Diez días Toronto y Quebec ✏️ Blogs de CanadaDIez días en Fly & Drive visitando Toronto, Niagara y Quebec. Agosto 2016.Autor: JorgeSDB Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (5 Votos) Índice del Diario: Diez días Toronto y Quebec
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Etapas 7 a 9, total 10
Nos levantamos temprano para coger el ferry de las 8:20. El ferry es gratuito pues es la única forma de pasar al otro lado del rio Saguenay. En verano hay servicio cada 20 minutos, pero a según qué horas hay cola. Subes con el coche y en 10 minutos te llevan al otro lado, mientras contemplas el grandioso paisaje del fiordo envuelto en la niebla matutina.
Una vez desembarcados dimos varias vueltas por el bonito pueblo de Tadoussac intentando localizar las oficinas de Otis Excursions, muy mal indicadas. El pueblo es una preciosidad, con casas deperdigadas sobre la ladera con vistas a la bahia de Tadoussac, que está calificada como una de las más bellas del mundo. La estampa del hotel de lujo Tadoussac, con su tejado rojo y el edificio blanco frente a la bahía es realmente bonita. Lógicamente hay diversos recorridos por la costa, senderos y caminos para ver el paisaje, y las ballenas se pueden ver a simple vista desde las rocas. Nosotros habiamos reservado la excursión en zodiac de tres horas. Tras un malentendido sobre el punto de recogida, finalmente un autobús destartalado nos llevó desde el parking al embarcadero. Hay diversas empresas que se dedican a esto, la más conocida es AML. Yo buscaba una zodiac pequeña (12 pasajeros) porque pensé que sería más excitante. Aunque no me garantizaban si embarcariamos en una de 12 o de 36 pasajeros, finalmente nos tocó una de 12. El guía muy simpático y buen conocedor del entorno y de los animales, fue dando explicaciones en inglés sobre las ballenas. Lo que sí os recomiendo es coger la zodiac y no la excursión en barco grande, estos creo que vienen desde Quebec City y son unos barcos enormes atestados de gente, no creo que resulten una gran experiencia. Hicimos caso de los consejos y fuimos equipados con abrigo, gorro y guantes. En ciertos momentos con la velocidad de la zodiac sí hacia frio pero tampoco fue realmente necesario. Ellos te proporcionan un pantalón y chaqueta impermeables y basta llevar una sudadera y poco más. Obviamente dependerá del tiempo pero nosotros pillamos un dia muy soleado, aunque a primera de la mañana habia unos 15 grados de temperatura. Si sois frioleros sí debéis ir equipados. Aquí debo advertir que lo único que vimos fueron los lomos de las ballenas asomando, con su pequeña aleta dorsal. Vimos muchas, a diferentes distancias, la más próxima a unos 30 metros, pero ninguna enseñó la cola ni hicieron saltos ni nada parecido. Así que bueno, no esperéis emociones fuertes, sino más bien un precioso paseo en barca por las tranquilas aguas de la bahia, avistando lomos de ballenas, un banco de focas, multitud de aves marinas, los remolinos causados por la marea y la corriente del río y por supuesto el precioso paisaje circundante. Otro detalle interesante fue oir el resoplido de la ballena en el mar en calma, envueltos en la niebla... Así que bueno, con la pequeña decepción de no haber podido emular al capitán Ahab persiguiendo a Moby Dick en una loca carrera esquivando coletazos de ballena, volvimos a tierra y tomamos el aperitivo en un bar del muelle. El día era espectacular, con un sol radiante. Fuimos a comer al Café Bohème, un acierto, por fin buena comida estilo francés, librándonos por un día de las hamburguesas con patatas fritas. Después de comer ya cogimos de nuevo el coche pues nos quedaban por delante casi 300 km hasta la siguiente etapa. La idea era recorrer toda la carretera 172 a lo largo del fiordo de Saguenay. La verdad es que fue un placer conducir por una carretera casi desierta, a lo largo de interminables bosques y colinas, bordeando preciosos rios sin apenas vestigios de civilización. El fiordo queda apartado de la carretera, y hay que coger pequeños desvíos de 5 o 10 km para acercarse a alguna