4 días en Bélgica: Bruselas, Gante y Brujas ✏️ Blogs de Belgica

Según la previsión meteorológica hoy no lloverá en casi todo el día; por lo que decidimos irnos hasta Brujas y recorrer esta maravillosa ciudad.

Igual que el día de ayer tomamos el tren de las 10.51h desde la estación central de Bruselas en dirección Ostende para bajarnos, una hora después, en Brujas. Como ayer utilizamos el billete “summer deal” por 8€ los adultos.

Salimos de la estación y sólo cruzar una avenida entramos ya en la ciudad antigua medieval. Cruzamos el canal y por la alameda Begijnenvest y llevando el canal a nuestra derecha llegamos al Minnewater (o lago del amor) con sus historias sobre enamorados y sus vistas de postal que se toman desde el puente.


No cruzamos el puente, sino que bordeando el lago por su orilla izquierda llegamos a la altura de la casa que es una exclusa.


Por la otra fachada de la casa exclusa se llega al interior del Minnewater donde siempre hay cisnes y patos en recuerdo, o eso parece, del gobernador de Brujas del Conde de Flandes, Pieter Lanchais (o Pedro Cuello Largo) que fue ejecutado por los habitantes de Brujas en represalia de una política impuesta por el Conde.

A la altura de la puerta blanca que hay a la izquierda al fondo del Minnewater hay una parada de coches de caballos, una bonita manera de recorrer la ciudad (40€ el recorrido), aunque nosotros seguimos andando.

Ahora entramos por esa puerta blanca, que tiene grabada la fecha de 1776, en el Begijnhof (o Beaterio), la comunidad fundada en el 1245 formada por mujeres que sin hacer votos se dedicaban a servir a Dios y a cuidar de enfermos y heridos y hacer obras de caridad. Es un paseo lleno de paz y muy agradable.


Salimos por la misma puerta y seguimos por la calle Walplein hasta Zonnekemees en la que giramos a la izquierda hasta llegar a un edificio que es un pasadizo cubierto para, una vez cruzado, tener una imagen de la parte posterior del Hospital de San Juan y de la Iglesia de Nuestra Señora.


Luego desandamos lo hecho y seguimos recto por Zonnekemees, calle de casas bajas y muy bonitas, hasta la calle Mariastraat, llena de chocolaterías, pastelerías y tiendas de recuerdos hasta la Iglesia de Nuestra Señora.


Entramos en la Iglesia de Nuestra Señora (o Onze Lieve Vrouwekerk) por su puerta lateral derecha y, tras comprar la correspondiente entrada de los museos de Brujas (2€), contemplamos la obra de Miguel Angel “La Madonna de Brujas”. Obra contemporánea de su Pietà del Vaticano que no se sabe muy bien cómo llegó hasta aquí; pero que se encuentra aquí desde hace muchos años.


Nosotros queríamos contemplar también la tumba de María de Borgoña, madre de nuestro Felipe el Hermoso, que contiene, en una caja de plomo, el corazón de su hijo; pero la Iglesia está en obras y no se puede acceder hasta el altar mayor.


Salimos de la Iglesia y rodeándola por la derecha y pasando por un arco llegamos a un pequeño canal donde a su derecha hay un busto del pensador español Luis Vives que vivió y murió en esta ciudad.


Cruzamos el puente y salimos por la calle Djiver pasando por el Museo Groeninge hasta la altura de la calle Wollestraat donde en el puente está la estatua de San Juan de Nepomuceno. Seguimos en dirección Norte por esa calle para llegar al Markt.


En esta plaza está la torre Belfort y la Lonja de los Paños. El carrillón de la torre no toca campanadas; sino que van sonando piezas clásicas. A su derecha está el Palacio Provincial. Justo a su lado está el “Historium”.


El “Historium” es la recreación de un día de la vida de uno de los ayudantes de Van Eyck en 1450, más o menos. Se trata de un museo para ver, oler y sentir la Brujas de la Edad Media. El visitante se convierte en un viajero en el tiempo al recorrer las salas ambientadas en un escenario histórico de la ciudad. Hay un pase familiar por 30€ (2 adultos y 3 niños máximo) que incluye la audioguía en castellano. El edificio incluye además una tienda, una cervecería y un balcón que te permite obtener magníficas vistas sobre el Markt. Está abiero de 10.00h a las 18.00h y si necesitáis más información www.historium.be


Desde allí y por la Breidelstraat llegamos al Burg donde se halla el Ayuntamiento, a su derecha el palacio de Justicia y a su izquierda la Basílica de la Santa Sangre, donde se venera la ampolla que contiene la sangre de Cristo que llegó a Brujas en la época de las Cruzadas. El acceso es gratuito, pero la veneración se realiza en un horario determinado. En nuestro caso a partir de las 14.00h.


