![]() ![]() Yosemite 2017 ✏️ Blogs de USA
Viaje por California en junio de 2017 visitando San Francisco, Yosemite y Sequoia NP.Autor: Lou83 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (13 Votos) Índice del Diario: Yosemite 2017
01: Introducción
02: Día 0: de Palma a San Francisco
03: Día 1: San Francisco: Golden Gate, Painted Ladies y Twin Peaks
04: Día 2: Compras de camino a Yosemite
05: Día 3: Yosemite: Cook Meadow's Loop, Lower Falls, Mirror Lake y Tunnel View
06: Día 4: Yosemite: Panorama Trail
07: Día 5: Sequoia: Giant Forest, General Sherman y Moro Rock
08: Día 6: Yosemite: Sentinel Dome y Taft Point
09: Día 7: Yosemite: Columbia Rock, Upper Falls, Bridalveil Fall y Artist Point
10: Día 8: Fresno y Bass Lake de Sierra National Forest
11: Día 9: Yosemite: Hetch Hetchy, Wapama Falls
12: Día 10: Vacaville Premium Outlets
13: Día 11: NASA Ames Research Center, campus de Google y vuelta a casa
14: Presupuesto
Total comentarios: 10 Visualizar todos los comentarios
Etapas 10 a 12, total 14
17 de junio de 2017
![]() Mapa de la etapa 8 Todo llega a su fin y nuestro reencuentro con Yosemite, pese al generoso plan de permanecer toda una semana a una hora en coche de su acceso, no podía ser menos. Mañana todavía tendremos ocasión de disfrutar de antes de abandonarlo por el oeste, pero se podría decir que hoy es nuestro último día en la zona del parque. Paradójicamente, hoy no iremos al parque. Pese a lo accidentado de los primeros días en gran parte debido a la agotadora jornada del Panorama Trail, nuestra estrategia conservadora a la hora de rellenar los días disponibles con excursiones y miradores ha salido a pedir de boca y al cierre de nuestra visita habremos hecho todo aquello que teníamos previsto -o por lo menos lo habrá hecho uno de los dos, como el caso de Columbia Rock-. Por ese motivo mirando nuestra agenda podemos ver un día que queda completamente libre, y está libre por dos razones. La primera, que siempre intentamos contar con ese margen para casos en los que la meteorología o cualquier otro tipo de imprevisto nos obliga a replanificar la agenda. La segunda, que manteníamos abierta la posibilidad hasta el último momento de poder transitar por Tioga Road, la carretera que accede a Yosemite por el este y que ha permanecido cerrada hasta la fecha por no haber finalizado las tareas de aclimatación tras el fortísimo temporal de nieve de esta temporada. Lamentablemente Tioga Road está muy lejos todavía de abrir -spoiler: finalmente abrió 12 días después, el 29 de junio- y no vamos a poder visitar ciertos hitos a lo largo de ella que, afortunadamente, en parte ya pudimos visitar en su día durante nuestro breve paso por el parque en 2011. En definitiva, todo esto nos lleva a la situación en la que no tenemos nada más que hacer en el parque salvo una última visita que por conveniencia geográfica haremos mañana antes de alejarnos por el oeste. Y eso, sumado a que ya hemos tenido bastante actividad para nuestras piernas y hemos recibido bastante sol durante los últimos días, nos lleva a la decisión de tomarnos el día para lo que se destinan muchas veces las vacaciones: descansar. El plan para hoy es extremadamente sencillo, y por ello tras esta introducción la etapa no dará pie a demasiados detalles ni demasiadas fotografías. Durante la mañana volveremos a conducir hasta los alrededores de Fresno con el objetivo de visitar un Best Buy -el equivalente a los MediaMarkt europeos" y un nuevo Walmart. Regresaremos a casa al mediodía justo a tiempo para comer un plato caliente y cuando el sol comience a bajar y pasen las peores horas de calor conduciremos hasta el cercano lago de Bass Lake, situada en un área recreativa en la que pese a la previsión de público debido a que es fin de semana esperamos poder pasar un rato agradable. Para terminar aprovecharemos nuestro último día en casa de Conan para hacer una nueva lavadora antes de volver a preparar nuestro equipaje y no perder así demasiado tiempo durante el día de mañana, en el que nos volverá a interesar ponernos en marcha más bien temprano. Hecha la introducción, nos ponemos en marcha. Comenzamos como siempre preparados para un nuevo desayuno de lujo por gentileza de nuestro anfitrión. Esta vez está programado para las 7:00 y sabemos de antemano que por primera vez Conan repetirá una receta de días anteriores, exactamente la que ayer le dijimos que había sido una de nuestras favoritas durante nuestra estancia. Nos espera una nueva tanda de esas maravillosas copas de yogur con plátano y arándanos pero con una pequeña modificación, sustituyendo la tortilla original por unas tostadas aderezadas con mantequilla. Conan es incapaz de no innovar ni un solo instante y saca de la nevera un pequeño experimento: cantalupo -un melón naranja poco habitual en España- especiado con pimienta cayena y sal. Qué podemos decir que no hayamos dicho ya: todo está buenísimo, incluida la mermelada de albaricoque que nos ofrece para acompañar a las tostadas. Tras un tiempo más que prudencial haciendo la digestión en la intimidad de la habitación entramos en el Nissan Rogue e iniciamos nuestro periplo hacia el sur. Con la compañía del primerísimo programa de Nadie Sabe Nada emitido hace ya tres años conducimos hasta Fresno durante una larga hora que recordábamos más corta tras nuestro día visitando el Parque Nacional de las