Tailandia en 20 días ✏️ Blogs de Tailandia

La siguiente excursión del viaje era a Chiang Rai, contratamos con otra agencia un día de excursión y la vuelta al día siguiente, de manera que dormíamos allí. No se el nombre de la agencia para NO recomendarla, porque la verdad que la excursión no nos gustó nada. Hasta entonces nos habíamos visito visitando sitios con más o menos interés, pero al menos eran bonitos; en el caso de Chiang Rai pasamos los dos peores días del viaje deseando salir de allí.

Por la mañana, como siempre, pasó a recogernos una camioneta, con más gente y el guía que nos acompañaría toda la jornada. El viaje dura unas tres horas, pero se hace alguna paradita en medio.

La primera fue para ver un geiser, llamado Pha Soet, aunque el lugar consistía más bien en un mercado de souvenirs en el que deben parar todos los excursionistas pringados como nosotros, por la cantidad de gente y camionetas que había.

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La siguiente parada fue la más interesante de todo el viaje y por la que mereció la pena. El Wat Rong Khun, también conocido como el templo blanco, es quizás el templo más bonito que vimos en Tailandia, al menos para mi gusto, supongo que sería también por lo distinto que es de lo demás. Es un templo moderno aun en construcción, todo de color blanco como símbolo de la pureza de Buda.

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En el exterior, a modo de distintas esculturas, a cada cual más sorprendente, se representan el infierno y las impurezas del hombre. Para entrar en el templo, o la morada de Buda, hay que cruzar sobre un puente que representa el ciclo de la reencarnación, pasando por encima de un mar de manos que parecen intentar escapar del infierno.

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El interior, con los muros repletos de pinturas que mezclan la mitología con la cultura moderna, es aun más sorprendente, como curiosidad podemos encontrar desde a Michael Jackson a las torres gemelas.

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Pasamos un buen rato visitando el templo, pararse a mirar los miles de detalles que tiene puede entretenerte durante horas, es un templo que no deja indiferente a nadie.
Despúes ya nos fuimos hasta el llamado Triángulo de Oro y lo que nos vendieron como que era lo más interesante de la excursión.

Llamado así por el tráfico de opio en esta región, comprende la zona fronteriza entre Tailandia, Laos y Birmania. Nos montamos en un barco y fuimos por el río Mekong hasta una zona de Laos en la que se puede entrar sin pasar frontera. Se suponía que debíamos ver el paisaje y demás, pero llovía y había mucha niebla, así que no puedo decir mucho sobre si era bonito o no porque, desgraciadamente, no vimos casi nada.

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Finalmente desembarcamos en Laos, nos sellaron el pasaporte, más de recuerdo que como algo legal, y allí lo único que encontramos fue puestos de souvenirs, bastante cutres por cierto, lo más curioso que vendían era el whisky de cobra, escorpión, armadillo… vamos, nada interesante, solo que ahora tengo un sello más en el pasaporte. Como población en si no había absolutamente nada, fue bastante decepcionante.

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Después de pasar allí un rato poco productivo, ni siquiera podíamos andar mucho fuera del mercadillo ya que llovía a cantaros, volvimos en el barco hasta la camioneta que nos llevaría a comer a un restaurante para guiris, junto a una fábrica de muebles, por si no has comprado ya suficiente, también puedes llevarte un armario. Era buffet libre y la comida no estaba mal del todo pero tampoco valía mucho.

Ya por fin nos llevaron a un pueblo llamado Mae Sai que está la mitad en Birmania y la mitad en Tailandia. La visita consistía básicamente en ver la frontera. Nos dejaron algo de tiempo libre, pensando nosotros que habría algo más por allí que fuera interesante, pero no, de nuevo no había más que montones de tiendas de souvenirs y bisutería con la misma pinta que las de Laos.

