![]() ![]() El Valle del Rin Central ✏️ Blogs de Alemania
Hemos visto que no hay apenas información en el foro sobre esta parte del Valle Central del Rin, declarado patrimonio de la Humanidad y que además de un gran románticismo está cargado de historia. Este recorrido suele formar parte del llamado Rin Romántico y que se suele hacer en barco pero que nosotros preferimos organizar por nuestra cuenta para no perder detalle. Este trayecto que abarca desde Bingen hasta Koblez, fué realizado en la primera quincena de julio de 2009, y esperamos haceros disfrutar un buen rato con nuestras experiencias además de proporcionaros toda la infomación que deséis. Autor: Doorkeeper Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (20 Votos) Etapas 4 a 4, total 4
CASTILLOS DEL RIN (4ª y última parte)
![]() Nuestra siguiente visita será St. Goar para dar un paseo por sus comerciales calles y visitar su iglesia gótica del mercado. Además sería imperdonable marcharnos de allí sin haber visitado las imponentes ruinas del magnífico Burg Rheinfels, del siglo XIII, una enorme ciudad fortificada más que un castillo. ![]() St. Goar es una pequeña población eminentemente turística donde se puede pasear con cierta tranquilidad. Debe su nombre a un monje proveniente de Aquitania que se asentó allí en el siglo VI. Fue famoso por ayudar a todos los navegantes y gentes de paso que tenían dificultades debido a las mareas y tempestades que dificultaban la travesía del Rin, y hoy en día se le conoce como el patrón de los hosteleros. Allí nos encontramos con las típicas tiendas de relojes de cuco y demás fruslerías para turísticas. Y un detalle muy curioso que ya habíamos observado, sobre todo labrado en las paredes, de algunas iglesias cercanas al Rin: una especie de medidor de inundaciones cual imitación de “nilómetro”, pero esta vez colocado en las puertas de algunas de estas tiendecitas. Cosas curiosas. ![]() ![]() El castillo de Rheinfels fue levantado en el año 1245 por encargo de los Condes de Katzenelnbogen. Pasó más tarde a manos de los landgraves de Hesse siendo convertido por Guillermo III en una fortificación, y en 1567 en residencia por parte de Felipe II. Desde un principio fue el referente de la vida noble y cortesana a todo lo largo del Rin Central de aquella época. En 1692 fue sitiada por los franceses sin lograr su conquista, en cambio en el siglo XVIII fue entregada a ellos sin lucha. Estos destruyen la mayor parte y vuelan la torre de vigilancia. La que fue la fortaleza defensiva más grande de todo el Rhin termina siendo usada como cantera para la reconstrucción de la fortaleza de Ehrenbreitstein. El Príncipe Guillermo de Prusia, más tarde emperador Guillermo I, compró en 1843 las ruinas de este castillo, pero no hubo dinero suficiente para su restauración permaneciendo durante años en un estado lamentable con excepción de pequeñas restauraciones. ![]() Actualmente es la Casa Consistorial de St. Goar la que se ocupa de su conservación con la colaboración de los miembros de la Unión Hanseática del Norte. Apenas se conserva un tercio del castillo que alberga un museo, un hotel y un restaurante, con un fantástico mirador sobre el Rhin a la nada despreciable altura de 115 metros. ![]() Un lugar ideal para comer y tomarte un café tranquilo, aunque debemos decir que, a pesar de una comida buena, su servicio es pésimo, lento y caro. Aún así merece la pena la visita a este castillo, solo con observar su magnitud puedes hacerte una idea de cómo fue en sus buenos tiempos. Destacan los largos pasillos subterráneos a los que antes se podía tener acceso si ibas bien equipado con linternas, hoy, en cambio, la mayoría permanecen cerrados por seguridad. También podrás disfrutar de las exposiciones que se encuentran en los salones más amplios, donde podrás ver en maqueta cómo era la fortaleza en su origen. Tras nuestra visita seguimos recorrido hacia Oberwesel, un bonito pueblo rodeado de murallas bien