![]() ![]() Japón 2010 ✏️ Blogs de Japon
Viaje por libre por Japón en agosto de 2010.Autor: Franeli Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (14 Votos) Índice del Diario: Japón 2010
01: Viaje al país del Sol Naciente
02: Sheremetye...qué?
03: Tokyo
04: Un gran circo. Tokyo. Día 2
05: Nikko
06: Kamakura
07: De Odaiba a Shinjuku
08: Kyoto
09: Templos, bosques y veladas en Kyoto
10: Panorámicas desde Kobe y Osaka
11: Templos, mercados y Toriis
12: Miyajima
13: Hiroshima
14: De Himeji al plató de Blade Runner
15: Nara
16: Takayama
17: Shirakawa-Go
18: Hakone
19: Domo Arigato
20: Like tears in rain...
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Etapas 7 a 9, total 20
Tokyo Día 5.
Nos pegamos una pequeña regalada después de varios madrugones seguidos y pateadas kilométricas y nos levantamos a eso de las 9, a las 10 algunos. Decidimos ir a la bahía de Odaiba por la mañana y por la tarde acercarnos a los jardines imperiales, así que almorzamos en el Starbucks y nos fuimos a la estación de Shimbasi, desde donde cogeríamos un monorail que nos pasearía por la zona. Llegamos a Shimbasi y dimos con las máquinas de tickets que venden bonos de ida o uno especial que te sirve de uso ilimitado por 800y (parecido al metro, en donde hay pases de 1 día), como vimos que igual utilizaríamos varios viajes sacamos el bono...la tarjeta viene con el icono por excelencia de la bahía, el gato de la Hello Kitty...empezamos bien. El paseo en monorail es impresionante. Desde unos generosos ventanales y en unos raíles elevados se aprecia a ambos lados los mega-edificios que comprenden la zona, enclavado en una isla ganada al mar con unas formas y altura acojonantes...las vistas son tremendas. Desde allí vimos colas de la ostia para visitar zonas temáticas (está todo lleno de parques de ocio en donde la gente se va a pasar el día) a cual más friki. Nos gustó tanto que hicimos un par de pasadas por alguna zona aprovechando el ticket. Finalmente fuimos a la zona de Daiba en donde está la réplica de la Estatua de la Libertad de Nueva York, bastante currada, por cierto y puesta “curiosamente” justo delante del puente que simula al de San Francisco y con la Tokyo Tower de fondo...mirando la foto da la impresión que querían tenerlo todo bien juntito...en cualquier caso las vistas son de órdago. Paseando por la zona nos topamos de bruces con el edificio de FujiTV mítico por emitir series como Dragon Ball, manda huevos la de tardes que uno ha echado viendo la maldita serie y ahora estamos aquí, donde se parió...el edificio tiene una esfera incrustada en su parte alta y parece un amasijo de hierros. Cerca del FujiTV vimos un edificio que tenía pinta de ser el templo del vicio digital, el edificio Sega, decidimos entrar y echar un vistazo... Para entrar había que pillar un pase de 500y y luego si te querías subir a alguna atracción pagarla a parte...nos animamos y nos metimos. La puerta es rollo nave espacial y cuando se abre la verdad es que te quedas con la boca abierta. El sitio es como si te teletransportaran a la dimensión desconocida. Luces por todas partes, máquinas imposibles, una especie de montaña rusa a nuestra derecha (en un recinto cerrado?), una pantalla en el suelo en el que habían espermatozoides que los niños pisaban y desaparecían...Dios mío! Medio acojonados subimos hasta la última planta flipando un poco con el sitio y la fauna del lugar. Vimos una atracción Wild Wing que tenía buena pinta, al parecer te subían en una especie de aparato y sentías la velocidad del vuelo...eso había que probarlo. Total que hicimos cola después de mirar cómo cargaban la tarjeta unos chavales e imitarlos nosotros...lo malo es que estuvimos casi 1 hora haciendo la puta cola! Llegó nuestra hora y nos pusieron en filas de 3 mientras un nipón muy salado decía cosas ininteligibles yo creo que hasta por ellos...el caso es que la gente se reía, nosotros ni papa, pero el tío lo vivía que te cagas, incluso lanzaba un banzai para que la gente gritara el jodío. Nos subimos en el cachibache y nos