![]() ![]() Dos semanas en Sicilia y Venecia ✏️ Blogs de Italia
Tres noches en Venecia y el resto en Sicilia con coche de alquilerAutor: Ruth200es Fecha creación: ⭐ Puntos: 4 (2 Votos) Índice del Diario: Dos semanas en Sicilia y Venecia
01: Diario de Italia, día 1: llegada a Palermo
02: Diario de Italia, día 2: llegada a Venecia
03: Diario Italia, día 3: Venecia
04: Diario de Italia de Italia, día 4: Mazzorbo, Burano, Torcello y Murano
05: Diario de Italia, día 5: Palermo
06: Diario de Italia, día 6: Palermo
07: Diario de Italia, día 7: Cefalú y Giarre
08: Diario de Italia, día 8: Etna, Alcantara y Taormina
09: Diario de Italia, día 9: Catania y Ragusa
10: Diario de Italia, día 10: Siracusa, Ortigia, Avola, Noto y Mazarmemi
11: Diario de Italia, día 11: Módica y Ragusa
12: Diario de Italia, día 12: Caltagirone y Agrigento
13: Diario de Italia, día 13: Scala, Sciacca, Bartoli y Marsala
14: Diario de Italia, día 14: Salinas, Erice y Scopello
15: Diario de Italia, día 15: vuelta a casa
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Etapas 4 a 6, total 15
MIÉRCOLES 20/10/2021 Nos despertamos en el Alloggi Santa Sofía de Venecia sobre las 7:30, pues hay una iglesia justo al lado cuyas campanas suenas siempre a esa hora y es difícil no escucharlas. Desayunamos en el comedor del hotel y, cuando estuvimos listos, nos dirigimos a Fondamenta Nova con el fin de coger el Vaporetto 12, pues nuestra idea era visitar ese día las islas de Mazzorbo, Burano, Torcello y Murano. En Mazzorbo hay un Restaurante con Estrella Michelin llamado Venissa que dispone de hotel y viñas recuperadas de variedades muy poco conocidas como, por ejemplo, la Dorona, por lo que queríamos ir a ver estos viñedos tan especiales. Mientras esperábamos en el muelle a por el Vaporetto vimos cómo una grúa colocada sobre un barco colocaba palos de madera en el agua, tarea que nos pareció curiosa, laboriosa y muy delicada. Una vez que llegó el Vaporetto, decidimos hacer la primera parada en Mazzorbo. Apenas se bajó en ella gente del barco, nosotros y dos más, creo recordar. Una vez en Mazzorbo dimos un paseo por la bonita y tranquila isla. Tuvimos la suerte de escuchar en una Iglesia un órgano, pues había una señora ensayando, fue genial. Vimos el cementerio, los muelles, el campanile, etc. Vimos la Iglesia de Santa Catarina, el único templo de los diez que quedan en pie en la isla. Fue construida en el año 783 y reconstruida en el siglo XIII como monasterio para mujeres. Al parecer su campanario, de 1318, posee la campana más antigua de la laguna. Tuvimos la suerte de escuchar su órgano en funcionamiento, pues había una señora ensayando, fue genial. En Mazzorbo se encuentra un restaurante con una Estrella Michelín llamado Venissa. También disponen de algunas habitaciones de lujo en Mazzorbo y alojamiento en típicas casas de colores en Burano. Venissa surgió en 2002 cuando Gianluca Bisol vio en Torcello unas viñas detrás de la Basílica, la más antigua de la zona. Empezó a interesarse por el tema y descubrió que en Venecia hubo viñas, incluyendo la Piazza San Marco, hasta el año 1100, pero incluso se habían encontrado restos de hace más de 2500 años. De ahí parece que deriva la denominación de campo que reciben algunas plazas de Venecia, de los cultivos que en ella había. Al parecer, por culpa de la gran crecida de 1966, se destruyeron la mayoría de los viñedos. De esta investigación se descubrió que la variedad autóctona era la Dorona di Venezia, muy adaptada a la salinidad de la laguna. En Venissa se han recuperado viñedos, contando con una hectárea de plantas, que están en una finca rodeados de una muralla medieval y un campanario del siglo XIV. Elaboran vino siguiendo la antigua técnica: larga maceración con los hollejos, que dan longevidad y estructura de tinto. La primera cosecha sale en 2010 