conservadas. Pueden observarse unas 16 torres aproximadamente en buen estado, algunas de ellas reutilizadas como viviendas. Su magnífica iglesia de Liebfraenkirche del siglo XIV nos impacto con su imagen teñida de rojo por sus ladrillos, de estilo gótico no hay que perderse su magnífico iconoclasto del siglo XII recubierto de oro. Fue declarada monumento de la UNESCO en el año 2003 con motivo del nombramiento como patrimonio universal de la comarca del Rhin Central. Más adelante nos encontramos la iglesia de San Martín de la que destaca especialmente su torre, una de esas tantas torres defensivas de este pueblo que se supo aprovechar como campanario. ![]() ![]() ![]() Y finalmente un alto en el Castillo de Schönburg, convertido actualmente en hotel y albergue juvenil, donde se imparten cursos de verano de inglés y alemán, como pudimos comprobar charlando con un grupo de estudiantes españolas que descansaban en uno de los patios del castillo. Desde luego, si tengo que elegir entre estudiar idiomas encerrada en un aula, o metida en el interior de un castillo al más puro estilo Hogwarts yo elijo lo segundo sin dudarlo. ![]() Este castillo ya existía en el siglo XII, época donde se menciona en referencia al pago del peaje por pasar el Rhin. Junto a la entrada del castillo el visitante puede ver unas enormes bolas de hiero destinadas a aquellos que no querían pagar el impuesto aduanero en aquellos días. Parece ser que pertenecía, allá por 1149, a Hermann de Sthaleck, más tarde pasó a manos del arzobispo de Magdeburg cuyos alcaides regían el destino de Shönburg. Con el tiempo la propiedad se fue dividiendo hasta la época de la guerra de sucesión del Palatinado, cuando los franceses incendiaron en 1689 la villa y el castillo quedando todo abandonado durante más de doscientos años. En 1885 fue comprado por un banquero neoyorquino de ascendencia Renana, que restauró una parte, hasta que en 1950 la ciudad recompró su castillo. Desde 1957 pertenece a una familia de hosteleros que junto a la parte del Albergue Juvenil Internacional de la familia Kolping logran mantener el edificio con la belleza de antaño. El paisaje que lo rodea es realmente hermoso, viñedos, bosques y las torres y tejados de la tranquila Oberwesel hacen la delicia de cualquier visitante. Se acercaba la hora de comer y como aquí se celebra tan tempranamente este magno evento nos pusimos en camino hacia Bacharach, nuestro próximo destino, con la esperanza de llegar antes de las dos y poder pillar algún restaurante con cocina abierta. Y así fue, tuvimos la suerte de comer en el restaurante “Rusticana”, un lugar pequeño y encantador de comida casera. Si comes aquí aprovecha para ir al baño ya que se encuentra en el interior de la vivienda privada y así podrás ver como son estas casas en su interior. Bacharach significa altar de Baco y sin duda es un nombre que le sienta muy bien estando como está rodeado de viñedos. El lugar es encantador y romántico por si mismo, el tiempo parece detenerse entre sus antiguas casas de entramado y sus callejuelas estrechas, sus torres, escaleras, restos de murallas y esos deliciosos rincones perdidos que sorprenden al viajero durante su paseo por esta pequeña ciudad de Baco. ![]() Y por encima de todos, vigilando desde las alturas, la antigua Fortaleza de Stahleck, hoy albergue juvenil. Este castillo pertenecía al Electorado de Colonia hasta que en 1134 se nombra como primer señor feudal a Goswin de Stahleck. De ahí pasa de padres a hijos enriqueciéndose con las concesiones del emperador Federico I Barbarossa que lo cedería a su hermanastro Konrad von Hohenstaufen creando el dominio del Palatinado del Rhin. Más tarde y gracias a un matrimonio secreto entre la hija de este, Agnes, con Heinrich dem Welfen, termina cayendo en manos de la familia Wittelsbacher al heredar éste todo el condado palatino. Durante la guerra de sucesión del Palatinado fue destrozado por las tropas francesas, al