Nuestro viaje por Marruecos, desde el Sahara hasta Esauira pasando por Marrakech y las cataratas de Ouzoud. Autor:StormtrottersFecha creación:⭐ Puntos: 3.7 (3 Votos)
Llegamos a Marrakech después de apenas un par de horas de vuelo desde el aeropuerto de Santander. Era la primera vez en nuestras vidas que íbamos a pisar territorio africano, así que estábamos deseando saltar del avión.
Pudimos comprobar ya desde un primer momento lo que ya sabíamos de nuestro país vecino: hace MUCHO calor (visitar África en verano es lo que tiene). Podemos decir que incluso tuvimos suerte, ya que nos dejaron a pie de pista a última hora de la tarde con todo lo que eso conlleva. Marruecos nos recibió con un precioso atardecer que obligó a todo el pasaje a abandonar sus maletas y empezar a sacar fotos. ¡Nosotros no íbamos a ser menos!
Después de un largo deambular por la terminal y de pasar los controles pertinentes, conseguimos hacernos con las tarjetas SIM marroquíes para nuestros móviles. Eso sí, el mío decidió por su cuenta que se iba a morir en los días venideros así que no quería saber nada del tema.
Un transporte privado nos esperaba a la salida para llevarnos a nuestro alojamiento en la Medina de Marrakech, el Riad Dar Ten. Como está prohibida la circulación por el interior de la Medina, un hombre con un carro destartalado nos llevó el equipaje guiándonos por un laberinto de callejuelas hasta llegar al riad. Estaba oscuro, nunca habíamos estado en un sitio así y la verdad que como primera impresión... pues eso, impresiona bastante.
Hablar del Riad Dar Ten podría dar perfectamente para un post entero. Es un lugar increíble, donde el tiempo parece detenerse para transportarte a otra época. En el mismo centro de Marrakech, cuenta con unas instalaciones muy cuidadas y algo que nos pareció imposible... silencio. No se escuchaba nada ni siquiera desde el patio central, solo silencio y puede que algún pájaro. El maravilloso personal nos ofreció un té con menta y no pudimos decir que no antes de irnos a la habitación para un merecido descanso. Al día siguiente empezaba la aventura y yo me pasaría la noche preguntándome por qué no había puertas en los cuartos de baño.
Toca madrugar. Nuestro conductor, Abdellah, nos recogería a las 8 de la mañana para salir en dirección al desierto en un tour de 3 días. Nos vimos obligados a pedirle al chico del riad que nos preparase el desayuno antes del horario habitual y, menos mal, accedió sin problema. Claramente en ese momento él no sabía que estaba sentando un precedente.
Abdellah llego mucho antes de lo previsto. Su todoterreno prácticamente nuevo, de tan solo unos meses, nos esperaba fuera de la Medina. Aunque, eso sí, él intentase hacernos creer en un principio que su coche era un cacharro blanco y sucio cuyos días de gloria habían pasado claramente hacía milenios... Esa fue la primera de sus muchas bromas a lo largo del camino. No podría habernos tocado un guía mejor.
Salimos de Marrakech en dirección al Alto Atlas, una cordillera que atraviesa Marruecos y que recibe a muchos turistas en busca de una experiencia diferente. Trekkings de varios días, excursiones visitando auténticos pueblos bereber e incluso la posibilidad de practicar deportes de invierno en la época adecuada. La carretera era estrecha y sinuosa y la conducción de los marroquíes no invita a pensar que estás en un lugar seguro, pero la verdad es que lo tienen todo controlado y nunca nos sentimos en peligro en ese sentido.
Nuestra primera parada fue en el Ksar de Ait Ben Haddou, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Un "ksar" no es otra cosa que una ciudad fortificada, en este caso formada por murallas y edificios de adobe.
Recorrer sus calles y subir hasta la parte más alta es una experiencia muy bonita, siempre y cuando lleves contigo agua y no te importe sudar un poco. Estás en África, ¿qué esperabas? Aquí, como en todas partes, había niños que se ofrecían a guiarte... a cambio de unos dirhams, por supuesto.
