A las 8.00 salimos del camping sin desayunar; ha dejado de llover, tenemos 10 grados, aunque sigue habiendo niebla y nubes bajas. Recorrer por la costa los fiordos del este era algo que teníamos claro, aun teniendo que dejar de ver la capital de la isla y, si no nos daba tiempo, el círculo dorado; queríamos hacerlo en dos días, llevábamos apuntados todos los parques y piscinas… Ya solo nos quedaba hoy, así que tempranito nos pusimos en marcha. Las vistas desde el memorial a Arnoddsson son mejores que las de ayer por la tarde.
Volvemos por la 93 a Egilsstadir para enlazar con la 92 hacia Reyðarfjörður. En el desvío a la 953 nos dirigimos hacia Mjóifjörður. Habíamos leído maravillas sobre las vistas al fiordo desde ella, pero también alguna opinión contraria a circular por esta carretera con otro vehículo que no fuera 4x4, a pesar de no estar calificada como F. Decidimos acercarnos y según cómo nos fuera, seguir o dar media vuelta. La carretera tiene estampas como para pararse mil veces. No recuerdo que hubiera muchos apartaderos, pero como íbamos solos, parábamos de vez en cuando; la 953 es de grava, con sus piedritas, surcos y baches, con algunas pendientes del 18% de desnivel, y estrechita; tuvimos la sensación de que no cabíamos nuestra AC y el único coche con que nos cruzamos, pero pudimos. Nos pareció mucho mejor que la 864 a Detiffos; es evidente que las condiciones no eran las mismas.
A medida que recorríamos sus 33 km disfrutamos de un paisaje similar al de ayer y muy cambiante: paredes desnudas de piedra, otras recubiertas de verde, restos de nieve, el agua que abre la tierra buscando el mar, dos cabras perdidas, un pequeño embalse formado por el deshielo… hasta que llegamos a la imagen tan repetida.
Sobre las 10.00 volvemos por la 953 a la 92 y bajamos hasta Reyðarfjörður. Paramos en un rincón casi mágico y aprovechamos para desayunar.
Las montañas siguen estando llenas de surcos y grietas en la roca, y el agua corre por cualquier resquicio. Ver el azul del cielo después de varios días grises nos parece un regalo. Recorremos el pueblo por su calle principal, pasamos el camping y paramos en el puerto, junto a los restos de un antiguo embarcadero.
Desde aquí vemos el túnel que atraviesa la pared de la montaña de enfrente, justo en la salida del pueblo, hacia el sur, hacia Fáskrúðsfjörður. Hay dos posibilidades desde Reyðarfjörður: seguir por la 92 hacia el norte para ver Eskifjörður y Neskaupstaður o bien seguir hacia el sur. Si quieres continuar hacia el sur, nuevamente dos vías: una más larga por la 955 que consiste en bordear la península de Vattarnes y otra más corta que sigue por la 96 (que ya es la N1) y entra en el túnel hacia Fáskrúðsfjörður. Nos hubiera encantado recorrer la costa completa, pero dejamos atrás ir hacia el norte y nos dirigimos directamente hacia Fáskrúðsfjörður por el túnel que hay a la salida de Reyðarfjörður.
La costa entre Fáskrúðsfjörður y Stöðvarfjörður nos pareció espectacular, más que los pueblitos en sí, creo que lo realmente llamativo es el recorrido por la costa y sus paisajes.
Antes de llegar a Stöðvarfjörður, paramos en el noroeste de la península de Hafnarnes, atraídos por un faro naranja. Justo enfrente tenemos la península de Vattarnes y el islote Skrúður a la derecha.
El día se abría cada vez, teníamos casi 17 grados, el olor a mar, el azul del cielo… estábamos disfrutando de cada segundo, después de dos días de lluvia, niebla y frío. Nos llamaron mucho la atención unas casas abandonadas cerca de la carretera y así pasamos un buen rato, rodeándolas, haciéndoles fotos, a alguna incluso por dentro… la belleza de la sórdido.
Seguimos hacia Breiðdalsvík, parando maravillados cada vez que podemos.
Seguimos bordeando la costa hacia Djúpivogur, una sorpresa tras otra. Volvemos a bajar cerca de la orilla, no puedo precisar dónde fue con exactitud.
Antes de llegar a Djúpivogur hay un trozo de la N1 sin asfaltar, unos 7 km aproximadamente. Entramos al pueblo por la 98 y vamos hasta el final, al puerto, buscando una poza que supuestamente está cerca del mar. Por más vueltas que damos, no damos con ella, ni con las coordenadas GPS, ni con Google maps, ni con maps.me. Todas las aplicaciones nos indican que estamos justo en el lugar, pero no la encontramos. Incluso subimos a pie por las rocas… Preguntamos a unos operarios del puerto y nos dicen que está en el interior del pueblo. Buscamos un poco más… entendemos que quieren preservarla del turismo, así que aprovechamos lo que sí tenemos.
Djúpivogur tiene una curiosa iglesia a la entrada y también su propio faro naranja; los pináculos de la montaña cercana nos recordaron a los del Valle de Fassa. Aprovechamos para comer y a las 5 salimos hacia Höfn; nos queda todavía hora y media de camino.
Seguimos parando en cada lugar de la costa que nos llama la atención, es espectacular.
Antes de llegar, en vez de coger la 99 hacia Höfn, seguimos por la N1 hacia Hoffell; seguimos el desvío por la 984 para ir a las pozas de este pueblo, las Hoffell hot pots. Habíamos leído que desde ellas había unas buenas vistas del glaciar cercano. Son unos 3 km y hay que tener como referencia la Guesthouse Birkifell y la Glacierworld guesthouse. Cuando por fin las encontramos, están en obras, varios tractores trabajan dentro (en septiembre volvieron a abrirlas). Se ve que hoy no es nuestro día para darnos un bañito. A cambio nos quedamos con la imagen de la lengua del Hoffellsjökull, inundado de la luz de las 19.
Desandamos el camino hacia Höfn, tampoco llegamos a su piscina; al ser domingo cierra antes, una pena, porque tiene una pinta estupenda, con un tobogán enorme.
El camping de Höfn in Hornafjörður nos gusta, limpio y ordenado. Tiene una pequeña tienda en recepción (solo recuerdo que vendían cerveza ), cocina, microondas, un parque infantil y unas vistas preciosas hacia el mar. Nos desfogamos un buen rato jugando, a pesar del frío que hace, porque ha sido un día largo de carretera.
Subiendo a la derecha del parque hay un pequeño montículo que deja unas vistas que cortan el aliento hacia las montañas y el agua que tranquila llega a sus orillas, y el glaciar enfrente, detrás de la gasolinera de la N1.
Con esta imagen nos vamos a dormir. Ha valido mucho la pena este día.