igual que la ciudad, hasta que a principios del siglo XX se reconstruyó para usarse como albergue juvenil, que es tal y como se conoce ahora. ![]() Habiendo ya cumplido con el cuerpo nos tocaba ahora cumplir con la familia, si, ya sabéis, esos regalitos que nos gusta llevar a todos para rescatar una sonrisa en los rostros de quienes amamos y no pudieron acompañarnos en el viaje. Así que tocó paseíllo por las tiendecitas del lugar para buscar aquel detalle perfecto. De camino rebajábamos un poco el sueño tras la opulenta comida y disfrutábamos con las antiguas y encantadoras casas típicas de la zona. Cumplido con el deber y con las bolsas de las compras aún en la mano entramos en la basílica-fortaleza de San Pedro de estilo románico y donde aún se conservan algunos restos de frescos, por desgracia su campanario está siendo ahora restaurado así que estaba totalmente cubierto por andamios. ![]() ![]() Por ultimo la impactante e inacabada iglesia gótica de Wernerkapelle, hoy en día usada como símbolo de la necesidad del pueblo alemán de reconciliarse con sus hermanos judíos que en tiempos oscuros y tristes fueron exiliados, en el mejor de los casos, por sus propios convecinos. Esta llamada de atención, esta especie de recuerdo y a la vez súplica de perdón, nos la encontraremos una y otra vez a lo largo de la mayoría de los pueblos que recorrimos en estos días. Aquí y allí, junto a iglesias, plazas y cementerios, se levantan lápidas con los nombres y apellidos de aquellos vecinos judíos que se vieron sumidos en la más absurda de las desgracias por causa de la sinrazón humana ejecutada por sus propios amigos y convecinos. ![]() Un último paseo por los jardines escondidos de Bacharach, ciudad de Baco, nos deja mejor sabor de boca para poder irnos de este encantador pueblo con una de nuestras mejores sonrisas. ![]() Para llegar al próximo castillo hay que tener especial cuidado con no equivocarse en el camino de ascenso y terminar en las minas del mismo nombre. Estamos hablando del Burg Sooneck, en la localidad de Niederheimbach. Este castillo fue construido por los alcaides de la Abadía del Monasterio de Santo Cornelio alrededor del siglo XI, cuyos corregidores imponían sus propios impuestos a los incautos que atravesaban el lugar. Esta actividad finalizó entre los años 1245 y 1282 cuando fueron aniquilados totalmente. Fue el Príncipe Federico Guillermo de Prusia quién adquirió sus ruinas en 1825 y encargó su reconstrucción como castillo de caza. ![]() Cómo es habitual en nosotros no pudimos resistirnos a la tentación de tomarnos un delicioso café en la pequeña terraza del bar que hay en la parte baja del castillo. Si, somos unos románticos, pero es que esos paisajes renanos tienen algo de irresistible que delante de un buen café ya es insuperable… y para acompañarnos en esos instantes casi mágicos una tenue lluvia… ¿se puede pedir más? ![]() ![]() Casi al lado de este mismo pueblo nos encontramos con la población de Heimburg en cuyo interior se encuentra un castillo privado no visitable, el burg Hoheneck, y a las afueras, emergiendo entre los viñedos las ruinas del burg Fürstenberg, este último en bastante mal estado… pero se ve que el café nos levantó el ánimo aventurero porque hasta allí nos encaminamos. Eso sí, tuvimos que recorrer todo un camino de cabras, literalmente, entre inclinados viñedos, que por suerte nuestro potente coche fue capaz de sortear. Después nos enteramos de que las ruinas se encuentran bajo propiedad privada y que hubiera sido más adecuado hacer una petición de visita. ![]() ![]() Y desde allí emprendimos camino hacia el Burg Rheinchenstein, una de las fortificaciones medievales más antiguas del Rhin Central. Construido en el siglo XI, sirvió la mayor parte del tiempo como refugio a bandoleros que exigían el pago del portazgo de forma ilegal, por lo que terminó siendo derrumbado. El general Barón Franz Wilhelm von Barfuss decidió reconstruirla en 1834 para