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Dormí toda la noche como un bebé, pero a las 5 de la mañana tocaba ponerse en marcha para hacer el camino de vuelta.
Esta vez tarde una hora el llegar al poblado desde el campamento y otras cuatro y media para subir hasta el parking de Hualapai Hilltop. La última milla fue la peor cuando tenía que subir la ladera del cañón para llegar al coche, pero tomado con calma y una par de paradas se llega sin más problema.

Poco después de las 10 ya estaba en el coche y tras recuperar el aliento, regresé por la IR18 hasta la R66. Aunque mi destino era Las Vegas, volví atrás para ver Seligman de día ya que a la ida había pasado en plena noche. Quizás sea la población más pintoresca de la R66 y ya que estaba cerca valía la pena volver para verla bien.





De Seligman, ahora si, con rumbo a Las Vegas, continúe por la R66 pasando por Hackberry y Kingman donde dicen que hay que parar para tomar uno de sus batidos en el restaurante Mr. Dz. y así lo hice.




Antes de llegar a Las Vegas, quedaba una última parada, la presa Hoover. Un consejo si queréis visitar esta presa, el parking que hay en el lado de Nevada, es de pago, 10$, pero si cruzáis la presa y vais al lado de Arizona, hay una serie de aparcamientos gratuitos.



Y a media tarde llegaba de nuevo a Las Vegas. Tras el check in, esta vez en otro motel en la zona norte, tenía el resto de la tarde y toda la noche para disfrutar de la ciudad con calma. Prácticamente pude recorrer todo lo que no había visto la primera noche del strip.




Aunque el ambiente era increíble, como no puede ser de otra manera en esta ciudad, se nota la diferencia respecto a la noche de un sábado, como fue la primera. Es cierto que los hoteles pueden costar el doble los fines de semana respecto un día entre semana, pero si podéis, vale la pena que intentéis hacer coincidir vuestro viaje con un sábado en esta ciudad y vivir en su máximo apogeo lo que significa Las Vegas.

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Después de la paliza de los días anteriores, este día iba a ser más calmado o esa era mi intención. Me levanté tarde, sobre las 8, desayuné sin prisas en en el motel.
A las 10 el calor la era notable y sabia que si me ponía a patear la ciudad no duraría mucho, así que me decidí acercarme a los famosos outlet del norte. Comparando los precios con los de Espanya, la ropa aquí es notablemente más económica, pero comparada con tiendas de San Francisco o New York no hay apenas diferencia, excepto en las prendas que tienen descuento especial, entonces si que vale la pena comprar en estos centros.

Con las compras realizadas me fui de vuelta al motel a por la ropa sucia, tocaba hacer la colada. No muy lejos hay una lavandería autoservicio donde por 3-4$ lavé toda la ropa de la semana y mientras esperaba aproveche para ir al restaurante de al lado para comer. Era el primero que pisaba en este viaje, ya tocaba.



Con la ropa limpia y comido volví al motel pero seguía haciendo demasiado calor. Eran las 2 de la tarde y el sol no tenía piedad, así que decidí probar la piscina. Nada que ver con Supai, era pequeñita pero hacia su función. No me quede mas de una hora, se estaba muy bien pero no había venido a Las Vegas para quedarme en una piscina.

Y otra vez a recorrerme el Strip. Como ya había visto prácticamente todo lo mas interesante, me dedique a repetir y recrearme en mis hoteles, casinos y centros comerciales favoritos.



Cuando llegué al Bellagio decidí que era el lugar donde tenía que probar suerte con la ruleta. Si vienes a Las Vegas y no juegas es como si no hubieras venido. Busqué la mesa con la apuesta más baja permitida, 20$, cambié mi billete por fichas y sin pensarlo me lo jugué todo al rojo. Salió negro. Arruinado me retiré a las calles a seguir con mis visitas.




Se que hay mucha gente que aprovecha su viaje a Las Vegas para ver alguno de los múltiples espectáculos que aquí se hacen, pero ese no fue mi caso. Quizás si hubiera venido para más días, si que habría intentado ver alguno y quizás lo haga en próximos viajes, pero en este mi objetivo era ver los hoteles y casinos tan bien como pudiera.

Ya de noche recorrí por última vez el Strip admirando las luces de la ciudad y regrese al motel a por el coche para ir a mis dos últimos puntos de interés, el Stratosphere y la calle Freemont.




Pensaba que en la calle Freemont me encontraría un ambiente un poco decadente cuya única atracción seria la pantalla gigante. Pero nada de eso, música, actuaciones an la calle, una tiro linda cruzando de punta apunta la calle, gente por todas partes con muchas ganas de fiesta.





Fue una sorpresa bastante agradable. Era una lastima que me tuviera que ir pero tenía que dormir algo para aguantar el día siguiente la paliza que me esperaría.

