COLORES DE JORDANIA ✏️ Blogs de Jordania

Ya habíamos terminado en el norte y ese día salíamos hacia Petra. La primera parada fue en el Monte Nebo, el lugar desde donde Moisés vio la Tierra Prometida a la que no se le permitió entrar, según cuenta la Biblia en el Deuteronomio.

Nosotros tenemos una teoría alternativa después de verlo . Cuentan siempre las guías que en un día despejado las vistas son increíbles y no lo pongo en duda. Pero el día que nosotros fuimos había mucha calima y la vista no nos emocionó. Así que pensamos que también pudo ocurrir que a Moisés le tocara un día parecido al nuestro y viendo lo que tenía delante, pensase que la Tierra Prometida no le convencía nada de nada y que a sus 120 años no estaba para más trotes

En cualquiera de las dos versiones murió en el Monte Nebo, pero no se ha encontrado la tumba.


Allí están la iglesia y el monumento a Moisés. La iglesia sigue en restauración, ojala terminen pronto, porque las fotos de los mosaicos que están restaurando nos encantaron.

Seguimos camino y Yehad nos propuso parar en una tienda-taller de mosaicos. Vendían también productos del Mar Muerto y otras cosas. Como era el día más relajado y en Madaba no habíamos podido comprar ni un regalito le dijimos que sí (esta vez además esperó mi respuesta y no la de mi marido ).

Cual sería nuestra sorpresa cuando descubrimos que quién nos iba a enseñar las técnicas de los mosaicos era un cubano afincado allí desde hacía un par de años. Además de las técnicas de los mosaicos nos explicó qué avatares le habían llevado a vivir en Jordania. En cuanto a mosaicos vimos cosas preciosas totalmente fuera de nuestro alcance, lo mismo que los huevos de avestruz pintados a mano, así que nos concentramos en cositas más asequibles y en poco rato nos quitamos buena parte de las compras. Al salir el día se había puesto muy feo. Hacía calor, pero se había nublado por completo y hacía muchísimo viento.

Es mucho más bonito recorrer Jordania de norte a sur (o viceversa) por la Carretera del Rey que por la autovía. El paisaje por la autovía es muy monótono y no tiene nada destacable, como pudimos comprobar el último día. En cambio en la Carretera del Rey hay paradas muy interesantes, como la parte alta del Cañón del Wadi Mujib, el gran cañón jordano.


Es la continuación del valle del Rift africano, un impresionante cañón de un kilómetro de profundidad y cuatro de anchura. Los kilómetros anteriores discurren por una meseta llena de olivos, así que no te imaginas que estás llegando. Si las vistas desde el Monte Nebo nos dejaron igual, estas son increíbles. Mucho más de lo que parece en nuestras fotos. Se hizo lo que se pudo, pero cuando llegamos al mirador era complicado porque había tal vendaval que hasta te hacía masticar arena.


Y entre olivos y charla llegamos a Karak. Nada más entrar en la ciudad se ve la mole del castillo.


Hay que tener claro que lo que vas a ver son ruinas, pero son imponentes. La visita me gustó más de lo que esperaba (1 JOD). El castillo, construido en 1142, fue testigo en la época de las cruzadas de las luchas entre cristianos y musulmanes. Por tres de sus lados está rodeado de barrancos. El protagonista de los peores horrores de su historia fue un cruzado francés, Reinaldo de Chatillon, que heredó el castillo por matrimonio. Este Reinaldo le dio bastantes quebraderos de cabeza a Saladino: hostigaba a las caravanas, rompió treguas e incluso quiso asaltar La Meca. Pero la peor parte se la llevaban los prisioneros, los torturaba en las mazmorras y antes de lanzarlos al fondo del valle unos 450 metros más abajo, les metía las cabezas en cajas de madera para que no perdieran el conocimiento antes de chocar contra el fondo.

Por aquí los tiraba. Seguía haciendo tanto viento que pensé que salíamos volando nosotros también.


Al final Saladino le tenía tanta manía que le cortó la cabeza tras la Batalla de los Cuernos de Hattin en 1187. Fue el único de los dirigentes cruzados que acabó así. El castillo y sus alrededores fueron fueron escenario para numerosas escenas de la película de Ridley Scott “El Reino de los Cielos” (2005).

Lo mejor es perderse por las galerías, pasadizos, patios y terrazas, al menos lo mejor para nosotros, que aunque intentábamos seguir el orden de la Lonely nos perdíamos igualmente . Llevaros una linterna para alguna zona más oscura y ¡cuidado! con la cantidad de boquetes que hay en todos los niveles. No es que podáis meter el pie, es que cabéis enteros.


Había zonas del castillo en las que te podías imaginar perfectamente a los prisioneros allí encerrados. En una de estas habitaciones oscuras, en un hueco al que parecía que no hubiera acceso entre un ventanuco y la pared, vi aparecer de repente una cara. No pude evitar pegar un chillido...Umm, qué vergüenza, qué carcajada soltó el hombre!!

No sé cuanto tiempo estuvimos dentro, algo más de hora y media entre pitos y flautas.

El Kir Heres, el restaurante que teníamos en mente para la comida, está a dos pasos del castillo, prácticamente enfrente de la taquilla donde compramos la entrada. Yehad nos estuvo esperando allí charlando de nuevo con otros conductores durante la visita y mientras comíamos. El sitio no me gustó mucho al verlo, pero cambié de opinión al probar la comida. No fue caro (24 JOD) y comimos bien.

