![]() ![]() TAILANDIA. 15 DIAS DE EXPERIENCIAS ✏️ Blogs de Tailandia
15 días por Tailandia, en el que recorrimos Bangkok, norte y playa. Un mundo de experiencias.Autor: Vituko28 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (40 Votos) Índice del Diario: TAILANDIA. 15 DIAS DE EXPERIENCIAS
01: 21 de julio de 2010. MADRID
02: 22 de julio de 2010.BANGKOK
03: 23 de julio de 2010.BANGKOK
04: 24 de julio de 2010. BANGKOK-CHIANG MAI
05: 25 de julio de 2010. CHIANG MAI
06: 26 de julio de 2010. CHIANG MAI-CHIANG RAI-CHIANG MAI
07: 27 de julio de 2010. CHIANG MAI.
08: 28 de julio de 2010. CHIANG MAI-KRABI.
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Etapas 4 a 6, total 16
Nuestro vuelo sale a las 13:00 con destino a Chiang Mai, nuestro siguiente destino. Nos levantamos sin agobios, desayunamos, recogemos la habitación y bajamos a recepción para hacer el check-out o lo que es lo mismo el “que nos vamos ya”. Cogemos un taxi con taxímetro y el taxista nada más de montar nos ofrece 400 bahts por llevarnos. Aceptamos sin regatear acordándonos de los 1.074 bahts que nos cobró el Fary tailandés de la ida. Volamos con Air Asia, que es una low-cost de Asia y el vuelo es una maravilla, ¡1 hora!. Según nos acercamos a Chiang Mai vemos que el paisaje cambia radicalmente y no vemos otra cosa que montañas llenas de vegetación y jungla. Una preciosidad. Y lo mismo al bajar del avión, verde, verde, y verde. Un aeropuerto más pequeño, mejor temperatura, menos caos y tráfico, en fin, como os he dicho un cambio radical. Por 120 bahts nos llevan en taxi privado. El viaje cada vez va a mejor, nos va cambiando el humor y vemos la cosa de otro color, en este caso verde, porque no hay otro color más que ese. Chiang Mai tiene 174.000 habitantes, es decir, como un pueblo grande. Y Bangkok alrededor de 6,5 millones. La diferencia es latente. Llegamos a nuestro hotel, el Raming Lodge, un hotel de 3 estrellas. No es gran cosa, pero es bonito y bien situado. Y el trato como en todos los sitios que hemos estado es muy correcto y muy servicial, aunque como no sabemos mucho de inglés y mucho menos de tailandés pues lo mismo nos estaban insultando, pero no tiene pinta. Cama de dos por dos, que está pegada a la pared, y tiene almohadas, que sino no sabemos de que manera dormir. Y señoras y señores como era de esperar en una zona con tanta vegetación y humedad, hacen su aparición los queridos mosquitos que ya nos acompañarán hasta Madrid. A la primera en atacar pese a tener un cuerpo considerablemente de menores proporciones que el mío, es a mi novia. Aunque en honor a la verdad a mi novia ya le sustrajeron sangre tan diminutos insectos mientras se daba el masaje el día anterior en Bangkok. Aunque también puede que fuera algún puñetazo de las masajistas, todo puede ser. Pues las primeras erupciones cutáneas aparecen en sus piernas “me cagüen diez, joder, como pica” y demás juramento. A partir de esa noche comenzamos a embadurnarnos de repelente “RELEC”, que es como si te frotaras todo el cuerpo con toallitas de esas que dan en los restaurantes después de comer marisco. Estamos cerca del Bazar Night, un mercadillo enorme donde puedes encontrar de todo, ropa maletas, souvenirs, telas pintadas a mano, anillos, pulseras, colgantes, etc. En nuestra primera incursión en el Bazar, liquidamos parte de los regalos, y el resto los dejamos para otro día, porque íbamos a estar cuatro. Por la tarde habíamos contratado dos excursiones para los dos días siguientes. Lo hacemos en una agencia, ya que en el hotel nos sale como el triple más caro. Después de las compras pertinentes nos vamos a la cama que mañana viene Pai a buscarnos a las 8:30. Etapas 4 a 6, total 16
