![]() ![]() Un mundo llamado China ✏️ Blogs de China
Día a día, paso a paso. Aventuras y desventuras en un país increible.Autor: Superpollo Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (22 Votos) Índice del Diario: Un mundo llamado China
01: Preparativos
02: Madrid-Shanghai (1ª parte)
03: Madrid-Shanghai (2ª Parte)
04: Madrid-Shanghai (3ª parte)
05: Shanghai (llegada)
06: Shanghai Día 1º
07: Shanghai Día 2º
08: Suzhou
09: Bye, bye, Shanghai...
10: Hangzhou
11: Adiós, Hangzhou ¡Hola, Guilin!
12: Guilin (1ª parte)
13: Guilin y la serpiente...
14: Guilin y Xian
15: Xian, "la nuit"
16: Xian a tope
17: Xian, la muralla y Pekín.
18: Pekín (1ª Parte)
19: Pekín (2ª Parte)
20: Pekín (3ª Parte)
21: Pekín, último día...
22: Adios, China...
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Etapas 7 a 9, total 22
El teléfono de la habitación suena a las 7, 30 de la mañana. Una voz metálica me advierte en chino que es hora de empezar a hacer cosas y que ya está bien de cama. Me levanto de un salto, me escurro y casi me doy contra la lámpara. Me asomo a la ventana. Tráfico intenso. El cielo gris y ríos de gente de un lado a otro de la calle. Antes de integrarme en esa corriente frenética decido tomarme un bañito de espuma. Tres cuartos de hora después, en el restaurante del hotel, me enfrento a la difícil tarea de elegir entre la abundante variedad de alimentos que forman el buffet del desayuno. Me decanto por dos zumos de pomelo, un yogurt líquido de fresa con Krispis, dos lonchas de jamón york, un melocotón en almíbar, tres bollitos de colores y dos tazas de te. Rico, rico… A las 9 en punto el autocar nos recoge frescos y lirondos, y nos encamina hacia nuestro primer destino del día.
Según cuentan los guías y algunas enciclopedias, El Templo del Buda de Jade fue construido en los primeros años del siglo XX, para albergar las 2 estatuas de Buda de jade blanco, traídas desde Birmania por el monje Hui Gen. Su mayor atractivo son precisamente estas estatuas. La disposición del templo es la clásica, con los cuatro guardianes celestiales a la entrada. En el “Gran Salón de la Magnificencia” se encuentran tres estatuas que muestran a Buda en diferentes formas y el Buda de la medicina. Están representados también los veinte hartas o guardianes del budismo, colocados en dos grupos de nueve. El salón es el centro de las oraciones y en él se celebran múltiples ceremonias. Al fondo se encuentra el salón más importante, con el Buda de Jade en el piso segundo. Esta estatua mide casi dos metros de altura y pesa tres toneladas. Hay otro Buda de jade que se encuentra en postura reclinada y que se puede ver aparte. Está completamente prohibido hacer fotografías a estos dos budas… ejem… Visitamos todo el templo, recorriendo patios, subiendo y bajando escaleras súper empinadas, contemplando ensimismados todo lo que vamos descubriendo, atrapados por el olor del incienso que en todo momento nos acompaña. Alguna foto más: Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 Foto 5 Foto 6 Foto 7 A la salida del templo somos obsequiados con una degustación de las muchas clases de te que existen en China. Deliciosos. Compro una caja de te verde. Nuestro siguiente objetivo es una visita al Shanghai antiguo que incluye los famosos jardines de Yuyuan. Como sardinas en lata nos dejamos llevar por el atestado barrio, descubriendo casas de te, farmacias antiquísimas, grandes almacenes y tiendas de todo tipo, donde sus vendedores te ofrecen de manera insistente sus productos. Cuentan de los jardines que fueron construidos en el siglo XVI, por Pan Yuyuan. En sólo dos hectáreas concentra los elementos fundamentales de la jardinería china. Se caracteriza también por sus caminos y puentes zigzagueantes, creados de esta forma para evitar a los demonios, y por sus puertas hechas de formas caprichosas. Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 Foto 5 Después de estos dos paseos mañaneros nos vamos a comer de nuevo a un restaurante chino, donde regamos con abundante cerveza y cachondeo las exquisiteces que nos ofrecen. La cerveza no viene incluida en el menú, pero poco importa, dado que una botella de dos tercios cuesta un euro… El arte de comer con palillos se convierte en asignatura del grupo y algunos valientes (entre ellos un servidor) rechazamos los tenedores de manera tajante… Después de la comida los guías nos dejan tiempo libre (una hora) en la famosa calle comercial Nanjing, donde prácticamente se puede comprar de todo a cualquier precio. Descubrimos una farmacia y entramos en ella. Las farmacias en China son muy diferentes a las de aquí y se venden productos relacionados directamente con la naturaleza. Por ejemplo, encontramos unas cajas de gusanos secos al módico precio de 6000 yuanes (600 euros). También un raíz de ginseng (de la cual no me dejaron hacer foto) valorada en 60000 yuanes (6000 euros). Cuernos de rinoceronte y de alce, bichos de todas las especies y raíces y hierbas para dar, tomar y regalar. Nuestra hora se nos agota de manera rápida, aunque nos prometemos un pronto regreso a esta calle antes de abandonar Shanghai. De vuelta al hotel, nuestro guía local nos ofrece una visita al espectáculo de las acrobacias, que, según nos cuenta, son las mejores de China. A las siete de la tarde somos recogidos de nuevo por el fresqui-bus y llevados al teatro acrobático de Shanghai, donde, antes de acomodarnos, nos advierten de que están prohibidas las fotos… El espectáculo ciertamente es muy bueno y lo disfrutamos comiendo palomitas chinas. Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 A la salida Diego nos ofrece llevarnos de vuelta al hotel o bien dejarnos en el barrio francés (el barrio pijo de Shanghai) para cenar y dar una vuelta a nuestro aire. Algunos de nosotros decidimos quedarnos en el famoso barrio y tras un paseo nocturno por sus occidentalizadas calles, con sus tiendas de moda fashion, coches Ferrari y relojerías Cartier, nos decantamos por un restaurante tailandés, en el cual pedimos una serie de platos al azar, señalando a las fotografías de la carta. El resultado viene a ser el siguiente: Pinchos de ternera, cerdo y pollo picantes con verduras y salsa picantes, ensalada de lechuga, tomate, cosas, y aderezo picante, rollitos de verduras y carnes desconocidas con piña y salsas picantes, arroz con cebollas picantes y cerveza… ¡fresquita! Después de la cena y la posterior visita al parque de bomberos, cogemos un taxi con destino al hotel (2 euros). Nos despedimos unos de otros y caemos rendidos y duchados sobre nuestras camas. Mañana más. Nos vamos de excursión a Suzhou… “La Venecia del Oriente” Casi na… Fotografías Templo, Buda inclinado, Jardines Yuyuan, farmacia nanjing y Teatro acrobacias: Superpollo. Fotos Buda de jade: Vasko Continuará… 8) Etapas 7 a 9, total 22
A horas tempranas y después de un aseo vaporoso y desayuno caprichoso (oso-oso), nuestro fresqui-bus nos espera, hambriento de carne de turista, para llevarnos a nuestro siguiente destino: Suzhou.
Según un proverbio chino, Suzhou forma parte de un paraíso único en el cielo (junto con Hangzhou, que visitaremos más adelante). Es una de las ciudades más antiguas de China y está llena de leyendas y de historia. Son característicos sus jardines de estilo clásico (considerados Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO), sus canales y sus silencios (cuando no hay turistas). Recogemos a nuestro guía local en las cercanías de la ciudad, el cual nos explica que tanto Suzhou, como el resto de China, están desarrollando un crecimiento desmesurado, y que todas las torres monstruosas de apartamentos y autopistas que hemos estado viendo por el camino, hasta hace poco tiempo eran campos de arroz. Pasamos cerca del lago Tahiu y el autocar estaciona cerca de nuestra primera visita. En la explanada nos recibe un vendedor de melocotones y un calor asfixiante. Con paso lento, pero seguro, y tras unas primeras fotos, nos adentramos en “El Jardín del Administrador Humilde”, del que dicen ser el más grande de la ciudad. Todo su interior está repleto de colinas, lagos y riachuelos, y tanto el jardín como sus edificaciones están divididos en tres partes: Oriental, central y occidental. Dependiendo de la época del año y la climatología, sus antiguos moradores utilizaban una parte u otra. Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 También recorremos un jardín de bonsáis magnífico, el despacho del administrador y una tienda de artesanía con un interesantísimo aire acondicionado… Dado que es la época de la flor de loto, encontramos a un vendedor acuático de sus semillas, las cuales son perfectamente comestibles y ricas. Después de esta visita nos encaminamos hasta el Parque del Viejo Pescador: un jardín morada donde las habitaciones y áreas verdes se integran en perfecta armonía. Foto 1 Foto 2. A la salida atravesamos un mercadillo de abalorios en donde empezamos a practicar el difícil arte del regateo. Compro cinco abanicos por 2 euros… La mañana concluye en un restaurante, lugar limpio y coqueto en donde nos ofrecen platos típicos de la zona. Probamos el codillo asado, el pollo al limón y el pescado agridulce, acompañado con verduritas, arrocitos variados y, como no, cerveza fresca a espuertas. De postre, sandía. Todo delicioso… Después de la comida nos llevan a una fábrica de seda. Allí nos enseñan el proceso de su elaboración, desde la cría del gusano hasta la confección final. Una rata descomunal nos acompaña durante la visita. Los alaridos de algunas chicas del grupo se oyen hasta en Shanghai… Algunos de nosotros compramos edredones, kimonos y fundas de cojín. Tras esta animada visita, nos montamos en unas barcazas de madera, las cuales nos llevan por un barrio de canales bastante pintoresco, que algunos, entre ellos Marco Polo, compararon en su día con Venecia… Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 Foto 5 Foto 6 Foto 7 Foto 8 Foto 9 Foto 10. Finalizado el paseo marinero y una vez amarrada la embarcación, nuestra guía nos avisa de que vamos a recorrer un mercado chino “tradicional”… Olores de todo tipo, predominando los formados en alcantarillas, nos siguen por callejuelas estrechas y vertiginosas, descubriendo a ambos lados a vendedores de anguilas, de carnes sospechosas, de frutas y de “recuerdos chinos”, entremezclados con cocineros ambulantes, músicas de flauta, humos, niños que nos ofrecen agua y mendigos… Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 Foto 5 Impresionante el mercado, el calor y el mareo final… El autocar nos espera con el aire acondicionado a tope. Pasamos del calor del infierno al frío polar en segundos. Contrastes de China, dicen algunos… Dos horas (aprox.) más tarde llegamos de nuevo al hotel de Shanghai. Una ducha rápida y nos vemos en el lobby. Mañana es nuestro último día en la ciudad y hay que aprovechar cada segundo. Damos una vuelta por las inmediaciones del hotel. Descubrimos muchas tiendas chinas abiertas de madrugada, en donde puedes comprar desde un par de zapatos hasta una ración de cabezas de pato asadas… Abierto el apetito, un pequeño grupo decidimos cenar (en que hora) en un Kentucky. La verdad es que apenas comimos nada y para colmo no tenían cerveza. Los demás pidieron agua mineral y yo una naranjada con hielo… En aquel momento no recordé la advertencia que nos hizo a la llegada nuestra guía. “Nunca bebáis agua del grifo. Sólo mineral” El hielo de la naranjada estaba fabricado con agua del grifo… Temperatura exterior: 35 grados centígrados. Humedad 87% Existencias de papel higiénico: Dos rollos completos… Fotografías: Superpollo (todas menos la de los escorpiones, que es de Pepe) Continuará… 8) Etapas 7 a 9, total 22
Reconozco que aquella noche fue, como se suele decir, toledana. No quiero dar mucho detalle sobre ella, pero sí aprovechar para avisar a futuros viajeros del peligro del consumo de agua no tratada o con pocas garantías sanitarias. En Carabanchelaria hay un dicho que dice que el agua es para ducharse, aunque algunos guarros se empeñen en bebérsela… Valga el chiste para afirmar que mientras haya cerveza, el agua para la limpieza… (ji, ji, ji,).
