kiwi Park para pasar la noche. Sigue haciendo bastante frío como para dormir en medio de la nada sin enchufar la calefacción de la caravana, y para esto hace falta un “power site”.

En el camping coincidimos con otra pareja de españoles que acaban de llegar a NZ. Nos dicen que han entrado por Christchurch, que todo el centro está demolido y en obras como consecuencia del terremoto de 2011. Realmente queremos dar una vuelta por la ciudad, pero no sabemos qué vamos a encontrar (posiblemente nada).

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