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UN VIAJE INESPERADO A MARRUECOS

UN VIAJE INESPERADO A MARRUECOS ✏️ Blogs de Marruecos Marruecos

Impresiones de una escapada de ochos días en julio de 2018 al norte de Marruecos sin ningún dato de interés práctico para el nuevo viajero.
Autor: Agus1973  Fecha creación:  Puntos: 4.3 (3 Votos)
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¡Sebta,Sebta!

¡Sebta,Sebta!


Localización: Marruecos Marruecos Fecha creación: 05/04/2019 18:47 Puntos: 0 (0 Votos)
Dejé las calles que tenían una mezcolanza todavía de la España de los principios del siglo XX con la Marruecos actual y descendí hacia la estación de autobuses de Tetuán, en la parte baja de la ciudad.
< < No te preocupes, mi amigo sabe español>> Me indicó uno de los abundantes personajes de la estación que no sabía muy bien si eran desocupados intentando ocupar su tiempo u ocupados intentando ganarse las habichuelas.¡Quién sabe! Su amigo, por cierto, sabía cuatro palabras más en español que él, pero fueron suficientes para comprar el billete a Ceuta y coger el autobús en los andenes ubicados en la parte posterior del edificio.
No leí la guía Lonely Planet lo suficiente (la reseña de la ciudad autónoma española a la que me dirigía) o no le dediqué la concentración necesaria, probablemente por lo inesperado del viaje, que compré el billete de avión casi a último momento y la información la absorbí poco menos que in situ , el caso es que necesité de una hora, casi ya llegando a Ceuta, para comprender que los carteles de la carretera rotulados con la palabra Sebta era Ceuta en árabe, pero escrito en nuestro alfabeto. Y es que a veces uno puede ser muy obtuso.

Si Fridqey (Castillejos) tenía encantos guardados yo a primera vista no se los encontré ni los leí que los tuviera en ningún artículo. Su topónimo español (gracias wiki por la información) fue porque cuando llegaron nuestro antepasados les pareció ver pequeñas construcciones de castillos, que no lo eran. Si lo hubieran sido podría haber perdido unas horas allí. Ni el nuevo paseo marítimo lograría cautivarme. Así que, decidido, cogí esta vez un taxi para ir hasta la frontera a tres kilómetros de distancia. La solana era demasiado importante para no darle importancia o yo demasiado viejo para quitarle tal importancia, el caso es que rompí con uno de mis mandamientos viajeros de no coger un taxi si había otras opciones razonables, como ir a pie en este caso. Ahí me di cuenta, por primera vez en mi vida, que ya me había hecho demasiado mayor para soportar las incomodidades con el mismo placer sadomasoquista que lo hacia antes y no la coronilla prominente como algunos con cierto grado de sorna me pinchaban como si fuera con ellos mi despiece corporal ( ¡qué majos la gente siempre fijándose en los demás por el bien de uno! Riendo ); que, eso sí, me obligaría a hacer a este paso otra visita a Estambul pero más bien por estética que por síntoma de senectud. Mr. Green

Había movimiento en la esplanada que antecedía a la frontera. A la izquierda los taxis colectivos, enfrente muchos marroquíes y buscavidas de todos los pelajes, pero no con la suficiente pelambrera para confundirlos con leones. Uno de estos peluditos se ofreció a ayudarme a rellenar el papel de salida que él llevaba, acepté hacerlo a pesar que esos papeles los dan los mismos funcionarios marroquíes gratuitos. Claro está, le di una propina por sus servicios al chico, un euro.

Había visto a lo largo de mi vida a gente ganándose la vida haciendo de portadores y sus consecuencias fatales en la columna vertebral con el paso del tiempo. Sin embargo, nunca antes, había visto trabajos tan duros, sacrificados y poco renumerados en las fronteras exteriores o en el interior de los países de la Unión Europea en número tan elevado, no sé si habrá alguna frontera de su territorio tan deshumanizada como la de Ceuta, bueno, sí, la de Melilla debe ser parecida.
Los trabajos de porteadores lo hacían en su mayoría mujeres marroquíes que llevaban voluminosos fardos a sus espaldas, quienes tenían que soportar largas esperas de horas en los entramados de hierro que eran los pasillos a la frontera española.
Curiosamente, los pocos europeos, incluido yo, pasábamos por el pasillo ligero y a ningún oí quejarse de que nos trataban diferentes a los demás ni reclamar nuestros derechos. Solo nos acordamos cuando la diferencia es perjudicial.

