Escapada boreal a Noruega (2015) ✏️ Blogs de Noruega4 noches en Tromso para intentar cazar auroras borealesAutor: Josep7778 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (16 Votos) Índice del Diario: Escapada boreal a Noruega (2015)
01: Preparativos
02: A por las auroras!
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Etapas 4 a 4, total 4
21-03-15
Al despertar nos encontramos con la sensación de haber recuperado el descanso que llevábamos acumulado. Sin prisa pero sin entretenernos demasiado, nos preparamos para otro día con una actividad totalmente desconocida para nosotros. Vamos a hacer una excursión en trineo de perros! Antes de ponernos toda la ropa de abrigo, bajamos a desayunar y volvemos a coincidir con toda la pandilla de compañeros de hotel, comentamos otra vez lo hecho, nos contamos los planes para hoy… Casi sin darnos cuenta, el tiempo se nos ha echado encima, y tenemos que salir a toda prisa para llegar al punto de recogida de la excursión: el Radisson Blue hotel, que parece ser el centro neurálgico de Tromso. La verdad es que está muy bien situado y es perfectamente visible desde el otro lado del puente, un auténtico punto de referencia. Hoy no he dado con mis huesos en el hielo (de momento), ya le vamos pillando el truquillo a esto del hielo. Ya en la puerta del Radisson, no tenemos que esperar más de 10 minutos para subir a un minibús que nos lleva a las afueras de Tromso, un recorrido de unos 30 minutos, durante el que podemos contemplar los paisajes blancos inmaculados en todas direcciones. La verdad es que se nos hace un poco raro, acostumbrados a la Costa Brava, estar entre tanta nieve. Por fin llegamos al Villmarkssenter, al suroeste de Tromso, en una isla diferente, bastante más grande. Por lo que podemos ver, estamos en una zona bastante llana, muy cerca de un lago/fiordo. Todo está absolutamente cubierto de nieve, y además por una capa bastante gruesa. Nada más entrar, nos preguntan quién quiere ser solamente paseado en trineo y quien quiere conducir su propio trineo. Nosotros queremos probar la experiencia de conducirlo, y nos dan unos brazaletes indicativos de ello. Tras esto, pasamos al “vestidor”, dónde nos ponemos de nuevo ropa de abrigo de cuerpo entero, pues aunque hace mucho sol, la temperatura no pasa de los 2ºC, y vamos a estar cerca de 1 hora en trineo, con viento helado contra nuestros cuerpos. Vale más ir bien preparado. Una vez vestidos, salimos al patio trasero, lugar en el que viven los perros. Hay más de 100 casetas dobles, cada una con su perro, atados con cadenas que les dan cierta movilidad. En total nos cuentan que tienen unos 300 huskies, de un par de variedades que son las más idóneas. Aparte de dedicarse al turismo, alguno de los cuidadores participa en competiciones internacionales de carreras de trineos. Nos asignan un trineo tirado por 5 perros (bastante flacuchos a nuestro parecer), y nos dan un par de nociones de cómo llevar el trineo: freno de pie, ancla en las paradas, ayudar a los perros empujando en las subidas, balancearnos para compensar en los giros…No tenemos que preocuparnos de la ruta, porque vamos todos en convoy, y los perros siguen al de delante. Los trineos van alternados entre conducidos por expertos y por novatos. Nos indican que no nos acerquemos demasiado al trineo que llevamos delante para que no se líen las correas de los perros de distintos trineos. El instinto de los perros es tirar si no se les indica lo contrario, así pues, si el trineo que nos precede para, nosotros debemos frenar con el freno de pie y echar el ancla. Al cabo de unos minutos, empieza la aventura. En primer lugar, conduzco yo, mientras Ester va sentada en el trineo, sacando fotos y partiéndose de risa. El paisaje es espectacular y maravilloso, pero no puedo disfrutar mucho de él, pues debo empujar a menudo (hay mucha subida), y estoy muy pendiente de no pegarme al de delante, de inclinarme en las curvas… Demasiadas cosas. En un tramo con ligero descenso, los perros se embalan, y a pesar de apretar un poco el freno, la velocidad no reduce. A uno de los lados, hay un boquete en la nieve de 1 metro cuadrado y medio de profundidad, justo junto al surco de los trineos precedentes, en una curva a la derecha. Se me descontrola el trineo y cómo veo que es posible que volquemos, salto del trineo para compensar el peso y me meto de lleno en el agujero, quedando tumbado en la nieve, mientras los perros tiran sin nadie que les