residir allí dándole el sobrenombre de Falkenburg o castillo de los halcones, a causa de los numerosos asentamientos de estas hermosas aves en sus viejas torres. En 1899 se procedió a reconstruir el resto de las ruinas por parte de sus nuevos dueños, el acomodado industrial Nicolaus Kirsch-Puricelli, que acabó por convertirlo en un castillo residencial al estilo inglés neogótico. Su espantoso interior, lleno de mal gusto, contiene una curiosa colección privada de arte entre la que destaca un exceso de trofeos de caza de todo el mundo que termina agobiando al más pintado. Por si fuera poco, el industrial era un magnate de la fabricación de estufas y gran parte de la planta baja del castillo está llena de planchas de hierro, como exposición de sus modelos de estufas. Esa profusión de feas planchas situadas bajo miles de trofeos de caza que inundan las paredes, hacen que la atmósfera interior del castillo resulte altamente desagradable. Hoy en día muchas de sus salas se alquilan a los novios como escenario ideal para las clásicas fotos de recuerdo. Ya se sabe, para gustos, los colores. ![]() Nuestro siguiente asalto fue el castillo de Rheinstein en la localidad de Trechtingshausen, situado sobre una gran roca a 90 m de altura sobre el Rhin. El coche hay que dejarlo abajo y subir una larga cuesta hasta él, pero merece la pena. Las vistas desde sus torres son impresionantes abarcando la cuenca del Rhin y ambas orillas del valle. Este castillo fue construido sobre el 900 pero con el tiempo y la pérdida de su puesto de portazgo por parte de los arzobispos mugantinos, fue perdiendo importancia y significado hasta que se desmoronó a lo largo del siglo XVII. En 1823 la ruina es adquirida por el príncipe Federico de Prusia que convirtió el conjunto en residencia de verano. En diversas ocasiones la reina Victoria de Inglaterra y hasta la Zarina rusa fueron huéspedes de excepción de esta magnífica fortaleza. Este castillo pertenece hoy en día al antiguo cantante de ópera Hermann Hecher, fundador de la asociación “Amigos del castillo Rheinstein”, junto con los cuales logró devolverle al castillo todo su antiguo esplendor. En su interior encontrareis maravillosas vidrieras y pinturas al fresco del siglo XIV, cerámicas renacentistas originales de Colonia, armaduras y muebles de época que realzan la visita, además es posible acceder a la pequeña capilla sepulcral neogótica construida por el emperador Federico en 1844 y que es una auténtica joya, siendo posible alquilarla para bodas. Los más golosos pueden disfrutar también de un estupendo restaurante con una romántica terraza. Por cierto, véis esa bola hueca de hierro que cuelga de la torre??? Pues bien, pues ahí terminaba más de uno que no pagaba el portazgo, jejejeje... Un par de días ahí colgado bajo la lluvia, el sol, la nieve... seguro que le dejaban al pobre desgraciado las cosas claras ![]() ![]() ![]() Los días pasaban y llegó inevitablemente nuestra última noche allí. Habíamos disfrutado mucho y queríamos una despedida a lo grande, así que nos fuimos a nuestro restaurante favorito: el Rheingold, en Skt Goarshausen. Allí puedes disfrutar de una auténtica comida de estilos alemán, húngaro y serbo-croata. Han sido muchas cenas admirando el Rhin y sus castillos desde su bien situada terraza. Su dueña y sus camareros nos atendieron siempre muy bien, con simpatía y cariño. Y que deciros de la comida, simplemente fantástica, abundante y buenísima, y lo mejor de todo, calidad-precio increíble. Por cierto, hay justo detrás otro restaurante llamado “Das Loreley” al que os aconsejamos vivamente que no entréis, a no ser claro, que queráis salir cabreados y con los bolsillos vacíos. ![]() Nuestros planes eran llegar hasta Bingen donde termina esta ruta del Valle del Rin Central, pero el tiempo nos vino corto por lo que sentimos decir que se quedó colgado. Esperamos que en un próximo viaje nos sea posible ver por lo menos aquello que teníamos marcado