DESDE GOTINGA HASTA EL HARZ EN NAVIDAD ✏️ Blogs de Alemania

Cada año me entran más las prisas por coger vuelos en el puente de la Purísima, y este año a finales de marzo, cuadro agendas con mi querido marido, consulto los vuelos y sorpresa sorpresísima que los encuentro por 60 euros, ida y vuelta con Latam, a Frankfurt.
El destino no lo tenemos nunca claro, simplemente buscamos un aeropuerto asequible a nuestro siempre maltrecho bolsillo y desde allí ya nos encargaremos de descubrir algún rincón nuevo. Así que tras comprobar que el único aeropuerto alemán con precios tan estupendos era el de Frankfurt, no me lo pensé y los cogimos.
Un par de consultas a internet bastaron para fijar el recorrido: queríamos conocer la zona del Parque Natural del Harz, en la zona de Baja Sajonia.
Disponíamos de 4 días para descubrir la zona y en esta ocasión viajaríamos los 3 solos.
Al ser una zona a 3 horas de Frankfurt establecimos la primera noche en Gotinga, que nos quedaba de camino, y las otras dos a media hora de Goslar.
El coche de alquiler nos salió por el módico precio de 68 euros, un golf ranchera con 15 días de matriculación. La verdad es que ha sido un viaje de lo más económico.

Nuestro vuelo llegó con casi 40 minutos de retraso a Frankfurt, desembarco y control de pasaportes súper rápido en comparación con otros años (al volar con Latam y ser un vuelo procedente de Chile tienes que pasar este control).
También bastante rápida la recogida del coche y en dos horas llegamos a GOTINGA, la ciudad de los premios nóbel, de la prestigiosa universidad, de personajes ilustres y de una famosa canción de posguerra... bastante completita la verdad....





Cenamos y nos acostamos, está lloviendo, y hay 3 grados de temperatura fuera...la previsión para todo el puente es la misma: lluvia y frío...veremos qué podemos hacer.

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El desayuno en el Best Western, de 10, nuestro chocolate con carita sonriente dibujada con el cacao, un panal de miel para servirte, masa de gofres y gofrera para hacértelos al momento, y mil detalles más que hicieron del desayuno un auténtico banquete. Y al finalizar una de las camareras le da a Hugo una bolsita con chocolatinas y dulces. ¿Qué más se puede pedir?

Toda la noche ha estado lloviendo, parece que ahora incluso quiere salir el sol, así que rápidamente dejamos el hotel y decidimos obviar Gotinga y dejarlo para el lunes, e intentar visitar Hamelin sin lluvia.

Estamos a una hora y cuarto de camino de esta bella ciudad, allí conocida sin la última i: HAMELN.
Y bueno ya se sabe que es archifamosa por el cuento del flautista, pero por si alguno le cuesta recordar su niñez ahí va un pequeño resumen:

En 1284, mientras la aldea de Hamelín sufría una invasión de ratas, apareció en el lugar un personaje muy singular vestido con ropa multicolor que decía que con el poder mágico de la melodía de su flauta era capaz de liberar de ratas toda la aldea. A cambio, recibiría una cantidad de dinero. Los aldeanos, a su vez, prometieron pagarle por la expulsión de las ratas. El flautista pasó a la acción, las ratas salieron de sus escondrijos y las condujo al río, donde murieron ahogadas. Sin embargo, cuando los habitantes del pueblo se vieron libres de las ratas, no cumplieron su promesa y se negaron a pagarle. Enfurecido, el flautista salió de Hamelín y juró regresar para vengarse. Días más tarde, mientras el pueblo se preparaba para una fiesta, el flautista regresó e hizo sonar su flauta de nuevo. La melodía, en esta ocasión causó estragos entre los niños que sin saber por qué comenzaron a seguirle. El flautista se llevó a ciento treinta niños, que desaparecieron ante los ojos impávidos de los mayores. Solo tres consiguieron salvarse: un cojo que no pudo seguir el ritmo, un sordo que no escuchaba la música y un ciego que no podía ver hacia dónde iban.

Mi hijo llegó maravillado con la historia, solo quería ver al flautista...y se hizo realidad:

El personaje se debe a que una vez al día, y desde la oficina de turismo, esta figura realiza un tour turístico por la ciudad, pero en alemán.

Y es que Hamelin debió de quedar prendada por los roedores y el flautista porque están por toda la ciudad: en el suelo, recorriendo el camino que hizo el flautista con los niños, en las tiendas, en las panaderías que venden panes con forma de ratón, e incluso en los semáforos...


Así que el recorrido es sencillo, seguir a las ratitas esculpidas en bronce en el empedrado de la ciudad para conocer el recorrido que hicieron los niños, hasta llegar a la calle del silencio, que fue la última calle por donde pasaron (Bungelosenstrasse), y en su memoria en ella no se puede reir, ni gritar ni tocar ningún instrumento.

