El país de los Cátaros ✏️ Blogs de FranciaHazañas paisajistícas en los tiempos del cóleraAutor: Gattotrips Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (1 Votos) Índice del Diario: El país de los Cátaros
Total comentarios: 1 Visualizar todos los comentarios
Es sorprendente como pasa el tiempo, y cuanto más viejo se hace uno más rápido parece que más rápido pasen los días. Y ya eso sin entrar a considerar lo inaudito en lo desgraciado que se ha presentado este aciago año 2020... ciertamente el tiempo es relativo, y cuanto peor lo pasas más lento se vuelve... ¡ah! ¡aquellos días de atroz confinamiento en los que los días se convirtieron en una sucesión de hojas de calendario cada una igual a la anterior!
Así con todo, me pongo de nuevo delante de este mi abandonado blog y es en este momento en el que me doy cuenta que no os hablo a través de este, mi canal particular, ¡desde nada más y nada menos que enero del pasado año! Es verdad pues que el tiempo es relativo, largo en las rutinas impuestas, pero corto observado a un grado mayor de magnitud... más de un año entero sin darme cuenta de escribir. Será porque muchas cosas, buenas y malas, han pasado desde entonces, en lo personal, en lo laboral, en la vida que te lleva de aquí allá... pero por lo menos con el afortunado resultado de que gran parte de esos cambios han sido para mejor sin duda, y para hacer sentir a este pobre gatillo viajero de nuevo ilusión por muchas cosas en las que sin ser consciente, aquella alegría de ser y hacer se había perdido poco a poco y sin darse siquiera uno mismo cuenta... arrastrado de nuevo por la relatividad del tiempo sin duda. Pero no vayamos a ponernos tristes pese a lo que este año lleva trayéndonos desde prácticamente el principio, y que parece que aún nos tiene reservadas bonitas escenas de "nueva (a)normalidad" para ratos. Pese a llamar a este 2020 en mi pensamiento el que daría por catalogar como el año perdido, aún alguna cosa se ha podido hacer. Como mediterráneo no debo ser el único que estaba deseando desquitarse sobretodo de ese eterno encierro vivido en primavera, durante el que tantas cosas raras, impensables y nuevas debimos aprender a hacer, por lo que ya a las alturas del verano estaba deseando dar rienda suelta al afán de huir y buscar nuevos paisajes por muy cerca que estos estuvieran. Espero que todos los que me leéis estéis bien y por lo menos, como yo he intentado, hayáis podido disfrutar de unos días de evasión de la realidad (nunca mejor dicho dadas las circunstancias) y descanso placentero allá donde os hayan dejado estar. Para entrar un poco en materia y aquello de recuperar las sensaciones de la escritura gatística, os rememoraré mi última escapada corta durante este pasado mes de Julio, en el que ya por poco volvíamos a temer ser carne de confinamiento cuando no hacía apenas ni dos meses volvíamos a ser (limitadamente) libres. ¡Quiero salir! Set the cat free Ciertamente, he comprobado en mis carnes reclusas que uno de los peores tormentos que pueden aplicarse a alguien tan acostumbrado a ir de aquí para allá (¡y por trabajo!¡he recuperado parte de mi actividad viajera!) es este confinamiento tan bestia que solo me permitía disfrutar de las vistas desde mi balcón y paseos del sofá al salón y viceversa. Pensándolo bien, no sé como no se me ocurrió entonces plasmar más de mis aventurillas viajeras durante esos días, pero era tal la dosis de surrealismo (que por desgracia nos parece ya casi hasta normal) que con el shock y digestión de determinados aspectos comentados de mi nueva vida ni se me pasó por la cabeza. Así, en pleno cautiverio, hemos hecho una mudanza para que Gatta se pudiera instalar en mi cesto, hemos descubierto lo que es la vida en connivencia gatuna (aguantarnos ya tiene mérito...), me he hecho aún más viejo si cabe (aunque posiblemente no más sabio), he aprendido a trabajar desde casa, y aprendido un nuevo oficio como aquel que dice gracias al apoyo de mis nuevos compañeros y... debe ser que tengo el don de la oportunidad, ya que solo a mi se me ocurre, durante febrero cuando ya sonaban acercándose desde oriente los tambores de las hordas covidianas, comprar un nuevo coche, por lo que también me pasé el encierro pensando si mi nuevo Gattomóvil acaso hubiera sido reconvertido en respirador... "esto solo es una gripe que si acaso tendrá prácticamente nula afectación en España...". Grande Don Simón. En todo caso llegó la primavera, llegó el calor, y como era de esperar las terracitas abrieron y corrió el alcohol. Dios nos libre de aquel Apocalipsis que no nos permita tomar unas cañas. Así pues, y advenimiento de la (a)normalidad mediante y con coche nuevo al que hacerle kilómetros, nos dispusimos a hacer una amago de escapada rápida a la France (Jolie, como si de Angelina se tratase que diría Gatta) que hasta el día antes no supimos si nos veríamos obligados a cancelar. El bloqueo de las Galias