guíe o frene. Obviamente, Ester no se entera de nada hasta unos cuantos metros más adelante, cuando el guía del trineo precedente ha escuchado al guía del que iba detrás gritar que parara. Por suerte, ha podido frenar a los perros de nuestro trineo, ante la sorpresa de Ester, que continuaba sin enterarse de nada, y encima alentando a los perros para ganar velocidad. Tras comprobar que estaba bien, el guía nos devuelve el control de nuestro trineo, y empezamos de nuevo. Al cabo de poco, cambiamos el turno y Ester conduce mientras yo disfruto de la experiencia. La verdad es que es bastante incómodo, pues los trineos son muy pequeños y vas con el culo pegado al suelo, dando tumbos, pero nos divertimos un montón. En poco menos de una hora, hemos regresado al punto de partida, descargamos, jugamos un rato con los perros, y nos guían un poco a través de las instalaciones, mostrándonos a los perros veteranos, a los cachorros, y profundizando un poco más en el tema de la cría de estas razas de perros. Una experiencia muy chula. Nos dejan un rato libre para andar por allí, saludar a los perros, y devolver los trajes de nieve mientras acaban de preparar la comida, que tendrá lugar en una especie de tienda india enorme, con mesas, sillas, un gran fuego en el centro… Muy turístico, pero acogedor. El menú consiste en un estofado de carne de reno y verduras y una tarta de postre. Todo comestible, aunque no delicioso. Tras la comida, volvemos al minibús y nos regresan al centro de Tromso. Nos vamos un ratito al hotel a descansar, y volvemos a salir al poco rato, a aprovechar la última tarde en la ciudad. Cruzamos el puente a pie, y llegamos hasta la Catedral del Ártico, que vuelve a estar cerrada, o sea que nos tenemos que contentar con verla desde fuera. Nos tomamos una bebida caliente en una tiendecita que hay enfrente de la catedral, y cuando anochece, regresamos al centro para ir a cenar. El lugar elegido es el Pastafabrikken (pastafabrikken.no/ ), donde evidentemente, cenamos pasta. El local es muy moderno, y la pasta excelente, aunque para nada barato… Tras la cena, nos vamos al hotel, a descansar e intentar dejar el máximo de cosas a punto para dejar el hotel mañana, aunque el avión sale a las 5 de la tarde, o sea que tenemos toda la mañana aún. 22-3-15 Tenemos que hacer el check out antes de las 11 de la mañana, o sea que bajamos con tiempo a desayunar para después acabar de prepararlo todo y dejar el equipaje en consigna en el hotel para aprovechar la última mañana. Volveremos a buscarlo justo antes de coger el bus que nos lleve al aeropuerto. Una vez listos, dirigimos nuestros pasos hacia el Museo Polar (www.visitnorway.com/ ...?pid=89970 ), situado junto a los muelles, y dedicado completamente a la vida, historia y costumbres en la zona próxima al círculo polar ártico. Una manera muy entretenida de pasar la última mañana aquí. Hay mucha información de fauna, grandes exploradores noruegos, herramientas… Aquí también nos encontramos con compañeros del hotel, que también se marchan hoy, pero en un vuelo distinto. Hacía el mediodía, pasadas las 12, salimos y nos vamos a comer. Para no perder la costumbre, volvemos al Egon, pues nos ha encantado, y después de la comida, vamos a buscar las maletas al hotel, y cargar con ellas hasta la parada de bus que lleva al aeropuerto, situada como no, cerca del Radisson Blue. El trayecto dura menos de media hora, pero antes de llegar al aeropuerto, empieza a nevar con cierta intensidad. Para cuando estamos en la sala de espera, habiendo pasado ya los controles de seguridad, la tormenta de nieve que hay fuera es de proporciones espectaculares. Me da en la nariz que nos vamos a quedar más tiempo del deseado aquí. Pero claro, estamos en Noruega. Lo que para nosotros sería el fin del mundo, y que cerraría, escuelas, hospitales, aeropuertos, fábricas…, y supondría la caída de las líneas eléctricas, congelación de tuberías de gas, agua, accidentes en coche por todos lados, para ellos solamente supone tener que trabajar bajo la ventisca para echar un poco de anticongelante en las alas del avión y un retraso de media hora en la hora de salida del vuelo. Escala de enlace en Oslo otra vez, y cerca de las 10 de la noche aterrizamos en Barcelona, recogemos el coche y llegamos a casa sobre medianoche. Mañana a currar (pero con una sonrisa enorme en la cara por la experiencia vivida…)! Etapas 4 a 4, total 4
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