REGRESO A LAS ISLAS GRIEGAS, CON ESCALA EN BUDAPEST ✏️ Blogs de Grecia

Amanecemos temprano y pedimos que nos traigan el desayuno, ya que nos lo sirven en la terraza de las villas. La dueña del hotel, que es todo un carácter, tiene unos empleados asiáticos (filipinos, indonesios o algo por el estilo) que son muy serviciales y trabajan fenomenal. Nos traen bandejas con fruta fresca, zumo de naranja natural, algo de embutido, pan, café... El problema es que la temperatura nos pilla desprevenidos, hace bastante fresco y no hubo ni un solo día que pudiéramos desayunar sin abrigarnos.

Hablamos con los dueños del hotel y nos recomiendan que hoy vayamos a Katergo Beach, ya que según nos dicen al día siguiente va a cambiar el tiempo y entrará el viento, así que nos vamos al puerto a coger el barco que nos llevará a la playa, después de comprar allí mismo agua y unos bocatas ya que en la playa no hay nada.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Por el camino, el barco nos acerca a ver algunas cuevas en las que el agua es increíblemente transparente y de color turquesa.

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En apenas 15 minutos llegamos a la Katergo y desembarcamos nuestros bártulos. La playa es de piedras, con agua transparente y limpia y disfrutamos de un día tranquilo sin viento bañándonos y tomando el sol.

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Después de comer nos dividimos, ya que algunos prefieren irse a la piscina del hotel a descansar y leer y otro nos quedamos a dormir la siesta en la playa. Es nuestro primer día, y nos apetece aprovecharlo, pero perdimos la oportunidad de disfrutar de la piscina de las villas, ya que al día siguiente entró el viento y ya no nos dejó en los días que estuvimos en la isla.

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Tras ducharnos y ponernos guapos, nos vamos a Chora a ver la puesta de sol desde la famosa iglesia que está en lo alto y a la que se llega subiendo un camino blanco precioso, pero que cuesta subir!

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La iglesia está bastante animada, ya que sube todo el mundo a contemplar el espectáculo desde allí, aunque a nosotros nos decepcionará bastante. Supongo que después de haber visto los atardeceres en Santorini, este no estaba a la altura.

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Nos vamos a cenar a Agio Maria, una pequeña población que está en la parte alta de la isla, donde lo típico es comer carne con una pasta casera a la que llaman matsata. Los dueños del hotel nos recomendaron un restaurante pero estaba a tope y no nos quedó más remedio que buscar algún sitio donde nos metieran a los 11. Casi a la salida encontramos uno en el que vivimos la cena más surrealista que hemos tenido nunca. Lo atendía una familia en la que todos tenían un punto bastante raro, por no decir otra cosa, y sin entrar en detalles, diré que a alguno se le metió el asco en el cuerpo y hasta vomitó en el camino de vuelta. A otros nos dio la risa contemplando el panorama del restaurante, pero la verdad es que fue una cena para olvidar.

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Amanecemos temprano y en seguida podemos comprobar lo que supone que entre viento del norte. Hoy nos vamos a desayunar a la terraza del hotel porque en las nuestras es imposible estar, así que nos abrigamos y nos vamos para allá. En seguida comprobamos que todos los días se repite exactamente lo mismo a la hora del desayuno, no varía ni una coma, así que al final acabaremos un poquito saturados.

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Indagamos en internet sobre cuáles son las mejores playas del sur de la isla y decidimos ir a conocer Agios Nikolaos. Para llegar allí tenemos que ir a la playa de Agali y dejar el coche en el parking, y desde allí se puede coger un barquito que te deja en la playa o bien ir caminando unos 20 minutos por un camino que las comunica. Decidimos ir andando y por el camino las vistas de las calas son preciosas.

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La verdad es que recomiendo a todo el mundo que haga este paseo, aunque sea a la vuelta, que es menos duro. Merece la pena ir viendo el mar desde arriba.

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Más o menos a mitad de camino, hay una pequeña cala de guijarros, muy bonita y tranquila también, pero preferimos seguir adelante para llegar a nuestra playa.

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Diez minutos después ya podemos vislumbrar nuestro destino, y la verdad es que resulta ser una playa increíble, en la que pasamos uno de los mejores días de las vacaciones.

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Antes de bajar, nos encontramos con una fantástica taberna asomada al mar y les preguntamos si nos reservan una mesa. Nuestra primera intención era volver a comer a Agali en otro restaurante que me recomendaron unos amigos, pero finalmente decidimos quedarnos a comer en la playa y fue la mejor decisión del día ya que resultó ser una de las comidas que más disfrutamos.

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Comimos pescado fresco, gambas, ensalada griega, y por supuesto la frasquita de vino, por unos 15 persona, y con las vistas del Mar Mediterráneo, así que fue todo un lujo.

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Por la tarde seguimos descansando tumbados a la bartola y aprovechamos a tope esta pedazo de playa. Encontramos una especie de embarcadero desde donde te tiras al agua directamente que parece una piscina.

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Terminada la jornada, iniciamos nuestro caminito de vuelta, nuevamente disfrutando de las vistas y nos vamos al hotel a descansar y darnos una ducha, ya que la piscina seguimos sin poder disfrutarla por culpa del viento

Por la noche toca cenar en una de las villas, así que tranquilamente nos duchamos y nos vamos al puerto para comprar empanadas y bocatas y cenamos tan ricamente con unas cervecitas todos juntos, a resguardo del viento del norte, que os aseguro que cuando sopla, lo hace bien fuerte.

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Nuevamente amanecemos con viento y seguimos sin poder desayunar en nuestra villa. Durante el desayuno charlamos con María y su marido y nos recomiendan ir a conocer Livadaki Beach, una playa en la que las aguas tienen un precioso color verde y a la que hay que llegar en barco.

Nos abastecemos de bocatas, agua y fruta y cogemos el coche rumbo a Agali para coger el barco que nos llevará a la playa. El trayecto son 10 eur. ida y vuelta por persona, pero como somos tantos el hombre nos hace una rebajilla. En apenas 10 minutos llegamos a la playa, que resulta ser bastante bonita pero no es de arena, sino de cantos rodados.

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Las playas de piedra también nos gustan mucho, porque aunque son más incómodas para tumbarte, es verdad que el agua suele ser mucho más cristalina y transparente al no removerse con la arena.

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Pasamos el día tranquilos y tras comer nuestros bocatas cogemos el barquito de vuelta a Agali. Allí nos quedamos un rato en una terraza junto al mar para disfrutar de un frapé, ya que hasta ese momento no habíamos tomado ninguno, y algunos nos vamos a explorar a Ambeli, una pequeña cala que nos ha recomendado el dueño del hotel que aunque parece ser que es muy pequeña es muy buena para hacer snorkel. Llegamos a ella por un camino un poco complicado para el coche, pero no hay otro acceso y el sitio es precioso y tiene un agua increíble, así que decidimos ir al día siguiente a disfrutar un rato de estas aguas.

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Volvemos a por los demás a Agali y regresamos al hotel a ducharnos. Hoy nos vamos a ver la puesta de sol a la punta norte de la isla y resulta ser bastante más bonita que en la ermita de Chora.

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Por la noche cenamos en uno de los mejores restaurantes de la isla, el Zefiros, en Chora, donde se come un pescado fresquísimo y disfrutamos de una estupenda cena en un jardín precioso.

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