Nos levantamos con la sensación de que los simpáticos mosquitos, cual reyes magos, nos han hecho una visita. El desayuno es buffet, se esmeran en ponerte comida occidental pero lo que ponen no es muy acertado la verdad, así que tostada de pan con mermelada de naranja, muy rica, zumo de algo parecido a naranja también, y sandía y piña. Las frutas aquí son espectaculares, sobre todo la piña. Aparece la pequeña Pai con una sonrisa de oreja a oreja preguntando si somos nosotros los que vamos de excursión. “Pues ala, tragaros la tostada que nos vamos”. La excursión de hoy consistía en un baño en unas cascadas, visita al show de los elefantes, treking por la jungla, rafting en canoa de bambú y visiting a la granja de orquideas. Todo ello por 750 bahts cada uno. En la furgoneta vamos una familia de rubios cabellos, una pareja de croatas y nosotros. En la hojita que nos da el guía para rellenar y poner nuestras nacionalidades descubro que los del pelo amarillo son holandeses y ellos descubren que somos españoles: “Oh, Spain”, es entonces cuando me doy la vuelta, le planto una patada en el pecho y le digo: “De parte de Xabi Alonso, ¿algún problema?” Se levanta un pequeño revuelo pero al final la guía y los croatas ponen paz. Llegamos a la granja de elefantes en primera instancia, del baño en las cascadas nada de nada. Nos sentamos a ver el espectáculo de elefantes. Uploaded with ImageShack.us Nos quedamos embobados mirando todo lo que hacían, pintar, jugar al fútbol (mejor que los holandeses), tocaban la armónica, movían troncos a su antojo, te saludaban…alucinante. Al final del espectáculo se acercaban al público y jugaban con la gente, y te podías subir en su trompa. Es totalmente distinto a la trompa que me cogí yo en la boda de mi primo. Luego estuvimos viendo como los bañaban en el río y nos mojaban con chorros de agua. Siguiente atracción: paseo en un carro tirado por bueyes, cosa que no venía en el programa. Montamos en un carro que daba miedo como sonaba aquello, tirado por dos bueyes. A mitad del paseo la mujer que los dirigía, se ofrece para hacernos un par de fotos, que al final fueron tres y con mi cámara, y eso tampoco estaba en el programa. Al final del trayecto nos dejan en un mercadillo donde volvemos a hacer más compras. Lo primero que te sale al encuentro es un niño de unos cinco años intentando vendernos unas pulseritas de colorines. Dan mucha pena la verdad. En un sitio tan turístico como es la granja de elefantes, creo que podrían hacer un esfuerzo e intentar dar una educación a esos niños, construyendo una escuela o algo por el estilo. Terminado el corto paseo por el mercadillo toca otro paseo pero esta vez a lomos de un elefante. ¡¡Qué pasada!! Por lo menos para mí, no tanto para mi novia que se escurría por debajo de la barra de la cesta en la que íbamos y en más de una ocasión estuvo a punto de besar el suelo, y os puedo asegurar de que la caída puede ser interesante. Pero aparte de los pequeños contratiempos que derivan de un paseo en lomos de un elefante, nos gustó a los dos. El paseo era por la selva, cruzando ríos, subiendo y bajando cuestas. Recomendado 100 %. Si alguna vez vais a una granja de elefantes no dudéis en hacer un paseo. Fin del paseo de una media hora. Después de comer tocaba rafting por el río en barcas de bambú. En realidad tocaba treking pero empezó a caer agua a cantaros, como suele pasar de repente, y se tuvo que suspender. Otra experiencia más, bajar por el río en balsa de bambú cayendo agua sin parar. El balsero saca de debajo de su chubasquero otros dos chubasqueros para las dos parejas que íbamos en la balsa que nos tenemos que echar por encima a modo de capa. No nos sirve de mucho porque ya estábamos empapados cuando subimos. En la balsa íbamos la pareja croata y nosotros. Yo iba ataviado con un bonito sombrero de forma cónica típico tailandés y el resto con un bonito sombrero de ala ancha típico mexicano. A mitad del camino y sin ningún sobresalto más, para de llover y el simpático balsero nos ofrece el remo para remar nosotros, hacernos la foto y descansar él un rato, tío listo. Y así fue que pasamos la pareja croata y yo por el momento remo y le tocó el turno a mi novia. Dos remadas, foto, y…pierde el control de la balsa y en consecuencia el remo que cae al fondo del río. Los intentos del balsero por recuperar el remo, una caña de bambú, son