Al volver al coche Yehad nos informó de que con el vendaval la arena se había acumulado en la autovía y estaba cortada en ese momento. Esperaba que la despejaran cuanto antes, porque él volvía a Madaba ese mismo día después de dejarnos en Wadi Musa. La conversación con él entre Karak y la reserva de Dana fue muy entretenida. Aprendimos bastante sobre las bodas jordanas y sus preparativos .

No llegamos a Dana, pero paramos en un mirador en la carretera y nos dio pena no haber tenido un día más para haber hecho algo de senderismo por allí. La zona prometía.


Antes de llegar a Petra, podríamos haber hecho otra visita: la de la pequeña Petra. Al organizar el viaje dijimos que si el día de llegada no coincidía con un día en el que hubiese Petra by night, entonces sí nos acercaríamos y si coincidía pues entonces preferíamos ver Petra by night. Nos habría dado tiempo a hacer las dos cosas, pero no sabíamos cuanto tiempo nos llevaría el trayecto con las paradas.

Llegamos a Wadi Musa al fin! Qué emoción saber que estábamos tan cerca de Petra . El pueblo es bastante más grande de lo que me imaginaba. Antes de despedirnos en el hotel Yehad nos llevó en el coche a comprar las entradas para esa noche. Le deseamos suerte en la autovía y buen viaje y nos despedimos con algo de pena.


Nueva etapa del viaje y nuevo hotel, el Seven Wonders, que también estaba fenomenal: lo fuimos a celebrar con un baño en la piscina, pero aún hacía mucho viento y nos conformamos con vaguear un rato.


Le dije a mi marido que ya que llevábamos unos días sin cervecita podíamos ir antes de Petra by night a tomar una al Cave Bar, una cueva nabatea que está junto al hotel Petra Guesthouse, al lado del centro de visitantes. Le gustó el plan, aunque me recordó que sí habíamos tomado cerveza la noche antes. Buenooo , unos días, unas horas, ¡minucias! Decidimos ir andando para situarnos un poco, mejor hacerlo ese día porque teníamos claro que los próximos días iríamos y volveríamos en taxi.

Andando desde el hotel al centro de visitantes tardamos 25 minutos. En Wadi Musa todo son cuestas, menos mal que en esa dirección íbamos cuesta abajo. La idea era tomarnos la cerveza dentro de la cueva nabatea, pero el viento por fin se había ido y se estaba tan bien en la terraza que allí nos quedamos viendo las luces de Wadi Musa encenderse hasta la hora de ir al centro de visitantes.

Había leído de todo: desde que era mágica hasta que era una auténtica decepción. A nosotros nos gustó bastante. Eso sí, lo suyo es verla antes de ver Petra de día porque parte importante del encanto es intuir todo lo que verás al día siguiente. También influyó que de las 300 personas que estábamos allí esa noche (según le oímos decir al guía de unos americanos), nos comportamos bien 299. No íbamos en silencio, pero exceptuando a una petarda de las que se pasan medio espectáculo hablando a gritos por el móvil, nadie armó jaleo y se agradecía mucho .

Y por supuesto, el que espere un espectáculo en el sentido literal de la palabra con fuegos o luces que se ahorre el dinero. Nos pareció perfecto recorrer el primer tramo a la luz de la luna y disfrutar del Siq y de la fachada del tesoro iluminados con velas. Una vez allí un beduino cuenta la historia de los nabateos y toca algo de música con la flauta. Nada más...¡y nada menos!



Para intentar sacar alguna foto medio decente esperamos a que se fuera la inmensa mayoría.


No es que yo sea precisamente una experta en fotografía, ni nuestras fotos ninguna maravilla, pero me hizo gracia ver a gente intentando sacar una fachada apenas iluminada de 40 metros de alto y desde 15 metros de distancia con el móvil o poniendo el flash de la cámara y quejándose de no salía nada. Criaturilla, ¡lo raro es que te salga!

Un último consejo: si lleváis una linterna no os va a sobrar para iluminar un poco por donde pisáis por el Siq. Si se os olvida, os pegáis a alguien que la lleve y arreglado.

Como era un poco tarde para ir a cenar cuando salimos de allí, cogimos el taxi directamente al hotel y tiramos de provisiones y de algunas chucherías que habíamos comprado y nos las tomamos en la habitación. Al día siguiente tocaba PETRA.

Información Práctica:

Entradas para Petra by Night (12 JOD)

La visita empieza a las 20:30, pero hay que estar un cuarto de hora antes. Escribimos a los del hotel para preguntarles si tendríamos problema para comprar las entradas en caso de llegar a Wadi Musa más tarde de las 18:00, hora en la que según la Lonely cercaban las taquillas para la entrada de día y nos dijeron que no, que para Petra by night se pueden comprar en el centro de visitantes hasta la hora en la que empieza el espectáculo. Nosotros las compramos en una agencia del pueblo al mismo precio que tienen en las taquillas, si tenéis alguna al lado del hotel podéis preguntar.

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Sólo hay una forma de empezar la etapa y es diciendo que Petra es una maravilla, uno de esos sitios que despiertan el más puro deseo viajero .

Ya habíamos visto en las previsiones que el día iba ser caluroso pero nublado, así que lo de ver la fachada del Tesoro prácticamente solos y con la luz de primera hora de la mañana lo dejamos para el día siguiente.