A veinte metros estaba la parada de autobús que llevaba al centro. La única que salía de allí era la línea siete. En cinco minutos llegó el vehículo colectivo que se llenó completamente, los únicos de origen cristiano éramos el conductor y yo. Y hasta un kilómetro recorrido por la carretera costera no vi a ninguno más de origen cristiano más, no parecía que estuviéramos en Ceuta sino fuera por las patrullas de la policía nacional que nos cruzamos y las construcciones claramente españolas. En ese momento comprendí a los ceutís cuando era época de elecciones y su inclinación política era más bien conservadora. Si tengo que ser sincero, sentí en ese momento una extraña animadversión por toda esa gente con chilabas con esos capirotes fantasmagóricos que no conocía de nada para despertar tal sentimiento y que en Marruecos, todo lo contrario, me despertaba cierta simpatía. No dejaba de ser curioso las reacciones irracionales que solemos tener los seres humanos cuando la cultura ajena deja de ser exótica y se convierte en ordinaria.

Llegamos al centro. Y mi primera impresión fue muy buena. Me encantó mi primer paseo por las calles de Ceuta. Tenía un ambiente cercano y amigable.

Me fui andando hasta el polígono del puerto de Ceuta que es donde estaba el alojamiento que había gestionado por internet. El sitio era un poco desangelado rodeado de tantas naves industriales. Por dentro, La Pensión Puntilla, tenía mucho más encanto y estaba impoluta, era difícil encontrar alguna mota de polvo o suciedad. Su propietario era una persona bastante complaciente con el trato al cliente, me dio explicaciones detalladas de mis dudas y curiosidades.


Seguidamente cogí el transporte público que paraba relativamente cerca para volver al centro. E inicie la exploración turística de la ciudad. Vi las réplicas de los dragones con las alas desplegadas en la cornisa de un edificio modernista, paseé por sus principales paseos y ramblas, en el paseo de las Palmeras acompañado de los bustos de los pensadores más célebres de la antigüedad, o a Hércules de bronce del artista ceutí Ginés Serrán, la estatua se hizo en el taller donde vive, China, y transportado en barco desde allí hasta Ceuta.


Luego fui a ver en el istmo de la península de Almina (el centro de la ciudad) las murallas reales construidas para proteger el fuerte con su foso marítimo incluido, antes el acceso solo se podía hacer por una pasarela elevadiza. Debía ser un lugar inexpugnable por tierra. Databa del siglo X pero había tenido modificaciones casi hasta nuestra época.

Realmente Ceuta me estaba gustando como ciudad pequeña y coqueta, rodeada de hermosas playas. Me prometí volver para dedicarle más tiempo y poder disfrutar de sus playas, del Parque Marítimo del Mediterráneo (un complejo de lagos artificiales y piscinas con restaurantes y otros servicios en un entorno idílico para ponerse moreno y holgazanear). Y visitar sus alrededores.

Por la noche cené en uno de los restaurantes cercanos al polígono con vistas al mar tomando unas buenas cervezas y marisco. Me sentía feliz en aquel momento. Solo las sirenas de los vehículos de los funcionarios rompían la delicada calma del lugar y el agradable murmullo de la gente

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Tánger ( erre que erre).

Tánger ( erre que erre).


Localización: Marruecos Marruecos Fecha creación: 08/04/2019 13:35 Puntos: 0 (0 Votos)
A partir del año 1923 se firmó el estatuto de la Zona internacional de Tánger, convirtiéndose desde aquel instante en un foco de atracción mundial que la convirtió en un crisol de culturas y con ello en una potente ciudad durante unas décadas , experimentado un desarrollo económico, social y cultural sin parangón,que atrajo a muchos ciudadanos europeos o norteamericanos, entre ellos de la comunidad homosexual que venían a vivir a esta ciudad más permisiva con las conductas sexuales en aquel tiempo, donde en muchos países occidentales se penaba por la ley. Su época de esplendor fue tan grande que llegó a albergar muchas comunidades de diferentes nacionalidades, los españoles llegaron a los 20000 ciudadanos representada por todas las clases sociales.
Pero todo aquello terminó con la independencia de Marruecos que llevó a miles de tangerinos de origen occidental a abandonarla y, también por las políticas desastrosa del rey marroquí, a llevarla a una depresión profunda que parece haber tocado fondo y que una nueva esperanza de prosperidad vuelve a latir en su interior.
Algunos tangerinos me comentaron que tal vez el mejor escenario de Tánger hubiera sido seguir los mismos pasos de Singapur y el destino de esta ciudad habría sido otro más halagüeño. ¡Quién sabe!
El caso es que los tangerinos-españoles se difuminaron por la península ibérica cuando se anexionó definitivamente al Estado marroquí, siendo fácil hoy en día encontrar alguno viviendo cerca de nosotros, y los que he conocido hablarme de aquella época con cariño y nostalgia de ella, de un tiempo que ya nunca más volverá a existir por mucho que la ciudad prospere. Estas narraciones nostálgicas de amor por una ciudad fue suficiente reclamo para comprar el billete a Tánger una tarde de junio que miraba aleatoriamente destinos en los servidores de internet para julio que fueran económicos.