lo pasamos teta. El coche se metió en una sala a oscuras y se encendió una pantalla inmensa que nos daba la vuelta, sentimos el viento y de golpe salimos propulsados detrás de otro avión. Giros, piruetas, bandazos, una locomotora que casi nos arrolla...todo muy conseguido. Eli se lo pasó de vicio, pero de vicio que la tuve que sacar a rastras del lugar porque se quería subir en más cacharros. Con la tontería se nos hizo un poco tarde por lo que decidimos pillarnos unos crepes que vendían en el lugar y que tenían muy buena pinta. Los pillamos de pollo teriyaki con queso, muy buenos y no muy caros, 400 y pico yens. Lo vimos justo y decidimos explotar un poco más Shinjuku, por lo que los jardines tendrán que esperar a nuestra vuelta, al final del viaje. (al igual que la Tokyo Tower) Antes de pasar por Shin, y como estábamos a una parada de Ginza, nos fuimos a visitar el Edificio Sony, en el que al parecer exponen los productos más novedosos de la casa e incluso algunos que todavía no han llegado al mercado.... Tiramos por la salida B9 en Ginza y prácticamente te deja en la puerta del edificio, con un acuario enorme en la puerta con un tiburón (sí, un tiburón pequeño) que correteaba por allí. Entramos y comenzó el show de babeos continuos, de probar todos los aparatos desde mp4, 3, 2, 1, 0 hasta cámaras Sony profesionales para grabar vídeo en HD...menudos bicharracos... Estuvimos haciendo el canelo por el edificio (bah, los portátiles llevaban Windous, qué catetos...), viendo demos en 3D (cómo se nota que está de moda el asunto)... Hasta les hice de beta-tester con las famosas gafas 3D comentando que si uno se inclinaba hacia un costado (digamos que quieres ver la tele tumbado de lado) se perdía mucha definición...ahí queda. Salimos del edificio con los dientes como sables y nos fuimos para Shinjuku. Una vez allí todavía era de día por lo que nos metimos en un antro de esos a los que se llega bajando por unas escaleras y que están repartidos por todo Shinjuku (vamos, que callejeamos tanto que nos perdimos y no tenemos ni idea del nombre de la calle)...vimos que la birra iba a 300y y allí decidimos refrescar el gaznate haciendo tiempo a que se hiciera de noche. Pasado un buen rato nos fuimos paseando entre luces de neón, burdeles (de gachones y gachís), bares mil....qué difícil es escoger un sitio para cenar...todos tienen una pinta que te cagas y a cuál más auténtico!...tan difícil que al final acabamos comiéndonos un plato de pasta (que estaba buenísimo todo hay que decirlo) y tomando un té helado porque estábamos reventados de callejear y callejear y vimos irresistible comer pasta por 300Y. *** Imagen borrada *** Shinjuku nos ha encantado, tiene una atmósfera que mezcla muy bien los suburbios con zonas de mucha vida (más nocturna quizás), resulta pintoresca y prácticamente es un popurrí de muchas zonas de Tokyo. Muy recomendable el perderse por sus calles envueltas en humo de cocina y con los dueños en la puerta pegando voces de vez en cuando para atraer clientela. Volvimos al hotel (desde luego, lo usamos para dormir y punto) tranquilamente disfrutando de la “última” noche en Tokyo, corría un aire fresco que se agradecía después del día más caluroso que hemos pasado desde que estamos aquí. El problema más que los grados (al medio día tranquilamente se alcalzaban los 38ºC) es la humedad que hace...eso y que entre las mochilas, las cámaras, el tocho-guía pues hace que uno tenga que ir parando irremediablemente cada pocos kilómetros...no hay que olvidar que estamos de vacaciones! Tokyo es increíble, fantástico y muy...completo. Te puedes tirar días correteando sus calles y distritos que cada día descubres un lugar más flipante que el anterior. Posee contrastes increíbles y zonas de mucho encanto, aunque el estrés de moverse con tanto metro, túnel y tren puede desesperar a más de uno. No me imagino lo que puede uno pensar al bajarse en Shinjuku o Shibuya entrada la tarde para alguien que jamás ha estado en un país oriental...es un rompecuellos tremendo con gente por doquier en sus calles, pantallas gigantes, carteles de neón con letras imposibles, tiendas enormes...y todo tan llamativo. Mañana para Kyoto! Un saludo! Etapas 7 a 9, total 20