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Estábamos ya hartos de un viaje que estaba siendo una tomadura de pelo, el guía siempre nos decía que íbamos a visitar algo que resultaban ser tiendas; así que cuando de nuevo nos dijo que nos iba a llevar a un poblado donde podíamos comprar muy barato le dijimos que ni hablar, no habíamos contratado una excursión para comprar, si no para ver cosas. Viéndonos mosqueados, nos dijo que nos llevaría a ver unas vistas muy bonitas de la zona y nos subió a un mirador desde donde se veía el pueblo que acabábamos de visitar, nosotros estábamos en Tailandia y el monte de enfrente era Birmania, vamos, espectacular, sin contar con la fabulosa escultura de un escorpión que adornaba el lugar.

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Por fin se acabó el viaje y nos llevó a Chiang Rai, donde nos quedamos la mitad del grupo, el resto volvía a Chiang Mai, nosotros volveríamos en autobús al día siguiente.

Allí teníamos reservado el Ben Guest House. Un hotelillo de madera de teca que tiene muy buena pinta para el precio que tiene. El sitio está muy bien, las habitaciones son sencillas pero muy limpias y cómodas, aunque el baño quizás algo pequeño. El personal es muy agradable y atento, se portaron muy bien con nosotros.
Está más o menos céntrico, pero un poco escondido en unas calles sin salida y es mejor ir en tuk-tuk que andando.

Después de descansar un poco la dueña nos acercó a la zona centro, o lo que nosotros llamábamos centro, que era el bazar nocturno. Esta es la zona que nos dijo que más ambiente tiene por la noche en Chiang Rai, es un estilo al de Chiang Mai pero más pequeño.
Tiene una zona con multitud de puestos de comida donde había mucha gente comiendo a pesar de estar lloviendo, ponen comida típica Thai, sobretodo pescado, y además había un escenario con música en directo. En este sentido me gustó más que el de Chiang Mai.

Después de cenar, como era temprano y solo chispeaba un poco, pensamos en dar un paseo hasta la torre del reloj; un bonito reloj dorado creado por el mismo constructor que el templo blanco. Por la noche se ilumina en un espectáculo de luces y música iluminan de colores, pero su situación en una rotonda sin mucho más atractivo no le hace mucho favor. Pero justo fue llegar allí y empezar a llover bastante fuerte. No veíamos ningún tuk-tuk e intentamos llegar al hotel andando, pero llovía tanto y estábamos tan lejos que se nos hizo imposible. Menos mal que después de un rato esperando bajo un soportal pasó uno que nos llevó, pero ya empapados.

A la mañana siguiente salimos a dar un paseo por la ciudad. Para empezar bien el día nos perdimos, sobretodo porque el mapa que teníamos era muy malo y las calles no estaban muy bien indicadas, así que para cuando nos orientamos y conseguimos llegar a algún sitio ya llevábamos una hora dando vueltas. Llegamos a un par de templos, los más importantes de la ciudad y pasamos un rato visitándolos, así nos resguardábamos un poco del agua.

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Lo que era una llovizna constante pero suave, se convirtió de repente en un auténtico aguacero. Buscamos un tuk-tuk y de nuevo nos encontramos con el problema de que no pasaba ninguno, esperamos más de media hora bajo el agua y, cuando por fin cogimos uno, nos fuimos a la zona del mercado nocturno. Allí nos metimos en una pizzeria porque el bazar, aunque en principio estaba abierto, tenía las calles completamente inundadas y este era el sito más resguardado que encontramos.

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Después de comer algo y viendo que el agua comenzaba a cubrir las aceras, decidimos irnos al hotel a buscar las mochilas, porque la estación de autobús estaba justo al otro lado del bazar y pensamos que con tanta inundación podía costarnos llegar, y tanto que nos costó.