Una obra literaria interesante de aquella época es la Historia de Tánger de Leopoldo Ceballos.

Me senté en uno de los monovolúmenes que había en la explanada de la frontera marroquí-ceutí que llevaban a Tánger por la costa. Llevábamos media hora esperando y la última plaza no se ocupaba. Uno de los marroquís salió impaciente, buscando otro vehículo, el conductor fue tras él. Al final volvieron y el conductor se dirigió a mí. Y un presentimiento claro me hizo ver lo que iba a suceder en aquel momento. Intentaba convencerme para que yo pagara dos plazas para poder salir ya. Al final accedí a sus pretensiones, porque, al fin y al cabo, me lo había dicho con buenos modales y no resultaba tan caro.

Llegamos a las cercanías de la estación de autobuses de Tánger, uno de mis compañeros de mi viaje insistía en acompañarme a la medina en taxi y yo desistía la invitación :" que voy andando". "Que cómo vas a ir andando, que está lejos". "Que no, gracias, que tengo piernas y tiempo de sobras". Y él erre que erre, hasta que al final conseguí deshacerme de él sin perder los nervios.

Ascendí por una de sus avenidas anchas y modernas dirección al zoco grande. La ciudad era moderna y bullía de gente, cuanto más me aproximaba a la medina, más turistas se veían, y con ellos, buscavidas insistentes y más erre que erre en busca de dinero fácil. Muchos te hablaban en español directamente. La cercanía y su pasado era suficiente razón para que no resultara una lengua tan extraña. Y ante el evento futbolístico que se avecinaba en la ciudad (la supercopa de España entre el Barça y el Sevilla) era un tema recurrente que utilizaban todos los tangerinos que conversaban conmigo.

Antes de llegar al Zoco pude ver una hilera de cañones apuntando al mar mediterráneo que según lo leído databa de principios del siglo XVII, de origen europeo. La relación cultural, muchas veces por la fuerza, con los peninsulares europeos y otras etnias europeas venía de lejos, una fuerza que también utilizaron en el 711 ellos ( los arábigos) al entrar en Europa.

Me hice las fotos de rigor desafiando al imaginario enemigo del mar y entré, al fin, al Zoco Grande, en la plaza 9 de julio , que tenía unos grados de inclinación descendiente a la fachada de la mezquita que presidía uno de sus lados.
Allí estaba unos de los bellos edificios de la época colonial, Cinema Rif, que había sido reformado y ofrecían películas y una cafetería en un ambiente del siglo pasado. Un buen reclamo turístico que era frecuentado también por tangerinos con cierta solvencia económica. Después de tomar un café con leche me introduje en el corazón del Zoco Chico, la calle principal,sus comercios mucho de ellos estaban claramente dedicados al turismo. Según Lonely Planet mi hotel estaba cerca. Se presentó otro tangerino para ofrecer su ayuda para encontrar el Hotel Mamora, que en realidad lo tenía a cincuenta metros andando en línea recta, pero quien prefirió ante mi ignorancia enredarme entre callejones para que la propina fuera más generosa, como diciendo: "Sin mí,chavalote,jamás lo hubieras encontrado". Cuando, en realidad, ya estaba a punto de toparme con él.

Lo más hermoso del hotel era su restaurante en la última planta que tenía unas vistas impresionantes del puerto. Allí almorcé las dos mañanas que me alojé con la compañía de la servicial camarera siempre dispuesta a servir al cliente con aquella sonrisa tan poco natural que no me acababa de agradar.
La habitación daba al callejón con más vida de la medina, al menos eso me pareció a mí, el escandalo en los locales de los africanos de color cercanos a mi hotel era constante hasta entrada la noche y el calor no invitaba a cerrar las ventanas. Así que me unía a ellos o soportaba estoicamente el bullicio africano.