Además, si al igual que nosotros eres fan del séptimo arte, este sitio tiene un atractivo aún mayor. Aquí se rodaron grandes películas como "Lawrence de Arabia", "La joya del Nilo", "Gladiator", e incluso más recientemente sirvió de lugar de rodaje de una de las muchas localizaciones de la serie "Juego de tronos". No dudamos en darles un repaso a nuestra vuelta para poder identificar lo que hemos visto con nuestros propios ojos.
Dejamos atrás el ksar, pero no avanzamos antes de nuestra próxima parada, esta vez en Ouarzazate. Esta ciudad es muy conocida por ser considerada la entrada al desierto del Sahara. Allí pudimos visitar el kasbah de Taourirt, uno de los más famosos del país. Los "kasbah" vienen a ser grandes edificios de planta cuadrada que tienen, por lo general, una torre en cada una de sus esquinas. Solían ser la vivienda principal de alguna autoridad o familia poderosa de la época. Bajo mi punto de vista vienen a ser un poco el equivalente a los castillos que teníamos en Europa.
Continuamos nuestro camino y las paradas para hacer fotos son constantes. Las vistas del Atlas, de palmerales de grandes dimensiones o simplemente de paisajes que, a nosotros, nos parecían imposibles. Kilómetros de tierra totalmente árida con cauces de ríos completamente secos se veían interrumpidos por líneas de densa vegetación que crecían a las orillas de pequeños ríos y arroyos. Como asturianos, ver tanta tierra y tan poco verde es una cosa que no terminábamos de concebir.
Pasaríamos esa noche en el Valle del Dades, también conocido como el "camino de las mil kasbahs". Nuestro alojamiento, el Dar Essyaha, era un antiguo refugio bereber rehabilitado situado al borde de un precipicio desde el que se podía contemplar todo el valle. Abdellah nos habló muy bien del sitio y de la gente que trabajaba allí y no podemos hacer otra cosa que no fuese darle la razón. Todos los trabajadores eran muy jóvenes, hacían su trabajo con eficacia y siempre con buen humor. Posiblemente uno de los sitios donde mejor nos han tratado.
La decoración es fiel a la historia del lugar. Cada alfombra, cada silla, cada mesa y cada símbolo recuerdan a la historia y costumbres de los bereber. Incluimos en esto la cena; un plato surtido de las especialidades bereber de la zona que, aunque estaba buenísimo, no pudimos terminar por lo mismo de siempre: las cantidades.
Y por fin llegó la hora de un buen merecido descanso. Despedimos nuestro segundo día en Marruecos contemplando desde nuestra terraza la magia del Valle del Dades mientras degustamos otro té con menta, la bebida predilecta de nuestra primera incursión africana.
Empezamos el día, como no, en otra terraza. En esta ocasión se trataba de una especialmente grande y por supuesto tenía vistas al valle. Abdellah, siempre atento, lavaba el coche mientras esperaba que nos uniéramos a él.
Atravesamos Tinerhir para llegar a un lugar que nos enamoró en todos los sentidos: las gargantas del Toudra. Allí, en lo más profundo, entre dos paredes gigantes de piedra que te rodean, se reúne una gran cantidad de gente de las cercanías para disfrutar del río. Donde hay agua, siempre hay gente y pronto nos dimos cuenta de que esa era su "playa". Unos remojaban los pies en el agua, otros jugaban mientras las familias preparaban su particular picnic en algunas islitas de piedra en mitad del río (si no las había, se las fabricaban). Siguiendo río arriba incluso alguien se había acercado pastoreando sus cabras. Es en ese preciso instante, mirando a tu alrededor, cuando te das cuenta de que algo que tú tienes siempre al alcance de la mano para ellos es un tesoro y que toda la vida se arremolina en torno a la más mínima fuente de agua que se encuentre.