Primero cogimos un tuk-tuk, que a pesar del atasco no iba mal del todo, pero al llegar a una calle totalmente inundada el hombre decía que no pasaba por allí, que mejor buscaba otro camino, pero todas las calles estaban igual, así que nos tuvimos que bajar del tuk-tuk para buscar otra forma de llegar.
Como el mapa era tan malo ni siquiera teníamos muy claro donde estábamos, empezamos a preguntar a la gente pero nadie nos sabía entender o, si nos entendían, tampoco sabían decirnos donde estábamos. Un hombre nos indicó que nos metiéramos por una calle, luego teníamos que cruzar por medio del hospital... y acabamos más perdidos aun.
Como solución decidimos llamar al hotel, que nos estaban esperando para llevarnos a la estación, les dijimos que nos llevaran las mochilas y nosotros iríamos directamente como pudiéramos.



Llegó la hora de salida de los colegios y las calles se llenaron de niños y más coches aun si cabe, pero ningún tuk-tuk, taxi o similar, por lo que nos fuimos andando, siguiendo las indicaciones que nos iba dando la gente.

Cuando al fin, completamente empapados, menos los pies gracias a unas buenas zapatillas, llegamos a la estación, nos encontramos con que la única manera para llegar a ella era metiéndose en el agua, no se que fue peor, pensar en mojarme lo único que tenía seco o meterme en aquella agua marrón, de más de medio metro de profundidad, llena de suciedad y cucarachas flotando.
Quedaban solo unos 20 minutos para que saliera el autobús, así que no nos quedó otra más que cruzar el agua, la gente desde las aceras nos gritaba y se reía, supongo que pensaban que estábamos un gilipollas.
Ya por fin en la estación, un poco más tranquilos, ocurrió lo peor, resulta que el bus de Chiang Mai salía desde otra estación a 5 Km de la que estábamos!

Como locos buscamos a alguien que nos llevara, encontramos uno de estos tuk-tuk que son mitad camionetilla y corren un poco más y no tendría tanto problema con el agua. Íbamos contando los minutos, aquello no corría más de 40 o así y encima había atasco, desesperados porque por nada en el mundo queríamos pasar otro día en Chiang Rai.

Cuando por fin llegamos a la estación, por suerte el bus llevaba algo de retraso por el atasco ¡menos mal! Y allí estaba el chico del hotel esperando con nuestras mochilas, gracias a eso conseguimos coger el autobús, cosa que le agradecemos muchísimo.

Ya con más tranquilidad nos quitamos la ropa mojada y nos fuimos de vuelta a Chiang Mai. El autobús era “VIP” pero Vip de verdad, con asientos grandes y muy cómodos, incluso había azafata y baño, aunque con un aire acondicionado tremendamente desagradable de fuerte que estaba.

Una vez en Chiang Mai nos fuimos directamente a dormir, estábamos cansadísimos y al día siguiente nos tocaba viaje de nuevo, pero esta vez en avión hasta la siguiente etapa del viaje, Phuket.

Si tuviera que hacer una recomendación sobre Chiang Rai diría que no merece la pena, pero tampoco es totalmente cierto, el templo blanco es impresionante y bien merece la pena una excursión, pero todo lo demás me resultó decepcionante y un completo engaño.
La ciudad de Chiang Rai en si, si bien no es fea, tampoco creo que merezca realmente la pena, si se va con tiempo para explorar la zona de una forma distinta a la que lo hicimos seguro que si, que hay mil cosas interesantes, pero desde luego no contratando una de estas excursiones, ya que en las agencias las vimos todas muy parecidas y a lo largo del camino comprobamos que al resto de turistas les tomaban el pelo tanto como a nosotros.

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Nuestra última mañana en Chiang Mai, antes de coger el avión para Phuket, la aprovechamos para ir al templo Doi Suthep. Es uno de los templos más importantes de Chiang Mai, pero sin embargo fue el que menos nos gustó, aunque también es bonito. Está situado sobre una colina en las afueras de la ciudad y para visitarlo hay que subir unos trescientos escalones. Arriba encontramos pagodas, una copia del Buda esmeralda y algunos elementos hinduistas; además hay unas bonitas vistas de la ciudad desde allí.