Secuoyas. Llegamos al Best Buy y bajo del coche como un niño que fuese a visitar a Santa Claus. Se da la circunstancia de que dentro de dos días un servidor cumplirá 33 primaveras y mi media naranja quiere aprovechar la circunstancia para que elija mi propio regalo -uno de ellos- de entre las estanterías de la gran superficie. Tras probar varios modelos de auriculares inalámbrico con tecnología bluetooth, los ganadores son unos Sony XB650BT cuyo precio en Amazon España es de 99 euros y aquí, tras el cambio de divisa y habiendo aplicado las tasas, se queda en unos muy apetecibles 77 euros. Los varios minutos caminando por los pasillos de Best Buy me recuerdan lo triste que es ser pobre o, por lo menos, financieramente responsable. Me llevaría hasta las neveras. ![]() ¡Regalitos! Con el regalo bajo el brazo, nos dirigimos ahora hacia un nuevo hipermercado de la cadena Walmart con tal de conseguir algo que tengo en mente para regalar a mis sobrinos. No atinamos en el primer intento cuando el navegador GPS hasta un "Walmart Neighborhood Market" que resulta ser una versión más reducida de la misma franquicia -algo así como los "Carrefour Express" en España-. Sí acertamos en nuestro segundo intento, aparcando ante un inmenso como es habitual edificio y recibiendo una bofetada de calor cuando los 38 grados del exterior aparecen tras las puertas del coche. Encuentro lo que andaba buscando -camiseta de Wonder Woman para mi sobrina y camiseta de Batman para mi sobrino- y nos echamos a la carretera para regresar a Oakhurst tras este paréntesis en Fresno que nos ha llevado más tiempo del que esperábamos. Aprovechamos el camino de vuelta para rellenar el depósito, cuya aguja ha vuelto a situarse en la mitad, en una estación de servicio Arco en la que hemos visto durante la ida un precio de 2,695 dólares por galón que resulta muy inferior a los que indican las gasolineras más al norte. Son las 13:30 cuando estamos de vuelta en el garaje de Conan. Por el camino, carteles luminosos en la carretera advierten de que se esperan atascos de hasta una hora en los accesos a Yosemite. Es sábado y el parque lo sabe. Cumplimos nuestra amenaza de un plato caliente y disfrutamos de unos macarrones con atún, salsa marinara y queso preparados en el momento en compañía de los mil aparatos de cocina que Conan tiene perfectamente ordenados. Mientras nuestro anfitrión se echa la siesta en la planta baja nosotros comenzamos a poner en orden nuestro equipaje, especialmente las compras que hicimos hace ya varios días en los San Francisco Premium Outlets. Se avecina un nuevo ataque consumista y queremos tener presente qué hemos comprado ya para no caer en repeticiones. Pasan las 16:00 y estamos listos para nuestra última salida del día. En apenas 15 minutos y ataviados con unas toallas y una manta que nos ha cedido Conan alcanzamos Bass Lake, lago situado a escasamente siete millas de Oakhurst. El navegador GPS nos ha llevado por el norte en lugar de volver a la avenida principal para luego remontar nuevamente, en lo que parece una buena decisión que nos ha ahorrado tiempo y combustible. Bass Lake se puede rodear en coche, viendo durante el proceso vehículos estacionados tanto en los aparcamientos oficiales previo pago de cinco dólares o esparcidos por el arcén allá donde es seguro y responsable sin necesidad de hacer ningún desembolso. Encontramos un sitio idóneo cerca de un litoral del lago en el que parece haber espacio para poder echarnos, aunque ya desde aquí vemos que ni la orilla ni las aguas son particularmente nuestras favoritas para disfrutar de un baño. Nos acercamos y lo confirmamos: la arena se mezcla con ramas y piedras y el agua está más bien turbia y esconde en su lecho marino algunas rocas y árboles cuyas raíces permanecen sumergidas. No es ideal, pero nos sirve para cuanto menos remojar los pies y echarnos a la sombra de un árbol a apenas tres metros del agua. Hay niños jugando cerca de nosotros, pero ni uno solo de ellos se plantea dar un grito. Pasarlo bien no está reñido con respetar a los vecinos. Cuando llevamos unos minutos contemplando el paisaje y las lanchas motoras que pasan a toda velocidad por el centro del lago, aparece algo que mejora la experiencia en muchos niveles: ¡patos! Un buen puñado de patos, en algunos casos pequeños y custodiados por su madre, se pasean por las aguas e incluso se acercan sin demasiados reparos a los bañistas. ![]() Las turbias aguas de Bass Lake ![]() Algo se acerca... ![]() ¡Sonría! Damos por cubierta nuestra visita a Bass Lake cuando se acercan las 18:00 y antes de regresar a casa paramos, presumiblemente por última vez, en el supermercado Vons de cuyas estanterías nos hemos nutrido para la mayoría de nuestras necesidades durante nuestra estancia en la Oakhurst. Compramos los últimos víveres antes de partir mañana, ya sin una nevera esperando en la que poder conservar más alimentos, y regresamos a casa de Conan por última vez. Antes de proceder a poner la última lavadora y secadora repasamos con nuestro anfitrión los posibles recorridos de mañana para ir de Oakhurst hasta el punto de nuestra última excursión y de allí hasta nuestro próximo alojamiento. La idea es buscar rutas alternativas que no añadan excesivo tiempo ni distancia pero nos permitan circular por otra carretera que no sea esa Wawona Road que ya empezamos a conocernos al