![]() ![]() Dos semanas en el Centro-Norte de Vietnam ✏️ Blogs de Vietnam
Otro diario más de Vietnam en el verano de 2023, visitando Hoi An, Hué, Phong Nha, Ninh Binh, Cat Ba y Hanoi.Autor: Nachingo Fecha creación: ⭐ Puntos: 0 (0 Votos) Índice del Diario: Dos semanas en el Centro-Norte de Vietnam
01: Itinerario y hoteles
02: 30-07-23. Comienza otra aventura. Llegada a Hanoi.
03: 31-07-23. Traslado a Hoi An y primeros encargos.
04: 01-08-2023. Visita de Hoi An.
05: 02-08-2023. Excursión a My Son.
06: 03-08-2023. Traslado a Hue. Marble Mountains y Lady Buda.
07: 04-08-2023. Mausoleos reales y pagoda Thien Mu.
08: 05-08-2023. Traslado a Phong Nha y visita de sus cuevas.
09: 06-08-2023. Visita de Paradise Cave, Jardín Botánico y tren nocturno hasta Ninh
10: 07-08-2023 Llegada a Ninh Binh y visita de Động Am Tiên, Hoa Lu y Bai Dinh.
11: 08-08-2023. Visita de Mua Cave, Trang An, Thai Vi, Bich Dong y Bird Valley
12: 09-08-2023. Traslado a Cat Ba.
13: 10-08-2023. Primer día de crucero por Cat Ba.
14: 11-08-2023. Segundo día de crucero y traslado a Hanoi.
15: 12-08-2023. Últimas visitas en Hanoi y vuelta a casa.
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Etapas 7 a 9, total 15
Después de desayunar y de alquilar la moto en el mismo hotel nos pusimos en marcha hacia las tumbas reales. La moto tenía bastante buena pinta, y se comportó bien. El primer destino fue el mausoleo del emperador Minh Mang. Fuimos primero al que estaba más lejos, y se nos hizo un poco pesado. Además en algún momento tuvimos que coger una carretera de dos carriles, y la moto, con dos personas, iba algo justa. No vimos indicada de una manera clara la manera de llegar al parking “oficial”, que posiblemente nos pasásemos, así que cuando un poco más adelante vimos un letrero de parking, allí nos metimos, aun sabiendo que nos iban a cobrar. Pero no, un lugareño muy amable tenía una especie de chiringuito, que realmente eran unas mesas en el garaje de su casa, y nos dijo que si hacíamos una consumición, no nos cobraba nada. Nos tocó recorrer un camino más o menos largo bordeando la muralla de piedra, hasta que llegamos a la entrada. El día anterior, en la Ciudadela, habíamos comprado la entrada conjunta a estos mausoleos, así que después de que nos la comprobaron, entramos al recinto, prácticamente solos. Era más grande de lo que pensaba, y teníamos más visitas que hacer, así que una vez visto todo lo que se podía, y después de habernos tomado un par de botellas de agua en el parking (que aunque no nos hubiese “obligado” nos las habríamos tomado igual) nos dirigimos al siguiente punto, ya volviendo hacia la ciudad. Era el mausoleo del Emperador Khai Dinh. Aquí ya había bastante más gente, y un aparcamiento bien organizado por el que tenías que pagar. El recinto en sí no era demasiado grande (quizá por eso aparentaba estar lleno). Pero como la gente iba y venía en oleadas había momentos de relativa soledad. De los tres que visitamos fue el que más nos gustó. Y por último fuimos al del emperador Tu Duc, ya relativamente cerca de la ciudad. Este era un recinto bastante grande, con varios edificios, y al que llegamos a más de las doce. Eso quiere decir que el calor apretaba de lo lindo. Aguantamos como pudimos el bochorno y sin disfrutarle como se merecía, pusimos rumbo al hotel para descansar con el aire acondicionado. Después de una breve siesta, y teniendo claro que a Adela no le interesaba la visita, estuve dudando entre ir o no ir a la pagoda Thien Mu. La cosa es que había que ir en moto, y cuando vamos los dos yo voy conduciendo mientras ella me va guiando con el gps. Pero claro, al ir solo, no puedo llevar el gps y conducir a la vez. Pero