con casi cinco mil botellas. Actualmente también elaboran tintos a base de Merlot y Cabernet que crecen en la cercana isla de Santa Cristina. Las botellas son elaboradas por un artista en Murano, según leímos en los carteles informativos y es que estuvimos paseando por la finca. Si queréis hacer una visita guiada con degustación tendréis que reservar y pagar entre 40 y 85€, según la duración (entre 40 y 90 minutos respectivamente, y según los vinos que queráis degustar). De ahí cruzamos por un puente a la Isla de Burano, que nos encandiló con sus casas de colores y su campanile torcido. En Burano vimos el Museo del Marletto (encaje) pero no llegamos a pagar la entrada para entrar. Aprovechamos para comprar unos dulces en la famosa pastelería de Carmelina Palmisano, aunque la chica que nos atendió fue un poco antipática. Cogimos Bussolá, Esse y Sfogliata con chocolate. Buscamos la casa de Bepi Sua, famosa por su colorido y motivos decorativos. A continuación nos acercamos a la Cooperativa de Pescadores de San Marco con la idea de comer allí pero estaba cerrada a cal y canto. Acabamos en Fritto Misto, que es un local bastante conocido que se encuentra justo enfrente de la parada del vaporetto. Pedimos un pincho moruno de patas de cangrejo, un plato de fritura mixta con polenta (muy abundante) y un plato de Spaghetti alle vongole (con almejas); además una cerveza y un agua con gas, pagando 40€ por todo. Tras la comida probamos los pasteles que habíamos comprado en Carmelina y la verdad es que estaban muy buenos. Cuando terminamos de comer cogimos el primer vaporetto que pasó en dirección a la isla de Torcello, que supuestamente es la primera isla de la laguna que estuvo habitada por los Vénetos, que al parecer escaparon de tierra firme por las constantes invasiones bárbaras. Visitamos la Iglesia de Santa Fosca por fuera, pues estaba cerrada), la Catedral de la Asunción (cobraban por entrar 5€ pero estaba el campanile cerrado así que declinamos la opción), el Museo, etc. Cogimos el vaporetto de vuelta, bajándonos en Murano, la más grande de todas las islas que visitamos (es como una Venecia en pequeño). Caminamos por los canales que estaban abarrotados de tiendas de cristal, pero era todo muy caro. La pena es que a esas horas, sobre las 16:30-17, ya estaban cerrados todos los talleres por lo que no pudimos ver ninguna demostración de cómo trabajan con el vidrio. Compramos una figurita muy bonita de un gato sobre una bola (18€) y varios conjuntos de collar y pendientes para regalar. Tengo que decir que, tras visitar las cuatro islas, Pelayo y yo coincidimos en que la que más nos gustó fue Burano, por sus coloridas casas, y la que menos Murano, pues está demasiado aturistada. Cuando nos cansamos cogimos el vaporetto 4.2 hasta Fondamenta Nova, de donde habíamos salido por la mañana. Dejamos la mochila con los regalos en el hotel y aproveché para tumbarme media hora, pues estaba bastante cansada y con dolor de espalda. Tras la siesta reparadora nos fuimos a la enoteca Vino Vero a tomar unos vinos con cuatro pinchos, pagando 36’5€. De ahí fuimos dando un paseo a la Birraria el Corte, en la Piazza San Polo, un lugar que nos recomendó Enrico y que nos maravilló. Reservé mesa esa misma mañana en su web, mediante un procedimiento muy sencillo. El local está muy bonito, con varios ambientes, gestionado por Nicola, hijo del dueño, un chaval joven con muchas ganas de hacer las cosas bien, además de un enamorado de los vinos naturales. Nos dejamos aconsejar por él así que paso a relataros lo que cenamos: -Lengua de vaca con cantarelas, esponja de perejil y huevo a 62ºC -Risotto con sepia -Pizza con tomate, mozzarella, gorgonzola, cebolla caramelizada y porchetta Estaba todo delicioso, los platos salieron en su justo momento, el servicio fue muy amable, etc., es un sitio que