estériles ante los “sorry, sorry” de mi novia y el despelote de los demás. Pero le hizo un favor al balsero ya que con la mano se enganchó a la balsa de los holandeses y llegamos a buen puerto. Llegados a este punto no sabemos cual es la siguiente parada en la excursión y Pai nos propone como parada opcional el Tiger Kingdom, el “Reino del Tiger”. Nosotros aceptamos porque era una de las excursiones que queríamos haber hecho pero nos salía muy cara. El sitio en cuestión es un zoo en el que predominan los tigres, y te dan la opción de entrar en la jaula con los tigres, y dependiendo del tamaño del felino pues cuesta más o menos. Nosotros como somos los más guays entramos en la jaula de los cachorros que en contra de lo que piense la gente era la más cara. ¡Cómo molan! Entramos en una jaula con tres cachorros y bajo la supervisión de un cuidador. La única pena era que cachorro estaba dormido y no pudimos jugar con él. Estuvimos jugando con otro que estaba despierto. Nuestro cuidador muy dulcemente, despertó al que estaba con nosotros a base de tirones de cola, arrastrarle por el suelo y cosas así. No paramos de hacernos fotos. Eran como gatitos, con la diferencia de que los gatitos te dan un arañazo y al día siguiente no tienes ninguna marca. En cambio estos como te pillen jugando te hacen un arañazo que te tienen que poner la cara nueva. Por eso antes de entrar te advierten que nada de flashes, nada de cordones y nada de correr que el minino se puede poner nervioso y dejarte la cara como Carmen de Mairena. A la salida nos pasamos a ver el resto de los tigres, jóvenes y adultos, los cuales, coincido en lo que he leído en foros y comenté con los croatas, hay una alta probabilidad de que estén drogados. Están despiertos, pero no se mueven nada. Porque yo me imagino que un animal de estos por muy domesticado que esté se puede cruzar un cable y hacerse un llavero para el coche con la cabeza de un niño. A la salida del recinto nos hicimos una foto con una serpiente pitón que no sabemos si estaba drogada pero se movía y sacaba la lengua. De lo poquito gratis que hubo porque los tigres fueron 520 bahts por persona. Sobraba tiempo para cubrir el horario previsto así que nuestra amiga Pai nos llevó a la granja de orquídeas y mariposas. Parada de relleno, porque se tarda poco en ver y es el tiempo justo para volver a Chiang Mai a la hora prevista. La granja por lo menos es más bonita que la que vimos en Bangkok, tiene mucho más colorido, vamos, que se podía ver. Y en un jardincito contiguo estaba la granja de mariposas más grandes en mi vida, son del tamaño de palomas, bueno, quizá exagere un poco, pero son grandes y si vuelan cerca de ti se agradecía porque con el aleteo de sus alas te daban un airecito… http:// ![]() En un descanso que tenemos antes de marchar comentamos con los croatas y con los holandeses que la excursión es un timo y que a cada uno nos han cobrado una cosa. Por lo menos nosotros salimos ganando porque somos a los que nos ha salido más barato. Llegamos al hotel con ganas de cama, porque mañana además toca excursión de nuevo. Tras toda la tarde echados la siesta nos levantamos para ir al Sunday Walking Street, un mercado que se pone los domingos y en el que predominan las piezas de artesanía. Por decirlo de alguna manera, tiene más nivel que el Bazar Night, y es mucho más grande. El caudal de gene que por la calle es impresionante, y eso que estamos en temporada baja. Y claro con estos precios, regalo por aquí, regalo por allá…esto me gusta pa mí… Total, que volvemos al hotel que parece que le hemos robado el puesto a alguno de la cantidad de bolsas que llevábamos. Al final te acostumbras a regatear y crees que te lo has llevado por buen precio y realmente el tío ha hecho el agosto con nosotros. Pero bueno, algunas veces sabes que lo podías haber sacado por menos. Por ejemplo algo que estaba a 400 bahts, te lo llevas por 300 y piensas que te lo podías haber llevado por 250, pero creo que uno o dos euros al vendedor le hacen más falta y a mí