Kyoto
A eso de las 9 bajamos para dejar la llave del hotel y largarnos hacia la parada de Tokyo en donde pillaríamos un Shinkansen hasta Kyoto. El hotel de Tokyo es un zulillo, pero como mínimo está limpio y bueno, está en una zona bien comunicada, a pesar de que nos comemos siempre unas paradas de metro hasta pillar la línea de la Japan Rail, que es la que tenemos gratis...en fin, por los 200 y pico euros por 5 noches tampoco vamos a pedir maravillas. *** Imagen borrada *** Llegamos a la parada de Tokyo y nos dirigimos hacia la zona de los trenes rápidos para sacar los billetes, la zona estaba a petar, como siempre y en casi todas las grandes paradas de esta mega-urbe. Una vez allí le pedimos dos billetes para Kyoto y nos comentó que si queríamos asientos reservados teníamos que esperar hasta las 14h...ni de coña, así que no pillamos billetes y simplemente nos fuimos hacia el andén 16 (tal y como nos había indicado) para subirnos en un tren de asientos “non-reserved” o lo que es lo mismo “tonto el último”. En el andén hay que fijarse en unas marcas en el suelo en el que se indica dónde posicionarse para entrar al vagón que a su vez está indicado en una pantalla, vagón 1, 2, 3 (el de fumadores), 4, etc. Nos pusimos en el 4 (los 5 primeros eran para los non-reserved) y vimos que eramos de los primeros...no teníamos muy claro si íbamos a pillar sitio pero de los primeros entraríamos, así que por intentarlo... Llegó el tren y se bajó una marabunta de gente y luego tocó esperar mientras empleados del tren le daban la vuelta a los asientos. Si, como ahora el tren va hacia el otro lado, pulsan una palanca en el suelo y giran los asientos para orientarlos hacia la dirección en la que se viaja, madre de Dios...y encima los limpian uno a uno, madre de Dios x 2. Por si acaso (y para no cometer la capullada de Nikko) le preguntamos a un buen hombre si ese era el tren de Kyoto a lo que nos contestó que sí. Cabe destacar que la gente de Tokyo nos ha ayudado muchísimo, son súper serviciales y, a pesar de parecer gente muy estirada y hermética, nos hemos encontrado con unas personas a las que si le preguntas cualquier cosa se desviven (literalmente) por ayudarte...desespera en ocasiones el ser tan (pero tan tan) correcto, ya que uno no está acostumbrado a que le den el cambio con las dos manos, le hagan una reverencia, le deseen que tenga un buen día, que vuelva...qué se yo... Llegó la hora de entrar al tren y pillamos asientos sin problemas. Ya no los dejaríamos hasta llegar a Kyoto por lo que el tema de reservar billetes quedó solventado...de todas formas mejor no arriesgar y en los próximos igual nos acercamos a la estación con antelación para reservar. El viaje fue comodísimo, el espacio entre el asiento que tienes delante y el tuyo es muy generoso, por lo que puedes estirar las piernas sin problemas. Lástima de la lluvia, que no nos dejó ver el monte Fuji desde el tren...intentaremos verlo para la vuelta. De todas formas, vimos paisajes muy chulos de arrozales, casitas, montañas...además, las nubes estaban tan bajas que a veces casi se juntaba con la niebla del suelo, lo que le formaba un paisaje precioso. Llegamos a eso de las 13h a la mega estación de Kyoto, un complejo enorme en el que decidimos comer ya que la guía recomendaba los restaurantes de la parte superior...y como no conocemos mucho la zona preferimos comer algo seguro. Subimos a la planta superior (una barbaridad de pisos) y nos metimos en un chino ya que los otros sitios estaban a petar (hacen cola en la entrada del garito y te van llamando)...los platos eran muy parecidos al Ni Hao de Sanvi, así que más o menos lo tuvimos claro...cerdo a la vinagreta con verduras y pollo crujiente con soja, cervecitas y adiós muy buenas...todo correcto y por 3000 y pico yens. Seguimos las indicaciones que Jordi nos había pasado en un mail para llegar