dedillo tras haberla recorrido de ida y vuelta hasta cuatro veces durante la última semana. Con la lavadora ya en marcha, aprovechamos los 51 minutos que tardará en finalizar para ducharnos y dejar nuestro granito de arena en el libro de visitas de la habitación, que ya cuenta con numerosas entradas de huéspedes agradeciéndole a Conan su hospitalidad y dejando consejos para los que le sucedan. Esta es nuestra aportación, traducida al castellano: "Hola, futuro huésped. Permite que te digamos una cosa: no hay adjetivos para la estupenda experiencia que vas a tener. Bienvenido a uno de los mejores Parques Nacionales del país (créenos, hemos estado en muchos) y también a uno de los mejores alojamientos que podrías haber encontrado para permanecer cerca de él. Conan no es solo un anfitrión estupendo si no también una persona increíble. Siempre con una sonrisa en la cara y siempre ansioso por ayudarte, lo único que sentirás cuando esté cerca es lástima por todo el empeño que le pone a que te sientas cómodo. Y ahora pasemos a los consejos: Si estás planeando hacer el Panorama Trail prepárate para una dura carga sobre tus piernas. Puede no ser la excursión más larga, pero transcurre íntegramente descendiendo. No olvides ver las Nevada Falls desde una distancia segura justo unas yardas después de tomar el John Muir Trail. ¿Estás pensando en visitar el mirador de Columbia Rock? Cuando lo hayas hecho, continúa avanzando unas 300 yardas para alcanzar una vista limpia y despejada de las Upper Yosemite Falls. Y si te sientes con ganas camina un poco más para conseguir una ducha gratis y 100% natural. Evidentemente vas a pasar por lo menos una noche cenando en algún rincón de Oakhurst. Déjanos decidir por ti: South Gate Brewing Company. Las cervezas Oakland Pecan y Deadwood Porter son un éxito asegurado, y presta atención a la hamburguesa a la barbacoa y las tremendas patatas fritas de guarnición. Si ya has tenido suficiente Yosemite (¿es eso posible?) considera la opción de conducir unas tres horas desde Oakhurst para alcanzar el Parque Nacional de las Secoyas. Asómbrate con el General Sherman y camina hasta lo alto del mirador panorámico de Moro Rock. Por último pero no menos importante, un pequeño comentario sobre los desayunos de Conan: OH-DIOS-MIO. Eso es todo... por ahora, ya que seguro que encontraremos una excusa para volver a visitar a Conan. ¡Saludos a todos desde Mallorca, España! A & L. PD.: Está escrito en español (por ahora), pero si queréis ver fotografías y más consejos consultad nuestro diario de viaje en www.albertobastos.info. ¡Sin anuncios, solo por el placer de compartirlo!" Dejada nuestra impronta y con la ropa ya pasada a la secadora, nuestra última cena en Oakhurst es la suma de una ensalada césar recién comprada y sobras que no vamos a poder llevar con nosotros ya que no tendremos nevera durante el trayecto de mañana ni en los siguientes alojamientos. Nos despedimos así del hummus con zanahorias baby, de la ensalada de patata y de la bandeja de fruta troceada, dejando lo que no consumimos y algunas cosas más a Conan para que aproveche lo que quiera. Rematamos para el postre con una suerte de profiterol gigantesco para cada uno. ![]() Bebiéndonos a Yosemite Damos las buenas noches a Conan ya con aires de despedida, aunque todavía tendremos ocasión mañana de decirnos adiós tras el desayuno. Son las 23:00 cuando nuestro cuarto presenta ya aspecto de final del camino, con las maletas junto a la puerta y solo un puñado de cosas esparcidas y esperando a ser recogidas en unas horas cuando nos despertemos. Oakhurst se acaba y Yosemite casi llega a su fin. Todavía quedan cosas que contar, pero nuestros días de naturaleza en California se están agotando. Etapas 10 a 12, total 14
18 de junio de 2017
![]() Mapa de la etapa 9 Comienza el 18 de junio, nuestro noveno día en California y el séptimo y último que comenzamos en la casa de Oakhurst de Conan I El Amable. Empieza por lo tanto con cierta tristeza por despedirnos de un anfitrión con el que no podríamos estar más encantados. Por ahora, comenzamos despertándonos con el sonido que provocan los ciervos al corretear al encuentro de los cuencos de agua y pienso que Conan ya ha rellenado. Nuestro último desayuno en Oakhurst no podía estar por debajo de todos los espectaculares manjares matutinos que hemos disfrutado a lo largo de estos días. A petición nuestra cerramos el círculo con el mismo desayuno que tuvimos en nuestra primera mañana: una espectacular tortilla esponjosa rellena de champiñones, calabacín y queso acompañada de aguacate y salsa de ídem. Se nos vuelve a hacer la boca agua. ![]() Conan did it again Sin requerir mucho más tiempo ya que habíamos dejado el equipaje prácticamente listo la noche anterior, bajamos toda nuestra carga y cuando el coche ya está listo para arrancar nos despedimos de Conan. Sobran las palabras al hacer balance sobre la experiencia de alojarnos en su casa. Todo amabilidad, siempre sonriente, deseando ayudarnos a que nuestro viaje sea el mejor posible de principio a fin. Nos marchamos con una fotografía de recuerdo y la promesa de establecer vínculo por Facebook. Nos desplazamos hasta la calle principal de Oakhurst para detenernos por última vez en Starbucks, cuyo servicio vuelve a ser algo lento y pospone más de lo esperado nuestro arranque del primer gran tramo de carretera