Despertamos temprano, y tras desayunar nos pusimos en marcha. En España utilizamos a menudo Blablacar, y por probar pusimos un viaje Glasgow - Stirling, más que por el dinero, por la esperanza de que alguien que conociera el camino nos llevase hasta el mismo castillo, después de nuestra experiencia por Glasgow el día anterior. ¡Y hubo suerte! Nos salió una pasajera, una chica noruega que casualmente trabajaba en el castillo de Stirling, y como era domingo ese día había menos trenes y por eso había visto nuestro viaje. No sólo nos llevó hasta la puerta del castillo, sino que las entradas y la audioguía nos salieron gratis. Un puntazo valorado en 28+6 libras. Lógicamente, no le cobramos el trayecto.
Era mi primer día conduciendo por la izquierda, y os aseguro que no es para tanto.
Dedicamos toda la mañana al precioso castillo de Stirling, del que nuestra sensación, tras haber visto luego el de Edimburgo, es que no tiene tanto que envidiarle. Hacía sol, fresco sin llegar a frío, así que poco más podíamos pedir a esa mañana de septiembre. Antes de partir comimos unos bocadillos allí a eso del medio día. La visita se puede hacer en menos tiempo, pero decidimos disfrutarlo a costa de perdernos el monumento a Scott, que por cierto se ve desde el castillo y luego lo vimos también desde fuera, ya que pasamos cerca con el coche. Pero decidimos no entrar porque queríamos llegar con tiempo a Stonehaven para hacer el camino a Dunnotar Castle desde el puerto andando, y como lo que tardaríamos no lo sabíamos más que de forma aproximada, preferimos partir.
Nos volvimos a hacer un pequeño lío con las carreteras (¿quién dijo que Escocia está bien señalizada? o no es así o somos torpes) y en lugar de coger la autovía hicimos un tramo por una carretera normal, pero nos salío bien porque era todo muy bonito y apacible y no tardamos mucho en enlazar con la autovía que no encontrábamos. Stonehaven está bien señalizado y es pequeñito, aparcamos en el mismo puerto. Paseamos un poco por allí hasta que un matrimonio amablemente nos indicó la dirección para coger el sendero al castillo. Es un paseo que no entraña dificultades si no tienes ningún problema físico, una media hora andando, algún tramito picaba hacia arriba pero o no demasiado o no demasiado rato. El tiempo seguía acompañando así que fue agradable porque el paisaje lo es. Respecto al castillo en sí, está en ruinas, pero en un entorno muy bonito. No entramos, porque nos parecía un timo y lo realmente bonito era el paisaje -en nuestra opinión-. Estuvimos allí haciendo vida contemplativa hasta que el sol empezó a bajar, y vimos que era hora de volver, pues la noche la hacíamos en Aberdeen.
Esta noche la hacíamos en casa de un chico polaco, vía couchsurfing. Al contrario que en Glasgow, con un mapa que había impreso de google llegamos fácilmente a su casa. Cocinamos pasta y a eso de las once estábamos durmiendo.
De Aberdeen poco puedo decir, porque sólo dormimos. Llegamos de noche y nos fuimos temprano, así que es como si no hubiéramos estado.
Era mi primer día conduciendo por la izquierda, y os aseguro que no es para tanto.
Dedicamos toda la mañana al precioso castillo de Stirling, del que nuestra sensación, tras haber visto luego el de Edimburgo, es que no tiene tanto que envidiarle. Hacía sol, fresco sin llegar a frío, así que poco más podíamos pedir a esa mañana de septiembre. Antes de partir comimos unos bocadillos allí a eso del medio día. La visita se puede hacer en menos tiempo, pero decidimos disfrutarlo a costa de perdernos el monumento a Scott, que por cierto se ve desde el castillo y luego lo vimos también desde fuera, ya que pasamos cerca con el coche. Pero decidimos no entrar porque queríamos llegar con tiempo a Stonehaven para hacer el camino a Dunnotar Castle desde el puerto andando, y como lo que tardaríamos no lo sabíamos más que de forma aproximada, preferimos partir.
Nos volvimos a hacer un pequeño lío con las carreteras (¿quién dijo que Escocia está bien señalizada? o no es así o somos torpes) y en lugar de coger la autovía hicimos un tramo por una carretera normal, pero nos salío bien porque era todo muy bonito y apacible y no tardamos mucho en enlazar con la autovía que no encontrábamos. Stonehaven está bien señalizado y es pequeñito, aparcamos en el mismo puerto. Paseamos un poco por allí hasta que un matrimonio amablemente nos indicó la dirección para coger el sendero al castillo. Es un paseo que no entraña dificultades si no tienes ningún problema físico, una media hora andando, algún tramito picaba hacia arriba pero o no demasiado o no demasiado rato. El tiempo seguía acompañando así que fue agradable porque el paisaje lo es. Respecto al castillo en sí, está en ruinas, pero en un entorno muy bonito. No entramos, porque nos parecía un timo y lo realmente bonito era el paisaje -en nuestra opinión-. Estuvimos allí haciendo vida contemplativa hasta que el sol empezó a bajar, y vimos que era hora de volver, pues la noche la hacíamos en Aberdeen.
Esta noche la hacíamos en casa de un chico polaco, vía couchsurfing. Al contrario que en Glasgow, con un mapa que había impreso de google llegamos fácilmente a su casa. Cocinamos pasta y a eso de las once estábamos durmiendo.
De Aberdeen poco puedo decir, porque sólo dormimos. Llegamos de noche y nos fuimos temprano, así que es como si no hubiéramos estado.