Eso no quiere decir que fuéramos tarde, estábamos impacientes por llegar y a las 8 ya estábamos en el centro de visitantes comprando la entrada. Compramos el pan de pita y frutos secos y plátanos para acompañar nuestras provisiones de jamón.

La conversación con el de la tienda no tuvo desperdicio: al oírnos hablar nos preguntó si éramos españoles. Síi, ¿cuanto es todo? Ummm, ¿Madrid o Barça? La respuesta rotunda de mi marido, ¡Betis! no le satisfizo y al final le dimos nosotros lo que nos pareció bien: unos 4 JOD. Ya nos íbamos cuando nos volvimos y le gritamos: por curiosidad, ¿cual era la respuesta correcta? Nos gritó que Madrid. La escena se repitió en otras tiendas y en algunas la respuesta correcta era Barça. En ninguna fue Betis .

Ahora veíamos lo que la noche anterior solo intuíamos. Las primeras tumbas nabateas que te encuentras son los monolitos llamados bloques o cubos Djinn, (espíritus) que los beduinos llamaban así porque creían que allí moraban crueles espíritus que darían un susto de muerte a los que se los encontrasen.


Los beduinos bedoul han sido los últimos habitantes de Petra, y desde el siglo XIX hasta la década de 1.980 han estado ocupando las viviendas rupestres excavadas por los nabateos de forma estacional e inventando leyendas relacionadas con los monumentos de la ciudad.

Un poco más adelante se ve la primera tumba grande: la tumba de los Obeliscos. Se llama así por los “nefesh”, grandes obeliscos (con forma de pirámide alargada) que adornan la fachada. Los nefesh representaban los espíritus de los difuntos.


Y por fiiiiiin entramos en el Siq. Os impresionará por muchas fotos que hayáis visto . El desfiladero es una maravilla con los colores cambiantes de la arenisca y las paredes que se elevan y se estrechan. Lo recorrimos cuatro veces (más las dos que lo hicimos a oscuras) y no nos cansamos de verlo (de recorrerlo cuesta arriba a la vuelta un poquito ).


A ambos lados del desfiladero se ven perfectamente los canales excavados en la roca que conducían el agua al centro de la ciudad. El tema del agua es fundamental en la historia de Petra, la ciudad no estaba situada al lado de ningún oasis y los nabateos tuvieron que ingeniárselas para garantizar el suministro a una ciudad en la que llegaron a vivir decenas de miles de personas, más los comerciantes de las caravanas. Así que crearon ingeniosos sistemas hidráulicos para recoger, conducir y almacenar el agua en grandes cisternas.


Si no estáis atentos al recorrer el Siq, no os daréis cuenta de que estáis pasando junto a “betilos”, piedras sagradas que representan a algún dios del panteón nabateo, a saber de cual, porque estos “betilos” en general no tenían adornos ni rasgos antropomorfos. Es la piedra rectangular que se distingue (más o menos) dentro la de hornacina.

En ocasiones podían ser bloques transportables que se llevaban en procesión a los lugares de sacrificio. Para eso eran prácticos teniendo en cuenta que los lugares de sacrificio estaban a bastante altura y las escaleras del camino procesional eran muy incómodas .


El Siq no es una garganta creada por el agua, sino un único bloque roto por fuerzas tectónicas. En algunos puntos en que se estrecha mucho se puede ver que los extremos de ambas paredes encajan.


Cuando llega el momento en que el desfiladero se estrecha más, sabes que va a aparecer...pero no tienes ni idea de lo que vas a sentir cuando aparece Al Khazneh, el Tesoro.


¡Qué pequeño te sientes ante sus dimensiones (43 metros de alto x 30 de ancho) y su belleza!! Fue bonito verlo la noche anterior en penumbra pero nada que ver con la sensación que tienes al verlo de día. Cuesta un rato cerrar la boca al ver esa fachada helenística completamente tallada en la roca y tan bien conservada.


¿Qué pinta una fachada helenística en medio del desierto jordano? ¿Petra no la excavaron los nabateos, una tribu árabe?

Como en su origen eran nómadas y eran nuevos en esto de la arquitectura y escultura, los nabateos tuvieron que tomar prestados muchos elementos decorativos de otras culturas orientales y occidentales: egipcios, asirios, griegos y romanos entre otros.

Ya que pasamos dos días viendo el extraordinario legado que nos dejaron, qué menos que dedicarles un par de párrafos. Los nabateos eran una tribu nómada que llegó de algún punto de la península arábiga. No eran agricultores, eran pastores y sobre todo comerciantes muy hábiles, que tuvieron muy buen ojo para colocarse en sitios claves del desierto, controlar los pozos de agua y cobrar tasas a las mercancías que circulaban por sus territorios. Los productos con los que comercializaban eran además de mucho valor: incienso, mirra, especias...

Su estilo de vida cambió mucho con el tiempo, y en el siglo II a.C existía ya la ciudad de Petra, una próspera ciudad caravanera y la capital de un reino gobernado por reyes en la que llegaron a confluir hasta siete rutas comerciales. El reino se extendía por la actual Jordania, parte de Siria, Arabia Saudí, Egipto e Israel. En cuanto a lo de próspera, en algún sitio leí que en ocasiones cobraban hasta un 20 o 25% de “imposición tributaria”.

