Wat Rajamontean (curioso).
Aunque su color rojo intenso atrae la mirada al pasar, lo que más impresiona es un enorme buda de color blanco y dorado que sobresale por encima del muro que rodea el complejo. Estaba abierto y entré. Es gratuito. Salen unas fotos muy resultonas.

El interior también está completamente decorado en tonos rojos. Es un templo bastante desconocido, por lo tanto muy tranquilo y solitario. No es que tenga nada sumamente especial, pero está chulo si se pasa cerca, para ver Wat Lok Moli, por ejemplo.



Wat Khuan Kharma.
Está al lado del anterior. Entré a verlo porque me llamaron la atención las esculturas de caballos y perros dorados que protegen la entrada, que estaba en restauración. Predominan los tonos rojos y dorados, tiene una bonita pagoda y alrededor del viharn hay varias esculturas curiosas. No es de los más interesantes, pero está vistoso.



Allí, me di cuenta que tenía que acelerar el paso si quería ir a visitar el templo de plata, que se halla un poquito alejado del recinto amurallado, en la zona sur, justo al lado contrario de donde me encontraba. Estaba consultando el mapa, cuando se me acercó el conductor de uno de los vehículos de transporte colectivo (también pueden actuar como privados), que son de color rojo. Pueden llevar hasta ocho personas, dependiendo del modelo. Me preguntó dónde quería ir, se lo dije y me pidió 60 tahbs. Le ofrecí 50, pero se hizo el loco. Así que acepté a condición de que me llevase inmediatamente, a mí sola, sin esperar a otros clientes. Y así lo hizo, con lo cual experimenté otra forma de moverme por Chiang Mai, sentada en uno de los bancos paralelos de la furgoneta. Me resultó divertido y en siete minutos estaba en mi destino. Sale muy barato si se juntan varios viajeros... siempre que no sean muy remilgados ni de huesos frágiles
.


Se me pasó hacerle una foto al exterior del vehículo, pero en un momento dado, justo detrás venía otro del mismo tipo. Por cierto que las furgonetas van abiertas por la parte trasera (solo se cierra una pequeña puertecilla bajita), por lo que hay que agarrarse bien para no salir volando en algún bote y rebote mientras contemplas el animado panorama de motos, coches y tuk-tuks que vas sorteando a toda marcha



Wat Sri Suphan, el templo de plata (muy interesante).
Este templo es bastante especial. Lo he calificado como muy interesante en vez de imprescindible porque tiene un inconveniente para las mujeres, ya que no se nos permite visitar el interior. Cuestión de impureza y tentaciones, al parecer, aunque no por eso te hacen una rebaja en el precio de la entrada
, que cuesta 50 tahbs. No voy a comentar más sobre el asunto. Yo lo sabía, pero me apetecía verlo aunque solo fuese por fuera. No sé si como compensación, en la taquilla, tras advertirme de que no podría entrar dentro del templo, me obsequiaron con una postal y un bonito llavero con la imagen del templo grabada en una chapa plateada sobre un soporte de madera.

Zona exterior del templo. Antes de pagar la entrada.


El templo primitivo se construyó en 1502. Remodelado y reconstruido varias veces, del original solo quedan algunas piedras de la sala de ordenación, que varios siglos después fue revestida de plata, aluminio y níquel.


Situado en una zona donde tradicionalmente trabajaban los plateros, aún se puede ver a los artesanos dedicados a una tarea, que incluso realizan algunos monjes. No les hice fotos, no sea que también "nos" estuviese prohibido
Es broma.




Esa mañana, el sol iluminaba directamente la fachada, haciéndola resplandecer en una imagen de lo más fotogénica. Es un templo diferente y no me arrepentí de ir a echarle una ojeada, aunque me quedase con las ganas de ver el interior que, a juzgar por las fotos que me han enseñado, también debe ser imponente.


Desde allí, volví caminando hasta el recinto amurallado. Todavía me quedaba tiempo para ver a pleno día un templo que ya había visitado de noche y que me encantó. De paso, me fui fijando en algunas cosillas.

Wat Chedi Luang, el Templo de la Estupa Real (imprescindible).
Particularmente, me pareció el templo más bonito de Chiang Mai, sobre todo por su maravillosa estupa, que lo hace diferente de todos los demás.


Su construcción comenzó en el siglo XIV, si bien no se terminó hasta el siglo siguiente seguramente por problemas surgidos en la estabilidad de una estructura que medía por entonces más de 80 metros, siendo el edificio más alto de todo el reino de Lanna. En 1468, el Buda Esmeralda se colocó en el nicho oriental, pero fue trasladado a Luang Prabang cuando los treinta metros superiores de la estupa se derrumbaron a consecuencia de un terremoto.