bahia y contemplar el paisaje del fiordo. Hicimos un par de paradas en el río que corre junto a la carretera (río salmonero, por cierto) y en Sainte Rose du Nord, una aldea preciosa con bonitos paseos por la orilla del fiordo. Había numerosos carteles a lo largo de la carretera adviertiendo de la posibilidad de encontrar alces cruzando la calzada, pero en todo el viaje no vimos más fauna que las ardillas. Ignoro si en invierno u otras épocas es más fácil verlos, o bien hay que ir a las regiones más despobladas del norte. Seguimos ruta cruzando el rio en la ciudad de Saguenay, bastante fea e industrial, y bordeando el inmenso Lac St Jean llegamos al caer la tarde al hotel Ermitage de St Antoine, en Lac-Bouchette, un bonito centro de vacaciones regentado por una comunidad católica, rodeado de bosques y lagos de ensueño. Llegamos justo a tiempo de cenar, y de guarecernos de una breve lluvia pasajera, y luego tuvimos tiempo de dar un breve paseo por los encantadores jardines junto al lago. Por cierto, yo venia equipado con toda clase de lociones antimosquitos, advertido por comentarios de que en la zona hay inmensas nubes de mosquitos asesinos. Pues bien, no sé qué zonas o en qué fechas aparecen esos mosquitos, pero nosotros, afortunadamente, no encontramos apenas ninguno en todo el viaje. Etapas 7 a 9, total 10
Desayunamos en el hotel y paseamos por la idílica orilla del lago, con un tiempo primaveral, por un sendero alfombrado de hierba verde entre bosques frondosos. Es zona de senderismo y de rutas en bici, el terreno es plano, puedes hacer decenas de kilómetros sin pisar asfalto.
Cogemos coche y seguimos por la preciosa carretera 155. Pensamos comer por algún sitio en ruta, pero pasan kilómetros y kilómetros y sólo hay bosques y lagos, y más bosques y más lagos… así durante unas dos horas, sin apenas rastro de civilización aparte de zonas dedicadas a la caza y pesca. La zona es pues ideal para acampar por ahí en plena naturaleza, pero nosotros no llevamos ese plan y seguimos hasta la población de La Tuque, donde hacemos un alto para comer, son pasadas las dos de la tarde pero asombrosamente encontramos un restaurante abierto y nos atienden amablemente, siempre con ese extraño acento quebequés con el que hablan francés, pronunciando las vocales exageradamente abiertas. Seguimos ruta porque la intención es llegar al parque nacional de La Maurice y hacer allí alguna excursión facilita, no tenemos más tiempo. Llegamos por fin hacia las 16h. El parque tiene una única carretera de acceso que lo atraviesa a lo largo de unos 60 km. Se puede entrar por el extremo norte (Saint-Jean des- Piles) o por el extremo sur (Saint-Mathieu) via Shawinigan. www.pc.gc.ca/ ...erale.aspx Nosotros entramos por esta última, y en pocos kilómetros llegamos al aparcamiento del Chemin de St. François junto al lago Wapizagonke. Desde ahí hay varias excursiones de poco más de una hora, bordeando varios lagos y en concreto la de Les Cascades que es una cascada que discurre sobre rocas planas ideal para darse un baño. El sitio es precioso aunque suele estar bastante concurrido. Como llegamos por la tarde ya queda poca gente y podemos disfrutamos plenamente del entorno natural. Si deseáis un poco más de aventura podéis hacer la excursión de la cascada Waber www.pc.gc.ca/ ...d=Waber%20 que consiste en unas dos horas de canoa remontando el lago más una hora de sendero hasta la cascada, y regreso. Me habría encantado hacerla pero no tuvimos tiempo… otra vez será. Nosotros nos contentamos a hacer el recorrido circular alrededor de Les Cascades, y cual no sería nuestra sorpresa (y cabreo) al encontrarnos el sendero cerrado “porque se había detectado la presencia de osos en la zona”. Hombre, vamos a ver, si uno va a un parque natural de Canadá pues va a ser precisamente para ver osos… y allá cada cual. Vamos no creo yo que “cierren” las montañas Rocosas porque hay osos… En fin, que hoy en día las instituciones tratan al ciudadano como si fuera menor de edad, no vaya a ser que a algún funcionario alguien le pueda echar en cara que no