Volviendo al Tesoro, el nombre lo inventaron los beduinos que creían que un mago o brujo malvado con poderes sobrenaturales (el faraón) había escondido allí una inmensa riqueza . Así que la urna que remata el monumento está llena de agujeros por los disparos que hicieron durante décadas esperando que se rompiera la urna y les cayera una lluvia de oro.

En realidad, se cree que es un monumento funerario construido bajo el reinado del rey nabateo Aretas IV (9 a.C a 40 d.C). Esto de la incertidumbre es una constante en Petra, ya que la ausencia de inscripciones en general convierte a los monumentos en anónimos y dificulta establecer la cronología.

Estuvimos un buen rato allí sacando fotos sin parar. Ya había bastante gente, así que tuvimos claro que al día siguiente había que madrugar más.


Giramos hacia la derecha y enfilamos hacia el Siq exterior. Tumbas y más tumbas impresionantes excavadas en la roca. Los nabateos decidieron que era más fácil excavar la arenisca que levantar estructuras.


Normal que en un principio se pensara que Petra es una necrópolis. Pero ni mucho menos. Lo que sucede es que se han recuperado muy pocas viviendas. Y también hay muchos edificios y espacios públicos por cuyos restos pasaríamos después: templos, mercados, fuentes....

Nos daban ganas de pararnos en todas las tumbas y un poco más adelante en el Teatro, pero decidimos que ahora que estábamos frescos y estaba nublado mejor subíamos al Monasterio y después ya nos pararíamos tranquilamente en todas partes. Un día de sol (lo normal en Petra) os aconsejo que subáis por la tarde por la luz para las fotos y sobre todo porque da la sombra en algún tramo de subida.

Al ver a lo lejos las Tumbas Reales de verdad que nos tuvimos que aguantar para no irnos derechitos, ¡qué bonitas! Si podéis hacer el viaje en mayo, las adelfas florecidas le dan un colorido a Petra que la hace aún más espectacular.


Seguimos recorriendo sin pararnos demasiado la calle columnada, y pasamos el museo antes de empezar la subida hasta ed-Deir o el Monasterio.

Muchoooos escalones (unos 800 creo). La subida cuesta, echaréis pestes sobre los nabateos y sus escaleras sobre todo si no sois nada deportistas como es mi caso . La parte buena es que las vistas durante la subida son preciosas y tendréis excusa para parar cada dos por tres a hacer fotos. Y los escalones no son muy altos, incluyendo paradas para fotos tardamos unos 40 minutos en subir.

Por la mañana quería que saliera el sol, pero cambié completamente de opinión subiendo al Monasterio sin el solazo castigándote.



Se puede subir y/o bajar en burro, pero salvo que tengáis algún problema físico os aconsejo hacerlo andando (que cada uno a su ritmo y sin estrés al final se llega sin problema después de unos cuantos resoplidos ). Primero porque no dudo que los burros se saben perfectamente el camino, pero en ocasiones se acercan demasiado al borde de los barrancos y no lo veo seguro del todo. Y todavía subir tiene un pase, pero bajar ni de coña!! La segunda razón es que vimos a varios beduinos adolescentes pegarles a los burritos. Daban ganas de obligarlos a subir y a bajar ellos mismos a los turistas a cuestas mientras les pegan con un palo. A ver si les gusta .


Justo cuando empezaba a estar reventada, una beduina de un puesto de abalorios (toda la subida está jalonada de puestos) me dijo que quedaban cinco minutos. Le habría dado un abrazo a la mujer y le dije a mi marido que a la bajada le compraba un collar sin falta! Y efectivamente, después de un trocito más de subida, empezamos a descender y al llegar a una pequeña explanada miramos hacia la derecha y allí estaba el Monasterio: IMPRESIONANTE . ¿Pero cómo se apañaron para excavar esa mole allí en aquella época?


Su fachada es colosal, la más grande de Petra, 48 metros de alto x 46 de ancho. Es más sobria que la del Tesoro pero igualmente imponente. Hasta la urna que remata el monumento es enorme, tiene 9 metros de alto. Fabio Bourbon dice algo en la guía que me sorprendió y me pareció cierto mirando la fachada: que parece una anticipación de la arquitectura barroca.

El monumento se remonta al siglo I a.C, o al menos eso se cree. La datación es incierta y la función también, probablemente fue un templo para conmemorar a Obodas I, un monarca divinizado.

El nombre de monasterio no se lo dieron los beduinos, tiene su origen en el uso como iglesia que tuvo en el periodo bizantino como prueban algunas cruces esculpidas en su interior.

Estuvimos descansando un buen rato en la cueva-bar que hay enfrente tomando algo fresquito.



Después subimos a un par de miradores de los tres que hay. Creo que todos ponen que por allí está la mejor vista del mundo o del fin del mundo . Subimos a un par de ellos, el que lleva a la tumba nº 468 y al que está más a la izquierda. Mira qué eran bonitas las vistas sobre el Wadi Araba pero nosotros seguíamos con los ojos clavados en el Monasterio visto desde más arriba .


Aún quedaban muchas cosas por ver así que era hora de bajar. En la bajada me encantó poder devolver el favor que me hizo la beduina y decirles a unas chicas que tenían la misma cara que yo cuando subía que les quedaban solo cinco minutos de ascensión. Me gritaron que me querían


Casi estábamos abajo cuando nos dimos cuenta de que al subir se nos había olvidado echarle un vistazo al Triclinio del León, justo a tiempo, porque está nada más empezar a subir por un desvío a la izquierda.


