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Acabamos hoy la primera parte de la estancia en Tokio. Una circunstancia que nos condicionó a dividir las etapas de este modo es que teníamos planificado pasar algo de tiempo con dos amigas japonesas que viven respectivamente en Hiroshima y Saku (cerca de Nagano). De otro modo, no tiene demasiado sentido hacerlo así. De hecho, solemos establecer puntos como base y desde ahí nos movemos a los alrededores de tal modo que intentamos cambiar de alojamiento lo menos posible porque suele ser un engorro si vas con maletas grandes. Sí eres mochilero, no tendrás este inconveniente.
Estamos a 2 de diciembre y nos amaneció una bonita mañana nublada, fresquita 9°C y sin previsiones de que vaya a llover. Pero nuestro destino de hoy es Kioto donde pasaremos la siguiente semana enterita.
Desayunamos lo que habíamos comprado la noche anterior e hicimos las maletas. Después nos fuimos a la estación de Yotsuya y de aquí pasamos a la línea Yamanote (que creo que ya os dijimos que era gratuita con la JRPass). Nos bajamos en la estación de Tokio donde cogeríamos el Shinkansen dirección Kioto. Teníamos los asientos reservados porque quisimos asegurarnos viajar juntos los tres y tener el espacio reservado para las maletas porque tienen su volumen y llevarlas entre las piernas pues es bastante incómodo (lo decimos por experiencia). El trámite lo hicimos el día mismo que activamos la JRPass porque sabíamos de antemano cuándo íbamos a realizar el trayecto.

Súper puntual, el HIKARI 505 salió de la estación a las 9h03. El viaje dura 2h35 y llegamos dos minutos por encima de ese tiempo estimado. Al llegar a Kioto teníamos la misma temperatura que habíamos dejado atrás, unos 9°C con nubes y claros.
Habíamos elegido el mismo alojamiento en el 2016 así que lo teníamos bien localizado y además es un hostel que Raquel utilizó también en alguno de los viajes que ha hecho ella sola. Salimos del edificio principal de la estación y nos fuimos a esperar diligentemente a la cola de los autobuses que están justo enfrente de la salida principal. En las dársenas, está la explicación de las líneas, el recorrido y los horarios. Además las pantallas digitales te van diciendo en todo momento a qué altura está tu autobús así que resulta bastante práctico cuando estas esperando.
Notamos que el hostel había hecho algunas reformas y al principio estábamos algo despistados porque nuestra mente intentaba reubicar lo nuevo con lo que teníamos ya almacenado jaja…. De hecho, ahora cuenta con dos edificios, uno enfrente del otro, solo cruzar una pequeña calle. En la otra ocasión compartimos una habitación para cuatro personas con baño compartido. Ahora habíamos elegido una para nosotros tres y con baño privado.
Pasamos por recepción lo primero para registrarnos. Nos indicaron entonces que teníamos que pagar una especie de impuesto municipal. En nuestro caso fueron casi 30€. Como no recordábamos que hubiese que pagar ese concepto revisamos los papeles de la reserva y efectivamente lo indicaban así que los pagamos sin rechistar. En Kioto fue el único lugar donde tuvimos que pagar esta tasa.


Lo primero fue instalarnos. No paramos mucho tiempo dentro porque queríamos salir a dar un paseo por las galerías Sanjo Meitengai que están muy cerquita y además se acercaba la hora de comer.
De nuevo, nuestras cabezas mirando a un lado y a otro intentando localizar algunas de las tiendas que ya conocíamos, pero salvo algunas pocas, es difícil reconocerlas. Al estar cercanas las navidades, las galerías tenían algo de decoración acorde con las fechas. Me gustó esta tienda de guitarras de todos los estilos, incluida la española.