La medina de Tánger al anochecer no resultaba un lugar seguro para pasear, sobre todo, en los callejones solitarios. En la calle, a la luz del día, se veían algunos delincuentes pasear, ansiosos para que la oscuridad los amparase en el anonimato y poder actuar. Así que cuando la noche se ponía era necesario no pasear por los lugares solitarios ni donde los gatos callejeros hacían acto de presencia. Por el día era bastante seguro aunque te cruzaras con uno de ellos, no se arriesgarían a delinquir con testigos. La policía marroquí tenía fama de ser muy severa con la delincuencia.

Me dediqué a visitar por la tarde sus lugares más entrañables recorriendo la medina y el Casbah, y en ese vagabundeo me fui topando con lugares interesantes, como el mausoleo familiar de Ibn Battuta, uno de los grandes viajeros del siglo XIV que recorrió unos 22 países musulmanes recopilando información que luego legó en una obra literaria para la posterioridad. En la traducción española su obra se llama: A través del Islam.Junto a Marco Polo están considerados los más célebres viajeros de la historia de la humanidad.
El mausoleo en sí no tenía ningún valor en diseño que resaltara, era feo de cojones e insignificante. Pero, pese a ser supuestamente sus restos, que no fuera seguro, el estar cerca de uno de los grandes viajeros de la historia tenía un algo, que sí, es cierto, tenía mucho de frki, pero todos tenemos ese punto friki que alguna vez sale, y me gustó poder estar allí. Riendo
Asimismo, la puerta de acceso a la cripta estaba cerrada y tenía un cartel con un número de teléfono de contacto para llamar y poder así acercarse a abrir alguien que custodiaba las llaves. Iba a llamar, pero lo pensé mejor al mirar de nuevo por el ventanuco del habitáculo y darme cuenta que no sería mucho más de lo que vería cuando abriera la puerta el responsable de las visitas.

Luego me fui a cenar en unos restaurantes que habían en la zona de extramuros con vistas a la terminal de Ferrís. Unos locales poco glamorosos pero de rico paladar a precios razonables.
Me dediqué las últimas horas a pasear por la avenida España y un paseo marítimo sin personalidad que solo lo enriquecía los paseantes marroquíes y extranjeros y la temperatura más agradable del ocaso.

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De cabos y grutas de Tánger esto se acabó

De cabos y grutas de Tánger esto se acabó


Localización: Marruecos Marruecos Fecha creación: 08/04/2019 20:41 Puntos: 0 (0 Votos)
Me alejé aquella mañana calurosa de julio del casco viejo de Tánger por el cementerio musulmán dejado su mantenimiento y limpieza en las manos de Alá, como el de Tetuán, quien debía estar por menesteres menos terrenales visto en el estado que se encontraba de abandono .Luego me dirigí a la iglesia de San Andrés que tenía sobre su altar un Padrenuestro en árabe y otras referencias al Corán siendo ésta una iglesia anglicana. Y es que nadie da algo a cambio de nada .Y el bueno del sultán Hassan ,que fue el benefactor del terreno, debió pensar que el altruismo no tiene un precio terrenal pero sí un coste divino sino no podríamos entender que hacía una hendidura detrás del altar señalando La Meca en un templo anglicano. No dejó de ser curiosa la visita. Y no pude dejar de comparar el caso de los carteles de Chefchauen bilingües con esta iglesia, respectivos surgidos de un acto generoso, y ver que hay cosas que no cambian con el tiempo.
Más adelante, en una gasolinera, paré a un taxista para que me llevara al cabo Espartel y la Cueva de Hércules a catorce kilómetros al oeste de la ciudad. No me costó mucho llegar a un acuerdo razonablemente bueno para ambas partes.
El recorrido lo hicimos por el espectacular barrio residencial de La Montagne donde las malas lenguas rumoreaban que el expresidente español Felipe González tenía una mansión al lado del rey marroquí, supongo, que aprovechando la coyuntura, poder así adoctrinar en el socialismo a su realeza. El taxista no supo responder a mi curiosidad, desconocía el dato. Eso sí, cerca del antiguo hospital español, me señaló un bloque de edificios de fachada rudas de estilo soviético, para decirme que uno de aquellos pisos pertenecía a la nieta de Franco. Pues poco fortuna heredó la mujer si eso es lo único que podía comprar en Tánger o que poco la querían la familia Franco.
Paramos en un divisadero de la carretera que cruzaba la frondosa pineda que era La Montagne para observar la panorámica del mediterráneo, podíamos ver las costas andaluzas borrosamente, como si estuviera en el oculista y viera con dificultades una linea de letras después de intentar enfocar con la vista.
La Montagne habían villas y palacios reales. Había uno de un príncipe saudí que murió que llevaba tiempo cerrado y que debían estar disfrutando de lo lindo las personas que lo mantenían. El tramo desde el palacio del rey marroquí hasta el Cabo Espartel estaba muy cuidado y limpio. Me explicó mi taxista que todos los trayectos que solían ser habituales de la corona los mantenían impolutos, como la autovía de Tánger a Tetuán.
Llegué a una explanada con un faro de tonalidades ocres situado al final, estábamos en el Cabo Espartel. Unos niños con un burrito ofrecían a los pocos turistas hacerse una foto con él a cambio de unos dirhams. Una pareja cuarentona andaluza se acercó al chico y el hombre engominado hasta las cejas y vestido para la comunión le dijo a la que parecía su señora que se acercara al animal que le echaba una foto. Luego, se acercó al chico dándose aires de suficiencia y lo trató con la condescendencia de quien trata con un ser inferior a él, dándole la propina mientras el individuo se pavoneaba delante de su mujer a costa del pobre chiquillo.
Ni los salude, más bien me avergoncé de compartir la misma península de piel de toro.
Me acerqué al edificio y me apoyé en la barandilla de madera que limitaba el promontorio de la escarpada orografía antes de llegar al agua, los vientos alisos refrescaban mi cuerpo, se agradecía aquel viento. Aquella masa azul marina pertenecía ya al océano Atlántico.