Una vez llegamos abajo paramos para descansar y tomar los bocatas de jamón en el pan de pita en uno de los bares junto al Museo. Ummm, qué rica la alianza de civilizaciones gastronómica y qué suerte tener dos días y poder disfrutar de todo con calma. Es muy divertido estar allí contemplando no sólo los monumentos sino la vida en Petra: el trasiego de turistas de todas partes, el bullicio de los beduinos ofreciendo burros y camellos y los rebuznos de los animales...

El plan era recorrer tranquilamente en sentido inverso todo lo que habíamos visto en el camino de ida. Así pues nos acercamos a Qasr al Bint, “Palacio de la hija del Faraón”, llamado así por la leyenda beduina que cuenta que la hija de aquel mago prometió casarse con el hombre que consiguiera llevar agua hasta el palacio. En realidad es un templo nabateo, el único que ha resistido en parte los numerosos terremotos que han asolado Petra. Lo que más nos gustó fueron los restos del altar que está delante del templo, viendo lo queda de él te haces idea de lo gigantesco que tuvo que ser.


Atravesamos la puerta del Temenos al final de la via columnada que separaba la parte comercial de la ciudad de la parte sagrada del templo de Qasr al Bint.


Llegamos de nuevo al centro de la ciudad, la zona donde se construyeron la mayoría de los edificios públicos. Lo que más llama la atención son las ruinas del Gran Templo del Sur, que fue el mayor de los templos nabateos de Petra, o por lo menos de la Petra excavada. Lo digo porque el 80% de la ciudad sigue enterrada bajo la arena. El templo ocupa unos 7.000 metros cuadrados. Fue edificado en el siglo I y lo remodelaron tanto nabateos como romanos.



De nuevo llegamos a la altura del Teatro. No es romano aunque lo parece. Y lo parece porque lo ampliaron y remodelaron los romanos tras anexionarse el reino, pero lo excavaron en la roca los nabateos hace más de 2.000 años.



Volvimos al Siq exterior o calle de las fachadas. Mucha gente pasa relativamente rápido por la zona y se pierden los colores que tiene la piedra arenisca de estas tumbas por dentro. La pinta que tienen las fachadas de las tumbas de Petra es muy distinta de la original. Estuvieron pintadas y gracias a la erosión desapareció el estuco y aparecieron los increíbles colores de la arenisca.



Hay más de cuarenta tumbas en esta zona. La mayoría están decoradas con merlones escalonados (como almenitas de castillos) que probablemente los nabateos tomaron prestados de los asirios.



Volvimos lentamente hacia el Tesoro, mañana veríamos muchas más cosas. Hacía bastante calor y le dimos a un gato que se sentó con nosotros un poco de agua, qué sequito estaba el pobre, se la bebió entera. Y sin darnos cuenta le dimos de la botellita en la que yo me había tomado un ibuprofeno el día antes y quedaban bastantes grumos. ¿Les sentará mal el ibuprofeno a los gatos? Creo que no, al día siguiente seguía por allí .



Disfrutamos también del Siq en el camino de vuelta, pero no se nos hizo tan corto cuesta arriba después del palizón. Como excusa para descansar nos sentamos a fijarnos bien en la roca “elefante”, que según una señora tenía parecido con un pez...



Al llegar al centro de visitantes nos arrastrábamos, pero no tanto como para dejarnos robar los 7 JOD que nos intentó sacar un taxista espabilado por llevarnos al hotel. Hasta para intentar timar hay que ser más listo, con lo cansados que estábamos nos dice 4 JOD y podría haber colado. Su amigo nos llevó por los 3 JOD que te deben cobrar e hizo mejor negocio, porque le dijimos que si le interesaba recogernos más tarde para ir a cenar y llevarnos de vuelta al hotel por nosotros perfecto. A él también le pareció bien.

Nos habíamos ganado un buen bañito relajante en la piscina y una cena en el Red Cave (28 JOD). Buenísima. No es casualidad que nos gusten la mayoría de los restaurantes en los que comemos, es que le dedicamos tiempo a mirar el tema de las comidas preparando el viaje. Habríamos vuelto al Cave Bar a tomar una cerveza, pero habría estado feo quedarnos dormidos en el bar .

Información Práctica:

Horario de las taquillas: de 6:00 a 16:00 (invierno) o 18:00 (verano).

Precio de las entradas: 50, 55 o 60 JOD por los pases de uno, dos o tres días, respectivamente. Necesitaréis el pasaporte también el segundo día, os lo van a pedir porque en las entradas os ponen el nombre (o un resumen del nombre). Está incluido un trayecto de ida o de vuelta del centro de visitantes al Siq a caballo, pero los beduinos están autorizados a pedir propina (3 o 4 JOD como mucho). Por el Siq sólo circulan calesas.

Tranporte: Para los que no puedan o quieran andar demasiado, una vez llegas al Tesoro se pueden contratar burritos y camellos que recorren gran parte de Petra. Incluso al Monasterio y al Altar se puede subir y bajar en burro pero a mi no me convenció ese plan.