Efectivamente amiguitos, corría el final del pasado mes de Julio cuando el malvado dios Covidio demandaba nuevos sacrificios en forma de recomendaciones en restricción de movilidad que amenazaban nuestra pequeña excursión. Si bien los indómitos galos habían recibido ya de su líder tribal la consigna de no atravesar la marca de la provincia ibérica allende los Pirineos, fueron muchos y bien sabidos los que aprovecharon "l'avinentesa" para provisionarse de cartones de Ducados y cubatas de ginebra en el puesto de mercadeo de la Junquera. A nosotros, cuyo itinerario era el inverso a esas hustes invasoras, nos preocupaba la sobrereacción de los cuestores del consulado de Quinto Ra (de ascendencia egipcia por lo menos) , pues temíamos pudiera desplegar sus legiones en los pasos fronterizos con orden de mandar girar grupas a aquellos carromatos que quisieran desplazarse con una voluntad meramente festiva, pese a que ello supusiera la pérdida de emolumentos invertida en los aposentos reservados para tan magna ocasión (una triste noche... a más ni nos atrevíamos a riesgo de no poder volver, vaya usted a saber...) Por fortuna, las limitaciones a los desplazamientos en los tiempos del cólera en los que aún vivimos, quedaron en una recomendación, aún vigente, por lo que con cuidado y convenientemente pertrechados como chernobylianos de pro nos dispusimos a internarnos en las Galias, aún con miedo de ser reprendidos pese a nuestro cándido y comedido paseo. Fue así como una soleada mañana de sábado de finales del pasado Julio abandonamos el Reino de Mascarillo para pasar una única noche al otro lado de la frontera en otro país, que no nos engañemos, estaba y está más o menos igual de mal que nosotros aunque nos sintiéramos catalogados (que no tratados) como apestados: era la risa máxima hablar con alguien allí y a la pregunta de que de dónde veníamos ver cambiar sus caras con la respuesta... ¡totalmente verídico! Alrededores de Cucugnan Pasada la frontera, en una bastante estrecha franja localizada aproximadamente entre Narbona y Carcassone (y un poco más allá... ya de camino hacia Toulosse), se encuentran muchas de las antiguas fortalezas de los cátaros que quedan más o menos en pie según el grado de derroición que hayan sufrido con el devenir de los años. Teníamos planteada nuestra primera incursión en los alrededores del pueblo de Cucugnan, puesto intermedio desde el que quedan a igual distancia dos de los castillos de los cátaros más reconocidos: Queribús y Peyrepertrusse. Queribús, alzado sobre un promontorio rocoso de más de 700 metros, fue el primero de los castillos que visitamos, relevante por ser el último bastión de resistencia de los herejes cátaros y tras la caída del cual se dio por terminada la existencia de su iglesia, aunque no significase que con ello acabaran los juicios inquisitoriales. De su conservación lo que más destaca es la torre, a la que se puede subir y desde la que se aprecia una extensa vista del valle que llega hasta los Pirineos. A 7 quilómetros en línea recta (de hecho desde Queribús se puede apreciar su silueta) se encuentra el segundo castillo relevante en esta zona, Peyrepertrusse, que destaca particularmente por sus impresionantes murallas de más de dos kilómetros de longitud, ya que el interior en si corresponde más al de un espacio abierto en el que podía encontrarse una villa medieval que no a una fortaleza con sus dependencias propiamente dicha. Visto el esfuerzo en la subida a la anterior visita, y por ahorrar en la entrada que al fin y al cabo nos iba a permitir ver solo paredes de piedra pelada como habíamos visto ya en el caso de Queribús, nos inclinamos más en contemplar las vistas de las murallas desde el mirador bajo el castillo con su vista general sobre los riscos, que no en volver a machacarnos en otra subida hasta la cima del risco. Una vez visto y ya hambrientos, nos dispusimos a volver a Cucugnan, el pueblo rodeado por los dos castillos, en donde encontramos un restaurante con terraza en el que comimos bastante bien. Cosa que no he comentado, en Francia, por el momento al menos, no es obligatoria la mascarilla al aire libre y bajo cualquier circunstancia. Nosotros más habituados continuábamos usándola si con el volumen de gente en algunos lugares nos parecía justificable su empleo, pero en general su uso está obligado solo para los espacios cerrados: tiendas, restaurantes, algunas visitas... por lo que era por lo menos más agradable poder prescindir de tan lamentable adminiculo cuando las circunstancias eran propicias. Como anécdota curiosa que demuestra lo pequeño en ocasiones que es el mundo, en ese restaurante de ese pueblo perdido de Francia me encontré con una compañera de instituto que podía hacer tranquilamente veinte años o más que no había visto. Arques Tras visitar una de las tiendas locales en donde se ofrecía una cata de productos regionales, como es el caso del vino de