Maravilloso Sri Lanka, ese pequeño gran país ✏️ Blogs de Sri Lanka

Preparamos el equipaje, desayunamos y dejamos el Cinnamon Lodge que tanto nos había gustado para ponernos rumbo a Kandy, con varias paradas en el camino. La primera fue el Templo de Oro de Dambulla a 24 kilómetros. También es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es del siglo I a.C. La entrada es muy rimbombante de reciente construcción (entrada $15). Subimos hasta el templo por un camino en cuesta donde pudimos ver monos jugueteando por todas partes.
Al llegar arriba pudimos ver unas pequeñas construcciones blancas que eran las entradas a las cuevas de los templos excavados en la roca.
Son cinco en total y cada una alberga diferentes imágenes de Buda, todas preciosas. Esta es la más importante colección de imágenes de Buda.
Fuera estanques de Loto, el ambiente es muy agradable. Dayan nos fue explicando cada cueva y su significado.
Cuando salimos continuamos hacia Matale (45 kms) parando en un Spice garden donde pudimos ver de cerca la planta del cacao, la de café, la de piña, Citronela (la planta ahuyentadora de mosquitos por excelencia que es originaria de Sri Lanka) y muchas más. Luego en la tienda puedes comprar los productos que elaboran a partir de esas plantas y que tienen remedio para todo, todo, según nos contaron.
Luego visitamos una fábrica de Batik, donde se puede ver todo el proceso manual desde que se hace el dibujo en la tela pasando por el tinte, el secado y la confección con los medios más rudimentarios que os podáis imaginar.
Estas dos visitas, aunque se pueden considerar turistadas, son muy interesantes de ver y nadie te obliga a comprar.
Le pedimos a Dayan que nos llevase a comer a un restaurante local, no recuerdo el nombre, pero estuvo muy bien, barato, limpio y buena comida. Después visitamos un templo hindú muy bonito
y luego continuamos a Kandy (25 kms), donde nos llevamos una gran decepción con el hotel escogido, el Kandy Hills Resort (88€ 2 noches), que no recomiendo para nada. El primer problema fue que no aceptaban pago con tarjeta de crédito, por lo que tuvimos que buscar un cajero automático y después al ver la habitación fue el segundo chasco, era grande, sí, pero destartalada, mal decorada y para colmo, en un viejo armario que había, encontramos un sujetador, señal de que habían arreglado "bien" la habitación. Tras un intento de cambio de hotel, decidimos quedarnos porque al no haber reservado con anterioridad, los hoteles que nos gustaban, incluido el Cinnamon Kandy, estaban completos o eran muy caros. Esa noche fuimos a cenar a una terraza cerca del hotel "Slightly Chilled Lounge" que también era discopub por la noche, no estuvo mal, la comida nada especial pero tenía buenas vista de la ciudad y no era caro, además podías tomarte una copa después de cenar.

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Desayunamos en el hotel donde, a pesar de todo, el desayuno era bueno. Un señor muy amable nos hacía huevos y tostadas en el momento que acompañábamos con un zumo de naranja y un exquisito té. Aún no he hablado del té pero en todas partes es muy bueno, no en vano, Sri Lanka es la cuna del té. Allí me aficioné a esta bebida porque yo siempre he sido más de café. Después del desayuno salimos para el Orfanato de elefantes de Pinnawala (entrada $20) Por el camino nos llamó mucho la atención porque después de ver una señal que indicaba la posibilidad de encontrarse con elefantes, vimos uno caminando por la carretera.
A Pinnawala hay que llegar sobre las 9 de la mañana para no perderse cómo salen del orfanato, cruzan la carretera
y van a bañarse al río, es genial verlos en el agua, juegan entre ellos, se echan agua con la trompa y hasta parece que bailan al ritmo de la música que suena por los altavoces. Yo disfruté muchísimo viéndolos.
Después volvimos al orfanato con ellos para ver cómo viven allí. Luego intentamos hacer un paseo en elefante en un sitio que hay por la carretera pero el paseo no comenzaba hasta 1 hora después y no quisimos perder tiempo. Comimos en otro sitio recomendado por Dayan y de regreso a Kandy visitamos lo que llaman los Tres Templos: el Templo de Gadaladeniya, el Lankatilaka Vihara y el Embekke devale. En este último había puestos de artesanía y en uno de ellos había un señor trabajando la madera, allí compramos a muy buen precio.


Al llegar a Kandy le pedimos a Dayan que nos parase en un supermercado y compramos algunas cosas. Justo al lado del supermercado había un cajero automático y aprovechamos para sacar dinero. Después le pedimos que nos llevase a algún centro de masajes y nos llevó a uno de lo más pintoresco y rudimentario, nada lujoso pero auténtico y allí nos dieron uno de los mejores masajes que nos han dado nunca con aceites ayurvédicos seguido de una sauna igualmente rudimentaria pero muy natural.
Después fuimos al hotel a darnos una ducha para ir a cenar. Esa noche habíamos elegido un sitio especial para despedirnos de Kandy, era el restaurante del hotel Royal. Este hotel es una de los que tienen más solera en Kandy. Es muy elegante. Tiene un patio interior alrededor del cual se disponen las mesas en dos plantas y puedes cenar al aire libre escuchando música en directo y también tiene salones interiores con aire acondicionado. Nosotros elegimos la primera opción e invitamos a Dayan a cenar con nosotros. La comida riquísima, el servicio impecable y nada caro. Eso sí, cierran pronto. Después nos tomamos una copa y a dormir.