Pronto tuvimos que abandonar el agua para seguir nuestro camino, pero nos habría encantado quedarnos un buen rato más en las gargantas. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que se trata de un sitio cuanto menos especial.
A mitad de camino hicimos una parada para comer en un restaurante tradicional. Del lugar poco podemos decir... En un pueblo pequeño cuyo nombre no recuerdo y con razón. Tenían un mapa gigante de la zona a la entrada y, tras preguntarle a Abdellah donde estábamos, casi ni él mismo pudo encontrarlo. Le llevó un buen rato y aún así no conseguía estar seguro del todo. Eso sí, el sitio era maravilloso y pudimos degustar algo que jamás habíamos probado, el tajín de camello.
Siempre que viajo a otros países intento aprender tanto como puedo de su cultura y costumbres, y eso incluye la gastronomía. No podía irme de allí sin probar este plato. No haberlo probado habría sido un error porque la verdad es que esta buenísimo, posiblemente de lo mejor que he comido durante el viaje. Su sabor es parecido al de la ternera pero un poco más fuerte. Es diferente y merece mucho la pena.
Pero no todo es comer, así que volvemos a la carretera... o lo que queda de ella. El asfalto no tardaría en desaparecer para dejar paso a un desierto de tierra y piedras que hacía que el coche se tambalease constantemente de lado a lado dejando tu espalda como un acordeón. Al cabo de un tiempo, emergen en la distancia las dunas de arena de Erg Chebbi formando posiblemente lo más parecido a un decorado de una película que jamás hemos visto.
Nos dirigimos a Merzouga, al Hotel Yasmina. En la parte de atrás del establecimiento nos recibiría un bereber que esperaba junto a una pequeña caravana de camellos. Nos había tocado compartir viaje con un matrimonio alemán y unas japonesas. Todos subimos a lomos de nuestros nuevos amigos e iniciamos la marcha... excepto el hombre del desierto. Él iba caminando tranquilamente bajo el sol del desierto y así seguiría hasta llegar al campamento hora y media después.
Es difícil explicar el sentimiento que te invade cuando te encuentras en esa situación. Al fin y al cabo estás en un camello atravesando un desierto formado por dunas gigantes de hasta 150 metros. Es algo muy bonito y placentero a la vez que espectacular. Dicen que no se puede escuchar el silencio, pero en ese momento todos lo escuchamos, solo interrumpido por el mínimo sonido que hacen los camellos al aplastar la arena bajo sus patas.
El destino quiso que mi camello se soltara de la caravana y detuviese su marcha. Cuando el bereber vino a nuestro rescate, mi peludo amigo hizo el amago de querer marcharse, pero al final aquel buen hombre pudo cogerlo y atarlo de nuevo junto al resto.
El campamento estaba formado por varias haimas y bastantes alfombras que ayudaban a la hora de caminar para no hundirse en la arena. Apenas llevábamos unos minutos allí cuando decidimos subir a la cima de una de las dunas gigantes para intentar ver el atardecer. Los bereber nos aconsejaron por donde ir para que fuera más sencillo, pero pronto comprenderíamos que una duna de Erg Chebbi no es un obstáculo precisamente fácil de ascender.
La duna cada vez se volvía más vertical, los pies se hundían en la arena hasta tal punto que en ocasiones terminabas en la misma posición en la que habías iniciado el paso. A día de hoy sigo teniendo la creencia de que si conseguí llegar al punto más alto fue gracias a las zonas de arena más compacta que facilitaban y mucho el ascenso. Las paradas para coger aire se volvían cada vez más frecuentes y tuvimos la inteligencia suprema de olvidarnos las botellas de agua en el campamento. Nadia no pudo subir más que hasta la mitad y yo tuve la inconsciencia de querer llegar arriba realizando un esfuerzo como pocos he hecho en la vida.