como mínimo: El castillo Burg Klopp, el puente más antiguo de Alemania, y las iglesias góticas de San Martín (sobre todo su cripta) y la de San Roque. A la mañana siguiente, tras desayunar y despedirnos de la amable familia propietaria de la hospedería, los Herrmann, recogimos nuestro equipaje y nos dispusimos a aprovechar las últimas horas que nos quedaban antes de tomar el avión de vuelta a Madrid. Retomamos camino por el margen derecho del Rhin dejando atrás el Mäusenturm y el pueblo de Rüdesheim, donde días atrás disfrutamos de la visita al museo del vino en el castillo Brömserburg… A pesar de que la nostalgia nos acechaba al dejar atrás unos días memorables y unos paisajes excepcionales aún nos quedaba alguna sorpresa agradable en el camino de vuelta. Nuestra primera parada fue en la población de Geisenheim para admirar una iglesia gótica tan grande que es tenida por los suyos como catedral. Esta población es considerada el centro del champán existiendo incluso una Universidad del Vino, pero lo cierto es que no disponíamos del tiempo suficiente para comprobarlo. ![]() Muy cerca de allí encontramos un curioso convento muy bien cuidado, en el pueblo de Marienthal, con unos jardines realmente hermosos. Pudimos observar que era un centro de peregrinaje bastante activo por la residencia conjunta de peregrinos y la multitud de exvotos que estaban expuestos. Pero la guinda del día estaba en Eltville. Una pequeña parada para comer algo ligero y por fin la Abadía Eberbach, un monasterio cisterciense más conocido por haber sido el lugar elegido para el rodaje de interiores de la película “El Nombre de la Rosa”, que tan brillantemente dirigió Jean-Jacques Annaud, y mejor aún interpretó un fantástico Sean Connery en el papel del fraile franciscano Guillermo de Baskerville. En la novela y película la abadía se supone en algún lugar de Italia, pero ya veis, la hemos encontrado perdida por Alemania. Hoy está dedicada a diversos eventos culturales y a la degustación de los estupendos caldos de la zona. Un lugar magníficamente conservado y que nos transporta a viejos tiempos medievales. ![]() ![]() Este magnífica abadía consta de varios edificios que abarcan del estilo románico al gótico temprano. Fue fundada en 1136 por Bernardo de Claraval (si, si, el de los templarios!) como el primer monasterio cisterciense en la orilla este del Rhin. Fue un monasterio muy activo y que dio lugar a numerosas abadías. Durante los siglos XII y XIII llegó a albergar a 150 monjes y próspero rápidamente gracias a la producción de vino. ![]() Una gran parte de la familia de los Condes de Katzenelnbogen están enterrados en la iglesia. La abadía sufrió numerosos desperfectos durante la guerra de los Treinta Años donde protestantes y católicos se enfrentaron sufriendo los segundos auténticas masacres por parte de los primeros. Los monjes tuvieron que huir y consentir el saqueo para poder salvar la vida. En 1635 volvieron algunos hermanos de la orden para reconstruir la abadía. Durante el siglo XVIII volvió a vivir un gran momento de gloria económica aunque nunca como en sus orígenes. Con la llegada de la Revolución Francesa el monasterio fue secularizado y pasó a manos del príncipe Federico Augusto de Nassau-Usingen. Desde 1886 ha sido administrado por entidades públicas. Siendo destinado a servir de correccional y para enfermos mentales. En 1920 también fue usado como hogar para militares convalecientes. Por fin en 1986 se llevó a cabo reconstrucción para la conservación de las zonas históricas. El lugar en sí es impactante. Fijaos en la altura de la nave central de la iglesia de al abadía ![]() ![]() Con este punto y final nos dirigimos hacia el aeropuerto de Frankfurt desde donde estamos dando las últimas pinceladas a estos artículos que espero que todos hayáis disfrutado. En unos minutos embarcamos... ¡¡¡Aufwiedersehen!!! ![]() Etapas 4 a 4, total 4
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