Comida y bebida: Os aconsejo comer de bocata: bien disfrutando de las vistas en algún sitio o bien en alguno de los “bares” pidiendo solo la bebida. El que no quiera llevarse comida que sepa que por supuesto hay sitios para comer dentro de Petra.

Tampoco tenéis que cargar con demasiada agua. Beberéis sin parar, pero encontraréis beduinos que la venden hasta en los rincones más perdidos.

Baños: En el centro de visitantes, antes de llegar al Teatro y justo antes de llegar al Museo.

¿Un día o dos para visitar Petra? Es posible ver lo esencial en un día, pero si no subís al Monasterio y al Altar de los Sacrificios al menos os habréis perdido zonas muy bonitas de Petra. Petra es un sitio tan especial que no se trata solo recorrerlo en mi opinión, sino de “saborearlo”. Influye mucho la forma física de cada uno y la época del año por las horas de luz que podréis aprovechar o el calor. Mi recomendación es que le dediquéis al menos un día y medio y si podéis dedicarle dos días mejor, lo disfrutaréis mucho.

Libros sobre Petra: La famosa Guía Arqueológica de Petra de Fabio Bourbon no hay forma de encontrarla en España (al menos nosotros no pudimos). En las tiendas de souvenirs del centro de visitantes de Petra la tienen en español. Merece la pena, aunque es una lástima no tenerla antes de llegar para poder leerla más tranquilamente.

Hay que decir que la guía de Fabio Bourbon es muy extensa y detallada, si sois de los que con una idea general de lo que estáis viendo tenéis suficiente también podéis descargaros esta audioguía para escuchar las explicaciones en el ipod o el móvil:

www.audioviator.com/ ...l-desierto

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Ese día madrugamos más para tener nuestro momento íntimo con el Siq y el Tesoro. O todo lo íntimo que pudiera ser, que siempre hay alguien más madrugador como vimos en el comedor del hotel a la hora del desayuno. Desde el primer día nos habíamos acostumbrado a los desayunos jordanos que no son precisamente los que solemos tomar en casa o en el bar. Pero lo que no conseguí desayunar en todo el viaje fueron las aceitunas gordales que ponían para las ensaladas antes de las 7:00 de la mañana (y mira que me encantan a otras horas del día ).

Justo antes de llegar al Siq vimos a un grupo muy madrugador. Pero lo adelantamos y pudimos recorrer el Siq solos en muchos tramos. Merece la pena madrugar .


Pudimos fijarnos en los detalles con mucha más tranquilidad que el día anterior. A la entrada vimos los restos del arco que se derrumbó en 1896, pero que los viajeros del siglo XIX pudieron ver aún en pie y dibujarlo. Son preciosos los que hizo en 1.839 el escocés David Roberts, si encontráis láminas o postales de sus dibujos seguro que alguna compráis.


Vimos también el camellero esculpido y su dromedario (del camellero se distinguen sobre todo los pies). Es lo que se conserva mejor, pero justo delante parece que hubo esculpidos más camellos, así que probablemente hubiera esculpida una caravana.


Nos cruzamos con un jordano que iba corriendo por el Siq. El día anterior también lo habíamos visto, así que suponemos que correrá por Petra cada mañana. En cambio estas monjitas no tenían mucha prisa por avanzar .


El Siq no es la única forma de entrar o salir de Petra, también se puede entrar por el por el cañón de Wadi Muthlim. No es una ruta sencilla y creo que es aconsejable hacerla con guía por peligro de inundaciones en un antiguo túnel nabateo que atraviesa, pero seguro que merecerá la pena.

Otra vez estábamos delante del Tesoro, esta vez con muy poca gente. No te cansas de mirarlo, los que habéis estado allí seguro que lo entendéis. Pasamos un buen rato sentados tranquilamente frente a la fachada.


Era inevitable acordarse de Johann Ludwig Burckhardt, el suizo que en el siglo XIX fue el primer occidental que contempló Petra después de muchos siglos. ¡Lo que habría dado el hombre por disfrutar de aquello con la tranquilidad con la que lo estábamos haciendo!

Para él no fue nada fácil, tuvo que echarle imaginación y narices al asunto porque en aquella época los viajeros occidentales no escuchaban precisamente Welcome to Jordan. Viajó por Oriente Próximo durante años haciéndose pasar por musulmán (lógicamente había estudiado árabe, el Corán y tradiciones islámicas). Cuando recorría la actual Jordania oyó hablar de una antigua ciudad oculta por los beduinos entre las montañas de Wadi Musa y decidió intentar encontrarla.

Necesitaba una buena excusa para su propósito y se le ocurrió fingir que había hecho la promesa de sacrificar una cabra en honor de Aarón, el hermano de Moisés, cuya supuesta tumba estaba situada cerca de este lugar. La estratagema coló porque a Aarón también lo veneran los musulmanes. Así consiguió que el 22 de agosto de 1812 lo llevara un guía a través del Siq hasta que se topó con el tesoro. Pobre hombre, flipando como debió de flipar y teniendo que disimular la emoción mientras recorrían Petra.

Intentaba tomar notas a escondidas escribiendo que probablemente las ruinas fuesen las de la antigua Petra. Pero por mucho que disimulara el guía empezó a sospechar y le acusó de ser un infiel que quería el dichoso tesoro. Lo convenció a duras penas de que no, pero temía por su vida y en cuanto llegaron a la base de la montaña de la tumba de Aarón sacrificó la cabra a toda prisa y regresaron lo antes que pudo para ponerse a salvo.