al hotel pero como las calles son más largas que un día sin pan giramos por donde no tocaba y nos pasamos unos 100 o 200 metros del sitio del hotel...bueno, preguntamos a unos lugareños y muy amablemente nos indicaron de muerte el lugar...qué majos son los jodíos en serio, muy majos. Llegamos al ryokan....el sitio es acojonantemente bonito. La entrada principal es de madera (como la mayoría) y da paso a una recepción toda empedrada en el suelo, con jardines al fondo y unas mesas enormes de madera con tocones para sentarse...se estaba fresquito y una señorita nos trajo té fresco y nos hizo el checking, de mientras, le preguntamos sobre el sistema de transporte, los horarios, etc y nos lo explicó muy amablemente dándonos mapas e información. La luz tenue, lo ordenadito que estaba todo y limpio...bueno bueno, de lujo. Como no había sitio cuando reservamos, tenemos que cambiar de habitación uno de los días, pero vamos, sin problemas. Nos enseñó el lugar y luego nos dejó en la habitación...nos va a costar horrores dejar un sitio así...madre mía qué camas....5 días durmiendo en un tronco...casi lloramos. Sintiéndolo en el alma tuvimos que largarnos para visitar la zona de Gion y dar un garbeo por la zona, así que nos fuimos hacia la parada de bus que nos había indicado la chica del hotel, Nishi Honganji Mae, desde donde teníamos que ir a Shijo Horikawa y andar un poco hasta Shijo Nishinotoin para coger otro bus hasta Gion. El sistema de buses parece algo complejo, pero una vez que estudias el galimatías de líneas, colores y números se entiende más o menos...ahora sólo queda afinar la vista y el oído para que no te pases de estación y tengas que esperar o pillar otra combinación de buses para llegar a algún sitio. En la parada del bus conocimos a un canadiense muy salada que estuvo charlando con nosotros un rato, hasta que llegó el bus. Nos fuimos a meter por la puerta del conductor y el chaval nos dijo que se entraba por detrás (¿?¿?), al parecer aquí uno se mete en el bus y paga cuando se baja (?¿?¿?)...toma ya, yo creo que esto lo hacen para partirse el culo de los pobres occidentales porque saben que allí primero se paga y luego se pregunta. El canadiense (llamado X) resultó un tío muy simpaticote que trabaja en Osaka y que lleva dos años por estos lares (la gente pega unos saltos...)...nos indicó la dirección de la parada y nos despedimos...en la salida del bus llegó el segundo quede de los nipones. La máquina para cobrar tiene tres “entradas” por llamarlo así...una que parece un coladero, otra de monedas normal y otra de billetes. Los billetes cuestan 220 los adultos, por lo que como no tenía cambio metí un billete de mil en la ranura, cogí el chorro monedas y venga “hasta luego”...nooooooooo, quieto ahí, la ranura de los billetes es para cambiar moneda, ahora toca pagar los billetes...ah, ok. Pues meto una de quinientas por la ranura de monedas y “ok, see you”....nooooooooooo, quieto ahí (sudor frío y “qué cojones pasa aquí ahora?”), la de la ranura es para que te de monedas sueltas para poder meter el importe exacto...por el coladero! XD Incluso el conductor al final me pilló las monedas y las metió él en la hucha, qué grande...es lo que hay. Luego pillamos el bus hasta Gion, el 207 (le preguntamos a otro caballero por si acaso y el hombre estuvo a nuestro lado hasta que llegó, sólo faltó que nos subiera en el bus, hemos dicho que son muy educados?), conducido por Barry White encarnado en nipón (y con máscara de esas que llevan, como Toriyama en la Arale)...grandioso, cada vez que llegábamos a la parada el tío soltaba una frase muy gutural...muy Barry...con lo que acabamos medio cantando la de “you're the first...” con el cachondeo. Qué impresentables. Llegamos a la zona de Gion y decidimos serpentear las callejuelas. La zona es preciosa, pero tremenda tremenda...es un barrio de casas todas tipo ryokan, de madera oscura, clara algunas y jardines pequeñitos tipo zen...con farolillos por las esquinas y un aire muy clásico...incluso vimos algunas Geishas paseando