Corbières, proseguimos nuestro camino hacia el oeste, en dirección a Mirepoix, una pequeña localidad que sería nuestro campamento por esa noche, pero aún quedaba bastante para ello. Antes, aún pronto por la tarde, nos dirigimos hacia nuestra primera visita de sobremesa, que iba a ser el más que accesible aunque vistoso castillo de Arques. Más un torreón que un castillo, sorprende su altura en forma de torre de planta cuadrada de la que a su vez sobresalen de sus 4 vértices torreones gemelos que igualan la altura del edificio principal. A diferencia de los demás, el acceso es muy cómodo y no implica más de unos minutos de paseo en llano hasta llegar a las puertas del recinto, al contrario que los anteriores que conllevaban un mayor o menor trecho de subida, siendo el extremo de este caso el letal castillo de Montsegur del que luego hablaré. El de Arques debe ser además uno de los ejemplos de castillos medievales mejor conservados y sin duda un ejemplo de arquitectura que mezcla admirablemente la utilidad militar con el lujo palaciego. Su alzado de 24 metros se divide en 4 plantas perfectamente conservadas y visitables trepando por su escalera de caracol. Pese a que las estancas están poco menos que vacías, se puede uno imaginar fácilmente la vida de sus antiguos moradores arrimados a las ascuas de la chimenea durante las noches duras de invierno ancestral a las faldas de los Pirineos. Como curiosidad para los proclives al asquete ratonil, comentar que eviten los restos del edificio anexo a la torre del homenaje, a los que se puede acceder desde el patio interior del mismo recinto. En sus ruinas moran pequeñas criaturas de la noche invisbles hasta que el visitante se siente rodeado por su sinfonía... mira al techo... y se encuentra un imposible cúmulo de tumultuosas criaturas en agitación constante... pequeños murciélagos que viven en negra colonia colgados del techo (y que dejan el suelo hecho un asco). Quemado en Montsegur Tras una más corta visita a la torre de Arques gracias al más amigable recorrido hasta sus puertas, nos encaminados hacia Montsegur, el arquetipo de castillo cátaro y epicentro del movimiento herético. Mucho debieron cabrear los cátaros al papa Inocencio III para que este promulgara contra ellos una cruzada a mediados del siglo XIII. Fue así como durante los primeros días de mayo de 1243 el castillo de Montsegur fue tomado tras un largo asedio de meses de duración, y bastantes... muchos... de sus defensores quemados por cátaros en este apartado paraje. Aviso para navegantes: coronar la cima del monte Pog a 1207 metros, sobre la que se alza el castillo de Montsegur (o lo que queda de él mejor dicho), implica un ejercicio de flagelación extrema consistente en andar aproximadamente una hora por caminos boscosos no habilitados salvando un desnivel de varios centenares de metros que se acentúa cada vez más conforme se acerca el visitante a la meta. Con el calor de Julio atestiguo que casi morí en el intento... ¿y total para qué? Cuando apenas me debían faltar 200 metros para llegar a la meta reparé en que había olvidado la inmarcesible mascarilla (que si es obligatoria para entrar por lo menos en el cubículo donde se venden las entradas) en mi flamante y nuevo coche. Además Gatta desistió mucho antes a la tortura, con lo cual me sentí culpable de dejarla a merced de los autóctonos. Y yo, al borde del ataque cardíaco al que habría sucumbido de no haber dado media vuelta, completamente bañado en sudor, puse aire acondicionado en marcha a todo lo que daba de vuelta en coche y para dirigirnos ahora ya si a nuestro destino final por ese día: el Hotel Les Minotiers en Mirepoix, que resultó ser tanto por coste noche como por ubicación, recinto y comodidad una muy grata sorpresa para finalizar ese largo día. Noche en Mirepoix Tras tomar un refrigerio subido a nuestra habitación tras hacer el check-in y refrescarnos adecuadamente, nos dispusimos a explorar los alrededores. La verdad queríamos ir a cenar a un restaurante que se veía muy agradable con su terraza al aire libre, pero que resultó estar cerrado. A punto estuvimos de meternos en un hotel con pinta de cena delicatessen, pero no parecía que pese a las buenas críticas tuviera mucho público, por lo que acabamos en otro de los restaurantes en una calle lateral a la gran plaza del porche, en el que se ofrecían platos de la gastronomía regional en forma de menú a precio razonable. Si bien no resultó una cena antológica, tampoco se podría calificar de desdeñable. Mirepoix resultó ser tan tranquilo que a parte de la plaza central con el característico porche de madera típico de algunos pueblos franceses de esta región poco más había que hacer salvo acaso tomar una copa en alguno de los numerosos bares que circundan la plaza, pero lo cierto es que el cansancio era ya tal que ni ánimo tuvimos para ello, por lo que nos volvimos a nuestra habitación ya hasta el día siguiente.
