Tercer día del viaje. Son las 4 de la mañana y hemos quedado a las 4:30 en recepción con algunos compañeros para ir a visitar la lonja del pescado Tsujiki, en las cercanías de Ginza. Cogemos unos taxis y nos dirigimos hacia el mercado. No nos sale caro. Vamos 4 por cada taxi. A las 5 de la mañana estamos en el mercado. Esperemos que el madrugón merezca la pena. Nuestro objetivo es ver la subasta del atún, aunque hay comentarios de que ya no es posible el acceso del público.
En el primer almacén que entramos ya están trabajando. Es la sección dedicada a la venta al público y ya están colocando los puestos. Los trabajadores se desplazan en una especie de carros motorizados que me ponen los pelos de punta. Cada vez que pasa uno creo que me va a atropellar.
En el primer almacén que entramos ya están trabajando. Es la sección dedicada a la venta al público y ya están colocando los puestos. Los trabajadores se desplazan en una especie de carros motorizados que me ponen los pelos de punta. Cada vez que pasa uno creo que me va a atropellar.
Hay muchísimas variedades de pescados que no reconozco. Nos llaman bastante la atención algunos puestos por su colorido.
Pero sobre todo unos pulpos y un señor cortando atún.
Salimos del almacén por otra calle y accedemos a otro edificio. ¡Tenemos suerte!. Aquí es donde están haciendo la subasta del atún y están manos a la obra. Hay un señor sobre una tarima que está gritando sin parar no se sabe qué, supongo que subastando, y un grupo de señores alrededor, que supongo que serán los que adquieren los ejemplares. El caso es que los atunes están por los suelos y los van marcando según se subastan. En una sala contigua hay también una subasta de atunes, pero estos son congelados. Nos parece bastante peculiar, aunque suponemos que en todas las lonjas del mundo se hace exactamente lo mismo.
Volvemos al edificio del mercado para dar una última vuelta. Ya hay gente de la calle. Salimos sobre las 7 de la mañana de lo lonja. Damos una pequeña vuelta, parando en un pequeño templo budista dedicado a los pescadores que hay prácticamente al lado de la lonja. Después entramos en otro templo ya más importante en el que hay un grupo de monjes budistas haciendo sus oraciones. Son cerca de las 8 de la mañana y el bochorno ya es sofocante Nos dirigimos al hotel y yo tengo mis primeros problemas con el billete de metro. He comprado un billete de la línea Tokio y al hacer transbordo en una estación no me vale el billete porque el tren que tengo que coger es de la línea TOEI. Por supuesto de eso me entero después. En ese momento sólo sé que no puedo pasar. Menos mal que me dejan un billete, que si no en mi perfecto inglés y en mi aún más perfecto japonés iba a poder solucionar algo.
Llegamos al hotel y nos dirigimos al restaurante para degustar el desayuno buffet. Primera sorpresa. La cola para entrar al restaurante recorre todo el vestíbulo del hotel (que no es chico precisamente). Nos lleva unos 45 minutos el poder entrar (cuando queda un sitio libre). El buffet sólo tiene un nombre: espectacular. Todo tipo de comida internacional y japonesa. Veo verduras y pescados desconocidos para mí, otros alimentos que no sé ni lo que son, unas sopas buenísimas, zumos, frutas, tostadas. En fin, podría uno juntar el desayuno con la comida sin salir de allí. De hecho, salimos del restaurante después de las 10.
Algunos hemos quedado para comenzar el recorrido del día. Nos dirigimos a la estación de Shinagawa y decidimos que lo mejor ese día es comprar el pase válido para Yamanote y líneas de metro por el módico precio de 1590 JPY. Tras el jaleo para adquirirlo llega el no más pequeño jaleo para usarlo, ya que metemos el billetito por un lado y por otro, por arriba y abajo y no hay manera de pasar. Menos mal que una chica nos acompaña a una ventanilla de información y nos dicen que tenemos que enseñar simplemente el billete por allí al empleado de turno para pasar. De la línea Yamanote me sigue sorprendiendo lo rápida y puntual que es y lo bien que funciona el aire acondicionado, casi gélido.
Nuestro primer destino es el distrito de Asakusa, donde tenemos pensado visitar uno de los templos sintoístas más antiguo de Tokio, aunque reconstruido en el siglo XX: el templo Senso-Ji. Nos recibe la puerta del trueno. Impresionante.
Llegamos al hotel y nos dirigimos al restaurante para degustar el desayuno buffet. Primera sorpresa. La cola para entrar al restaurante recorre todo el vestíbulo del hotel (que no es chico precisamente). Nos lleva unos 45 minutos el poder entrar (cuando queda un sitio libre). El buffet sólo tiene un nombre: espectacular. Todo tipo de comida internacional y japonesa. Veo verduras y pescados desconocidos para mí, otros alimentos que no sé ni lo que son, unas sopas buenísimas, zumos, frutas, tostadas. En fin, podría uno juntar el desayuno con la comida sin salir de allí. De hecho, salimos del restaurante después de las 10.