no me van hacer rico. Tras esta clase de matemáticas y economía totalmente gratuita, nos vamos a nuestro hotel. Dejamos las cosas y nos vamos a cenar. En la calle de nuestro hotel, en 300 metro nos podemos encontrar entorno a 20 ó 25 bares y no os exagero. Y todos son de estética semejante: billar, televisor con fútbol y señorit@s en la puerta que reclaman tu atención. Y todos ellos vacíos o con dos o tres personas que son los que van a lo que van: señores como cangrejillos de 50 años para arriba y rodeados de dos o tres chicas o chicos. Cenamos en el único local donde la chica estaba en la puerta tenía pantalones en vez de minifalda. Muy barato. Dos pizzas, dos refrescos y un postre no llega a los 6 euros. Notamos que los precios en el norte son mucho más baratos que en Bangkok. Nos cubrimos de “rico” repelente para dormir, ponemos a tope el aire para espantar a los mosquitos y apagamos la luz. Mañana toca Chiang Rai, Triángulo Dorado, río Mekong, todo ello a las 7:30 a.m. Terminé el día con la sensación de haber estado en el trabajo. Había estado con elefantes, bueyes, tigres, serpientes y mariposas, justo. Igual que en el trabajo. Etapas 4 a 6, total 16
Sin tiempo para desayunar, aparece el guía, que nos pilla con la mantequilla en el cuchillo, el pan mojando el huevo y la legaña en los ojos. Banana es el nombre d nuestro guía. No es ningún apodo debido a sus atributos sexuales, no, es la traducción de su nombre del tailandés al inglés. Nosotros podríamos haberle llamado señor Plátano, pero quedaba mejor Banana. Ese día solamente íbamos a ser seis personas. Una mujer con dos chicas y un chico y nosotros. Son de las Islas Reunión, que si no recuerdo mal son las primeras personas que conozco de allí y mira que he estado en reuniones. Les digo que nosotros somos de España. “¡Yes, Champiñones of the World Cup of Football!” a lo que la mujer me contesta: “En nuestro país no tenemos gente para hacer un equipo de fútbol. Únicamente tenemos un equipo mixto de dobles de tenis” “Ah, ok”. La excursión de hoy tiene pinta de que va a ser larga. A mitad de camino, Tom, nuestro chófer, que hablaba menos que la Pantera Rosa, para en la primera atracción. Las Hot Springs, las aguas termales.
Es una especie de restaurante de carretera pero nada más que lleno de puestos para comprar. Presidiendo el parking central un chorro de agua caliente. Y un poco más al fondo al borde del bosque una fuente cuya agua da a un canal donde puedes meter los pies para, en este caso, calentártelos e ir más jodido a la excursión. Yo únicamente metí el de la mano para comprobar que el agua estaba caliente y el humo no era ningún efecto especial. Estaba caliente, el dedo tuvieron que amputármelo por las quemaduras. Continuamos. Tom va a toda leche con la furgoneta, por el carril contrario, adelantando por cualquier sitio…bueno, Tom y todos. Los tailandeses deben sacarse el carnet de conducir en los coches de choque, porque sino no lo entiendo. Siguiente parada. El templo Blanco. Esto es un templo obra de un colega que según entendimos (aprended inglés si no sabéis, es bueno), hizo un templo totalmente blanco por fuera, todavía en construcción, y por dentro hay unas pinturas de lo más variopintas, aparte de su buda, claro. Las pinturas representan el bien que es la familia, el amor, etc y, no lo malo, pero sí lo que no es bueno, y en este apartado tenemos dibujos tales como los personajes de la Guerra de las Galaxias, Superman, Batman, un ordenador, los personajes de Matrix, el móvil, los atentados de las Torres Gemelas, etc. Por dentro es curioso, rozando lo friki. Pero por fuera es muy bonito, al ser todo blanco impresiona. Pero a mí lo realmente me impresionó es que a las 11 de la mañana haga 35 grados. A la llegada a la furgoneta Banana y Tom nos ofrecen agua fresca que se agradece. “Gracias, Tom” “…”, esta fue su respuesta. Banana era un tío muy majo, nos fue contando historias y bromas todo el camino y estuvo gracioso. Llegamos al río Mekong. Un río gigantesco con aguas de color tierra