veló con suficiente empeño por la seguridad de sus administrados. Y luego resulta que cuando se estrella un tren de alta velocidad nadie tiene la culpa de nada, excepto el maquinista claro, que gana mucho y trabaja poco. Bueno en fin, que en todas partes cuecen habas. Nosotros hicimos caso omiso del cartelito, y al más puro estilo español nos saltamos la barrera e hicimos la excursión tal como habíamos planeado, que para eso habíamos volado 6000 km, para ver osos. Como era de esperar, dada la cantidad de gente que pululaba por las cascadas y alrededores, los osos debían haberse marchado a primera hora de la mañana a zonas más tranquilas, y lo único que vimos fue este peligroso ejemplar: Seguidamente nos dimos el baño de rigor en las cascadas y emprendimos el regreso hasta el coche. Salimos del parque, paramos a cenar en Shawinigan, cenamos aceptablemente bien y volvimos por la misma carretera hasta nuestro motel junto al río Mattawin, en el extremo norte del parque pero al otro lado del río, ya que a la mañana siguiente haríamos rafting por el río. Etapas 7 a 9, total 10
Habiamos dormido el hotel Marineau Mattawin, un motel de carretera junto al río, correcto sin nada reseñable, un poco rácanos en el desayuno, que no era buffet sino combinados fijos a elegir, y si pides algo extra te lo cobran.
Nos levantamos pronto y vamos a la destartalada oficina del Centre d’Aventure Mattawin. Hacemos el pago y nos desplazamos en coche cruzando el puente (de peaje) sobre el rio, hasta el campamento de rafting, una especie de camping hippy también bastante destartalado pero suavizado por el buen rollito de los monitores. Nos equipamos con chalecos, remos y casco y subimos a un antiguo autobús escolar que difícilmente pasaría la ITV en España. Nos trasladan unos kilómetros rio arriba por una pista forestal y al rato ya estamos a bordo de nuestro raft, nosotros cuatro, el guia y dos chicos canadienses de buen talante. El rio es ancho, poco profundo y con varias zonas de rápidos. Siendo agosto el caudal no es espectacular, pero suficiente para divertirse y caerse al agua en varias ocasiones, en una ocasión nos caemos los 7 por la borda! Menos mal que el guia y los canadienses están en buena forma y rápidamente nos rescatan. El único peligro es golpearse las rodillas con las rocas del fondo mientras te arrastra la corriente, pero conseguimos salir sin ningún golpe serio. Hacemos una primera bajada, hasta el campamento, nos dan de comer unas hamburguesas a la parrilla y tras un rato de descanso volvemos al autobús para repetir la bajada. Esta vez paramos en la orilla para ver la pequeña cascada de un torrente que baja de la montaña, y a las 15h ya estamos de vuelta en el campamento, ha sido una mañana divertida en plena naturaleza. El rafting en sí ha sido similar al que podemos hacer en el Pirineo (Noguera Pallaresa). Quizá en Pirineo el río es algo más estrecho y con rocas más grandes, pero eso depende mucho del nivel de agua. En cualquier caso ha sido una vivencia recomendable, a unos 70 eur por persona, toda la mañana de 9 a 15h, comida incluida. Los fines de semana ofertan una bajada de sólo dos horas por mitad de precio. Tras un descanso cogemos coche de nuevo y hacemos una hora de coche hasta Saint-Alexis-des-Monts, con ganas ya de llegar al hotel, ducharnos y descansar. Saint Alexis es zona residencial/vacacional con preciosas casas de revista de decoración, con su porche de madera y jardín verde floreado. Nuestro hotel es el Chaumière des Tourelles, una preciosa mansión de madera rodeada de jardines a orillas de un torrente, con un pequeño estanque para bañarse, como de cuento de hadas. El interior decorado también con infinidad de detalles y objetos de adorno. Muy recomendable. Lástima que no hay restaurante así que tenemos que volver al pueblo a cenar algo. Como de costumbre se nos hacen las 8 de la tarde y ya estan cerrando, asi que no podemos escoger mucho pero conseguimos que nos sirvan a tiempo. Vuelta al hotel y dormir. Etapas 7 a 9, total 10
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