Cuando llegué a la cima, al punto donde la duna se corta para iniciar el descenso por el otro costado, solo los alemanes estaban allí. La satisfacción que se siente al llegar ahí arriba y contemplar el Sahara hasta donde te alcanza la vista es indescriptible. El alemán, cuyo nombre no recuerdo si ignoro o se me ha olvidado, debió ver cómo llegaba y no tardó en ofrecerme su botella de agua. Sí, estaba hirviendo, pero había que hidratar con algo.
El descenso fue algo mejor. Por el camino me encontré a las japonesas, nunca supe si consiguieron llegar arriba. Cuando me las crucé avanzaban muy lentamente y caminando de espaldas hacia la cima. Ahogadas, sin prisa pero sin calma. Poco más abajo me encontré con Nadia y decidimos volver juntos al campamento. A día de hoy puedo reconocer que el esfuerzo me costó factura y llegué al campamento un poco mareado, pero por aquel entonces no dije nada por no preocuparla...
A la vuelta nos sirvieron un té con menta y una cena demasiado abundante, o por lo menos MUCHO más de lo que esperábamos. Solo queríamos y necesitábamos beber, no comer. Posiblemente sobrasen las tres cuartas partes del total de la comida. Para nuestra sorpresa, uno de los bereber nos preguntó si queríamos beber algo frío y poco después desapareció caminando en la oscuridad del desierto rumbo a suponemos que otro campamento cercano. De todo ese proceso solo podemos decir que cuando volvió a aparecer en aquella oscuridad total venía con Coca Cola debajo del brazo.
No tardaron en sacar sus instrumentos para empezar a interpretar canciones, animando a sus invitados a unirse a ellos ya fuera bailando o tocando a su lado. El baile no es lo mío así que me limité a seguir el ritmo y aplaudir. Ese simple gesto ya me tenía sudando a mares. Al final nos animamos a que nos enseñaran a tocar algunos de sus instrumentos, aunque lo último que esperaba es que un hombre del desierto me pidiese una canción típica española, por ejemplo, la Macarena. ¿En serio había llegado también allí?
Después de la fiesta, todos nos fuimos a nuestras respectivas haimas a pasar la que posiblemente sería a partir de ese momento la noche más calurosa de nuestras vidas. Dicen que en el desierto la temperatura baja considerablemente por la noche y, efectivamente, baja... pero baja de casi 50 a 40 grados. Conseguir dormir era un triunfo y a la vez una necesidad, a las 5:30 había que estar en pie para ver el amanecer.
Gracias por compartir este viaje. Es de valientes en verano, jeje. Podrías ilustrar el diario con alguna foto, quedaría mucho mejor, en lugar de redireccionar a tu blog para ver las fotos.
Saludos
El Sahara OccidentalAl Sur del Sur, entre el desierto y el océano, un viaje por el Sáhara Occidental desde Agadir a Dakhla⭐ Puntos 5.00 (10 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 98
Gracias, Jotaatar. He mirado y me parece que sale mucho de la ruta pq no vuelvo a Fez, iríamos de allí a Marrakech. Lo que estoy viendo es que son muchísimas horas de carretera. Es muy exhaustivo?
Recomendáis tour organizado?
Buenas, nosotros hicimos algo similar en 2008 en coche de alquiler. Te paso nuestra ruta.
Día 1: Fez
Día 2: alquilar coche Fez
Fez- Ifrane _ Azrou _Aïn Leuh _ Sources de l’Oum er Rbia__ Khénifra
Día 3:khénifra___Midelt__Gorges d’Aouli__Gorges du Ziz__Source Blue de Meski_ Merzouga
Día 4: Ruta desierto y dormir en el desierto
Día 5: Merzouga _ Garganta del Todra__ Garganta del Dades
Día 6: Garganta Dades __ Skoura __ Ouarzazate ___ Aït Benhaddou-Tizi n Ticha_ Aït Ourir
Día 7: Aït Ourir __ Cascadas de Ouzoud __ Marraquech
Día 8: Marraquech
Este viaje que te propones es bonito en coche de alquiler y en primavera o principios de otoño con muchas mas horas de luz diurna porque ahora vas a tener luz diurna entre las 8 am y las 18.30 pm (en los valles menos aún) por lo que, como quiera que Marruecos es un destino comodín para el turismo español, por su cercanía y facilidad de viajar a él (sobre todo con vuelos low cost), te sugeriría que realizaras una ruta de "ciudades" ya que esos 8 días te permitirán patear unas cuantas y ademas sin necesidad de alquilar un coche (desplazamientos entre ciudades en tren que no te obligan a madrugar o que puedes utilizar en trayectos vespertinos para aprovechar al máximo las horas diurnas para visitas)
Día 1 – Sábado 8/11: Llegada a Fez a las 17h
Día 2 – Domingo 9/11: Fez. Todo un día en Fès te permitirá ver lo mas clásico a nivel turístico.