bueno, después de comprobar el recorrido en el plano y ver que realmente era hacer dos ángulos rectos, me armé de valor y para allá que me fui yo solo. La verdad es que me gustó la experiencia, y también el haber ido. Es casi más el valor simbólico, por eso de que guarda el coche del monje que se quemó a lo bonzo, pero me mereció la pena. A la vuelta, a mi pesar, Adela ya había descansado del todo y estaba entera, y estuvimos el resto de tarde-noche de compras por toda la zona peatonal. La verdad es que al ser viernes por la noche había muchísimo ambiente, con toda la chavalería de fiesta. Etapas 7 a 9, total 15
Me reitero en que Vietnam es un país cómodo de hacer sobre la marcha. De nuevo habíamos vuelto a reservar el traslado a la siguiente ciudad a través de la recepción del hotel. Se trataba de una excursión de ida y vuelta en el mismo día, pero que nosotros aprovechábamos para quedarnos allí. A mitad de camino pasamos por el santuario marino de La Vang, una parada que nosotros no teníamos pensado hacer, no teníamos ni idea de que existía, pero bueno, no estuvo mal y nos sirvió para estirar las piernas. Un poquito más adelante nos pararon de nuevo, lo que es subir y bajar, a ver el puente que en su día delimitaba la frontera entre Vietnam del Norte y del Sur, antes de la unificación. Y por fin, tras unas cuatro horas de camino, llegamos a Phong Nha (léase FongÑa). Teníamos el traslado incluido al alojamiento, pero lo que no sabíamos era que el traslado iba a ser en moto. Así que mandamos al muchacho que vino a buscarnos en un primer viaje con parte de las maletas, mientras nosotros nos quedábamos con el resto de maletas. Luego vino a hacer un segundo viaje con las que faltaban, y un amigo del chico nos dejó su moto para hacer los 500 m. que había del embarcadero, donde nos había dejado el bus, hasta el alojamiento. Después de tomar posesión de la habitación tuvimos que tomar la difícil decisión de o bien comer o bien ir a las cuevas. Así que aunque fue duro, ya que habíamos madrugado para coger el bus, y por tanto desayunado pronto, nos acercamos de nuevo al embarcadero para hacer la excursión de las cuevas de Phong Nha. Al llegar a la taquilla nos preguntaron si queríamos ir solos en un barco, o compartido. Aunque la diferencia de precio no era mucha, nos pareció una bobada pagar de más. Tuvimos que esperar cinco minutos a que llegara un grupo con dos huecos libres, en los cuales nos acoplamos. Eran todos nacionales, hablando muy alto. En seguida una señora mayor con mucho brío nos “adoptó”, y mediante señas y un perfecto vietnamita nos iba dando instrucciones. Después de algo menos de una hora de trayecto en barco, llegamos a la cueva. Aquí la visita la hace cada uno por su cuenta. Nos llevó casi otra hora. Nuestra guardiana protectora nos esperaba, pendiente de que no nos fuésemos con otro grupo. Ya de vuelta en el pueblo comimos como pudimos en el mismo hotel, y tras una reparadora siesta y sin mucho más que hacer (el pueblo no es más que una calle, por no haber, no hay ni tiendas de recuerdos), nos dedicamos a darnos unos masajes, que sin ser estupendos, no estuvieron mal. Después del masaje fuimos a cenar y aprovechamos para ver la actuación de mi cuñada en el móvil, que participaba en un certamen de danza en Tarragona y lo pudimos ver en directo. Etapas 7 a 9, total 15