os recomiendo sin ninguna duda, el equipo es muy profesional, pese a su juventud. Recuerdo que de aperitivo nos sirvieron pan con un sabrosísimo aceite. Para beber pedimos un vino espumoso natural de la Toscana, Rosato dell’Emilla 2020. La carta de vinos, por cierto, es muy interesante y los precios son muy razonables. Pagamos por todo 77’5€, que nos pareció muy ajustado para ser Venecia y el local en el que estábamos. Tras la estupenda cena dimos un paseo hasta la Plaza de San Marco, pues yo quería verla de noche. Cuando llegamos resulta que no había ningún edificio iluminado salvo el Puente de los Suspiros y los edificios de la propia plaza (pero no la Basílica ni el Campanile ni el Palazzo Ducale); aún así mereció la pena porque estuvimos prácticamente solos, un lujo. Volvimos caminando al hotel como siempre, atravesando los canales canales, escuchando únicamente el eco de nuestros pasos. Cuando llegamos al alojamiento llevábamos más de 28.000 pasos… Por cierto, una pena no haber sabido antes de nuestro viaje la existencia de varios locales que tiempo después nos recomendaron, ideales para los amantes del vino y el buen comer, además de poco turísticos: CoVino de Andrea Lorenzon, en el Sestiere de Castello, Ai Mercanti, de Simone y Ania en Rialto, y Vino e cucina, en Dorsoduro. Etapas 4 a 6, total 15
JUEVES 21/10/2021 Nos levantamos sobre las 7:45, desayunamos y preparamos las maletas, pues dejábamos Venecia para ir a Sicilia. Nos despedimos del personal del Alloggi Santa Sofia y caminamos por los canales hasta Fondamenta Nova, de donde salía la línea azul de barco de Alilaguna, que nos dejaría en el aeropuerto en tres paradas (pasando por Murano). El viaje en barco hasta el aeropuerto fue de una hora, más o menos. Una vez allí tomamos el avión de Ryanair, que salió a las 12:30, aterrizando en el Aeropuerto Falcone-Borsellino de Palermo sobre las 14:00 (os recomiendo leer la historia de estos dos jueces, asesinados por la mafia en 1992). Una vez en la terminal nos dirigimos a la estación de tren que hay en el propio aeropuerto, llamada Punta Raisi, para comprar un billete hasta la Estación Central de Palermo (5’9€/persona), viaje que duró sobre una hora. Al salir de la estación buscamos el alojamiento, que estaba como a cinco minutos, pero no nos gustaron demasiado las calles de alrededor, pues vimos cómo hicieron un pase de droga entre dos individuos. Estábamos buscando la calle cuando se nos acercó un chico y me preguntó si era Ruth; resultó ser Gregory, el dueño del alojamiento, llamado Oasi del Turista. Habíamos reservado la habitación a través de Booking, pagando 50€/noche sin desayuno, a pagar sólo en efectivo. Nos acompañó entonces, entrando en un edificio de viviendas con bolsas de basura delante y bastante suciedad en las zonas comunes. Entramos en el ascensor, de esos antiguos metálicos que van por el hueco de la escalera y se ve a través. Gregory nos explicó que él tenía el alojamiento en un piso del edificio, de unos 80 años de antigüedad, que había reformado, haciendo varias habitaciones. Para entrar había doble puerta: entrada a una zona común con el piso de al lado y otra al piso de Gregory. Efectivamente estaba todo muy nuevo y limpio, pese a la primera impresión que nos habíamos llevado del edificio. La basura la recogieron porque al día siguiente ya no estaba, pero es verdad que en toda la isla vimos bastante problema con respecto a este servicio. Gregory nos llevó entonces a la cocina del piso, que utiliza sólo él, y nos explicó con un mapa sitios de interés. Tras charlar con él un rato le pagamos en efectivo y después nos quedamos en el cuarto. Era muy amplio y bonito, con un gran baño, TV, mininevera, etc. Nos dijo que durante el invierno él vive en esa habitación y en verano se va a casa de su novia y la alquila también. Bajamos