El segundo y último día de esta pequeña incursión fuera de nuestras fronteras iba a amanecer tranquilo y como escapada prácticamente improvisada, de forma más que relajada, disfrutando aún en Mirepoix de un pausado desayuno en una de las terrazas de la plaza mientras alrededor se juntaban los puestos de un mercado de cachivaches cualquiera de domingo al que con curiosidad más tarde daríamos un vistazo... lástima no encontrar una parada dedicada al mercadeo de monedas y billetes antiguos, afición viejuna al coleccionismo de estos objetos que practico cuando me acuerdo.
Aunque normalmente cual cuadriculado ingeniero salgo previamente con mis planes totalmente establecidos desde casa, surgió la noche anterior introducir una variación en nuestra ruta del día que fue acogida con entusiasmo: en lugar de visitar de nuevo y comer en la omnipresente Carcassone como estaba previsto, nos inclinamos a cambiar nuestros planes para explorar una gruta cercana llamada de Limousis, para más tarde dirigirnos hacia el poblado medieval de Lagrasse antes de volvernos aún con temor al cierre de fronteras y quedarnos para siempre vagando por los campos occitanos. De campos occitanos trata precisamente el juego de mesa de losetas Carcassone, sin poderme sacar de la cabeza la similitud entre las losetas y el paisaje de esos campos y que jugar al Carcassone en Carcassone debía ser una de las experiencias más absurdas realizables por aquellos parajes. Creo que esto del confinamiento me ha afectado a la cabeza, pero no podía dejar de exclamar mientras conducía... ¡mira, un castillo!¡mira, una abadía! Gruta de Limousis Tras recorrer un buen trecho internándonos en los últimos trozos por escabrosos caminos vecinales que no sabíamos muy bien a donde llevaban, llegamos al chiringuito que da acceso a la gruta de Limousis con la suerte de que en pocos minutos empezaba una de las visitas guiadas que se suceden aproximadamente cada media hora. Lo sé, lo habitual es llegar cinco minutos después y no cinco antes, por una vez la ley de Murphy se fue de vacaciones. Ya que las visitas guiadas se realizan exclusivamente en francés y nuestro dominio de la lengua franca se reduce a limitados chascarrillos de los que canta Alizée en sus canciones, fuimos por lo menos gratuitamente pertrechados con sendos telefonillos que nos ilustrarían sobre las maravillas de la cueva de forma automática conforme avanzara nuestra visita. Si nunca habéis visto una cueva de estas características la visita puede estar bien, pero francamente he visto muchas y mucho mejores. Una particularidad del sitio es que es una de las cuevas abiertas al turismo en Francia desde hace más tiempo, remontándose su apertura a la segunda mitad del siglo XIX, pero muchas de sus formaciones han sido maltratadas por el tiempo cuando no directamente amputadas, y destaca únicamente por las formaciones cristalinas de aragonito que pueden contemplarse de forma más directa en su última sala visitable. Como en todas partes, la cueva sigue y sigue y sigue, pero solo una pequeña parte es la que está habilitada, y siempre parece que se acaba en lo mejor. Realizada pues nuestra un tanto indiferente visita, procedimos a dirigirnos hacia Lagrasse, pasando eso si por Lastours (literalmente las torres) a echar un último vistazo a los vestigios de otra de tantas de las fortalezas cátaras y castillos fronterizos que pueblan la región como setas. Por lo menos durante esta jornada las carreteras no serían tan inverosímilmente estrechas como a tramos habían sido durante el día anterior, cosas del GPS que me mantuvo en un estado constante de alerta mientras conducía. Lastours Pese a que nuestra idea hubiera sido parar en el pueblo de Lastours al pie del castillo y trepar hasta las torres, la ya avanzada hora y escasez de aparcamiento en el que poder dejar el coche en el pueblo, pues estaba todo ocupado, nos hizo desistir, por lo que lo único a lo que pudimos aspirar es a ver una de las grandes torres aún en pie por