Después de un desayuno bastante casero en el hostal, alquilamos una moto en el alojamiento. Aunque esta vez no tuvimos demasiada suerte. Nos tocó una bastante cascadilla. Además la rueda de delante no estaba demasiado bien inflada, y cada vez que pillábamos un bache, bastante frecuentes por esas carreteras, se golpeaba la llanta contra el suelo. La conducción de esta manera era un poco brusca e incómoda. Nuestro destino se encontraba a unos 30 km. No estaba ahí al lado. Si a eso le sumamos que este día había bastante aire, el trayecto se hizo muy pesado. Cuando llegamos a destino Adela tenía un dolor de cabeza terrible, y mucho mareo. Tanto es así que la visita a la cueva la hice yo solo. Una vez que llegas a la taquilla puedes escoger en que te lleven en carrito eléctrico o ir andando. Aunque compres la entrada con carrito, la subida no te la quita nadie. Solamente te ahorra un tramo de camino asfaltado de un par de kilómetros. Cuando Adela vio la cuesta que tocaba subir dijo que fuera yo, que ella se quedaba descansando. Yo subí a toda prisa, adelantando cadáveres de gente que había perdido el resuello, y las cuevas las vi de aquella manera, más preocupado por volver pronto y que Adela no tuviera que esperar, que de disfrutar de la visita. Es por eso que no tengo muchas fotos. Estas cuevas son más grandiosas que las de Phong Nha, pero menos bonitas. Aunque el camino de bajada estaba indicado por unas escaleras, preferí meterme por “dirección prohibida”, y volví por el mismo camino de subida, por la rampa, mucho más cómodo y que a esas horas apenas tenía gente. Al llegar abajo Adela estaba todavía bastante a medias. Estuvimos valorando que ella se volviera en coche, para ir más tranquila, y yo solo con la moto, pero finalmente entre que no había muchos taxis, que no quería quedarse sola, y que nos tomamos unas bebidas en un chiringuito, lo que le permitió descansar un rato más, enfilamos con bastante más tranquilidad y cuidado el camino de vuelta. Como a 7 km. antes de llegar a Phong Nha está el llamado jardín botánico. Ahora Adela se encontraba algo mejor, y fue ella la que quiso entrar. Tras pagar la entrada te dan una mierda de fotocopia de plano en el que no se ve nada, con los recorridos que se pueden hacer, y para adentro. Aquí el que no disfruté nada fui yo. Era un sendero por una vegetación muy densa, que a mí me agobia muchísimo. Entre el calor, la humedad y los bichos (y posiblemente la tensión de la conducción que llevaba), se me hizo agotador. Se nos había hecho algo tarde para comer, así que después de tomar algo de bebida en el jardín, y ante el escaso atractivo de la carta por mi parte, volvimos al alojamiento para comer allí, por la buena atención que tuvieron durante nuestra estancia. Aunque ya habíamos hecho el check out en el hotel (teníamos tren nocturno esa misma noche), tuvieron la amabilidad de dejarnos una habitación para ducharnos, y yo le eché un poco de morro, y como vi unas literas, le pregunté si me podía echar la siesta. No miré si estaban limpias o sucias. Con toda la tensión del día caí grogui. Al igual que la tarde del día anterior, sin mucho más que hacer, optamos por la misma rutina: paseo y masajes. Como íbamos bien de tiempo, Adela incluso se hizo la pedicura. Por fin, a última hora, el dueño del hostal (que hasta entonces no habíamos conocido), nos llevó en su coche hasta la estación de tren de Dong Hoi, como a una hora de camino. El tren, a las doce de la noche, llegó con casi una hora de retraso. Entre el cansancio, la hora, y el bochorno que hacía en la estación, casi nos quedamos dormidos allí mismo. Por fin todo se puso en marcha y nos avisaron de salir a los andenes. Para asegurarnos tranquilidad yo había conseguido reservar un habitáculo para nosotros solos, por lo que una vez que tomamos posesión, no tuvimos interrupciones en mitad de la noche. Adela dice que es el día que mejor durmió de todo el viaje. Etapas 7 a 9, total 15
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