Nuestros estómagos comenzaron a sugerirnos que tal vez sería bueno pensar en localizar algún sitio para comer y paseando por la avenida Kawaramachi-Dori vimos un restaurante de la cadena CoCo, que son especialistas en curry. Tienes la opción de elegir algún plato ya sugerido por ellos en la carta o hacerte tu plato incluyendo por supuesto, el grado de “ardor” que quieres aguantar y el resto de los ingredientes. Yo opté por algo sencillo y de picor 0 que no significa que no notes nada de nada, pero puedes sobrevivir sin mayor problema jeje. Los tres platos son salieron por ¥3259 (22,16€).
Y de postre nos fuimos dando un paseo tranquilamente hasta llegar a las puertas del parque Maruyama. Es conocido por sus cerezos en flor, pero también puedes encontrar una buena cantidad de arces japoneses.




Serían alrededor de las 16h30 cuando notamos que la luz mermaba y pensamos que era buen momento para tomarnos unos cafés calentitos porque también había caído la temperatura a unos 7°C. Las bebidas y algo para picar nos salió por ¥1760/12,4€.
Apunte retrospectivo 2016: este parque Maruyama está situado en el barrio de Gion que es un área famoso porque es por donde se mueven las Geishas. No es fácil verlas, aunque siempre habrá alguien que nos contradiga. Además, hay que tener en cuenta que no están allí para nosotros, sino que están trabajando por lo que hay que ser respetuosos, lo más que se pueda.
En aquella ocasión sí que vimos a una y le hicimos una foto de lejos. Y nos fuimos tan contentos.
Esta vez, ni siquiera lo intentamos porque ya habíamos tenido esa experiencia. Pero sí que vimos que habían puesto señalización en determinadas calles donde se prohibía sacar fotos.

Retrocediendo al parque Maruyama, en sus terrenos, se encuentra el templo Chion-in. El conjunto original fue construido en 1234 por Genchi, que fue discípulo de Hōnen, en memoria de su maestro y lo denominaron Chion-in. Lamentablemente a causa de un incendio numerosos edificios terminaron destruidos en 1633 aunque fueron reconstruidos por el tercer shogun, Tokugawa Iemitsu.
Su puerta principal o Sanmon, edificada en 1619 es considerada la estructura más grande de su tipo en todo el país y reconocida como Tesoro Nacional. Realmente es majestuosa. (Información sacada de la Wikipedia).

Estuvimos esperando dentro de la tienda/cafetería lo más que pudimos porque fuera hacía rasquilla. Pero en un momento dado, vimos que ya empezaba a formarse una estupenda cola y pensamos que, de estar allí con tiempo, pues no costaba nada ir acercándose. Justo estando ya esperando para pagar a entrada nos comentaron que sí nos hacíamos seguidores de su perfil de Instagram chion_in teníamos un descuento así que ya nos veis sacando los dedos de los guantes para darle al me gusta antes de llegar a la taquilla … y como nosotros, el resto jaja.. La entrada para ver el templo iluminado junto con los jardines Yuzen-en cuesta ¥700/4,8€
El jardín que fue construido en el período Showa (1926-1989) lo dan forma dos espacios diferentes. Uno cuenta con un estanque al que llega agua de manantial de las montañas Higashiyama y el otro, es un jardín seco o karesansui. Para que parezca que hay agua, utiliza grava y otros materiales.
El área que iluminan del parque no es muy extensa pero lo que nosotros, como público, pudimos recorrer nos gustó mucho a pesar de que los árboles andaban un poco escasos del color rojizo.