A principios de los años 90 del pasado siglo, la Unesco y el Gobierno japonés donaron fondos para su reconstrucción, que resultó un tanto controvertida, pues se afirma que se añadieron elementos de estilo tailandés central en vez de los propios de Lanna. En 1995, se colocó en el nicho oriental una reproducción del Buda Esmeralda hecho de jade negro. En cualquier caso, la estupa me pareció una maravilla, tanto de día como de noche. En su estado actual, salvando las distancias, me recordó a una pirámide maya.

En el complejo del templo, también se halla el Pilar de la Ciudad, que fue trasladado aquí desde Wat Sadeu Muang por el rey Chao Kawila en el año 1800. También se plantaron tres árboles dipterocarpos que se supone ayudan al Pilar a ejercer su función de protector de Chiang Mai. En el viharn que está junto a la entrada, se encuentra la estatua del Buda de dieciocho codos, fundida a finales del siglo XIV. Cerca del chedi, se conserva la escultura de un buda reclinado. Merece mucho la pena visitar este complejo con tiempo y con calma, tanto de día como de noche. Creo recordar que la entrada me costó 100 tahbs. Por cierto que aquí también hay un pequeño templo al que las mujeres no podemos acceder. Puse fotos en la versión nocturna, así que no las voy a repetir.

Wat Phan Tao, el Templo de Teca (muy interesante).
Se encuentra al lado de Wat Chedi Luang, por lo tanto es muy fácil de visitar y también muy recomendable. Además, es gratuito. Eso sí, estaba en proceso de restauración, con algún andamio en la fachada, así que no la foto la tomé de lado.


Diseñado a mediados del siglo XIX para ser palacio real, se construyó con paneles de madera de teca apoyados sobre 28 pilares del mismo material. Se cree que, anteriormente, en ese mismo lugar se realizaban las fundiciones para los budas de Wat Chedi Luang, que está al lado.

La peculiaridad de este templo es el color oscuro que le proporcionan sus paneles de madera (primorosamente trabajados) en contraste con los colores brillantes de otros templos. En la entrada hay un pavo real con un perro debajo, que representa el signo astral del rey que lo edificó. En el interior, además de los budas, vi numerosos cuencos para ofrendas y varias figuras de elefantes.

Wat Jetlin, el templo de los nenúfares (interesante y bucólico).
Este templo, situado muy cerca de los dos anteriores, tiene la particularidad de que sus edificios están construidos sobre estanques repletos de nenúfares, lo que le otorga una belleza especial., sobre todo al atardecer.



Para cruzar de un lado a otro, hay varios puentes y pasarelas de juncos y madera que crujían de modo espeluznante al pisar encima. Me daba cierta cosa caminar por allí, aunque no me preocupaba tanto caerme o hacerme daño como causar un estropicio. En serio que pensé que podrían romperse los juncos bajo mis zapatillas y quedarme atrapada dentro



El interior del templo me resultó llamativo porque las luces cambiaban de color, como las de una discoteca. Algo muy extraño que no vi en otros templos. Y, al asomarme a una de las ventanas me encontré con una sorpresa: ¡madre mía! ¿Qué es eso?



Wat Si Don Chai.
Este templo lo vi una tarde en que salí a pasear. Está en una esquina, entre Sridonchai Roal y Chanklang Road, lo que tampoco dice gran cosa. El caso es que me pillaba de camino desde el hotel al recinto amurallado, vi un gran buda blanco en su fachada y entré a investigar. Está bien, pero sin nada especial.

Regresé al hotel en un tuk-tuk algo destartalado. Tras un breve regateo, su conductor me llevó por 120 tahbs, dando botes y rebotes. El hombre era muy simpático y posó feliz para la foto cuando nos despedimos. Buena gente los tailandeses.


Traslado al aeropuerto de Chiang Mai y vuelo a Bangkok.
Por la tarde, después de comer, salimos hacia el aeropuerto de Chiang Mai, desde donde un avión de la compañía Lyon Air nos trasladó hasta el aeropuerto de Don Mueang, situado a unos veinticinco kilómetros de la capital tailandesa y que acoge vuelos domésticos y de aerolíneas low cost. El vuelo despegó con setenta minutos de retraso -no recibimos explicaciones, claro está-, y su duración fue de una hora, aproximadamente. Desde la sala de embarque, aunque estaba anocheciendo, se divisaba la montaña donde, en la parte derecha, está Wat Prha That Doi Suthep.