y que se bifurca, creando así el Triángulo Dorado, Laos, Myanmar y Tailandia. Llamado así por el opio que se cultivaba en sus laderas. Nos subimos a una barcaza con 30 personas aproximadamente y un guía va contando historias de las que uno buenamente intenta pillar algo, pero malamente. Salimos desde suelo tailandés y una vez llegamos a la bifurcación damos la vuelta para ir hacia la orilla del Laos en donde, nuevamente y por enésima vez, nos dejan en un mercadillo. Si en Tailandia las cosas están baratas en Laos era escandaloso. Como buenos españoles que somos volvemos a llenar las bolsas y de vuelta para el barco. En el mercadillo y como reclamo turístico , pudimos ver los distintos tipos de whisky, cobra, armadillo, tortuga pene de tigre y lagarto. En el mercadillo de los whiskeys nos paramos a mirar polos de Ralph Lauren y Lacoste a 120 bahts sin el descuento del regateo. Nuestro guía el Sr. Plátano, nos comenta que podemos conseguir un descuento de entorno a unos 20 bahts lo cual nos saldría cada polo por 2,5 euros. El cartón de Marlboro 5 euros, y no nos da tiempo a ver más porque tenemos que volver a embarcar. En el camino de vuelta de una orilla a otra el guía del barco, un asiático rellenito y algo amanerado nos explica unas nociones básicas del famoso masaje tailandés y nos anima a repetir lo que él vaya haciendo y de esta manera hacer un poco más ameno el camino de vuelta, porque aunque parezca mentira, el río Mekong tiene la misma anchura que el lo largo del río Manzanares. Desembarcamos de nuevo en suelo tailandés y a la salida del embarcadero cual río Guadalquivir, hay un simpático nativo que te vende tu foto embarcando (ni te das cuenta cuando te la hacen), en un platito muy mono semejante al que te dan de recordatorio en la comunión de tu primo. Echamos cálculos y al final decidimos no comprarla por dos motivos, uno no tenemos espacio en la maleta y dos salimos casi de espaldas. A la hora de la comida nos llevan a un restaurante de carretera con una terracita y unas vistas muy bonitas, el nombre no os lo puedo decir porque estaba en alfabeto tailandés, pero era algo así como Restaurante Hermanos Pérez. Volvemos a ponernos en marcha en la furgoneta dirección a la frontera de Myanmar (antigua Birmania), más mercadillos y el único aliciente de que estás cerca de la frontera y la ves pero sin entrar porque te cobran 12 euros. Así que una vueltecilla por el mercado, un refresco y a la furgo camino de vuelta a Chiang Mai. Pero antes hacemos la última parada en el poblado de las mujeres jirafas, la tribu Karen. No es que sean la selección de baloncesto de Tailandia, son unas mujeres que llevan puestos unos aros en el cuello. Las teorías son muchas, unas dicen que son para evitar los mordiscos de los tigres, otras dicen que de este modo se afea a las mujeres evitando ser esclavizadas pero ellas dicen que es por tradición. Mi teoría dice que en parte lo hacen para que el turismo vaya y compren sus productos. La verdad es que la excursión de este día no fue tan fructífera como el día anterior pero bueno, son más cosas que vimos y que vivimos al fin y al cabo. Llegamos rotos del viaje y nos fuimos al hotel a descansar un poco antes de ir a cenar. Esa noche la dedicamos a seguir haciendo compras, que ya que estábamos al lado del Bazar Night pues aprovechábamos. Yo creo que si hubiéramos estado allí dos meses, hubiésemos comprado los dos meses todos los días. ¡Qué vicio, madre!. Esa noche, como el resto, paramos en un puesto a regatear por una tela pintada con colores muy vivos. Después de regatear durante un ratillo, siempre en inglés, la pequeña tailandesa se me desmarca diciéndome: “Ni pa ti, ni pa mí”, entonces tuve que aceptar el precio que me propuso ante tal manejo de nuestra lengua que me dejó impresionado. Tras dejar el puesto, esperaba que el del puesto de al lado reclamara mi atención con un “Eh, pisha, quillo, que tengo cositas buenas pa ti”, pero no. [/align] Etapas 4 a 6, total 16
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