Día 3 – Lunes 10/11: Fez → Meknes (en tren, 45' , 40 dh en 1ª clase, múltiples frecuencias). Visitas lo que te convenga en Fès y cuando te plazca, tren para Meknes.
Día 4 – Martes 11/11: Meknes → Rabat (en tren, 2 h, 115 dhs en 1ª múltiples frecuencias, noche en Rabat ciudad). Visita de Meknes y partida en tren tras la puesta de sol, con tu equipaje en depósito en el alojamiento escogido mientras visitas Meknes. Un día bien aprovechado sinntener que madrugar, te permitirá ver lo mas relevante de la ciudad a nivel turístico e incluso tener un paso en calesa.
Día 5 – Miércoles 12/11 : Rabat. Un día competo en Rabat te permitirá visitar lo mas turístico de la ciudad, incluso de noche con los monumentos iluminados. Rabat es una de las ciudades mas seguras en el pais
Día 6 – Jueves 13/11: De Rabat a Casablanca, para visitar lo mas relevante (Mezquita Hassan II, medina, Plaza de Naciones Unidas-Souk, Plaza Mohammed V y Mercado Central, con una cerveza si encarta en el Rick's café o una buena comida en la Taverne du Dauphin. Desde Rabat en tren de alta velocidad, 60 dhs en 2ª clase, 45' totalmente factible, y todo caminando o en tranvía, saliendo de Rabat sin madrugar. De Casablanca a Marrakech en tren, 285 dhs 1ª clase, que sugiero pagar porque son 3 horas de trayecto. Múltiples frecuencias que te permiten ajustar tu horario de visitas en Casablanca, en especial si escoges los horarios de las 17.44 o 18.44 pm (con llegadas respectivamente a las 20.35 y 21.35 pm, horarios nocturnos que en una ciudad como Marrakech no son relevantes a menos de que quieres ir a buscar un alojamiento en lo mas profundo de la medina.
Día 7 – Viernes 14/11:Marrakech
Día 8 – Sábado 15/11: Marrakech vuelo sale a las 22:50
NOTA CONSIGNAS : en Casablanca, el Hotel Al Walid - Black Rocks que está justo al lado de la estación de tren Casa Voyagers, admite consignas de equipajes, cobran 60 dhs por maleta por la jornada diurna, hay que mostrar pasaporte tanto a la entrega como a la regogida y llevar una fotocopia del pasaporte que se quedan ellos.
Trenes : www.oncf.ma
Estación de tren en Meknes : Meknès Al Amir
Estación de tren en Rabat : Rabat Ville para llegada desde Meknès
Estación de tren en Rabat : Rabat Agdal para TGV desde Rabat a Casablanca
Estación de tren en Casablanca : Casa Voyageurs para llegada con TGV y para salida hacia Marrakech
Opcional : estación de tren de Rabat Ville para ir a Casablanca en tren convencional que permite llegar tanto a la estación de Casa Port como a la estación de Casa Voyageurs, aunque sugiero esta segunda si se lleva equipaje para dejar en consigna y porque ademas, delante mismo d ela estación esta el tranvía.