Terminado el itinerario del jardín, estuvimos dando un paseo por el recinto del templo con sus edificios iluminados. El Mieidō Hall tuvo una renovación que duró 10 años y finalizó en el 2020 pero es que ya tuvo una reconstrucción previa tras el incendio de 1639 como os comentaba anteriormente.
Otro edificio majestuoso es el Daishōrō. En su interior se puede contemplar una campana de grandes dimensiones, enorme.
En la parte trasera de la puerta principal pudimos disfrutar de un espectáculo de luces de colores proyectadas sobre unas escaleras (Otoko-zaka).
Sobre las 19h pensamos que era buena hora para ir volviendo sobre nuestros pasos, pero nada más salir nos encontramos con algunos puestos de comida y no nos pudimos resistir a comernos unos sabrosos pintxos de cangrejo. Bueno hay en el grupo quien no come marisco … jeje… (¥1000 /6,80€).
La vuelta al hostel incluyó nuestro paso habitual por el konbini para comprar la cena y desayuno (¥2243 /16,61€). Agradecimos llegar a la habitación porque fuera la temperatura había bajado a unos fresquitos 4°C.
*** final del día 4 ***
Nuestra primera mañana en Kioto digamos que fue fresquita porque no había más de 2°C y un cielo completamente raso a las 7 de la mañana.

Cogimos el autobús de las 8h30 (el 205) para ir a la zona del delta de Kamowaga porque en los alrededores se encuentran los dos templos que teníamos previstos visitar durante la mañana.
El santuario Kawai se localiza dentro de los terrenos del santuario Shimogamo y levantado en honor al dios Tamayorihime-Mikoto. Curiosamente, aunque este dios es guardián de las mujeres, uno de sus inquilinos más famosos fue un hombre. Este templo tuvo el honor de ser considerado uno de los más importantes de Kioto durante mucho tiempo.
Singular es el hecho de que a un bebé nacido del sacerdote de este santuario en el siglo XII se le impidió asumir el puesto de su progenitor. Dice la leyenda que quizás debido a este suceso de mala suerte, el niño creció y llegó a convertirse en uno de los individuos pesimistas más conocidos de Japón, Chomei Kawai. Su libro Hoojooki recoge de forma muy detallada la historia de terremotos, hambrunas y otros desastres que han afligido a los habitantes de Kioto.

Una vez ya en la entrada del templo, en el lateral derecho del edificio principal se ven unos paneles con las tablillas de madera que representan cientos de caras de mujeres. Hay tantas diferentes como aquellas que deciden dejar allí su rostro representado con mayor o menor pericia. Viendo esto tiene sentido que el dios Tamayorihime-Mikoto sea el guarda de las mujeres.
Su acceso es gratuito. No hay ningún tipo de información para los visitantes a excepción del panel con el mapa del lugar. Tampoco se trata de un sitio extenso por lo que nosotros no tardamos mucho en recorrerlo.


Al ir muy a primera hora, prácticamente lo disfrutamos nosotros a solas. Después, seguimos nuestro camino hasta llegar a la entrada del santuario Shimogamo.
Su historia se remonta al menos a dos mil años atrás en el tiempo. Durante unos trabajos de excavación en el bosque del santuario, se descubrieron objetos que han sido datados entre el año 4 a. C. y el 3 d. C. Así mismo se encontraron fragmentos de placas y puntas de flecha en buen estado. La leyenda cuenta que en 1863 el emperador Komei realizó una visita al lugar y rezó para que los extranjeros que en aquella época residían en tierras niponas, regresaran a sus países de origen. Algo falló en sus plegarias o no puso demasiado empeño porque su deseo no se cumplió.
Algo más tarde ya en el siglo XX y a raíz de la Segunda Guerra Mundial se cancelaron festivales y se racionaron suministros. Y tras la guerra, como el emperador perdió poder, aquellos santuarios que habían sido favorecidos por el imperio, perdieron toda su visibilidad y transcendencia.