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Nos despedimos definitivamente de las maravillosas selvas del norte para dirigirnos a las islas, que sería una zona totalmente distinta a la que habíamos visto, al menos en sus paisajes. Desde el avión ya vimos un poco de lo que nos esperaba, el consejo obvio es no sentarse cerca de las alas.

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Aterrizamos en el norte de Phuket, un poco alejado de los centros turísticos, situados en cada una de las playas de isla. Lo primero que nos encontramos fue un montón de taxistas y gente de agencias intentando que los contratáramos para llevarnos al hotel. Era un completo agobio así que nos paramos un momento a ver bien dónde teníamos que ir y tener una idea más clara para poder discutir con los taxistas el precio y demás.
Finalmente lo más barato que encontramos fue una camioneta compartida, que quitando que paró en una agencia para intentar vendernos una excursión, nos llevó más o menos rápido al hotel por un precio módico.

Habíamos reservado el hotel The Tique, en la playa de Patong, bastante bien situado en una calle cerca de la playa y de la zona de restaurantes, bares, tiendas y demás.

Se trata de un pequeño hotel, con una decoración cuidada y moderna, en plan minimalista. La habitación estaba muy limpia y era muy cómoda. Cuenta con servicio de desayuno, botellas de agua gratuitas, pc con internet en la recepción…

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(Cartel en la puerta del hotel, que no dejaba de recordarnos que aquello no siempre es tan bonito)


Una vez dejadas nuestras cosas en el hotel nos fuimos para la playa, estuvimos dando un paseo por allí y de paso buscamos alguna agencia para contratar excursiones para los próximos días.



En casi todas las calles hay algún kiosco o agencia con información de las excursiones que se hacen por la zona, pero las agencias que las organizan son más o menos las mismas en todos sitios y con excursiones y precios muy parecidos. Por cierto que los precios que aparecen en los panfletos son regateables y conseguimos un mejor precio de lo que nos ofrecían en principio.

Nosotros nos decidimos por dos excursiones, una a las pequeñas islas cercanas a Phang-Nga y otra las Phi Phi Islands, dos de las excursiones más típicas de la zona, pero hay bastantes más islas que visitar y probablemente con menos cantidad de turistas.

Solucionado esto nos fuimos a tomar algo de cenar y unas cervezas.
En toda la zona de Patong hay muchos bares y discotecas, en principio sorprende por la cantidad de prostitución que hay, dentro de los bares como en la calle, pero finalmente uno se acaba acostumbrando o hace por no ver lo que le rodea. Este negocio es el que más turistas trae a la zona, principalmente de sexo masculino, por lo que podemos encontrar también muchos espectáculos de travestis, ping pong shows, streapteasses, etc. Esto no hace que haya mal ambiente, si no que es bastante normal estar sentados en un bar, al lado una pareja de hombre con su chica tailandesa y al otro lado una familia con sus hijos pequeños.

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Para comer la mayoría de los restaurantes sirven marisco, ya que aquí es bueno y a buen precio, pero aunque también hay multitud de restaurantes europeos y tailandeses. Hay tanta gente de tantos sitios que se puede encontrar más o menos de todo.



Al día siguiente desayunamos en el hotel bien temprano, ya que como siempre vendría una camioneta a recogernos a primera hora para llevarnos a la excursión. En principio estaba bastante nublado e incluso llovía bastante, pero nos llegamos a acostumbrar a que a lo largo del día tuviéramos ratos de lluvia y de sol.

La excursión la contratamos con una agencia llamada Phuket Patri Tour, nos montamos en un barco no demasiado grande con un grupo de unas 30 – 40 personas de todos los países, europeos, australianos, árabes... El viaje nos pareció bastante divertido, teníamos un guía que hablaba inglés y que nos iba explicando todo, además de entretenernos con bromas y demás.