Por si no fuera bastante impresionante haber descubierto Petra, también fue uno de los primeros europeos que conocieron La Meca y Medina y además descubrió el templo del faraón Ramsés II en Abu Simbel . No llegó a viejo, murió de disentería en El Cairo con 33 años.

Empezó a llegar gente. Era el momento subir a Gebel Attuf, la montaña donde está al Altar de los Sacrificios. En Petra hay muchos más lugares altos de los sacrificios, pero éste es el mejor conservado. Las escaleras que suben son las que están junto a la tienda “Why not”, antes de llegar al Teatro.


¡Vaya tela con el primer tramo de subida!. Los escalones son mucho más empinados que los del Monasterio. Esta vez no tenías aliento ni para maldecir la manía de los nabateos de excavar cosas interesantes en sitios tan incómodos de alcanzar, en parte por lo que te cansas y en parte porque las vistas nada más empezar a subir eran tan bonitas que se te quitaban las ganas de protestar .


Pero no hay que desanimarse, después del primer tramo las escaleras no están tan mal y hay bastantes menos que al Monasterio, nosotros subimos en unos 25 minutos.


Bueno, eso calculamos porque como nos perdimos no podemos saberlo con seguridad . Cuando terminaron las escaleras había un tramo “llano” y seguimos de frente siguiendo a un grupito que había empezado a subir un poco antes que nosotros. Menos mal que una beduina muy simpática que iba montada en burro con su churumbel nos gritó que por ahí no era. Nos quedamos un momento indecisos porque el grupo seguía avanzando decidido, pero hicimos caso a la beduina y giramos hacia la derecha, dejando al lado unos puestecillos. Habíamos sido inocentes pensando que habían terminado las escaleras, pero diez minutos más tarde estábamos en Al-Madhbah, el Altar de los Sacrificios.


Lo que más sorprende del Altar es pensar como consiguieron excavar la roca hasta aplanar la cima de la montaña de esa forma (la plataforma mide 14,5 m x 6,5). Los “lugares altos” eran zonas sagradas, los lugares de culto más antiguos de Petra a los que iban los petrenses para honrar a sus dioses (más tarde utilizarían los templos adoptando de nuevo costumbres de culturas vecinas). Excavaban también desagües para canalizar la sangre de los animales sacrificados.

De todas formas el Altar en sí no merece tanto la pena como las vistas desde arriba. Bajáis un poco por las rocas y la vista desde allí (1041 metros) es impresionantee . Nos sentamos a disfrutar del espectáculo de la zona de las tumbas reales. Y si no nos quedamos todavía más fue porque el sol atizaba que no veas ya a esa hora.



Podéis volver a bajar por el mismo camino, pero os aconsejo que la bajada la hagáis por Wadi Farasa, uno de los sitios que más disfrutamos de Petra.

Estábamos buscando el camino de bajada, cuando vimos al jordano que corría por el Siq que seguía corriendo por allí!! ¿Habría subido corriendo también por las escaleras?? Eso es estar en forma y lo demás tonterías .

Volvimos a seguir a los que iban delante y está vez acertamos todos. Hay un cartel indicador, tenéis que dejar a la derecha un kiosco de bebidas y seguir recto. La bajada por Wadi Farasa es una gozada . Es el sitio de Petra en el que nos cruzamos con menos gente y desde el principio vais a disfrutar con las vistas, las formaciones rocosas tan bonitas que hay y las tumbas que la mayoría de gente no llega a ver por falta de tiempo.

Al poco tiempo de empezar el descenso os encontráis con el monumento del León, en su día una fuente. El león es enorme, lástima que no se conserve la cabeza, de la boca era donde salía el agua. Más o menos desde esa zona se ve a vista de pájaro la tumba del Soldado Romano a la que llegaréis después.


Este tramo tenía escaleras más empinadas, pero de bajada costaban menos y así llegamos antes a la zona de las tumbas.


La primera que encontramos fue la del Jardín que tiene delante una gran cisterna de agua


Más abajo está la tumba del soldado romano, que debe el nombre a los viajeros del siglo XIX que creyeron que una de las tres estatuas de la fachada representaba a un soldado romano con su coraza.



Un patio con columnas la comunicaba con el triclinio situado enfrente que destaca por el tamaño, las formas y el colorido. Parece que fue un complejo funerario lujoso.


En el interior hay un banco corrido de tres lados excavado en la roca. La mayoría de las tumbas más lujosas tenían triclinios en los que se reunían los familiares del difunto para celebrar banquetes en su honor.

Y un poco más adelante está la tumba del frontón partido en medio de un paraje precioso con las adelfas.


A partir de las tumbas la bajada es mucho más suave y podéis volver a la calle principal de Petra por dos caminos, por la derecha saldréis a la escalinata que lleva a las Tumbas Reales y por la izquierda llegaréis a la parte trasera de Qasr Al Bint. Cogimos éste último teniendo en cuenta el recorrido que queríamos hacer después. En ese trozo no hay ni una sombra, no es largo pero si lo hacéis os aconsejo que llevéis agua. Poco antes de llegar hay vistas muy bonitas de una zona de tumbas poco concurrida.


Ufff, ¿cuanto habíamos tardado desde que empezamos a subir? Unas dos horas y media con muchas paradas para fotos y el descansito en el altar . Serian las doce, una hora estupenda para tomarnos los bocatas en el mismo chiringuito del día anterior antes de seguir camino.