que nos espera para hoy. Desplazándonos primero hacia el oeste para luego ascender al norte, nos quedan por delante 102 millas que nos llevarán hasta una de las zonas más exóticas y menos concurridas de Yosemite. El itinerario nos hace atrevesar primero la ciudad de Mariposa esta vez de día, sin lluvia y mucho más disfrutable que a nuestro paso por ella hace siete días. Por lo que vemos a través de las ventanillas se trata de un enclave muchísimo más turístico que el de Oakhurst, lo cual nos reafirma en nuestra decisión de alojarnos en el segundo. ![]() A la segunda fue la vencida Tras superar Mariposa la carretera se pone seria y nos hace superar un puerto de montaña en toda regla. Las fuertes pendientes y las constantes curvas hacen de ella el lugar perfecto para poner a prueba el cambio deportivo del Nissan Rogue, evitando así los acelerones y exceso de revoluciones que provoca el cambio de marchas totalmente automático cuando hay tantas variaciones de pendiente. Subimos y bajamos montañas, bajamos ríos, avanzamos millas y todo en compañía de la primera temporada de Nadie Sabe Nada. Ha sido una suerte decidir descargar en el móvil varios de sus programas ya que de lo contrario el trayecto se hubiera hecho demasiado pesado. Pasamos también varias poblaciones, entre ellas Groveland, un núcleo urbano cuyo origen se remonta a plena fiebre del oro y ahora está prácticamente abandonado, rozando la categoría de ciudad fantasma. Empiezan a sucederse las clásicas "General Store" en medio de la nada pero siempre recibiendo a conductores que quieren estirar las piernas o refrescarse en un día que anticipa calor, mucho calor. Por fin, a las 11:40 y tras un largo rato descendiendo por una carretera de gravilla con vistas al lago, alcanzamos el "Day Use Parking" en el que podemos estacionar nuestro coche hasta las 21:00 siempre y cuando dejemos visible la tarjeta verde que nos han entregado en la puerta de acceso tras enseñar nuestro Annual Pass. Detenemos el motor y estamos listos para visitar Hetch Hetchy. Hetch Hetchy es una porción de Yosemite normalmente desconocida para el público general. Se sitúa en el noroeste del parque y no está conectada directamente con el resto de zonas, por lo que para visitarla es necesario salir de Yosemite Valley y dirigirse, tal y como hemos hecho nosotros, a la entrada exclusiva al norte de la Big Oak Flat Road. Su principal construcción es la presa de O'Shaugnessy desde la que nacen varias excursiones, siendo la que nos interesa a nosotros la que en ocho kilómetros de ida y vuelta alcanza las Wapama Falls, una abundante catarata con el atractivo adicional de caer sobre un puente que los senderistas pueden cruzar bajo su propia responsabilidad. El paisaje de Hetch Hetchy es bonito desde el primer momento en el que asomó por las ventanillas del coche. La presa mantiene en calma las aguas de un lago completamente rodeado por pura naturaleza y que recibe más y más agua de las cataratas ya visibles en el lateral opuesto. Es una "bear zone" en la que las recomendaciones respecto a los osos se multiplican, entre ellas la prohibición absoluta bajo multas de hasta 5.000 dólares de dejar comida en los coches estacionados. Por ese motivo nos deshacemos de algunos víveres que de todos modos estaban cerca de caducar y, tras una visita obligada a los baños junto a los que hemos aparcado, nos ponemos en marcha. ![]() La O'Shaugnessy Dam escupiendo agua ![]() Hetch Hetchy desde la presa ![]() Las cascadas de nuestro destino desde la distancia Comenzamos cruzando a pie la presa, cuyo impresionante paisaje a lado y lado solo queda entorpecido por un sol que empieza a presentar su cara más violenta y del que no podemos protegernos por la ausencia de sombras en lo alto del muro de contención. En el otro extremo nos espera una tregua en forma de un corto túnel de unos 300 metros cuyo interior se mantiene fresco y mínimamente iluminado. Tras atravesarlo estamos ya en pleno sendero dejando las aguas a nuestra derecha. ![]() El puente que da acceso a las excursiones Pese a estar anunciada con un desnivel de solo 60 metros la ruta hasta Wapama Falls no es ningún paseo. La diferencia de altitud entre el inicio y la meta puede que sea de esa magnitud, pero por el camino se suceden las subidas y bajadas en su mayoría sobre terreno que obliga a concentrarse para no sufrir un traspiés. Para colmo el sol sigue apretando y ya estamos superando los 40 grados, lo cual obliga a algunos grupos de turistas, en su mayoría de edad avanzada, a replantearse sus planes y dar media vuelta. ![]() Calor, pendiente y falta de sombras, mala combinación Alcanzamos no sin sufrimiento y con ayuda de mucha agua -que ya empieza a alcanzar la categoría de caldo- el paso frente a Tueeulala Fall, una catarata estilizada cuya agua no nos salpica pero inunda por completo los siguientes metros del camino. Esto provoca que L, todavía sufriendo por las ampollas de sus pies y sin poder calzarse botas impermeables, decida que aquí termina su camino con la frustración de que todo el esfuerzo realizado hasta aquí no haya sido suficiente para alcanzar el objetivo final. Volvemos a separarnos y, tras un par de metros en los que todavía era viable cruzar el agua con las botas, las sustituyo por unas zapatillas de piscina ante la certeza de que el siguiente paso va a acabar con mis pies totalmente