Nuevamente nos despertamos con sol. Como en el cámping sueles madrugar mucho por culpa de la luz que entra a raudales por las tiendas y aunque también te acuestas pronto, los días nos dan para hacer un montón de cosas. Hoy vamos a Pula, a unos 47km, visita imprescindible por su magnífico anfiteatro romano. Por el camino paramos en Vodnjan, un pueblo que es famoso por las momias que alberga en la cripta del Duomo. Esta era una visita que me apetecía muchísimo hacer, pero cuando nos disponemos a entrar en la iglesia un señor sale gesticulando y vociferando frases en croata. Por supuesto no entendemos ni una palabra, pero por los aspavientos deducimos que no nos permite entrar por mi vestimenta (llevo una falda corta y una camiseta de tirantes) Esto es algo que nos sucedió durante todo el viaje, en las iglesias son muy estrictos con el atuendo y no admiten ni falda ni pantalones cortos, ni tirantes ni escotes. Me parece correcto, pero la verdad es que pensé que en el caso de las momias al tratarse de un museo de pago no iban a observar las mismas reglas. Tampoco sabía si tenía entrada independiente de la iglesia o no, desgraciadamente resultó que no. Me dio mucha pena no poder hacer esta visita, que se le va a hacer!
Seguimos hasta Pula, aparcamos en un párking al aire libre donde un señor te pregunta cuantas horas estimas que vas a estar, te hace un ticket a boli por el importe y te cobra (1€). Este sistema es el más habitual en Croacia, no suele haber parkings de pago automatizado como los de aquí. Recorremos Pula, como es temprano todavía no está atestado de turistas y hacemos la visita muy a gusto. El anfiteatro es impresionante, podía albergar hasta 20000 espectadores. Subimos al castillo y continuamos recorriendo las calles hasta llegar a la plaza del ayuntamiento, el antiguo foro, donde se encuentra el templo de Augusto. Desde los restaurantes nos abordan sin parar para que nos sentemos a comer, declinamos amablemente, sólo son las 12h!!
Volvemos al camping para coger la comida y bajar a la playa, allí nos pasamos toda la tarde en absoluto relax. El pie me sigue molestando bastante, ahora está todo negro del derrame y caminar me produce mucho dolor, pero me niego a ir al médico mientras pueda aguantar, para ello tomo algún calmante. Cenamos en el pueblo, contemplamos la puesta de sol y recorremos las animadas calles de Rovinj por última vez, que pena tener que dejar un lugar tan bonito.
La noche está preciosa y nada hace presagiar lo que va a suceder después. Nos encontramos durmiendo placidamente cuando sobre las 2 de la mañana el silbar de un aire huracanado me hace despertar. Abro los ojos y veo que la tienda está completamente iluminada por los relámpagos, el ruido de los truenos es ensordecedor. Todo el avance de la tienda se ha desclavado del suelo y ondea al viento. Las embestidas del aire son brutales, tan fuertes que creemos que va a arrancar la tienda con nosotros dentro. Samuel sale al exterior bajo el diluvio para intentar clavar la tienda al suelo, tarea nada sencilla en medio de la oscuridad. Yo desde dentro con una mano sujeto la tienda para que no salga volando y con la otra como puedo meto todas las cosas que teníamos en el avance en la habitación para que no se mojen (más). Ni me paro a pensar en los trallazos que me está danto el pie cada vez que lo apoyo. Pasamos un rato infernal, intentando por todos los medios que el huracán no nos lleve la tienda. Cuando por fin queda más o menos asegurada, nos metemos dentro a esperar que escampe la tormenta, que todavía duraría un par de horas, pero ya no somos capaces a pegar ojo por miedo a que el aire nos vuelva a desclavar la tienda o una rama nos caiga encima.
Seguimos hasta Pula, aparcamos en un párking al aire libre donde un señor te pregunta cuantas horas estimas que vas a estar, te hace un ticket a boli por el importe y te cobra (1€). Este sistema es el más habitual en Croacia, no suele haber parkings de pago automatizado como los de aquí. Recorremos Pula, como es temprano todavía no está atestado de turistas y hacemos la visita muy a gusto. El anfiteatro es impresionante, podía albergar hasta 20000 espectadores. Subimos al castillo y continuamos recorriendo las calles hasta llegar a la plaza del ayuntamiento, el antiguo foro, donde se encuentra el templo de Augusto. Desde los restaurantes nos abordan sin parar para que nos sentemos a comer, declinamos amablemente, sólo son las 12h!!
Volvemos al camping para coger la comida y bajar a la playa, allí nos pasamos toda la tarde en absoluto relax. El pie me sigue molestando bastante, ahora está todo negro del derrame y caminar me produce mucho dolor, pero me niego a ir al médico mientras pueda aguantar, para ello tomo algún calmante. Cenamos en el pueblo, contemplamos la puesta de sol y recorremos las animadas calles de Rovinj por última vez, que pena tener que dejar un lugar tan bonito.
La noche está preciosa y nada hace presagiar lo que va a suceder después. Nos encontramos durmiendo placidamente cuando sobre las 2 de la mañana el silbar de un aire huracanado me hace despertar. Abro los ojos y veo que la tienda está completamente iluminada por los relámpagos, el ruido de los truenos es ensordecedor. Todo el avance de la tienda se ha desclavado del suelo y ondea al viento. Las embestidas del aire son brutales, tan fuertes que creemos que va a arrancar la tienda con nosotros dentro. Samuel sale al exterior bajo el diluvio para intentar clavar la tienda al suelo, tarea nada sencilla en medio de la oscuridad. Yo desde dentro con una mano sujeto la tienda para que no salga volando y con la otra como puedo meto todas las cosas que teníamos en el avance en la habitación para que no se mojen (más). Ni me paro a pensar en los trallazos que me está danto el pie cada vez que lo apoyo. Pasamos un rato infernal, intentando por todos los medios que el huracán no nos lleve la tienda. Cuando por fin queda más o menos asegurada, nos metemos dentro a esperar que escampe la tormenta, que todavía duraría un par de horas, pero ya no somos capaces a pegar ojo por miedo a que el aire nos vuelva a desclavar la tienda o una rama nos caiga encima.