Algunos hemos quedado para comenzar el recorrido del día. Nos dirigimos a la estación de Shinagawa y decidimos que lo mejor ese día es comprar el pase válido para Yamanote y líneas de metro por el módico precio de 1590 JPY. Tras el jaleo para adquirirlo llega el no más pequeño jaleo para usarlo, ya que metemos el billetito por un lado y por otro, por arriba y abajo y no hay manera de pasar. Menos mal que una chica nos acompaña a una ventanilla de información y nos dicen que tenemos que enseñar simplemente el billete por allí al empleado de turno para pasar. De la línea Yamanote me sigue sorprendiendo lo rápida y puntual que es y lo bien que funciona el aire acondicionado, casi gélido.
Nuestro primer destino es el distrito de Asakusa, donde tenemos pensado visitar uno de los templos sintoístas más antiguo de Tokio, aunque reconstruido en el siglo XX: el templo Senso-Ji. Nos recibe la puerta del trueno. Impresionante.
A continuación hay una galería cubierta con todo tipo de puestos. Parece que la gente va al templo a hacer sus compras. La puerta de salida de la galería es ni más ni menos que esta otra maravilla.
Llegamos a otro recinto, donde a un lado hay una pagoda de 5 pisos y enfrente está el templo principal. La gente va allí a decir sus oraciones para pedir alguna cosa que necesiten, según nos explicaron. A la entrada del templo hay un gran caldero donde arde el incienso. La gente se pone alrededor y hace el gesto de echarse el humo encima como en un intento de purificarse.
Nos vamos del templo y pasamos por algunas calles colidantes a él. Descubrimos otro tipo de arquitectura. Pequeñas casas de 2 plantas, símbolo de lo que debió ser el Edo antiguo de los siglos XVII o XVIII.
Como para variar el sofoco es de los buenos aprovechamos que pasamos por una zapatería para entrar. Afortunadamente tienen aire acondicionado Una compañera hace unas compras. La dependienta se queda atónita cuando le enseña el DNI para pagar con tarjeta. No sabe lo que le está mostrando.
De aquí nos vamos pase de tren en mano, a la estación, para ir en la Yamanote rumbo a la estación de Ueno. Aquí queremos pasear un poco por el parque que se ubica en el distrito y que contiene algunos de los mejores museos. Lamentablemente no podemos descubrir todas las maravillas del lugar porque no tenemos tiempo. Lo primero que vemos es la estatua de un samurai con su perro. ¡Menuda mezcla!. Me sigue impresionando ver pasar el tren por su raíl entre los altos edificios a toda velocidad. Nos internamos en el parque sin prisa pero sin pausa, entre los árboles. Son cerca de las 2 del mediodía y para variar sigue haciendo mucho calor. Tenemos claro que queremos ver el Museo Nacional y allí que vamos, no sin antes degustar otro típico menú japonés en el restaurante del museo, por el módico precio de 1300 JPY. El museo tiene 4 salas diferentes. La entrada que adquirimos nos da derecho a visitar las exposiciones permanentes: máscaras y armaduras de guerra japonesas, el arte del grabado, biombos decorados y ciertas estatuas de deidades budistas y personajes importantes de la historia japonesa.
Una muestra de este arte:
Como para variar el sofoco es de los buenos aprovechamos que pasamos por una zapatería para entrar. Afortunadamente tienen aire acondicionado Una compañera hace unas compras. La dependienta se queda atónita cuando le enseña el DNI para pagar con tarjeta. No sabe lo que le está mostrando.
De aquí nos vamos pase de tren en mano, a la estación, para ir en la Yamanote rumbo a la estación de Ueno. Aquí queremos pasear un poco por el parque que se ubica en el distrito y que contiene algunos de los mejores museos. Lamentablemente no podemos descubrir todas las maravillas del lugar porque no tenemos tiempo. Lo primero que vemos es la estatua de un samurai con su perro. ¡Menuda mezcla!. Me sigue impresionando ver pasar el tren por su raíl entre los altos edificios a toda velocidad. Nos internamos en el parque sin prisa pero sin pausa, entre los árboles. Son cerca de las 2 del mediodía y para variar sigue haciendo mucho calor. Tenemos claro que queremos ver el Museo Nacional y allí que vamos, no sin antes degustar otro típico menú japonés en el restaurante del museo, por el módico precio de 1300 JPY. El museo tiene 4 salas diferentes. La entrada que adquirimos nos da derecho a visitar las exposiciones permanentes: máscaras y armaduras de guerra japonesas, el arte del grabado, biombos decorados y ciertas estatuas de deidades budistas y personajes importantes de la historia japonesa.
Una muestra de este arte:
Estuvimos en el museo cerca de 2 horas, tiempo insuficiente pero es el que había. Este museo es para mi gusto imprescindible.
