La ciudad perdida de Colombia y mucho mas ✏️ Blogs de Colombia

Viernes 23 feb

A las 9 estábamos en el aeropuerto para coger un avión a Medellín.
Según nuestro planing inicial, hoy teníamos que volar a Pereira para ver el eje cafetero, pero Camila, la chica del trekking, nos invitó a su casa y la idea nos gusto tanto, que 4 días antes compramos los vuelos a Medellín a pesar de perder el dinero de los vuelos a Pereira y de este a Bogotá.

Camila vino a buscarnos al aeropuerto con su prima Melisa y su hermana Daniela, menudo detallazo, sobre todo teniendo en cuenta que el aeropuerto está a 1 hora de la ciudad.


Después de hacer varios recados que las chicas tenían que hacer, llegamos a casa de Camila, que vive en un piso con su hermana, su madre Claudia y su gato Cocó.

Claudia nos hizo una comida típica colombiana y tuvo el detalle de traerme pan francés porque yo le había comentado a Camila que estaba harto del arroz, jeje.
La comida estaba riquísima y además resulto súper amena porque estuvimos hablando de Pablo escobar, que había vivido muy cerca de allí. Por la noche íbamos a salir de rumba, así que después del almuerzo fuimos todos a echarnos una siesta.

Después de cenar con Camila y su novio Julián, fuimos a La sagrada tienda donde habíamos quedado con Daniela y su prima Paulina. Es un local típico colombiano, y no se parece a nada que haya en Europa.
German y yo éramos los únicos europeos y estábamos encantados.
Hay mesas y sillas por toda la discoteca, en las que la gente compra las botellas enteras, en su mayoría aguardiente antioqueño, y se lo beben a chupitos. Sabe muy parecido al anís y esta buenisimo.

Hay ratos que ponen música tipo rancheras y vallenato, lo llaman música para tomar, y de pronto cambian la música y todo el mundo se pone en pie para bailar salsa y merengue sobre todo y después de 2 o 3 canciones, vuelta a la silla y vuelta a la música para tomar.
Es un concepto sencillamente genial, que deberíamos importar a Europa jajá.


Sábado 24 feb

Nos despertamos totalmente enguayabados (resaca en colombiano), así que Claudia nos preparó un delicioso desayuno a base de arepas, buñuelos, zumo y ensalada de frutas.
Daniela tenía que irse a trabajar a las 14 y Camila tenía una boda de tarde, por lo que German y yo optamos por ir a ver Medellín por nuestra cuenta.

Queríamos ir a ver la comuna 13, que es la zona más visitada de Medellín. Para llegar hasta aquí tuvimos que coger un autobús y el metro. Al bajar del bus estábamos un poco despistados y una señora se acercó a nosotros y se ofreció a acompañarnos hasta el metro. La señora, encantadora, nos ofreció hasta su casa para cuando volviésemos a Medellín.

No creo muy necesario tener que hacer este tipo de apunte, porque supongo que a estas alturas del diario, ya os habréis dado cuenta de que Colombia es un país mucho más seguro de como nos lo pitan en España. Pero para los que tengáis miedo de venir, os diré que la noche anterior éramos los únicos no locales de la discoteca, y lo mismo en el bus y en el metro, y resaltar que nos sentíamos tan tranquilos y seguros como en España o incluso más.

Medellín es una ciudad que se ha reinventado a sí misma, algo parecido de lo que ocurre en mi amado Bilbao. A pesar de no ser la capital del país, es la única ciudad de Colombia que tiene metro, y se ve mucho más moderna y limpia que Bogotá.
Hace apenas 20 años, era una de las ciudades más peligrosas del mundo, y ahora es la más prospera de Colombia, en la que el que fue el barrio mas peligroso de todos, es ahora barrio más turístico y visitado.

A las 14.00 estábamos en la salida de metro San Javier, lugar donde comienza el freetour o tour de los graffitis por comuna 13.
El guía, David Palacios es un chico de 18 años que lleva toda su vida en el barrio. Ha vivido en primera persona el cambio y esta orgullosísimo de contarlo.
El tour comienza con las explicaciones sobre el significado de los grafitis y entre pintura y pintura, cuenta los sucesos que tuvo que vivir.