el lado de atrás del pueblo en un apartadero de la carretera. Castillos de Lastours El complejo de Lastours se compone en realidad de una serie de cuatro castillos agrupados en torno a los salientes rocosos de la montaña al pie de la cual se encuentra el pueblo que da nombre al conjunto, siendo uno de los bastiones de defensa de la herejía cátara durante las guerras de la cruzada que condujeron a la extinción a sus miembros. De camino a Lagrasse pasamos aún cerca del más grande y conocido poblado, Carcassone, que conserva gran parte de sus murallas en pie y destaca con su camino de ronda al pie de sus grandes torres. En alguna otra ocasión hablaré de este cercano e imprescindible enclave, parque temático medievalista por excelencia conocido como La Cité. Lagrasse Así que en lugar de sumergirnos en el universo de Exin Castillos de Carcassone, nos fuimos a la más tranquila Lagrasse a dar un paseo por sus calles medievales a orillas del río Orbieu. En la generalidad de su conjunto medieval, destaca el puente viejo sobre el río desde el que se puede ver la abadía de Lagrasse, que en su momento fue una de las más destacadas de la Europa Occidental durante el medievo. Como antigua capital del cantón de Corbières, se pueden encontrar también en esta localidad pequeñas bodegas de vino de esa denominación de origen que ofrecen catas y venta de sus productos. Así fue como antes de emprender nuestro camino de vuelta nos entramos a un garaje particular en el que se publicitaban estos productos, y tras realizar una cata nos sentimos en la obligación de adquirir una de las botellas de vino blanco (y digo obligación porque hombre... honestamente no era un vino particularmente espléndido). Nos quedó pendiente realizar como última visita de esta escapada una parada en la maternidad de Elna, famosa en la época posterior a la Guerra Civil Española por acoger a mujeres y niños refugiados republicanos que huyeron del país traspasando la frontera ante el avance de las tropas nacionales y la derrota final que puso fin a la guerra. Pero ya se había hecho tarde y era imposible llegar mientras estuviera aún abierto para ver la exposición, por lo que es un hito que nos quedará pendiente para nuestra próxima visita al país vecino. Así acaba pues esta escapada no tan planificada como de costumbre, realizada más por el afán de expandirnos tras el prolongado cautiverio que de sistemáticamente realizar visitas con un plan trazado. Otro estilo, ni mejor ni peor, pero que nos ha dado la flexibilidad de poder variar nuestra idea inicial para explorar otros lugares. Podéis leer está historia tambien en mi blog personal Gattotrips así como seguir otros diarios de viaje que encontraréis allí. 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (1 Votos)
Últimos comentarios al diario El país de los Cátaros
Total comentarios: 1 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados De viaje por Francia: diarios, viajes y excursiones en coche.
Recopilación de todas las etapas que he publicado en el foro de...
⭐ Puntos 5.00 (1 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 1186
11 DÍAS POR BRETAÑA Y NORMANDÍA CON NUESTRO COCHE.
Pueblos con magia, castillos de cuento, costas, faros y el Monte San...
⭐ Puntos 4.94 (18 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 624
FRANCIA Y SUS PUEBLOS-2016/2022
VIAJE QUE REALIZO CON MI HIJO EN NUESTRO PROPIO COCHE,CON MUCHAS GANAS,MUCHAS EXPECTATIVAS,MUCHA...
⭐ Puntos 4.80 (10 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 491
Ruta de 10 días recorriendo el sur de Francia y los Alpes franceses en coche
Guía práctica de un viaje por ciudades de cuento...
⭐ Puntos 4.57 (7 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 425
TOUR DE FRANCE.
Recorrido en coche por alguno de los sitios más importantes de las regiones de Languedoc-Rosellón, Midi-Pyrenees, Aquitania, Valle del Loira, Bretaña y Baja...
⭐ Puntos 4.96 (27 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 362
Galería de Fotos
|