Subimos hacia la iglesia bizantina. En esta zona están los restos del templo de los leones alados, templo nabateo del reinado de Aretas IV y destruido por el terremoto del año 363.

Siguiendo por el camino hay restos de un edificio que se pensó que podría ser el Palacio Real de los reyes nabateos, uno de los edificios que aún no se ha encontrado.

Vimos los mosaicos de la iglesia bizantina, a pesar de todos los que habíamos visto ya durante el viaje, estos nos gustaron bastante.


Y ahora sí que nos fuimos derechitos hacia las tumbas reales. Lo más habitual es que lleguéis por la escalinata que sube desde el valle, cerca del Teatro y la primera tumba que veáis sea la de la Urna. Desde la iglesia bizantina nosotros llegamos primero a la tumba de Palacio.

Para no variar no hay seguridad por la falta de inscripciones, pero por el gran tamaño y la riqueza de la decoración se consideran enterramientos de reyes nabateos.

El nombre de cada una alude a algún rasgo característico, la de Palacio se llama así simplemente porque se creía que imitaba la arquitectura de los grandes palacios helenísticos. Es la mayor, se distinguen tres niveles en la fachada pero tuvo un cuarto y un quinto. Es la única tumba de toda Petra que no está totalmente esculpida en la pared rocosa.


La Corintia es la más erosionada, pero igual de impresionante. Se llama así por los capiteles de la fachada.


Delante de la tumba de la Seda nos quedamos embobados un buen rato, por los colores de la fachada: vetas rosas, blancas, amarillas y azules.


Y por último vimos la tumba de la Urna, reconocible por las enormes arcadas que la sustentan. No se excavó al pie de ladera sino a gran altura y delante tiene un gran patio de 20 metros de ancho.


Si las vistas de las tumbas desde el valle son preciosas, las del valle desde las tumbas no desmerecían


Me dio pena un grupo que estaba allí escuchando las explicaciones de su guía. Unas explicaciones largaaas, muy laargas. Del tipo de las que aburren a las ovejas por la cara que ponían . Pero sobre todo demasiado largas para escucharlas a las 3 de la tarde a pleno sol (ese día se nubló muchas veces pero estos pobres no tuvieron suerte en aquel momento). Si pensaba enrollarse tanto, bien podría haber tenido el detalle de hacerlo a la sombra .

Justo después de la tumba de Palacio están las escaleras que suben a la montaña de Al-Khubtha, para ver el tesoro desde arriba. Yo quería subir, pero mi rodilla me avisó que de que no estaba por la labor de otra subida bestia de escaleras en el mismo día. Le dije a mi marido que no se quedara con las ganas, que yo bajaría a la zona del teatro para tomarme algo fresquito, qué remedio. Menos mal que conocí a unos canadienses muy majos que también estaban descansando y con la charla se me hizo cortita la espera .

En realidad fue corta, mi marido tardó en subir y bajar algo menos de una hora . De las tres subidas le pareció la más dura, pero sin rodillas impertinentes merece completamente la pena por las vistas impresionantes del teatro y de la calle columnada.


Empieza con un largo tramos de escalones empinados. Al terminar las escaleras, encuentras una antigua cisterna nabatea en la que hay una tetería. Hay que seguir por el camino que la deja a la derecha. A partir de ahí por extraño que parezca empezáis a descender y aunque no hay senda claramente marcada hay montoncitos de piedra que han ido dejando los senderistas que sirven de guía hasta que lleguéis a ver el Tesoro. Desde allí podéis moveros buscando distintas vistas. Mucha gente saca fotos desde una tetería que hay en el borde mismo de la montaña, pero mi marido decía que aunque la veía primero desde algo más arriba y luego desde más abajo, no atinó a llegar .


Se acababa el tiempo en Petra, trasteamos algo más por la calle de las fachadas y antes de volver hacia el Tesoro quisimos hacer algo que nos habría apetecido por la mañana. Volvimos al principio de la subida al Altar de los Sacrificios y subimos tan solo un tramito para quedarnos allí sentados disfrutando de las vistas. Qué gozada .


Antes de irnos no quise quedarme con las ganas de hacer un poco el guiri. Buenooo, un mucho, pero total, nadie se iba a enterar, ni que yo contara estas cosas en internet . Le dije a uno de los Jack Sparrow que tenía el dromedario por allí aparcado (siento no ser más original en la comparación pero es que es verdad que los bedoul son clavaditos a él! ) que le daba un dinar si me dejaba montarme un momento y hacerme una foto delante del tesoro. Le pareció perfecto y yo me quedé tan contenta.


Adiós Petra. Un placer de verdad haberte conocido . Repetimos el ritual del día anterior: hasta el taxista que nos llevó al hotel fue el mismo. Nos bañamos en la piscina y para cenar fuimos a un restaurante que os recomiendo incluso aunque no esté cerca de vuestro hotel. Baratísimo y riquísimo todo y el dueño no pudo ser más amable: el Beduin Quick Bite (17 JOD)

Casi dormidos estuvimos a punto de tener que salir de la habitación a echarles una mano a nuestros vecinos. Yo no sé que se habrían bebido pero tuvieron que hacer por lo menos 10 intentos antes de atinar a abrir la puerta de su habitación con la tarjeta .

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