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Este día teníamos que elegir entre ir a Peradeniya para ver el Jardín Botánico o ver Kandy, que aún no nos había dado tiempo de verlo, antes poner rumbo a las montañas para ver dónde nace el famoso té de Ceylán. Escogimos la primera opción y después de desayunar fuimos a ver la ciudad. Kandy es también Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es una bonita ciudad entre colinas presidida por un gran lago y una figura de Buda gigante que parece estar protegiendo la ciudad.
En el centro están las tiendas, restaurantes, hoteles famosos y en las colinas que la rodean se sitúan las viviendas y el resto de los hoteles. Estuvimos callejeando, viendo tiendas (que ya teníamos ganas porque apenas habíamos visto en lo que llevábamos de viaje), vimos el Mercado y como no, el famosísimo Sri Dalada Maligawa, el Templo de la Reliquia del Diente, situado al borde del lago.
La reliquia que llegó desde la India escondida en el cabello de una princesa y que después de pasar por diversas ubicaciones en las antiguas capitales como Anuradhapura y Polonnaruwa, ahora reposa en este templo. Buda nació en una noche de luna llena del mes de agosto, por eso, todos los años, coincidiendo con la luna llena de agosto tiene lugar la fiesta más importante para los budistas, la Esala Perahera, que atrae no solo a budistas sino también a turistas de todo el mundo. La fiesta consiste en una procesión nocturna en la que sacan la urna que contiene el Diente de Buda a lomos de un elefante adornado con túnicas bordadas, bombillas de colores y fundas doradas en sus colmillos, seguido de decenas de elefantes ataviados de igual manera. Durante los 10 días que dura la fiesta, Kandy se llena de bailarines, elefantes, música y fuego.
Seguimos paseando y cerca del Templo y el lago está el famoso Queens Hotel, edificio colonial de aire decadente que dicen fue la residencia de los últimos reyes cingaleses y que la Reina Isabel II se hospedó allí en una de sus visitas a la ciudad.
Después emprendimos viaje hacia Nuwara Eliya (73 kms). La primera parada fue en Ramboda Falls, unas de las cascadas más altas del país. Comimos en un restaurante que estaba justo enfrente de las cascadas y tenía unas vistas espectaculares. Era un sitio turístico y la comida no era ni tan buena ni tan barata como en otros de los restaurantes donde nos llevaba Dayan, pero merece la pena solo por el paisaje.
Continuamos el viaje y enseguida empezamos a vislumbrar las primeras plantaciones de té. Paramos en la fábrica de té Macwoods . Está enclavada en un paisaje idílico rodeada de montañas donde se cultiva el té y de una diversidad de flores.
Hicimos una visita guiada donde nos explicaron todo el proceso del té desde la recogida de las hojas hasta que era envasado en su mayoría para la exportación porque el té de Ceylán es muy apreciado a nivel mundial.
Después tuvimos una degustación y pasamos a la tienda donde te venden el té, sobre todo negro, aunque también puedes encontrar té verde y té blanco, envasado de todas las formas posibles, hasta en bolas decorativas para el árbol de Navidad. Dayan nos advirtió que allí era más caro que en otros sitios, pero aún así quisimos comprar algunos paquetes para tener un recuerdo de la visita a la fábrica.
Desde allí ya nos fuimos directamente a Nuwara Eliya bordeando el Piruduthalaga Forest Reserve, un bosque de gran belleza. Al llegar a la ciudad nos sorprendió su aspecto que nada tiene que ver con el resto de las ciudades del país, con razón la llaman la pequeña Inglaterra, porque allí es donde más se nota la influencia y la herencia inglesa. Durante la ocupación del país, los ingleses se instalaron allí en su gran mayoría porque el clima era parecido al de Inglaterra, fresco y húmedo. No olvidéis llevar un jersey y un paraguas o chubasquero sea cual sea la época del año en la que vayáis.
El hotel que habíamos reservado con Booking era el Unique Cottages (85€ 1 noche) Nos encantó. Era un pequeño hotel nuevo en un edificio estilo colonial y tanto las zonas comunes como la habitación estaban decoradas al detalle y con todas las comodidades, lo que agradecimos después de la experiencia en el cutre hotel de Kandy. Después de instalarnos nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad pero como empezó a llover, nos fuimos a cenar al restaurante Grand Indian, que pertenece al Grand Hotel, aunque está en un edificio independiente. El local era bonito y estaba muy bien decorado, pero a pesar de las buenas críticas que habíamos leído, no nos gustó ni la comida, ni el servicio que era poco atento, además nos quisieron cobrar 1000 rupias de más. Cuando salimos aún llovía y fuimos a visitar el Grand Hotel que está justo enfrente, es un edificio emblemático de Nuwara Eliya y supuestamente el mejor hotel. Nos tomamos un cóctel en su elegante bar y nos fuimos a dormir.

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