En principio para la excursión no hay que llevar nada en especial, solo bañador. La bebida va incluida también, agua y refrescos, la cerveza se paga aparte, también hay frutas y café y té que se pueden tomar durante el viaje, además a determinada hora sirven comida para todos.

En primer lugar nos dirigimos a la zona de la isla de Phang-Nga, el viaje dura más o menos una hora y por el camino íbamos viendo como poco a poco se iban acercando los islotes, de los cuales el más turístico es el conocido como James Bond Island, al que nos dirigíamos, famoso por haberse rodado aquí escenas de una de las películas de la saga, que no he visto, así que no puedo decir el nombre.

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Una vez en la isla desembarcamos para la visita, de una media hora, ya que no es muy grande. Hay un par de playas muy bonitas y en medio el islote vertical que es lo más famoso y fotogénico. Bueno, también como siempre hay algunos puestos de souvenirs, de estos uno no se libra nunca.


Volvimos al barco y mientras nos llevaban para otra isla empezaron a servir la comida, un montón de bandejas con comida típica thai y occidental también, tallarines, arroz, verduras, pescado, alitas de pollo.. estaba todo muy rico.



Al terminar de comer nos estaban esperando un montón de canoas con su conductor para llevarnos por una isla muy bonita, entramos por una cueva al centro de la isla y luego nos dio un paseo por alrededor.

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De allí, otra vez con el barco, nos dirigimos a otra isla para volver a las canoas, esta vez para entrar en una cueva, un poco agobiante, ya que eran muchas canoas en las que debíamos ir tumbados para no darnos con la cabeza en el techo.


Por último nos dirigimos a la última isla, a la que podías llegar también en canoa, esta vez solo sin conductor o nadando. Estuvimos allí un rato bañándonos y trasteando con la canoa hasta que llegó la hora de volver. A eso de las 5 de la tarde ya estábamos de nuevo en Phuket, la verdad que las excursiones se te hacen un poco cortas, pero todas acaban más o menos a la misma hora.



Para el siguiente día en Phuket teníamos la excursión a las Phi Phi Islands, visita indispensable para el que va por allí y por tanto un poco saturada de turistas. Se trata de dos islas muy bonitas, donde la gente va a hacer snorkell y a bañarse en sus playas paradisíacas, que no muy limpias por cierto. Cuando estábamos contratando la excursión queríamos coger un barco pequeño, del tipo del día anterior más o menos, pero la chica de la agencia nos recomendó coger un barco grande, ya que debido al mal tiempo el mar estaba muy revuelto y era mucho mejor que ir en los barcos chicos. No se si ir en barco chico hubiera sido muy malo, pero desde luego yo me arrepentí del grande, se movía tanto que fui todo el camino mareada, lo que hizo que no disfrutara demasiado del viaje, pero bueno, aun así el sitio era bastante bonito y merecía la pena.

La primera visita del día era en Maya Bay, una bahía muy bonita, famosa por haberse rodado allí la película La Playa, que protagonizó Leonardo Di Caprio. En principio debíamos entrar en la bahía para visitarla y nadar por allí, pero nos llevamos la sorpresa de que el barco no entraba debido a las corrientes que eran muy fuertes en esa época del año, solo nos quedamos a la entrada de la bahía, con esto llegó nuestro enfado, pues no nos habían avisado y además veíamos que los barcos más pequeños si entraban, así que nos quedamos con la sensación de que por hacerle caso a la chica nos quedamos sin bahía y encima con el mareo.



La siguiente parada fue en la Viking Cave, que era una especie de caverna que se veía en el acantilado de una de las islas, pero ni me pareció interesante ni se más sobre ella, porque para entonces mi mareo iba bastante mal.