Siendo sobre las 5 de la tarde nos fuimos de nuevo al tren para ir en la Yamanote hasta la estación de Shinjuku. Otro jaleo. Esta estación es enorme. 2 millones de personas circulan por ella cada día. Nosotros queríamos ver el edificio del Gobierno Metropolitano, el ayuntamiento en otras palabras, y subir al mirador ubicado en las últimas plantas de una de sus torres. Media hora nos llevó llegar allí circulando por los túneles de la estación. El panorama en el mirador magnífico, aunque el día estaba con bruma y era imposible comprobar si era verdad que se podía ver desde allí el monte Fuji. Había una mesa de orientación para saber el nombre de algunos rascacielos situados alrededor del ayuntamiento. Estos edificios no sólo destacaban por su arquitectura exterior, sino por su diseño y arquitectura interior, aunque por falta de tiempo no pudimos visitar alguno de estos.
Siendo sobre las 5 de la tarde nos fuimos de nuevo al tren para ir en la Yamanote hasta la estación de Shinjuku. Otro jaleo. Esta estación es enorme. 2 millones de personas circulan por ella cada día. Nosotros queríamos ver el edificio del Gobierno Metropolitano, el ayuntamiento en otras palabras, y subir al mirador ubicado en las últimas plantas de una de sus torres. Media hora nos llevó llegar allí circulando por los túneles de la estación. El panorama en el mirador magnífico, aunque el día estaba con bruma y era imposible comprobar si era verdad que se podía ver desde allí el monte Fuji. Había una mesa de orientación para saber el nombre de algunos rascacielos situados alrededor del ayuntamiento. Estos edificios no sólo destacaban por su arquitectura exterior, sino por su diseño y arquitectura interior, aunque por falta de tiempo no pudimos visitar alguno de estos.
En el mirador había también una cafetería, por supuesto con vistas panorámicas, y con su piano (lástima que no hubiera actuación en directo en ese momento), en la que tomamos la merienda y charlamos :amigo:.
Estando allí decidimos ir a pasar la noche y cenar al distrito de Odaiba, la bahía de Tokio. De nuevo en la estación de Shinjuku, esta vez los problemas fueron mayores, ya que no éramos capaces de encontrar el andén de la línea Yamanote, ni mirando los letreros, ni consultando el mapa, ni ninguna otra manera. Al final, después de media hora y preguntando pudimos llegar. Nos bajamos en Shimbashi, donde tuvimos que coger un tren privado que nos llevara a la bahía. El tren éste es automático, no lleva conductor, y circula por un raíl paralelo a la carretera y que pasa por un no menos espectacular puente que hace un bucle. Pues bien, podíamos apreciar la bahía, con todos los rascacielos iluminados. Precioso. Nos bajamos en la primera parada tras cruzar la bahía y dimos un paseo por la playa. A pesar de ser las 8 de la noche, el lugar carecía de ambiente, aunque no por eso era menos agradable. Había poca gente. No pude ver la reproducción de la Estatua de la Libertad.
Estando allí decidimos ir a pasar la noche y cenar al distrito de Odaiba, la bahía de Tokio. De nuevo en la estación de Shinjuku, esta vez los problemas fueron mayores, ya que no éramos capaces de encontrar el andén de la línea Yamanote, ni mirando los letreros, ni consultando el mapa, ni ninguna otra manera. Al final, después de media hora y preguntando pudimos llegar. Nos bajamos en Shimbashi, donde tuvimos que coger un tren privado que nos llevara a la bahía. El tren éste es automático, no lleva conductor, y circula por un raíl paralelo a la carretera y que pasa por un no menos espectacular puente que hace un bucle. Pues bien, podíamos apreciar la bahía, con todos los rascacielos iluminados. Precioso. Nos bajamos en la primera parada tras cruzar la bahía y dimos un paseo por la playa. A pesar de ser las 8 de la noche, el lugar carecía de ambiente, aunque no por eso era menos agradable. Había poca gente. No pude ver la reproducción de la Estatua de la Libertad.
Siendo las 9 de la noche nos fuimos a cenar, bastante apurados ya, por la hora. Nos dirigimos al centro comercial Decks y allí elegimos entre los múltiples restaurantes uno japonés especializado en productos del mar , vamos, sushi y sashimi. Fue el primer festín de pescado de todo el viaje. Productos de primera calidad. Pedimos varias bandejas de sushi y sashimi (de atún, de salmón, de calamar, etc...) y nos salió a unos 2500 JPY por persona.
Cerca de las 11 nos fuimos ya para el hotel. En esta ocasión cogimos un taxi, porque después de un día tan largo no había fuerza para subirse en el tren.
Como comentario, decir que no me pareció que el pase de JR Yamanote + metro saliera demasiado rentable.
Al día siguiente, el 4º, teníamos otra jornada dura, con excursión a Nikko.
Cerca de las 11 nos fuimos ya para el hotel. En esta ocasión cogimos un taxi, porque después de un día tan largo no había fuerza para subirse en el tren.
Como comentario, decir que no me pareció que el pase de JR Yamanote + metro saliera demasiado rentable.
Al día siguiente, el 4º, teníamos otra jornada dura, con excursión a Nikko.