En esa misma esquina está la casa del cazador de ratas, la Rattenfängerhaus, hoy convertida en restaurante y a la que nos asomamos para ver sus bonitas paredes todas decoradas con escenas del cuento.

El mercado navideño gira en torno a las calles del Altstadt, comenzando en su arteria principal, la Osterstrasse, y las calles aledañas.

A las 13:05h sonaba el carrillón de la Hochzeitshaus, la famosa Casa de Bodas, donde nunca se ha casado nadie, pero albergó la farmacia del descubridor de la morfina, y que al sonar sale el flautista dejando embelesados a los niños. Con motivo de la navidad, también colocan en él el calendario de adviento. También suena a las 15:35 y 17:35.

Encontramos también la tienda de las pócimas para ratas, donde puedes degustar diferentes licores que desde luego saben a "matarratas" literal.


Y paseamos entre sus calles, parando a tomar el primer glühwein del 2019 en una de sus casetas.
Hamelin apenas sufrió los bombardeos de la segunda guerra mundial, por lo que conserva intacto su casco histórico. Esta ciudad no solo es famosa por albergar el descubrimiento de la morfina y por el flautista, sino también porque aquí fueron ejecutados los condenados en los juicios de Bergen/Belsen, por sus crímenes contra la humanidad.

Alrededor de las 2 de la tarde dejamos Hamelin, llevándonos de recuerdo un panecillo con forma de rata.




Llegamos a HILDESHEIM bajo una lluvia ligera, además el aparcamiento nos costó un poco más y estábamos bastante retirados, y nos tocó alargar el paseo.
Su mercado navideño está ubicado en la misma plaza del mercado y un par de calles más. Es muy pequeño pero coqueto, y en su plaza destaca la casa de los carniceros:




Comimos en uno de los puestos del mercado y nos marchamos porque la lluvia cada vez era más fuerte y el coche estaba lejos. Es una localidad prescindible a no ser, como a nosotros, que te pille de camino. Os dejo unas últimas fotos:


Si no hubiese sido por la lluvia, nos habríamos acercado a ver la conocida como rosa milenaria del Hildesheim. Hablan de ella más que como un rosal como un árbol que crece sin control. Aunque ahora no florecen las rosas nos hubiera gustado ver el rosal.

La planta creció bajo uno de los laterales de la catedral de Hildesheim, milagrosamente siguió creciendo durante siglos y desplazándose hacia el ábside. Durante la guerra mundial la catedral fue bombardeada y quedamada, y con ella el rosal, pero sus raíces eran fuertes y volvió a florecer al llegar la primavera; ostentando así el record de ser la rosa más antigua de la Tierra.

No pudo ser, así que reservamos este punto para un próximo viaje. Y nos dirigimos ya al que será nuestro hotel durante las dos siguientes noches: el hotel Harsshof, en Salzgitter, a media hora de Goslar.
Hotel mega antiguo, que necesita una reforma integral en todos los aspectos, pero que ofrece un desayuno espectacular y delicioso (fue lo ùnico bueno del hotel).
Dejamos las maletas, y nos acercamos a GOSLAR, que aunque no deja de llover tenemos la esperanza de que lo haga a lo largo de la tarde.

GOSLAR es otro pueblo salido de un cuento, ya en las montañas del Harz, con mina incluida que funcionó durante más de mil años. Es otro pueblo de casas de entramado de madera, suelos empedrados y pequeños canales, que además en navidad parece sacado de un verdadero cuento.

Lo más novedoso para nosotros fue el Bosque de la Navidad, cientos y cientos de abetos iluminados a modo de bosque y en su interior varias casetas navideñas donde degustar los vinos especiados y otras delicatessen. Entre los abetos se crean pequeños escondites donde los alemanes se reunen con familia y amigos y se toman el glühwein. Fue simplemente mágico:




Dimos una vuelta rápida por el mercado y nos fuimos porque la lluvia ya era muy fuerte, y estaba todo a tope de gente.
Decidimos que nos alejaríamos de tanto bullicio y buscaríamos un sitio para cenar en algún sitio menos turístico.
Regresamos al hotel, y el dueño nos recomendó el restaurante alemán Das Wirtshaus, en Chemnitzer Str. 8, en el distrito de Salzgitter. Cenamos muy bien, y no fue caro la verdad.
Y tras la cena nos fuimos al hotel esperando que el día siguiente no lloviese tanto.

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El primer destino de hoy es WERNIGERODE, un pequeño pueblo de cuento a los pies de las montañas del Harz, con el Brocken como punto más alto, aunque altura lo que se dice altura, después de llevar veraneando 5 años en suiza, pues no tiene mucha la verdad: 1142 metros.

Cuenta la leyenda que el Harz, es un bosque encantado. Cuando la neblina se posa en su pico más alto, el Brocken, a 1.141 metros sobre el nivel del mar, los fantasmas y las brujas deambulan por la montaña. Sombras de gran magnitud, halos luminosos, espectros difuminados, un fenómeno que alcanza su máximo esplendor en primavera durante la cita anual de Walpurgis o Noche de brujas.