Tras esto cambiamos de barco, ya que parte de la gente que iba en el barco hacíamos snorkell y otra parte se iba directamente a la isla.
El nuevo barco paró junto a unos acantilados y nos dieron el equipo de snorkell, así que ya un poco mejorada del mareo nos tiramos al agua y a ver pececitos.
Para mi era la primera vez y me gustó mucho, se veían multitud de peces y corales. Alguna gente llevaba bolsas de pan de molde para atraer a los peces, lo que no es mala idea, la única pena fue no llevar cámara acuática.

El tiempo de snorkell duró como hora u hora y media y ya nos fuimos hasta Phi Phi Don, la isla más importante, donde están situados los hoteles y el puerto. Aquí comimos en un restaurante junto a la playa. Eran mesas grandes de unas ocho personas con un buffet giratorio de comida en el centro, que iban reponiendo cuando se iban acabando los platos. No estaba mal, pero nos gustó mucho más el del día anterior.

Tras la comida teníamos un poco de tiempo para andar por la isla, la mayoría nos fuimos a la playa, ya que lo que es el pueblo es todo hoteles y resorts.
La playa es muy bonita, de arena blanca, en una bahía semicerrada, para los que quieran quedarse allí más de un día es un buen sitio.

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Como a las tres de la tarde el barco salía de vuelta para Phuket y otra vez me tocó marearme claro, pero esta vez me busqué un sitio cómodo y me eché a dormir.

Otra opción para visitar las Phi Phi es quedarse allí y alquilar un barco que te lleve a las bahías, a hacer snorkell y demás, que es lo que queríamos en principio, pero los barcos de vuelta a Phuket llegaban demasiado tarde y al día siguiente teníamos otro vuelo.

Al día siguiente como no teníamos muchas opciones de excursión, ya que teníamos un vuelo a Koh Samui por la mediodía, nos decidimos por pasar el día en la playa, estuvimos tomando el sol tranquilamente, comiendo bien por allí y luego nos fuimos a duchar al hotel, ya que hablamos con la gente de recepción y nos dijeron que cuando volviéramos a por las mochilas nos podían dejar una habitación, sin cargo alguno, para que nos ducháramos y no fuéramos llenos de arena. La verdad que es un detalle que no tienen muchos hoteles, por no decir casi ninguno, y menos en España. Total que ya limpitos nos fuimos al aeropuerto para ir a Koh Samui.

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Aterrizamos ya de noche en Koh Samui. El aeropuerto estaba casi vacío, solo había en la puerta unos pocos taxistas aprovechando para cobrar bien caro el viaje, como no había muchas opciones se negaron a regatear y nos tocó pringar.

Nos fuimos directamente al hotel que como siempre habíamos reservado el día antes. En un principio pensábamos pasar alguna de las noches en Koh Tao, pero los precios de los hoteles allí hicieron que nos decidiéramos por pasar todas las noches en Samui. Reservamos en el hotel Tropical Garden, un resort de cabañas no muy lujosas pero si limpias, grandes y cómodas y a buen precio, unos 13 € la noche, situado en la playa de Mae Nam. De camino lo único que se veía por la calle eran montones de resorts, más o menos lujosos, algunos restaurantes y tiendas, la mayoría ya cerradas a esa hora.
Al lado del hotel hay un par de bares y de restaurantes, pero poco más para hacer por la noche; para un poco más de entretenimiento hay que ir a la playa de Chaweng.

El dueño del hotel nos estuvo informando un poco de las cosas que podíamos hacer al día siguiente y nos decidimos por irnos a pasar el día a Koh Pangan. Una idea que llevábamos en principio era hacer un curso intensivo de buceo, que allí se pueden hacer por un precio muy inferior a España, pero nos dejaba sin tiempo para nada más, así que nos quedamos con el snorkell.

A través del hotel compramos los billetes para el barco, que incluía la camioneta que nos llevaría desde el hotel, con la empresa Lomprayah por unos 5 €. Esta y otra empresa hacen el recorrido por las islas de la zona hasta Bangkok, es una forma económica de ir hasta las islas desde la ciudad o al contrario, se hace una parte en barco y otra en bus y se tarda como unas 12horas.