No os desvelare ninguna de las historias, pero os adelanto que son muy desgarradoras.
El barrio se parece mucho a las favelas brasileñas, con unas cuestas terribles, pero se ha modernizado tanto que ahora dispone de escaleras mecánicas para llegar a las zonas más altas.


A finalizar el tour, David nos dio unas clases de baile, porque además de guía, es estudiante y profesor de bailes latinos. ¡¡¡ No os imagináis como baila!!!!
Si venís a Medellín y en concreto a comuna 13, os aconsejo totalmente que cojáis guía, porque la historia de este barrio no tiene desperdicio y merece ser contada.

Nos despedimos de David y cogimos el metro hasta el centro de la ciudad para ver la plaza botero. Era sábado por la tarde y a pesar de que toda la zona estaba en obras, estaba llenísimo de gente. Todo el centro está repleto de tiendas con música caribeña a todo volumen.

Después del entretenido paseo, cogimos el metro y nos fuimos a casa de la señora Claudia, que por su puesto nos había preparado una cena exquisita.
Cuando llegaron Julián y las chicas, cogimos un taxi y nos fuimos a una zona que hay varias discotecas juntas, primero estuvimos en la chismosa y después a la chula, donde había concierto estupendo de mariachis.


¡El ambiente fue muy parecido al de ayer, aunque estas discotecas eran mucho más grandes, sencillamente geniales, bacano!!!


Domingo 25 feb

Llego la hora de despedirse. La experiencia no pudo haber sido más gratificante. Camila y su familia se portaron súper chévere con nosotros y solo tengo palabras de agradecimiento. Estoy seguro de que repetiremos.
Decir que Medellín es una ciudad moderna, segura, limpia y cómoda para vivir, pero desde el punto de vista del turista, creo que Bogotá tiene más que ofrecer.

En media hora de vuelo llegamos a Bogotá. Este era nuestro último día, ya que a las 21.30 teníamos el vuelo de vuelta a España.
Dejamos el equipaje en el aeropuerto y nos fuimos directos al museo del oro que además hoy por ser domingo, era gratis. La visita al museo es súper recomendable, tiene piezas que cuesta creer que tengan tantos siglos.


Al salir del museo nos fuimos a hacer las últimas compras al mercado de artesanía que hay justo a la salida, y ahora os contare la mala experiencia que tuvimos a continuación.

Había un taxi de los amarillos aparcado para coger clientes. Nos subimos, y el taxista muy amablemente nos dijo que era un taxi especial para turistas, más grande y que solo aceptaba tarjeta de crédito.
Todo nos pareció súper normal, el hombre era de lo más agradable, como todos los colombianos hasta ahora. Le dijimos que preferíamos pagar con dinero, para gastar los últimos pesos y nos dijo que no, que solo con tarjeta porque era más fiable y legal. No había nada que nos hiciera sospechar, así que al llegar al aeropuerto, German le dio su tarjeta, pero el datafono no la aceptaba. La paso dos veces poniendo el pin, pero daba error, así que pasamos la mía y volvió a dar error.
El hombre llamo o hizo que llamaba y supúestamente le dijeron que se había caído el servicio, por lo que al final le pagamos con dinero.

Todo seguía siendo totalmente normal y en ningún momento sospechamos nada. Incluso al bajar del taxi nos bajamos diciendo que vaya señor más simpático y que la gente de Bogotá era súper amigable.

Bueno, pues cuando ya llevaba 3 días en Bilbao, me llega un mensaje de mi banco diciéndome que han sacado dinero con mi tarjeta en un cajero de Colombia y que la habían bloqueado por seguridad. Resulto que me habían copiado la tarjeta, y sabemos que fue seguro el taxista porque al momento llame a German y en su banco le dijeron que tambíen se la habían copiado.
Así que tened cuidado con los taxis. Después me entere que en todo Colombia no hay ningún taxi con datafono.
Tuvimos muy mala suerte porque fue en el último momento del viaje, y a pesar de que mi banco me devuelve el dinero, al enterarme me sentí engañado, traicionado por Colombia.

Hoy 13 de Marzo de 2018, hace dos semanas que estoy en Bilbao y pasado el susto de la tarjeta, os diré que Colombia es uno de los mejores lugares que he visitado nunca, que sigo loco por este país, que lo extraño muchísimo, y sobre todo que tengáis cuidado, porque Colombia enamora y corréis peligro de no querer volver.

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