NOTA : Tranvias en Casablanca y Rabat
· El Tramway Casablanca
Tramway en Plaza Mohammed V
El Tramway es un muy buen medio de transporte en Casablanca. Funciona desde las 5.30 am hasta las 22.30 / 23.30 pm y a efectos turísticos pasa por algunos de los puntos mas destacados y de interés como pueden ser la Plaza de las Naciones Unidas (y Medina), la Plaza Mophammed V (y Parque de la Liga Arabe), la Plaza de Hassan II, o la propia Avenida Mohammed V (Mercado Central).
Su coste es de 7 dirhams por viaje y persona en billete sencillo; los billetes son tarjetas (recargables) que se compran directamente en las máquinas expendedores sitas en todas las estaciones, en metálico y en dirhams o bien con tarjeta de crédito; tanto para acceder a la estación como para salir de ella, es necesario pasar el billete por el lector; en todas las estaciones hay personal de la Sociedad Casa-Tram que ayudan al viajero.
El precio del billete simple al comprarlo la primera vez es de 7 dirhams (incluye un viaje)y el precio de la recarga para cada uno de los 10 viajes que permite recargar es de 6 dirhams. Recargar las tarjetas es muy simple en los terminales automáticos de venta que hay en cada estación y en la pantalla táctil se van indicando los pasos a seguir así como el importe a pagar para cada operación; no es necesario recargar uno a uno los viajes puesto que en función del tipo de tarjeta de viaje, el sistema ofrece las diferentes opciones (recargar 1, 2, 10 ....) las pantallas de los terminales están en árabe, francés e inglés, pero no en castellano.
El tramway en la estación de Casa Vogayeurs
· El Tramway Rabat
Tramway (Catedral de San Pedro)
El tranvía une diferentes puntos de ambas ciudades y a efectos turísticos pasa por algunos de los mas destacados y de interés como pueden ser la Av Mohammed V (a la altura de la estación de tren de Rabat Ville), la Plaza As Joulane, (Catedral de San Pedro), la Avenida Hassan II (con parada y giro a la altura de Bab Chellah, la avenida que conduce directamente a la Gran Mezquita y a la calle Souika), la medina (bueno, no por ella, sino por su perímetro, puertas Bab el Lahlou y Bab Chellah), por un buen trecho de las murallas (con Bab Rouah, Bab el Had como puntos significativos con paradas del tram), el Jardín Botánico y la Biblioteca Nacional (con parada delante) y tiene parada cerca de la Torre Hassan y Mausoleo Mohammed V, además de Salé donde, a efectos turísticos la parada mas interesante es la de Bab Lamrissa delante de la medina de Salé.
Su coste es de 6 dirhams por viaje y persona, y los billetes son tarjetas de un solo uso que se compran directamente en las máquinas expendedores sitas en todas las estaciones, (en metálico y en dirhams o bien con tarjeta de crédito); también se pueden comprar en kioscos normalmente allí donde venden tabaco, prensa, etc. A diferencia de Casablanca, estas tarjetas no se pueden "recargar". Los billetes NO caducan, es decir, uno puede comprar 6 billetes por ejemplo y utilizarlos cuando le convenga.
En Rabat el billete se valida en el interior del tranvia. No olvidar validarlo puesto que pasan los revisores; el no validar el billete supone una sanción de 50 dirhams.
Nos gustaría preguntar sobre una ciudad / pueblo / lugar que sea cómoda para ir con carrito. La intención es ir con nuestra hija que tendrá 1 año y 8 meses en febrero del 26.
Por lo tanto, buscamos una ciudad que sea cómoda para pasear con una niña pequeña, segura pero que tampoco sea una ciudad muy turística o con ambiente “occidental”.
Nos gustaría preguntar sobre una ciudad / pueblo / lugar que sea cómoda para ir con carrito. La intención es ir con nuestra hija que tendrá 1 año y 8 meses en febrero del 26.
Por lo tanto, buscamos una ciudad que sea cómoda para pasear con una niña pequeña, segura pero que tampoco sea una ciudad muy turística o con ambiente “occidental”.