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El faro estaba cerrado. Según algunas informaciones era el primer faro que se construyó en las costas africanas del Atlántico, era un guía necesario para acceder al Mar Mediterráneo, sobre todo, en la época que se construyó cuando la navegación era más rudimentaria. Dejamos aquel sitio que paisajísticamente era bonito pero que no tenía mucho de especial.

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Desde el Cabo hasta las grutas circulábamos paralelos a unas hermosas e inmensas playas casi desérticas donde en algún punto había un marroquí con unos camellos como reclamo turístico. Enseguida llegamos a la entrada de las grutas de Hércules. Descendí un camino asfaltado que llevaba a una pequeña plaza con varias tiendas. Aquí ya había más turistas, la gruta tenía varias salas con techos cóncavos y una oquedad que daba al mar que dependiendo de la posición del observador su contorno representaba el continente africano, era lo único curioso de aquel lugar y el sitio, por cierto, más fotografiado. Y pensar que no hacía mucho fue un burdel clandestino donde las prostitutas desahogaban las pulsiones sexuales de algunos marroquís en condiciones poco salubres. Sin embargo, en otras condiciones, sí parecía un sitio suficientemente romántico con el ruido de fondo del golpear de las olas en la roca para que parejas de enamorados tuvieran relaciones sexuales en un escenario inigualable.


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A la una estaba de vuelta en Tánger, como mis erre que erre, algunos viejos conocidos del día anterior que les había dado largas y ahora me lo recordaban con una memoria prodigiosa,quienes acaban enfados con mis respuestas negativas a sus ofrecimientos. ¡Qué se le va a hacer! No se puede contentar a todo el mundo.

Una de las aficiones más adictivas de mi visita fueron los tés de hierbabuenas endulzados, que eran baratos y sabrosísimos, aunque eran una bomba para la salud con tanta azúcar. Intentaron también, los erre que erre, venderme chocolate bueno y barato, y aunque alguna vez pegué una calada en tiempos lejanos nunca me aficioné a ellos, así que sus intentos no sirvieron para nada conmigo. Quienes sean fumadores deberían ir con cuidado a quién compran porque leí y escuché historias truculentas con finales poco felices para los consumidores extranjeros.

Entré, después de comer en uno de los restaurantes del Zoco grande que ni a mis enemigos recomendaría, al museo del legado americano en Tánger que tampoco lo encontré una visita demasiado interesante, exceptuando una ala dedicada a la vida de Pau Bowles, que el día anterior había terminado la primera obra que leía de él y que me sorprendió gratamente. Es lo que tiene viajar que a veces gracias a esos viajes descubre uno autores que si no fuera por esa inercia móvil pasarían desapercibidos por mi vida.