sumergidos. ![]() Ya asoman la Tueeulala Fall... ![]() ... hasta que nos ponemos frente a ella ![]() El agua que cae de Tueeulala inunda por completo el camino No termina aquí el camino si no que queda todavía un tramo de unos 700 metros en descenso durante los cuales el piso vuelve a ser de roca y tierra. Lo más prudente hubiera sido esperar a que se secasen las zapatillas y volver a ataviarme con las botas, sin embargo por desconocimiento y ante la previsión de volver a zambullirme en agua voy avanzando a ritmo muy lento con el precario calzado para no tener un disgusto. Y entonces llego a Wapama Falls. ![]() El lago con el agua de Wapama Falls a su izquierda Apenas encuentro a cuatro o cinco personas junto a las cataratas, todas ellas alejadas lo suficiente del primero de los puentes que las atraviesa, cuyos tablones no tienen ni un solo centímetro cuadrado seco. Un cartel advierte de que el agua puede caer con mucha fuerza y atravesar los puentes puede entrañar peligro bajo ciertas condiciones, así que la decisión de cruzarlos para llegar hasta destinos más allá de ellas o bien por el propio hecho de hacerlo queda a decisión y responsabilidad de cada uno. Hace unas horas estábamos en casa de Conan viendo un video en el que él mismo caminaba impasible entre las aguas, y el caudal parecía bastante similar al que me encuentro ahora frente a mí. Así que por lo menos debo intentarlo: planto el trípode, planto la cámara sobre él, configuro la grabación de video y dejo todas mis cosas a buen recaudo donde no puedan mojarse. Empiezo a dar pasos en dirección a la cascada y cuando me doy cuenta estoy ya plenamente sumergido en ella. Deben ser los segundos de mi vida en los que más cerca vaya a estar de experimentar qué se siente en el interior de una catarata como tantas y tantas hemos visto repartidas por varios países. El agua está fresca, pero con el abrasante calor que me ha acompañado hasta aquí salir con la ropa empapada de ella es una bendición. ![]() Los puentes de Wapama Falls ![]() El agua inundando los puentes Invierto unos minutos, en los que poco a poco ya se va secando parte de mi ropa, en hacer algunas fotos más ahora ya desde una distancia más prudencial. Retrato también la Tueeulala Fall que queda ahora por encima de mi cabeza a mano izquierda, acompañada por la imagen panorámica con la presa de la que procedemos al fondo del paisaje. No alargo más la estancia ya que L sigue esperándome allá donde el agua comenzaba a ser un problema, así que deshago los 800 metros y vuelvo a atravesar las pequeñas piscinas sobre el sendero para reencontrarnos a las 14:30. Su frustración es evidente y comprensible y soy el primero que lamenta muchísimo no haber compartido con ella la maniobra de inmersión, pero echando la vista atrás no tentar a la suerte dado el estado de sus pies probablemente haya sido la opción más sensata. ![]() Tueeulala Fall y la presa de la que procedo al fondo Antes de iniciar el regreso empapo la gorra y una camiseta de L bajo una pequeña caída de agua para que pueda ir fresca durante el camino. En el proceso casi pierdo las gafas de sol, pero milagrosamente las reencuentro junto a una pequeña roca que es el único motivo por el que no siguieron torrente abajo hasta el lago. Volvemos a echarnos las mochilas a la espalda y, dejando atrás un nubarrón que se acerca pero no termina de alcanzarnos, comenzamos a recuperar la distancia de algo más de tres kilómetros que nos separa del coche. ![]() Secándose en la medida de lo posible... Quizás por invertir las cuestas y descensos o quizás por estar algo más frescos por el agua que a la ida, la vuelta se hace algo menos pesada. El mayor enemigo sigue siendo el persistente sol, que a nuestro paso de nuevo sobre la presa resulta criminal. Son las 15:45 cuando me he acercado hasta el coche para finalmente recoger a L en una sombra junto al extremo de la presa. Aquí, en este día y en este preciso instante, terminan nuestras jornadas de excursionismo en Yosemite. Los dos días que nos quedan por delante se limitarán a conducir, comer, comprar y alguna visita turística mucho menos exigente que no implica botas de montaña. El grueso de la historia ha terminado y ahora solo queda vivir el epílogo. Un epílogo que comienza con el termómetro del coche marcando 41 grados. La madre que lo parió. El descenso es una mezcla de emociones. La primera, un bajón absoluto que nos deja en silencio por el agotamiento físico ahora cortado abruptamente por el aire acondicionado del coche, inevitablemente configurado a máxima potencia. La segunda, esa combinación de satisfacción, alivio y pena por saber qué han terminado nuestros días de excursionismo... por ahora. El verano es largo, y tenemos ya apuntados en la agenda dos nuevos viajes cuya actividad principal vuelve a ser subir y bajar montañas. Mientras descendemos decidimos parar en una "General Store" para buscar algún refresco antes de que el aire acondicionado nos quite la sensación de sed. Lo hacemos en una área recreativa pasada ya la salida de Yosemite, por lo que los carteles se refieren al departamento de "Recreations & Parks" de San Francisco. Nos hacemos con una botella de agua gélida y una "Vitamin water" de naranja y seguimos la marcha. Nos separan 180 millas de la ciudad de Vacaville -sí, existe una ciudad en California que se llama Vacaville-. Las primeras 