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Este día sabía que iba a ser durillo. Salí a las 7 de las Vegas, rumbo a Death VALLEY pasando por Pahrump. Aquí es recomendado llenar el depósito de gasolina. Aproveche también para cargar el coche de botellas de agua y algunas provisiones para el camino.


La primera parada fue Dantes View. Desde la carretera principal, la 190, se accede tomando un desvío bien señalizado a la izquierda y tras recorres unos 30 minutos de sinuosa carretera con bastante pendiente, llegamos a un mirador desde el que se ve casi todo el valle. Desde aquí se puede tomar un pequeño camino hasta un promontorio donde las vistas, a mi parecer, son mejores que las que hay desde el propio mirador.



Visto el valle desde las alturas, tocaba bajar y regresar a la carretera 190 para seguir con la ruta. Intenté ir a Twenty Mule Team Canyon, pero la carretera de acceso estaba cerrada, así que seguí adelante hasta llegar a Zabriskie Point, donde hay que aparcar el coche y subir una cuesta para llegar el mirador. Esta parada no duro mas de 5 minutos.


Siguiendo por la 190, antes de llegar al centro de visitantes, hay un desvío a la izquierda que conduce a Badwater Basin. A medio camino hay un desvío a la derecha que lleva a Devils Golf Course, que son unas rocas de sal, no es que sean muy interesantes, pero tampoco se pierde mucho tiempo en hacer la visita.



Y poco después llegué a Badwater. La verdad es que estaba un poco temeroso por el calor que allí se podría sufrir, más a esas horas del día, la 1 de la tarde, y en pleno mes de agosto. Esperaba encontrarme con temperaturas superiores a 50 grados pero afortunadamente me toco un día fresco, para la zona, y el termómetro solo marcaba unos cómodos 44 grados. Gracias a esta agradable temperatura, pude dar un paso por las salinas y disfrutar con calma del desolador paisaje.



De vuelta a la 190, hice el recorrido de la Artist Drive. El punto más destacado es Artist Palet, pero a lo largo de toda la carretera puedes ver paisajes parecidos con las montañitas de diferentes colores característicos de los minerales de la zona.


Al llegar al cetro de visitantes aproveche para hacer una pausa y comer en una zona con mesas y bancos para hacer un picnic.

A una media hora de Furnance está la zona de Stovepipe Wells donde lo más interesante para visitar son las dunas de arena y el Mosaic Canyon con sus paredes de mármol. Tanto en un sitio como otro, al inicio del camino hay unos carteles muy alentadores avisando del peligro de las altas temperaturas.


En Mosaic canyon es quizás donde mas calor pasé, el sol pegaba con fuerza y a diferencia de los otros sitios aqui, al ser un cañón, no pasaba ni gota de aire y las propias paredes desprendían aun mas calor, pero aún así es un paseo fácil de hacer y recomendado.


Por último, antes de salir de Death Valley y en la zona de Panamint Springs quería ir a ver Darwin Falls, pero me debí pasar de largo el desvío y cuando me quise dar cuenta ya había llegado al mirador padre Crowley View, y no quise volver atrás.

La carretera que sale de Stovepipe Wells hacia Panamint springs tiene tela. Hay que ascender una montaña de 1500m, que tampoco es que sea mucho pero es en un tramo de no muchos kilómetros, por lo que la pendiente es considerable. Al principio de la carretera hay un cartel recomendado desconectar al aire acondicionado del coche para reducir el sufrimiento del coche. Yo pensé que era una exageración y para un coche como el mío que además iba medio vacío no tendría problemas. Pero a mitad de trayecto note que al coche le costaba tirar. Pisaba a fondo el acelerador y nada. Fue cuando me fije en el indicador de temperatura del motor y estaba a punto de llegar a la zona roja. Rápido quite el aire, afloje un poco la marcha y enseguida el coche recuperó el ritmo hasta llegar a la cima.
El problema más grave lo tuve en la bajada. Estos coches automáticos no reducen mucho y hay que utilizar bastante el freno para no embalarse. Pues supongo que se me calentaron porque cada vez que pisaba el freno, el coche empezaba a temblar y apenas frenaba. Durante un rato lo pase un poco mal, hasta que pude detenerme a un lado de la carretera. Espere unos minutos y me incorporé de nuevo y ahora si, otra vez los frenos funcionaban sin problemas.



Dejando a un lado los sustos de los frenos, esta carretera también tiene sus encantos, culminando en el mirador del padre Crowley.


Ya era media tarde cuando puse rumbo a Los Ángeles. Como no sabía lo que me entretendría en el valle de la muerte ni lo que tardaría el llegar a Los Ángeles, para esta noche tampoco tenía reserva de hotel, cuando me pillara la noche o el cansancio pararía en algún motel. Pero según avanzaba vi que me daba tiempo de llegar a la ciudad a una hora decente, así que me arriesgué y fui directo al hotel donde sí tenía reserva para la noche siguiente. Tuve mucha suerte y pude conseguir habitación allí mismo. Mucho mejor así, cuándo me levantara ya estaría en Los Ángeles.

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