Como en casi todos los hoteles, cuando terminas tu estancia has de abandonar la habitación antes de las 12 de la mañana. El grupo tenía programado salir en tren hacia Hangzhou por la tarde, por lo que los guías nos advirtieron que debíamos dejar las maletas preparadas en la puerta de la habitación a las 9, y entregar las llaves y pagar el minibar (ejem) antes de las 12. Hechas estas gestiones y después de un baño espumoso (con los restos de todos los botes que quedaban en el cuarto de aseo), dejé la habitación y desayuné por última vez en Shanghai (te, yogur y más te), en compañía de Laura, Mónica, Manuel y Pedrito. Los cinco solteros de oro, como se nos conocería a partir de entonces, decidimos pasar el resto del día, hasta la salida del tren hacia Hangzou, visitando en primer lugar el museo de Shanghai Llegamos en dos taxis a la Plaza del Pueblo, lugar de residencia del mencionado museo, donde nos recibe un viento importante, preludio de un tifón que más tarde volveríamos a encontrarnos en forma de abundantes lluvias en Guilin. El museo de arte de Shanghai (copio de Wilkipedia) tiene forma circular y ocupa un área de 39.200 m² de los que más de 10.000 están dedicados a exposiciones. Su altura es de 29,5 metros, divididos en cinco pisos. Diseñado por un arquitecto local, el edificio tiene una forma circular sobre una base cuadrada, simbolizando así la antigua percepción china del mundo: Un cielo redondo, una tierra cuadrada. El museo contiene una colección de más de 120.000 piezas, divididas en diez categorías diferentes: bronce, escultura, cerámica, jade, pintura, caligrafía, sellos, monedas, muebles de las dinastías Ming y Qing y artes de las minorías chinas. Las fotos siguientes no son de wilkipedia (son mías) Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 Foto 5 Foto 6 Foto 7 Tras la sobredosis de cultura china y la compra de camisetas y recuerdos del museo, nos dirigimos hacia la avenida Nanjing (la de los gusanos secos) para intentar recorrer sus más de cinco kilómetros de tiendas y animación. Antes, empujados por el viento y el hambre, nos detenemos ante la fachada de un atrayente restaurante, preguntándonos si estará bien para comer… Un importante grupo de empleados, junto con sus sonrisas resplandecientes, salen como balas del local y nos cuentan en inglés que estamos ante la mejor cocina de la ciudad. Sin dudarlo no metemos dentro. Probamos unos fideos exquisitos con curry y verduras, un pescado con salsa japonesa muy bueno, arroces variados, ternera con champis y guarniciones divinas, ensalada multicultural, cerveza y agua. Todo muy bueno y barato. El servicio de maravilla (cinco camareros para nosotros solos). Nos despedimos con besos y promesas de vuelta, y enfilamos el camino comercial. No hay tienda en que no descansemos nuestras miradas y preguntemos algún precio. Nos metemos a saco en cualquier sitio en busca de una oferta y de un poco de aire acondicionado. En la calle, el calor y la atmósfera multitudinaria agobian de manera extrema. Comienza a llover cuando casi llegamos al malecón. Visitamos rápidamente el Bund clásico, con sus edificios del pasado siglo y sus oficinas comerciales (entre ellas la española). Apremiados por el reloj y las ganas de sentarnos asaltamos un par de taxis y nos dirigimos de regreso al hotel. Una última mirada a la avenida sirve de despedida. Aquí hay que volver, decidimos todos… El grupo aguarda charlando animosamente en uno de los salones del loby, mientras, en la calle, llueve con ganas. Pronto aparecen nuestros guías, indicándonos que hay que marchar hacia la cercana estación de ferrocarril que, casualmente, se encuentra a tan solo dos manzanas del hotel. Iremos andando, comenta Diego. En catorce charcos estamos allí… Un mundo dentro de otro mundo. Así, quizás, podríamos describir rápidamente lo que es la estación ferroviaria de Shanghai. Infinidad de personas acampadas, algunas desde tiempo inmemorable, en sus cercanías, entremezclándose con aquellas que entran y salen de manera apresurada. Familias, grupos, mochileros, mendigos y gentes inclasificables adornan exteriores e interiores, aderezados en todo momento por la voz metálica y potente que surge sin descanso por la megafonía, el calor y las miradas… Media hora después recibimos la señal de que nuestro tren está listo. Subimos y bajamos, torcemos, saltamos y giramos, y llegamos al andén. Un suspiro más tarde ocupamos nuestros asientos. Un vagón sólo para nosotros (la parte de abajo). El tren comienza a moverse… Llueve. Tras los cristales, llueve y llueve. Sobre los chopos medio deshojados, sobre los pardos tejados, sobre los campos, llueve. Durante el trayecto algunos hablan de otros viajes vividos y de proyectos. Cuentan de la India: país que deja una huella imborrable, también de Japón, Argentina, África, Vallecas… Una de nuestras compañeras, la más veterana del grupo, nos relata que hace unos años fue desde Santa Mónica (costa oeste de Estados Unidos) hasta Nueva York (costa este) en plan mochilero y… ¡andando!. Diez meses de aventura total. ¡Joder! Hay tantas cosas que ver y vivir, y tan poco tiempo y dinero… Cae la noche entre historias increíbles, sandia y cerveza… Llegamos en dos horas a nuestro destino. Un fresqui-bus, adornado con tiestos nos espera en las cercanías de la estación… Los neones de los edificios colindantes nos dan la bienvenida a dúo con nuestro nuevo guía… ¡Bienvenidos a Hangzou! Temperatura exterior: No está mal. Humedad: 85%. Estado del cuerpo: Abundantes nubes y claros con tormentas ocasionales… Fotografías museo interior: Superpollo Fotografía museo exterior: Paulino. Fotografía avenida Nanjing: Morganilla Continuará… 8) Etapas 7 a 9, total 22
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