40 son la versión inversa de las carreteras de montaña que esta mañana ya exigieron toda nuestra atención al volante. De repente el paisaje vuelve a la clásica conducción de autopista atravesando la más absoluta nada con desierto a lado y lado solo interrumpido por breves instantes de huertos y granjas. A las 18:35 estamos atravesando la ciudad de Stockton, y finalmente a las 20:00 nuestro coche se topa con la fachada de nuestro siguiente alquiler contratado a través de Airbnb. No hay nadie en casa y pese a intercambiar previamente mensajes con nuestra anfitrión diciendo que dejarían una opción para que entrásemos no vemos llave ni cartel por ninguna parte -luego sabríamos que nos habían enviado un nuevo mensaje cuando ya no teníamos acceso a Internet-. Afortunadamente apenas cinco minutos después de nuestra llegada Dorothy y Steve aparecen con su coche y lo primero que hacen es disculparse por el retraso debido a que ella ha tenido una pequeña caída cuando circulaban con bicicletas motorizadas por San Francisco. Dorothy nos enseña la casa, que es una planta baja con un salón enorme y un pasillo en el que se suceden las estancias siendo el baño, el dormitorio y el cuarto de las lavadoras los que nos interesan para nuestro propósito. Preparamos una más que necesaria lavadora con la ropa que llevábamos hoy puesta -era de locos meter toda esa suciedad en la maleta- y mientras tanto Steve está ya retirando las flores sobre la superficie de la piscina y poniendo en marcha el jacuzzi. Como ya le habíamos reconocido en el intercambio previo de mensajes, estamos ansiosos por zambullirnos en el agua tras varios días de sofocante calor. Mientras se calienta el jacuzzi permanecemos con los pies metidos en la piscina, demasiado fría para dos mediterráneos de sangre caliente como nosotros. Durante la espera Steve nos ofrece amablemente cerveza y refrescos mientras Dorothy parece estar todavía gestionando los dolores de su pequeño accidente. Nos metemos al fin en el jacuzzi y, mientras nos deshacemos lentamente, Steve aparece tomándose una cerveza y ofreciéndome una segunda para mí. Empieza aquí una animada conversación que se extendería hasta las 21:30 durante la cual charlamos sobre terrorismo, seguridad, turismo y, aquí viene la gran novedad, Donald Trump. Por primera vez tras dos anfitriones de alojamientos y algún excursionista con el que habíamos charlado, alguien reconoce abiertamente y sin tapujos haber votado por el actual Presidente. No podemos decir que nos sorprenda, ya que Steve se confiesa republicano de toda la vida y trabaja como ingeniero civil para el ejército estadounidense, cumpliendo todos los requisitos para uno de los perfiles de votante de Trump. Siempre desde el respeto nos interesamos por saber sus motivos para su voto, durante los cuales nos reconoce que Trump es una "wild card", queriendo decir que son conscientes de que es un personaje imprevisible y que siempre está abierta la puerta a que pueda decir o cometer alguna barbaridad. "Pero claro, ¡cómo iba a votar a Hillary!". ![]() Justo lo que necesitábamos Estemos de acuerdo o no, tener una charla con alguien con unos orígenes y situación tan diferentes a los nuestros es una experiencia de lo más enriquecedora. Es una pena que debamos ponerle fin, pero con el sol ya totalmente desaparecido del horizonte el tiempo apremia para secar la ropa de la lavadora, disfrutar de una ducha y echarnos en la cama, esta vez sin ánimo siquiera para hacer copia de seguridad de las fotografías del día y no digamos ya de escribir el relato de la jornada de hoy. Eso serán deberes para mañana, ya que cuando alcanzamos las 23:00 apagamos la luz para caer inmediatamente en un sueño profundo ganado tras el esfuerzo de nuestra última etapa de montañismo. Es nuestra penúltima noche en California. Etapas 10 a 12, total 14
19 de junio de 2017
![]() Mapa de la etapa 10 Nuestro penúltimo amanecer en California resulta algo apresurado. Tras una noche de reparador sueño, son algo menos de las 8:00 cuando todavía sin bajar de la cama planeamos un poco el día haciendo estimaciones sobre trayectos y actividades a realizar. El principal objetivo de hoy es recurrente, repetitivo, y ninguna sorpresa: estamos durmiendo a escasas cinco millas de un nuevo centro comercial de la franquicia Premium Outlets y no es una casualidad. Cargamos nuestro equipaje, que no es poco, de la forma más sigilosa posible cuando el reloj alcanza las 9:00 de la mañana. Parece que Dorothy y Steve todavía no han salido de su cuarto y como no queremos importunarlos dejamos escrita una nota dándoles las gracias por su acogida y la entretenida conversación de anoche, y excusándonos por haber tenido que salir de forma tan abrupta y sin ocasión de despedirnos. Horas después Dorothy nos contestaría a través de Airbnb comprendiéndolo perfectamente y disculpándose por no haber participado en la conversación de anoche debido al doloroso golpe que se dió al caer de una bicicleta. ![]() Nuestra fugaz habitación en Vacaville Enseguida nos plantamos en el Vacaville Premium Outlets con la intención de desayunar en Starbucks antes de dar el pistoletazo de salida a las 10:00. Lo que encontramos es una versión algo descafeinada -je- de la franquicia, ya que se trata de un kiosko con sombrillas y no un local convencional. Vemos ya desde el primer momento el que va a ser