SELVA NEGRA; UNA SEMANA EN COCHE CON LOS NIÑOS ✏️ Blogs de Alemania

Nos levantamos otro día en la Selva Negra con un calor insoportable, no lo había comentado antes, pero el clima los días que nosotros hemos estado ha sido fresco agradable a primera y última hora y un calorazo seco de casi 38 grados durante los días....aunque más soportable en que en casa, que es mucho más húmedo. De nuevo desayuno completo y nos vamos esta vez dirección norte hacia la ciudad balneario, Baden Baden. En esta ocasión casi todo el recorrido es por autopista sin límite de velocidad, con lo que los casi 60km se hacen más soportables que el día anterior. Llegamos a Baden Baden y directamente metemos el coche en un aparcamiento público, con en el resto de sitios donde lo hicimos, no excesivamente caro. Nos vamos a callejear por ahí, la ciudad es muy señorial, los edificios son amplios y elegantes y los jardines muy cuidados, y el nivel de vida se nota que está muy por encima de la media de toda la región....y claro, los precios también. Tomar tres bebidas en una cafetería en el centro supuso casi diez eurazos.....pero en Baden Baden todo se paga. A mí personalmente fue el sitio que menos me gustó, quizá porque es de lo más conocido, y para mí no tiene nada del encanto de la Selva Negra tradicional. Hacemos las cuatro fotos y nos encaminamos hacia el lago Mulmesee, que queda a mitad de camino hacia Freudenstandt, para ello tomamos la famosa Schwarzwaldhochstrasse, la carretera del norte dela Selva Negra, con unas vistas increíbles de los bosques y paisajes pero como ya dije carente del encanto de las interiores, en mi opinión. El lago es una zona muy turística y confluida, cuando llegamos tuvimos que aparcar en los márgenes de la carretera porque los parking estaban llenos, pero en cinco minutos ya estábamos allí. Muy turístico, muy lleno de gente...y más pequeño de lo que pensábamos. Eso sí, metimos los pies en la orilla (algún valiente hasta se bañaba), el agua muy fresquita. Se pueden alquilar barcas y patines, pero no era nuestro objetivo, así que seguimos hacia Freudenstandt. Cuando llegamos, aparcamos directamente en el parking de la Marktplatz, la más grande de Alemania, será porque está dividida por la mitad por la carretera principal. Buscamos un sitio para comer y acertamos de pleno en un italiano de la misma porchada de la plaza, buenísima pasta, carne, ensalada.....comimos a lo grande, y por supuesto con nuestras Bier, que mención aparte merecen, en cualquier sitio te plantan una jarra astronómica, aunque está un poco más flojita que las nuestras. Después de comer, un helado en la consabida heladería de turno (buenísimo) y a callejear. Freudenstant nos sorprendió, sus calles tienen mucho encanto, está muy organizada, muy limpia, todos sus rincones muy cuidados...sobretodo su querida plaza. Allí hay una fuente de esas que sacan chorros del suelo, y los críos se lo estaban pasando más que en grande. Acabamos de nuestra visita y ponemos rumbo al hotel, un ratito de descanso y bañadores para acabar la tarde en la piscina hasta el cierre (20h, casi nos quedamos solos jeje) para que los peques se lo pasen pipa y luego una cervecita antes de cenar en un hotel de al lado de nuestro apartamento (ni que decir tiene que estábamos solitos solitos), y a descansar, que mañana tenemos más planes!

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Amanece un nuevo día soleado y decidimos poner rumbo al sur, concretamente empezando por Friburgo para seguir cruzando la frontera hacia Colmar, en la Alsacia francesa. Casi todo el trayecto por autopista sin límite nuevamente, con lo que en poco más de media hora recorremos los 60 km de distancia entre los dos puntos. Aparcamos en un parking en el centro de la ciudad debajo de un centro comercial (precio aproximado como el resto, un par de euros la hora) y nos encaminamos al centro. En viernes montan el mercado semanal alrededor de la preciosa catedral, es curioso ver cómo conviven las paradas de flores y artesanía con la fruta, la verdura, y las caravanas de carne y pescado, además hay mucho puesto de venta de perritos calientes, si no hubiese sido tan temprano, perfecto para comer!
vimos los famosos canales en toda la ciudad, los menos caudalosos prácticamente secos, pero en los que había más agua flotaban curiosos barquitos de vela que vendían en otros puestos de la zona. Merece la visita para perderse paseando por sus calles y tomar un café o helado en alguna de sus terrazas (eso si, precios caros), que es lo que hicimos nosotros. Se nos truncó el plan de ir a Colmar porque nuestro coche escogió ese día para averiarse, y después de acudir a la policía para buscar un taller, pelearnos con el idioma para entendernos con el mecánico y el consiguiente susto, nos volvimos para nuestra zona a pedir una segunda opinión y se nos fue gran parte del día....así que volvimos a recalar en la piscina del pueblo con cervecita vespertina para reponer fuerzas ya que la avería, aunque importante, nos permitía circular tranquilamente hasta la vuelta a casa....nos quedará pendiente Colmar!

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Dado el problema que tenemos en el coche, decidimos movernos por estos pueblos que están mucho más cerca de nuestra zona que otras partes que teníamos previstas. De nuevo, energía con el desayuno a la alemana y cogemos la B28, y un trocito de autopista, esta vez hasta Offenburg. Sin novedades, parking en el centro y callejeo por esta preciosa ciudad que, además, hoy tiene mercado! de nuevo flores, comida y artesanía conviven en la calle y la gente se lanza a comprar y a vivir la mañana, pasamos un buen rato admirando sus calles y edificios, todos muy cuidados y vistosos. De ahí ponemos rumbo a Durbach, otro sitio que nos habían recomendado ver, y la verdad que no defrauda....muchos viñedos (será por su cercanía con la Alsacia), preciosas casitas cuajadas de flores en un pueblecito con mucho encanto....muy bonita la pequeña iglesia, aunque nosotros la encontramos cerrada. Por último, parada en Gengenbach, pueblecito que parece de un calendario de Navidad. Dejamos el coche en zona azul, los primeros 30' son gratuitos...nos peleamos con la máquina para entendernos con ella, en alemán no hay manera! y por fin de callejeo, lo primero una cerveza en una terraza de la calle principal....pagamos la tasa turística me temo, bastante caro! 3 euros por el zumo de cada niño.....en fin....pero cuando el calor aprieta.....aprovechamos para pasear por sus calles, pasamos por debajo de su torre de la defensa y pudimos ver la conservada puerta de madera medieval, en perfecto estado. Merece la visita la iglesia, sencilla pero con exposición gratuita de varias piezas históricas encontradas en la zona, en ese momento estaban ofreciendo un concierto de órgano que pudimos escuchar durante un rato al fresquito del templo. Por la parte de atrás de la iglesia discurre el rio y un parque que sigue su vereda, merece la pena asomarse....nosotros vimos una mantis religiosa, flipamos! De aquí de vuelta a Bad Peterstal a la rutina de la tarde, lo que los peques esperan todo el día...descubrimos gracias a otra familia española un restaurante regentado por griegos en la misma carretera principal donde nos zampamos uno calamares enharinados....aún se nos saltan las lágrimas cuando los recordamos! qué ricos! el dueño, Dimitri, no entiende mucho inglés, pero al final te comunicas, la comida está buenísima y muy bien de precio, sin duda lo recomendamos!.

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