Es tradicional comprar un omikuji (papel de la fortuna) si estás intrigado en qué te deparará tu futuro. Este pequeño pergamino contiene un mensaje oculto a la vista que se hace visible cuando se pone en contacto con agua. Hay cosas que no se deben dejar de hacer y esta es una de ellas. Compramos diligentemente nuestros omikujis y entusiasmados los mojamos para ver nuestro porvenir al trasluz. ¡No salimos mal parados, jeje!
¿Y qué es una visita a un templo de este calibre en fin de semana sí no hay alguna boda o bautizo? Este es elegido por muchas personas para celebrar este tipo de eventos. Y no pudimos resistirnos a ver un poco de la boda. Siempre todo medido y calculado al milímetro para que todo salga a la perfección.
El santuario Shimogamo ofrece además de las actividades que se le presuponen, mercados comunitarios, feria de libros antiguos, así como un amplio abanico de conferencias que abarcan desde los temas religiosos a otros de índole más histórica.
De regreso, sobre las 11h30 decidimos pasar de nuevo por el santuario Kawaii para tomarnos unos tés de miel y yuzu[u] (¥450 3€). No soy amigo de infusiones así que el precio es por dos bebidas.
Hicimos tiempo antes de comer paseando hasta llegar al delta del río Kamo con unas piedras algunas con forma de tortuga, que están dispuestas para que puedas cruzar de una orilla a otra.
Decidimos comer sobre la marcha seguramente animados por el solecito que nos daba algo de calorcito. Así que buscamos un konbini donde encontramos unos “bentōs” que nos sedujeron. En total nos salió ¥2949 20€. Aprovechamos unos bancos en la entrada del parque que íbamos a visitar para hacer nuestro picnic particular.
La entrada es gratuita. Y hay baños públicos en el interior. (No estamos haciendo alusión a este hecho porque aquí prácticamente no hay un lugar donde no encuentres aseos, en buen estado e impecablemente limpios).


El jardín Nacional de Kioto cuenta con una cantidad de árboles considerable, hablamos de unos 50.000 nada más y nada menos, además de otras 500 especies de plantas diversas. Asimismo, se han identificado más de 50 especies de mariposas.
El cambio de color de las hojas no solo se ven en el ginkgo y en el arce sino que otros árboles también hacen esa transformación como la zarza ardiente ( Euonymus alatus).
Hay un sitio especial y original de Gakushuin que es conocido por su gran ginkgo. Nosotros ya nos lo encontramos un poco “pelado” pero estuvimos un rato removiendo las hojas caídas porque el manto era bastante denso y era realmente bonito.


Al ponerse el sol pensamos que era buen momento para salir del parque e ir dando un laaaaargo paseo hasta el santuario Kitano donde teníamos previsto realizar la visita nocturna. Para coger fuerzas, nos compramos unos cafés y ya que estás, pues algo para mojar…. (¥974 /7€).
Kitano Tenmangu es un santuario construido en el noroeste de Kioto hace más de 1000 años. El santuario fue construido durante el año 947 d. C. por el emperador de la época en honor a Sugawara no Michizane, un erudito y político.

El santuario Kitano Tenmangu tiene la peculiaridad de ser el primer santuario en toda la historia japonesa donde una persona de carne y hueso fue consagrada como una deidad. Es conocido principalmente como el “dios de los académicos” pero también se le considera benefactor como “dios de la agricultura”, “dios de la honestidad y la sinceridad”, “dios para disipar las falsas acusaciones” y, por último, “dios de las artes escénicas”.
No es extraño encontrarte a muchos estudiantes que vienen a encomendarse para aprobar los exámenes. Nosotros ya pasamos esta etapa hace un tiempecito así que no nos encomendamos especialmente a esta deidad y nos dedicamos más bien a disfrutar de las luces en el bosque que rodea al edificio principal que también cuenta con su propia iluminación.
Terminando la visita tuvieron a bien ofrecernos un té caliente con un dorayaki, que nos vino de maravilla porque de nuevo la temperatura ya estaba empezando a bajar a 7°C.


Ya camino de vuelta, la rutina nocturna de comprar cena y desayuno. Hoy tocó “omurice”: tortilla francesa con una base de arroz, con salsa kétchup por encima (¥1598 /11€).
*** final del día 5 ***
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