el principal enemigo de nuestro día de compras: el sol. Y es que las tiends del outlet de Vacaville están esparcidas a lo largo y ancho de una inmensa extensión de asfalto, con lo que no descartamos en absoluto ir desplazando el coche de una plaza de aparcamiento a otra para situarlo en puntos estratégicos que nos permitan visitar ciertas tiendas y cargar en el coche las compras que de ellas saquemos sin pasar más tiempo del necesario bajo el sol de justicia que el servicio meteorológico anuncia junto a temperaturas cerca de los 40 grados. Dan las 10:00 y nos ponemos manos a la obra tras recoger nuestro talonario de descuentos para miembros de la web en un improvisado mostrador de una tienda de belleza al que nos dirige un cartel en el un puesto de información para visitantes cerrado por motivos que no se indican. Empiezan aquí alrededor de cinco horas de una nueva sucesión de tiendas, estantes, perchas, probadores y pases por caja que no dan demasiado juego para el relato de un viaje, así que seré breve. ![]() Que comience la locura ![]() Nuestro coche, estrategicamente aparcado ![]() *falta escena* Empezamos por Tommy Hilfiger, que por una vez me provoca salir con más ropa nueva de la tienda a mí -un jersey y un polo- que a L, que solo se lleva unos calcetines. Seguimos con Abercrombie & Fitch, donde empatamos al llevarse L un top y yo una camiseta. Entablamos conversación con un empleado italiano que parecía con ganas de practicar su español, distrayéndonos de un precioso husky siberiano que paseaba por la tienda junto a su dueño. No nos llevamos nada -tampoco es que normalmente arresemos en ellas- de una tienda de Polo Ralph Lauren sorprendentemente pequeña, ya que suele ser uno de los locales más exageradamente grandes en todos los Premium Outlets visitados con anterioridad. Tras estas tres primeras paradas cumplimos nuestra amenaza de movernos internamente con el coche. El calor que está haciendo en esta sartén que es Vacaville es digno de llanuras andaluzas en pleno agosto. Entramos por primera vez y fruto de la curiosidad en American Eagle Outfitters, que tiene buenos precios pero falla al disponer de las tallas que nos interesan para algunas prendas. Solo L se lleva un nuevo top. Antes de pasar a la siguiente tienda compro lo que es básicamente un vaso de hielo picado al que le echan un brebaje sin azúcar con sabor a piña colada por encima. Suena extrañísimo, pero meterse trozos de hielo aromatizado en la lengua y notar como se derriten mejora bastante el trauma de pasear bajo este sol. En Adidas tiro la casa por la ventana comprándome dos packs de calcetines. Junto a sus estanterías, un perchero ofrece camisetas de los flamantes campeones de la NBA a un precio de 90 dólares. Con la visita de hoy Aeropostale, otrora una de mis opciones favorita, suma una segunda decepción consecutiva tras la del año pasado en Seattle. No hay ni rastro de esas camisas de la marca que me enamoraron hace ya varios años. La oferta más atractiva es la de tres pantalones "shorts" por 45 euros, pero a duras penas podría justificar comprar uno más con todos los que tengo ya en perfecto estado. Entramos en la tienda Reebok, en la que como en todas las demás nos reciben con el clásico "Welcome" automatizado del empleado más cercano a la puerta en el momento de nuestra aparición. Es toda una sorpresa que L encuentre al fin un par de bambas que sean de su agrado. Teniendo un descuento del 50%, yo traiciono a Skechers y también me llevo un comodísimo par de deportivas. Junto a otros calcetines, al cambio nos sale todo por menos de 55 euros. Entonces llega GAP, que en mi caso siempre es sinónimo de éxito con unas gotas de demencia consumista. Me llevo de aquí más cosas que sumando todas las demás tiendas -camisetas, pantalones, polos, sudaderas...-, pero L solo mete en la bolsa una gorra y una camiseta de baño. Tras esta diferencia de compras de uno y otro la remontada es ya imposible para ella. Terminamos en Levi's, donde me quito la espina de llevarme alguna de sus camisas siempre atractivas pero excesivamente caras gracias a la promoción de prendas al 50% que acaban de iniciar hoy mismo. Por 25 dólares tacho una cosa más de la lista. Acabamos así las compras, que junto a lo adquirido en el outlet cercano a San Ramón que visitamos hace siete días hace un total de algo menos de 800 dólares -no repartidos por igual- para renovar el armario de ambos. Como siempre, no nos duele la cantidad al considerarlo una inversión gracias a la cual luego pasaremos mucho tiempo sin necesitar aoenas ropa nueva que comprar en España. La locura consumista nos ha llevado hasta las 15:00, hora más que adecuada para comer. Y al igual que cuando salimos de nuestro anterior outlet, vamos a hacerlo en un restaurante de Applebee's por tres motivos. El primero, porque sigue siendo una franquicia a la que le tenemos especial cariño y en la que se puede comer varias veces en pocos días sin repetir plato gracias a la generosa variedad de su carta. El segundo, que tenemos a un local de la cadena esperándonos prácticamente a tiro de piedra de nuestra posición, bastando para llegar hasta él cruzar la autopista que lo separa de los Vacaville Premium Outlets. Y el tercero, un poco más anecdótico, que hoy es día 19 de junio y eso significa que hace ya 33 años que la humanidad tiene que soportarme -y yo soportarla