De esta localidad parte el tren a vapor que sube a esta montaña, y nuestra idea era hacer el recorrido porque además según vi en su web, en el tren de la 1 de la tarde viajaba San Nicolás, pero les escribí para saber más detalles y no obtuve respuesta.

Esto es algo que me ha llamado muchisimo la atención. Apenas hay información en la web en inglés (ya en español, olvídate); me he puesto en contacto con las oficinas de turismo de todas las localidades que hemos visitado para que me enviasen algo de información sobre qué hacer en estas fechas, y de todas ellas, solo me ha contestado la de Goslar, que me envió 5 panfletos y un resguardo bancario para hacerles un ingreso de 4 euros. Entiendo que es una zona que recibe turismo interno, pero me parece fatal que no hayan contestado a ninguno de mis emails ni desde el Parque Natural del Harz ni desde la red de ferrocarriles a vapor ni desde las propias oficinas de turismo.

Bueno a lo que iba, que nuestra idea era coger el tren que sube al Brocken, pero las webcam indicaban que no se veía nada a 3 pasos de ti (dicen que el Brocken está cubierto de niebla 300 días al año), y claro está, aquel día no iba a ser uno de los 65 restantes. Además diluviaba y el tren de regreso llegaba a Wernigerode alrededor de las 16:30, ya completamente de noche, así que optamos por seguir viendo pueblitos y sus mercados navideños.

Aquí en Wernigerode, los recuerdos se basan en escobas voladoras, brujas, pociones y todo lo relacionado con este mundo. Sus casas góticas y barrocas conviven en un altstadt en el que es fácil encontrar esculturas de animales que sobresalen de las mismas. Y si encima lo adornas con un mercado navideño y que deja de llover durante media hora, pues ya hace de Wenigerode una localidad mágica.

Tiene dos mercados de navidad, el primero es el Märchenwald y es íntegro para los más pequeños, incluso tienen su propia puerta de entrada a medida. Dentro todo está dedicado a los cuentos, tienen varias atracciones y unas tómbolas:



Un poco más adelante, en pleno alstadt encontramos el Weinhnatchsmarkt auténtico, con la fachada del ayuntamiento de fondo:





Seguimos paseando el ratito que la lluvia nos permitió por las calles de los alrededores y después nos fuimos a buscar una foto del famoso castillo de Wenigerode, al que puedes acceder a pie, o en tren. Aquí volvió el diluvio y decidimos dejar esta localidad e intentar probar suerte en Quedlinburg. Os dejo unas últimas fotos:





QUEDLINBURG debo decir que ha sido la joya de la corona de este viaje. Se lleva el broche de oro a la ciudad con las casas de entramado de madera más bonitas (recuerda un poco a Colmar), con más mercados navideños por metro cuadrado, y los precios más bajos para comer en ellos.
Si además tenemos en cuenta que tras la segunda guerra mundial y la posterior ocupación por parte de los soviéticos quedó completamente derruida y fue poco a poco rehabilitada ya entonces se puede considerar como una auténtica villa medieval.

Tiene alrededor de 1200 casas de entramado de madera, y con semejante número claro está, tiene un museo dedicado íntegramente a ellas.

Pero vamos a lo navideño, porque Quedlinburg cuenta con nada más y nada menos que con 25 mercados en sus patios. Son los llamados "Advent in der Höfen". Sólo abren los fines de semana de las 4 semanas de adviento, y son los patios de las viviendas convertidas en coquetos mercados navideños dedicados a diferentes oficios (estaba el mercado del vidrio, otro medieval, otro español, el de las antigüedades, el dedicado a los adornos navideños,otros solo a comidas y bebidas, de especialidades de otros países...) en definitiva, digno de ver. Todos ellos están señalizados con un número, para que no te pierdas ninguno.
A parte está el mercado tradicional en la Markt Platz, otro dedicado a los niños y un tercero conocido como el Winterzauber, un poco más alejado del centro histórico, pero ideal para recorrer la ciudad al completo.
Y para completarlo, todo el río está engalanado con antorchas de colores, que hace que al atardecer adquiera más magia todavía.







Aquí comimos, merendamos, y recorrimos todos y cada uno de los mercados. Y para finalizar esperamos la hora azul para hacer unas últimas fotos tomándonos un aftereight.


Al anochecer (las 4 de la tarde) decidimos regresar a Goslar e intentar volver a ver su mercado, ya que ayer la lluvia y las multitudes nos lo impidieron. Aparcamos muy cerca del centro histórico, se notaba que era domingo, nada que ver con la cantidad de gente de la noche anterior. Y además la lluvia nos dejaba realizar la visita...genial!





Para cenar elegimos la cervecería alemana Wirtshaus, en Gemeindehof 3-6, la típica taberna paulaner, toda de madera, súper acogedora. Además el personal era encantador. Cenamos unos schnitzels variados con unas ricas cervezas para despedirnos de Goslar, y volvimos a nuestro hotel para pasar la última noche.

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