Las últimas horas de sol aproveché para pegarme unos baños en la playa y holgazanear en la arena para acabar cenando en mi sitio favorito, en los restaurantes de extramuros de la avenida España.

A la mañana siguiente me levanté más tarde de lo acostumbrado no sin antes almorzar en el restaurante con mi servicial camarera de sonrisa forzada. La panorámica era tan espectacular que merecía de sobras la estancia allí.
Fuí a conocer las calles donde habían vivido los españoles de clase media-baja, cerca de los cañones cercanos al Zoco Grande.Por supuesto, ya no quedaba rastro de su paso, a pesar de que los edificios de estilo europeo permanecía allí pero con un mantenimiento deficiente que le daba un aire lúgubre al lugar. También visité otros lugares que me faltaban por ver, como el museo de la Kasba o la Gran Mezquita.

Ya después de comer me fui a relajarme en los jardines de Mendubia que era un sitio agradable pero un poco sucio, por aquí, estaba claro, que no solía pasar su majestad.

Ya al atardecer cogí un taxista para que me llevara al aeropuerto no sin antes hacer una visita de una hora en el nuevo estadio de Ibn Battuta donde iban a jugar la primera supercopa dos equipos españoles fuera de su territorio por primera vez, el Barça y el Sevilla que ganaría el Barça 2 a 1 al mes siguiente ante 45,000 aficionados. No pude entrar dentro, pero el estadio tenía muy buena pinta, se veía moderno y funcional. Obviamente, comerciantes y erres que erres esperaban esos días como agua de mayo que iba a mover mucho dinero con la horda de seguidores de sendos clubs.

Al final, ya en el aeropuerto, le di una propina al taxista por su profesionalidad y honestidad. Y aquí se acababa mi primera visita al país vecino que curiosamente la primera guía que tuve en mi vida fue de Marruecos que me regaló una estimada amiga que no utilicé jamás en el terreno pese a leerla alguna vez. Y por fin, después de 20 años de viajes, visité el Magreb marroquí.

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Fecha: Dom Mar 09, 2025 11:02 pm    Título: Re: Consejos para Marruecos

Buenas! una pregunta para los que ya habeis estado por Marrakech, recomendáis llevar un seguro de viaje? Vamos a estar 7 días de los cuales 3 lo pasaremos por el desierto. Saludos!
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Fecha: Dom Mar 09, 2025 11:59 pm    Título: Re: Consejos para Marruecos

"duendeyo" Escribió:
Buenas! una pregunta para los que ya habeis estado por Marrakech, recomendáis llevar un seguro de viaje? Vamos a estar 7 días de los cuales 3 lo pasaremos por el desierto. Saludos!

Yo cogería seguro, nunca sabes si lo podrás necesitar.
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18-08-2008
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Fecha: Lun Mar 10, 2025 12:34 am    Título: Re: Consejos para Marruecos

Sin duda te recomiendo el seguro, uno nunca espera que te suceda algo, pero si pasa, te pueden pasar una factura muy grande y no merece la pena, recientemente ha habido una polemica sobre una turista inglesa que tuvo que ser atendida en una clinica privada en Marrakech y como no pudo pagar la factura fue detenida. Revisa si tu seguro de vivienda o tu poliza de defunción tienen incluido un seguro de viajes, en muchos casos lo llevan emparejado y la gente lo desconoce.
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09-05-2008
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Fecha: Lun Mar 10, 2025 10:31 am    Título: Re: Consejos para Marruecos

"duendeyo" Escribió:
Buenas! una pregunta para los que ya habeis estado por Marrakech, recomendáis llevar un seguro de viaje? Vamos a estar 7 días de los cuales 3 lo pasaremos por el desierto. Saludos!

Yo siempre contrato algún seguro. Nunca se sabe y más vale prevenir.
Además, por 6-7 días como vamos no sale nada caro.
He estado comparando varios y el que mejor nos sale es Heymondo, incluyendo quads para la excursión del desierto.
duendeyo
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15-06-2013
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Fecha: Lun Mar 10, 2025 05:44 pm    Título: Re: Consejos para Marruecos



Gracias a todos

Justo habia mirado Heymondo por que el paquete viaje top lleva el completo de deportes de aventura e incluye como dices quads. Nos sale 7 días por 60€, que no esta mal...
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