a ella-. Así que parece adecuado que invite a L a una comida que le guste, y sé que Applebee's es apuesta segura. ![]() Applebee's siempre triunfa Disfrutamos de sendos filetes de ternera, una quesadilla de entrante y una cerveza cada uno por poco más de 60 dólares, 48 euros al cambio de divisa de hoy. Tan satisfechos como siempre volvemos al coche para recorrer ahora las 60 millas que nos separan de San Ramón, en nuestro nuevo alojamiento muy cerca de los San Francisco Premium Outlets que por ajustes de última hora en la agenda ya hemos visitado hace una semana -el plan original era visitarlos mañana-. El camino transcurre con normalidad hasta que a 15 millas del destino sufrimos levemente los clásicos atascos de un día laborable cuando todo el oeste de Estados Unidos sale de la oficina dispuesto a llegar a casa quemando combustible. Afortunadamente el atasco queda lejos del infierno que hemos sufrido en otras ocasiones -nuestros primeros minutos cerca de San Francisco, sin ir más lejos- y llegamos a casa de Kim y Ron a unas más que adecuadas 17:30. Nos recibe Kim, que parece algo dormida y enseguida sabemos por qué: hace apenas unas horas que han regresado de un viaje a Alemania y Polonia y todavía debe estar sufriendo ese jet lag que a nosotros nos está esperando en apenas unas horas. Nos presenta el interior de su casa, o mejor dicho la pequeña porción a la que tenemos acceso justo junto a la entrada: un dormitorio de buen tamaño, un baño completo y un salón con múltiples sofás para relajarse si lo deseamos. Desconocemos si por seguir adormilada o estar muy ocupada, pero no se molesta en darnos muchas más explicaciones dejando la presentación un tanto fría. Eso no impide que introduzcamos nuestras cosas en la habitación y comencemos a confeccionar el equipaje definitivo para mañana, al fin sacando de las maletas grandes esos trolleys que llevaremos como equipaje de mano. Cuando pasan las 19:00 nos echamos de nuevo a la carretera con un doble objetivo: comprar algún dulce o aperitivo típico del país para llevar a nuestras respectivas oficinas y conseguir algo de comida para llevar pensando en nuestra cena de hoy. Lo primero lo cubrimos en un Walmart que nuevamente resulta algo decepcionante por la falta de secciones de productos frescos y comidas preparadas, pero nos es suficiente para cargar cada uno con dos paquetes de galletas Oreo de sabores exóticos para un español como son mantequilla de cacahuete y tarta "Red Velvet". Para el objetivo de conseguir algo para cenar recalamos en un Trader Joe's cuyo aparcamiento abarrotado nos hace creer que es una de las franquicias más populares entre los locales. Conseguimos aquí dos "wraps", uno de atún para L y uno sabor cubano -sea lo que sea eso- para mí. No podemos despedirnos de nuestras cenas del viaje sin una nueva bandeja de melón naranja. Regresamos a casa de Kim y Ron, siendo este segundo el que nos encontramos ahora engrasando las bisagras de la puerta de entrada. Mucho más despierto y atento que su mujer, charlamos animadamente con é ldurante unos minutos que nos dejan ya mucho mejor sabor de boca en caso de necesitar preguntar algo a nuestros anfitriones. Pasamos un pequeño rato en el salón contiguo, sufriendo una conexión a Internet bastante deficiente pero que nos basta para reservar nuestros asientos para los vuelos de mañana. Al levantarme del sofá descubro que debo haber elegido el sitio predilecto de uno o varios de los perros de la familia ya que tengo la espalda cubierta de decenas de pelos que no se irían hasta un buen cepillado de vuelta en casa. Tras un paso por la cocina para recuperar nuestras cervezas de la nevera y topándome con la familia -hija adolescente incluida- preparando su cena, vuelvo a la habitación donde nos disponemos a hacer lo propio. Durante la preparación del banquete un sonido de patas empieza a sonar tras la puerta, y tras un ágil movimiento de pomo aparece el mayor de los perros de la casa. Tal y como informa el dossier de bienvenida que tenemos en nuestra habitación, al parecer su mascota de más edad -que ha quedado totalmente sorda y algo falta de vista- tiene debilidad por el cuarto que alquilan a través de Airbnb, y cada noche intenta abrir una puerta que es capaz de accionar perfectamente si los ocupantes no han usado el pestillo de seguridad. Nosotros no lo habíamos hecho y empieza a asomar el hocico, pero no nos sentimos muy cómodos ante la posibilidad de que el animal, que parece inofensivo, duerma con nosotros. Esperamos que no se lleven la impresión equivocada, ya que adoramos las mascotas y los perros en particular. Pero sin saber de los hábitos del animal -ruidos, gases...- y estando el suelo lleno de nuestro equipaje para mañana, no vemos muy clara la posibilidad de compartir cuarto con él. Dan las 22:30 de la noche y, cenados y con todo el equipaje prácticamente listo -mi maleta "solo" pesa 20 kg, consiguiendo mantenerla a tres kg del límite incluido en la facturación de Swiss-, no queda más que sufrir unos minutos más la lenta conexión a Internet para dejarnos vencer finalmente por el sueño. Mañana, tras un par de últimos puntos en la agenda, esta historia llegará a su fin. Etapas 10 a 12, total 14
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4.7 (13 Votos)
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados ![]() ![]() ![]() ![]()
![]() |