entonces a la calle y caminando llegamos enseguida al centro histórico de Palermo. A pesar de estar bastante roto todo (aceras, edificios, etc) al final le acabamos cogiendo el gusto a la ciudad, y de hecho la única zona que vimos un poco insegura fueron las calles de alrededor de la Estación de tren, como ya dije arriba. Llegamos a la Plaza de Bellini con el fin de visitar la Iglesia de San Cataldo (2’5€/persona), que data del siglo XII y es de estilo árabe-normando, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Al parecer en Sicilia quedan varios edificios civiles y religiosos de la época normanda: la Catedral de Monreale, la Catedral de Cefalú, la Catedral de Palermo, algún palacio e incluso un puente. En la isla se mezclaron diferentes culturas que dieron origen a nuevos productos: musulmanes, bizantinos, latinos, judíos, lombardos, normandos, etc. La Iglesia es muy pequeña, se ve en un momento. Llaman la atención las tres cúpulas, los mosaicos del suelo, la simbología de la Orden de la Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén (que es quien la custodia), etc. Nos dirigimos después a un local llamado Al Ferro di Cavallo pero estaba cerrado; eso sí, el camino hasta allí fue bonito, pues nos topamos con la impresionante Fontana Pretoria, Quattro Canti (una plaza con cuatro esquinas ocupadas por cuatro imponentes edificios), etc. Llegamos hasta el Mercado de Vucciria pero apenas había nada abierto, quedaba mucha basura y la verdad es que tenía una pinta muy decadente. Eran las 17 horas y opción para comer algo; nos sentamos en un local llamado Dadalia Osteria que resultó ser todo un hallazgo. La música estaba genial, el servicio fue muy amable, nos atendió con mucha amabilidad y estuvimos hablando con ellos un buen rato, dueño incluido, pues era un amante del Camino de Santiago. Pedimos los siguientes platos: -Caponata: plato típico siciliano elaborado principalmente con berenjena, pero también lleva otros vegetales como tomate, aceitunas, alcaparras, etc, riquísimo -Pasta con gambas y pistacho (el pistacho se utiliza muchísimo en Sicilia para todo tipo de platos y postres, ¡¡me encanta!!) -Pasta con mejillones, almejas y calamares Para beber tomamos un vino blanco y un café, pagando por todo 65’5€. Tras la deliciosa comida nos dirigimos a la famosa heladería Lucchese donde pedimos dos helados de pistacho (4€), muy buenos. Continuamos con nuestro paseo por la ciudad y, de casualidad, nos encontramos con un chill out en la playa que era una delicia llamado Nautoscopio. Mural de Falcone y Borsellino, habitual en las ciudades sicilianas El local está al lado del puerto deportivo, en una playa con vistas, un enclave estupendo. Sirven comida y bebida pero nosotros sólo le dimos a lo segundo: mojito y tequila (13€). Además coincidió que esa noche había luna del cazador, que al parecer se llama así a la luna llena de Octubre porque marcaba el momento ideal para cazar. Por cierto, aproveché el momento de relax para reservar un free tour para el día siguiente que nos mostraría los puntos más importantes de Palermo. Cuando nos entró hambre buscamos un local para cenar, concretamente uno muy típico y tradicional llamado Franco U Vastiddaru, con el fin de probar el Pani ca meusa (en siciliano), bocadillo típico de Palermo con bazo y pulmón. El pan, tierno con sésamo, se rellena de este tipo de casquería que se cuece primero y luego se saltea con manteca de cerdo; además puede llevar queso caciocavallo rallado o ricotta. Nos sentamos en la amplia terraza del local, cuyas mesas tienen mantel de papel y muchas servilletas de papel brillante que usamos sin parar. Había muchas familias de la zona comiendo en la terraza a nuestro lado, buena señal. A Pelayo le gusta mucho la casquería así que se atrevió a pedir uno, yo pedí un panini estilo Vastiddaru (porchetta, salchichas, setas y queso) y además de un plato mixto de fritos para compartir (arancia, mozarella, croquetas, etc). Pelayo probó el bocadillo y le horrorizó, estaba malísimo, es la primera vez que encontramos algo que no le gusta de comer, de hecho se quedó allí. Con mi bocadillo, que estaba riquísimo, y los fritos, que eran abundantes y contundentes, fue más que suficiente para cenar los dos. Pagamos 19€ pero nunca llegamos a ver la cuenta, ocurre como en los furanchos de Galicia: el camarero dice un precio y hay que hacer un acto de fe. Volvimos al hotel caminando y resulta que las calles que hay antes de llegar son de marcha, el barrio había cambiado una auténtica barbaridad: luces, terrazas, gente y mucha marcha. En una plaza nos encontramos una banda tocando y nos quedamos a bailar, había mogollón de gente, fue genial. En la terraza donde estaban pedimos una cerveza Ipa y un mojito (10€). Tras un buen rato de fiesta nos volvimos al hotel a dormir. Etapas 4 a 6, total 15
VIERNES 22/10/2022 Nos levantamos sobre las 8 en nuestro alojamiento de Palermo, Oasis del Turista, y tras la ducha nos echamos a caminar hasta el punto de encuentro de donde partía el Free Tour que había reservado online el día anterior. La empresa se llamaba Agora Palermo y la cita era a las 10 en la Iglesia San Ignacio de Olivella. Como llegamos antes de tiempo buscamos un sitio donde desayunar, decantándonos por Dami Café. Resultó estar todo delicioso: capuccino, cremino, croissant relleno de pistacho y bollito relleno de mortadela y ricotta (8’9€), además de atendernos una camarera muy amable y tener buenas vistas del Teatro Massimo. Volvimos al punto de encuentro, en donde ya nos esperaba la guía, llamada Consuelo, quien nos guió por los puntos más importantes de Palermo durante un par de horas. Comenzó con un resumen sobre la historia de Sicilia y Palermo, para ponernos en situación, así como la política, la mafia, las costumbres, etc. Uno de los puntos importantes de la visita fue el Teatro Massimo, la Ópera más grande de Italia y tercera de Europa, donde se rodaron imágenes de la película El Padrino III. Otra parada importante fue en los Quattro Canti, como se le conoce a la Piazza Vigliena, cruce entre dos avenidas principales de la ciudad, Vía Maqueda y Corso Vittorio Emanuele. En cada uno de los cuatro edificios hay una virgen palermitana (Santa Cristina, Santa Ninfa, Santa Oliva y Santa Ágata) así como un rey y una fuente con cada una de las estaciones (Primavera, Verano, Otoño e Invierno), estatuas construidas a lo largo de varios años. Al lado se encuentra la Fontana Pretoria con sus polémicas figuras desnudas, el Palazzo Alliata di Villafranca (antigua casa aristocrática que alberga un museo), la Catedral, los Jardines de Bonanno (primer alcalde de Palermo). En ese punto nos hicimos una foto de grupo y nos despedimos de la guía, a la que entregamos cada uno el dinero que estimó oportuno; nosotros solemos darles 20€. La verdad es que la visita estuvo muy interesante y creo que fue fundamental para comprender el espíritu y carácter siciliano, así como sus costumbres, disfrutando aún más del viaje. Decidimos tomar algo, tras la caminata, y decidir qué haríamos, decantándonos por un local llamado Marocco que está enfrente de la Catedral de Palermo. Tomamos una cerveza y una granita de almendra, pagando 8 euros. Tras el respiro entramos en la catedral, cuya entrada es gratis salvo las Tumbas de las Reyes, por las que hay que pagar una pequeña cantidad. De allí continuamos al Mercato del Capo que, al igual que el de Vucciria que habíamos visto el día anterior, se extiende por las calles de un barrio. Como era por la mañana el mercado se veía lleno de vida, nos tuvo mejor pinta que el otro. Había muchos puestos a ambos lados de las calles e incluso comida callejera y