Una vez en Koh Pangan lo primero que hicimos fue alquilarnos una motillo para movernos por la isla. El precio del alquiler sería unos 200 Thb por todo el día y ni siquiera te piden carnet de conducir.



La mayor parte del turismo llega a esta isla por la Full Moon Party, la que se supone que es la fiesta en la playa más grande del mundo y se celebra todos los meses en los días de luna llena. Nosotros fuimos en otra fecha, pero para quién este interesado en la fiesta ha de saber que hay que reservar alojamiento con antelación o bien ir en barco desde Samui o Koh Tao. Y si estais muy interesados en fiestas también se celebra la New Moon Party, la Half Moon Party… Vamos, que aprovechan el tirón de la fiesta para atraer más turismo.

Nosotros cogimos nuestra moto y nos fuimos a recorrer la isla. Primero tiramos por la carretera principal justamente hacia la zona en la que se hace la fiesta. Había un pueblecillo rodeado de playas, pero poco más, no era temprano, pero había poca gente en la calle y pocas cosas abiertas. Compramos algo de desayunar en el 7eleven y decidimos adentrarnos en la isla.



Tomamos la carretera que va por la zona este y llega a un par de playas pasando por varias cascadas y un parque. Una vez en la carretera, esta pasaba a ser un simple camino que por las lluvias se encontraba en bastante mal estado, había muchas cuestas embarradas y en una patinó la moto y fuimos al suelo. Cerca de allí una señora muy amable nos curó las pocas heridas que nos hicimos y el resto del camino lo hicimos con más cuidado.

A lo largo del camino encontramos varias indicaciones para ver las cascadas, pero al acercarnos al río lo único que encontramos fue el lecho seco, ni agua, ni cascadas, ni nada, pero no por ello dejaba de ser un sitio de lo más bonito.



Finalmente, despues de mucho subir y bajar de la moto para no pegar más porrazos en las cuestas, llegamos a una playita muy agradable, donde pasamos un rato, era pequeña y había muy poquita gente, aunque no le faltaba el chiringuito para tomar un refresco.



Volvimos por el mismo camino hasta la carretera principal para coger otra carretera, esta vez preferimos evitar caminos, que lleva hasta el norte de la isla. En un rato llegamos a una bonita playa, esta más grande y más turística, pero también muy agradable, allí estuvimos hasta que llegó la hora de irnos al puerto para coger el barco de vuelta.

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Para el día siguiente contratamos una excursión para visitar Koh Tao y Koh Nangyuan, también con la empresa Lomprayah, de hecho el barco es el mismo que va haciendo la ruta.

Antes de montar en el barco nos dieron algo de desayunar, té y un pastelito creo recordar, no era gran cosa. Montamos en el barco y cosa de hora y media estábamos en Koh Tao para hacer snorkell.



Esta isla es de las más famosas de Tailandia para hacer snorkell y submarinismo por sus arrecifes de coral. Una buena opción es quedarse en alguno de sus resorts a pie de playa, sobretodo para los que quieran pasar unos días tranquilos en un sitio único, pero no es muy apto para los que vayan en plan económico.



Despues de una hora y media o así de snorkell nos fuimos hacia la isla de Koh Nangyuan, una de las más bonitas de la zona, al menos para mi. Se tratan de tres islas unidas por dos playas, más de coral que de arena. Aquí solamente hay un resort para alojarse, pero la verdad que me pareció que había demasiada gente para el poco espacio que hay, para alojarse es preferible quedarse en Koh Tao.



Estuvimos comiendo en el restaurante, de buffet libre, que no era gran cosa, y después teníamos tiempo libre para hacer snorkell en la misma playa y subir al monte de una de las islas para ver las vistas, que recomiendo no perdérselas. La subida es bastante sencilla, ya que hay una pasarela de madera, aunque no muy estable en algunos puntos.