Como es una ciudad muy bonita y muy fotogénica os pongo unas cuantas imágenes más:




Después de esta visita y de comer en la ciudad iniciamos el paseo hacia la estación de tren. La visita a Brujas se puede alargar y creo que se debería hacer noche aquí; pero eso será la próxima vez. Ahora nos toca regresar a Bruselas.

Al llegar a la estación central de Bruselas vamos hasta la Grand Place para salir por la calle de Létuve y llegar al Manneken Pis y girar hacia el Oeste por Grands Carmes llegando a la Iglesia del Bon Secours. Desde allí y por el Boulevard Anspach hasta la Place Fontainas y tomar la Rue Anderlecht que siguéndola hacia el Norte nos lleva al mural de Astérix y Obélix y unos metros más adelante hasta el de Lucky Luke.


Desandamos lo hecho hasta el Boulevard Anspach y subiendo por él hasta el edificio de la Bolsa para desde allí llegar a la Grand Place y luego hasta el hotel.

Se acaba otro día intenso y mañana nos volvemos a España.

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Hoy es el último día de estancia en Bélgica. El vuelo sale a las 19.10h desde el aeropuerto internacional de Bruselas, por lo que tenemos casi todo el día para aprovecharlo.

Nos levantamos a eso de las 08.00h para visitar la Catedral de San Miguel y Sta. Gúdula que teníamos pendiente desde el primer día, donde destacan sus vidrieras del s.XVI, las estatuas de la nave central y el púlpito barroco.


Regresamos al hotel para hacer las maletas y bajamos a desayunar. Hoy sí que lo hacemos en el hotel y justo después hacemos el check out. Dejamos las maletas en consigna hasta que pasemos por el hotel para tomar el tren en dirección al aeropuerto.

Salimos del hotel y vamos hasta la estación central para tomar el metro, línea 1 en dirección Stockel para bajarnos en la parada de Schuman.


Cuando salimos a la calle estamos delante del edificio de la Comisión Europea (o Berlaymont). Hacemos todas las fotos típicas que se ven por la tele: la de las banderas, la de la entrada, etc. Delante de este enorme edificio está el del Consejo de Europa, también enorme y ahora en remodelación.


El pensamiento de casi todos los que pasamos por aquí es: ¿tanto se necesita para esta UE? Y lo que nos cuesta. Debe ser que no entendemos el funcionamiento de estas estructuras supranacionales.


Tomamos la Rue de la Loi en dirección centro de la ciudad para llegar al Arco del Cincuentenario, conmemorativo de los 50 años de independencia de Bélgica que se encuentra en el Parque del mismo nombre que es la zona verde con más extensión de la ciudad.


En las alas del Arco están los museos Autoworld, dedicada a los automóviles, y el militar. Nosotros entramos en este último. Es gratis aunque se solicita la voluntad. Se pasa un buen rato contemplando trajes, armas, vehículos y aviones y helicópteros. Recomendable si estáis por la zona.


A la salida del parque giramos a la izquierda si dejamos a nuestra espalda el Arco para llegar a la Rue Belliard hasta la Rue Froissant. Por esta calle en dirección Sur llegamos a la Place Jourdan, donde está el kiosco de patatas fritas “Maison Antoine”, que tiene fama de hacer las mejores de Bruselas. Compramos un cucurucho grande y algún refresco y nos lo comemos en el cercano Parc Leopold.


Desde el parque y siguiendo un camino de tierra hecho a base de pasar por él muchos caminantes podemos llegar al enorme edificio del Parlamento Europeo. Lo atravesamos y salimos por la Place du Luxembourg.


Aquí empieza a llover y callejeando vamos hasta una de las paradas de metro que hay en la Rue de la Loi. Desde allí hasta el hotel para comer algo por la zona, recoger las maletas y, de nuevo, entrar en la Estación Central para tomar el tren con destino al aeropuerto internacional de Bruselas.


El vuelo salió con más de una hora de retraso por un problema técnico. Nos pareció estupendo que se revisara la nave y se aplazara su salida hasta solventar los posibles problemas. Lo que no nos pareció tan bien es que la espera la hiciéramos a pie de pista y a la intemperie. Menos mal que durante ese momento no llovía.

Llegamos a Barcelona a eso de las 22.00h, avisamos al parking donde tenían nuestro coche y al poco ya estábamos en su local para abonar su servicio y después llegar a casa.

Conclusión: viaje genial que ha supuesto una sorpresa muy agradable e inesperada. Volveremos a Bélgica para completar con Amberes, Lovaina o Malinas. Seguro que también nos escantarán.

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