restaurantes. Paramos a tomar algo en un local que nos hizo gracia por el nombre, The Peaky Blinders. Yo pedí un zumo de granada, que exprimieron al momento, y Pelayo una cerveza, pagando 4€. Decidimos comer en Caffé del Kassaro, un local del que había leído buenas opiniones pero que luego nos recomendó también la guía del free tour. Justo cuando llegamos había una pequeña mesa libre en la terraza que tienen en la calle (que la peatonalizan, al igual que todo el centro). Pedimos: -Salumi e formaggi -Pasta con pesce y Pasta alla norma -Cassata de postre, excelente Para beber pedimos una botella de vino blanco de la casa y un café, pagando por todo 25’7€, ,una ganga. Estaba todo rico, sobre todo el postre, y el servicio fue amable y profesional. Tras la comida nos entró una buena torrija (sobre todo a mí, como es habitual) y decidimos tumbarnos en una bonita terraza que hay en la última planta del Centro Comercial La Rinascente. Yo incluso dormí un rato en los sofás mientras Pelayo se tomaba un gintonic (pagamos 13’5€ por la copa y un agua con gas para mí cuando amanecí). Las vistas que hay desde la última planta son estupendas. Tras la siesta terracera decidimos visitar algo pero estaba todo cerrado o cerrando: Catacumbas de los capuchinos (desde el COVID no había vuelto a abrir), Palacio Normando (cierra muy pronto), Teatro de Marionetas (no había obra ese día), etc. Decidimos dar un paseo hasta el Palacio Normando para verlo aunque fuese por fuera. Hicimos unas cuantas fotos del exterior y jardines adyacentes. Volvimos al centro y fuimos a Cappadonia, considerada una de las mejores heladerías de Italia. Cuando llegamos había un poco de cola pero rápidamente despachaban. Pelayo pidió el de pistacho, riquísimo, y yo un sorbete de melocotón con manzana que era pura fruta (5’5€). Nos sentamos un rato en un banco, con los helados, a ver la gente pasar por la Vía Vittorio Emanuele, pues como ya comenté, la peatonalizan y realmente no paran de pasar. Nos dirigimos después al Mercado de Ballaró, que está cerca de la Estación de tren y por tanto de nuestro alojamiento, pero ya no quedaban muchos tenderetes. El barrio era muy oscuro, sólo había luz en algunas de las calles principales, bastante animadas. A pesar de caminar por las calles de la Estación de tren no vimos nada extraño, eso sí, apenas había farolas encendidas. Aprovechamos para pasar un momento por el hotel para dejar cosas y volvimos a salir. Fuimos hasta el restaurante Al Ferro di Cavallo, que el día anterior habíamos encontrado cerrado, y que nos habían recomendado personas distintas. Uno de los camareros nos dijo que si queríamos cenar tendríamos que entrar ya, pues luego estaban todas las mesas reservadas (eran las 20 horas). No teníamos hambre, pero accedimos porque vimos que sino no íbamos a tener manera de entrar más tarde. Esto fue lo que pedimos: -Polpette de sarde -Involtini de pesce espada (riquísimos) -Pasta con anchoas (no se notaba la anchoa por ningún lado) Para beber tomamos vino de la casa. Quisimos pedir algo de postre y café pero ningún camarero nos hizo caso durante un buen rato así que nos cansamos, nos levantamos y pagamos en la barra 37€. Cuando salimos del local la cola era inmensa… Cenamos bien pero no me pareció para tanto, si comparamos con la fama que tiene el local. Nos metimos en la zona de marcha que hay alrededor de nuestro alojamiento y nos sentamos en una terraza a tomar algo. El local se llamaba Crash y el barman, llamado Agustino, era genial; nos preparó varios cócteles con distintos ingredientes (de whisky, de tequila, caipirinhas, etc). Creo recordar que tomamos tres cada uno, pagando 29€ por todo, precio que nos pareció una ganga. Etapas 4 a 6, total 15
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4 (2 Votos)
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