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(En ese momento una de las playas estaba cubierta por la marea)


Para las tres de la tarde o así ya tuvimos que volver al barco de vuelta a Koh Samui y al hotel.

Por la noche quisimos acercarnos a la zona de Chaweng, nos llevó el mismo dueño del hotel y nos trajo de vuelta también por 100 Thb. La calle principal está llena de tiendas de souvenirs, restaurantes y demás, aprovechamos para dar una vuelta por allí, cenar y darnos un buen masaje en un sitio llamado Leelawadee, lo recomiendo por bueno y por precio.

Para nuestro último día en las islas reservamos la excursión al Parque Nacional Marino Angthong. Este parque consiste en un archipiélago de unas 40 islas, cubiertas de vegetación y rodeadas de corales. Para mi es una visita imprescindible si vais a Koh Samui.



Fuimos con la empresa Samui Island Tour, miramos también Lomprayah pero habían quitado esa ruta.



Nos recogieron como siempre en el hotel y al llegar al barco nos dieron de desayunar, té, café, plátanos y cruasanes, nada del otro mundo pero mejor que el día anterior. El viaje duraba como hora y media. Al llegar primero paramos a dejar a la mitad de la gente para que hicieran kayak y la otra mitad fuimos directamente a ver el Lago Esmeralda, un lago salado al le llega el agua del mar en el centro de una de las islas, su agua es de color esmeralda, como su nombre indica. Para ver las vistas del lago hay que subir por unas escaleras de madera y lo que más recuerdo es que hacía muchísima calor y había demasiada gente, pero eso no hace que el sitio se menos bonito, claro.



Después de esta visita nos montamos en los kayaks mientras los demás visitaban el lago. Aquí llevábamos los kayaks nosotros mismos, nada de guías como la otra vez, al principio nos costó un poco cogerle el tranquillo y la guía que iba delande de todos los kayaks no hacía más que reñirnos. Fuimos bordeando algunas islas y viendo un poco el paisaje hasta que fue el barco a recogernos para la comida.



Ya abordo habían montado un buffet con comida, bastante mejor que el del día anterior, con comida típica y fruta, para entonces no se cuantas piñas y sandías nos habíamos comido a lo largo del viaje, no hay sitio donde no las comiéramos.

Tras la comida nos fuimos a la isla Wua Ta Lap, que era la última parada del viaje. Aquí teníamos varias opciones, quedarnos en la playa bañándonos, visitar una granja de orquideas o subir a un mirador.



Para subir hay que llevar calzado adecuado, ya que la subida se puede hacer un poco dura en algunos trozos, sobretodo al final. Se tarda una hora u hora y poco en subir y bajar. El camino es poco mas que un sendero que trepa entre las rocas y las raíces de los árboles, con una soga para ayudarte a subir. La peor parte es la última, que es muy empinada y no hay árboles para sujetarse un poco, solo la soga. La subida merece la pena porque desde arriba se ven casi todas las islas del parque

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Ya de vuelta en la playa sólo nos quedaba un ratillo y no nos dio mucho tiempo a bañarnos, en nada estábamos volviendo al barco y de nuevo a Koh Samui.

A la mañana siguiente a primera hora nos fuimos al aeropuerto de vuelta a Bangkok, esta vez nos llevó el dueño del hotel. Pudimos ver el aeropuerto que casi no habíamos visto la noche que llegamos, que está genial. Consistía en varios bungalows para los mostradores y las salas de espera, el resto era al aire libre, con jardines, riachuelos y trenecitos para ir hasta los aviones. La sala de espera estaba llena de sillones y butacas en vez de las incómodas sillas de plástico a las que estamos acostumbrados y además había una zona donde tomar zumo y pastelitos gratuitos. Así daría gusto pasar una de las muchas huelgas de Iberia.

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