por sus calles y gente detrás de ellas intentando sacarles fotos. A pesar de ser una zona muy turística, pudimos perdernos por sus inacabables callejuelas y estar solos la mayoría de las veces, llegando a un santuario que estaba vacío y en el que nos hemos sacado algunas fotos a la luz de los farolillos rojos...muy chulo. Precioso. Gion nos ha encantado. Algo más tarde regresamos hacia la calle principal y miramos algún sitio para cenar, estuvimos mirando varios sitios pero tenían pinta de ser algo carillos (claro que cenar en ese enclave es lo que tiene) hasta que encontramos uno que tenía unos precios bastante ajustados para el sitio y la zona. Nos metimos y cenamos cerdo a la pimienta, tempura de pescado y verduras y shimbashi al teriyaki, regándolo todo con agua....es broma, con cerveza. Unos 4000 y pico yens la cena. El sitio muy bonito, con tatamis de madera, suelo empedrado y luz tenue mientras el cocinero hacía los platos delante tuyo...el nombre imposible, todo en japo. Salimos y como nos gustó tanto la zona nos comenzamos a meter por callejuelas (ya fuera de Gion). Hay cientos, miles de bares y tiendas por calles muy estrechas en la que hay gente para parar un tren pero que se camina sin problemas (a pesar de ser hora punta). Algo cansadetes decidimos volver al ryokan (oooh que pena...) así que pillamos el 32 que nos llevaría hasta la parada de Omiya Gojo, esta vez sin Barry, lástima. Cuando bajamos nos situamos en el mapa y caminamos calle abajo pensando que llegaríamos al templo de Nishi Honganji Mae pero al rato vimos que por ahí no tenía pinta de aparecer el templo...revisando el mapa nos dimos cuenta que estábamos en la calle de al lado de la parada en la que debíamos haber ido...la madre que... Bueno, preguntamos a un taxista por la parada en cuestión y nos dijo que estaba algo alejada...aquí dos o tres intersecciones son distancias enormes y como coger el bus (con transbordo incluido) nos costaría casi lo del taxi decidimos ir en el taxi hasta el hotel. El trayecto fue rápido y nos salió por 800y. Ale, ya hemos probado los taxis. Muy cómodos, con un GPS enorme y con unos pañuelos en los asientos como los que tejen las abuelas. Mañana toca templos!. Un saludo!. Etapas 7 a 9, total 20
Kyoto Día 2
Dormimos como Dios. Ya era hora de pasar una noche en condiciones. Bajamos a eso de las 8 para desayunar en el ryokan, ya que nos ofrecieron por 400y un menú de sándwich, café y zumo y tenía buena pinta. Una vez almorzados decidimos irnos hacia el pabellón dorado Kinkakuji, al norte de Kyoto. Para llegar a él pillamos el bus (ya dominamos las combinaciones) con un bono que sacamos por 500y cada uno y que nos sirve par viajar por toda la red de paradas (excepto algunas indicadas en el mapa) de forma ilimitada durante un día. Nada más llegar a la parada de Kinkankuji-Michi ya vimos que un montonazo de gente se metía en el complejo, pintaba muy guiri el asunto, pero evidentemente es lo que nos vamos a encontrar en casi todos los sitios. Atravesamos un pequeño claro y sacamos los tickets para acceder, 400y cada uno. Nada más pasar la puerta de entrada y al girar un poco a la izquierda te topas de lleno con el edificio dorado, flotando en mitad de un estanque de agua y rodeado de vegetación. La foto de postal. El reflejo en el agua le da un aire muy a lo templo dorado de Amritsar aunque en marcos diferentes, pero nos recordó mucho. Estuvimos haciendo un huevo de fotos desde una parte en la que tienen al “ganado” deleitándose de las estupendas vistas (lástima de la época del año, en la que no luce el follaje como en otoño o primavera probablemente). Luego nos movimos y atravesamos unos jardines mientras a nuestras espaldas quedaba el complejo, resultaba difícil no girarse para echar esa foto desde otro ángulo, el templo es precioso la verdad, laminado en oro en su parte superior y con el típico estilo japonés en su parte baja, de madera. ![]() Paseamos a través de jardines, llegando a una casita del té en mitad de los árboles y alguna tienda que otra de souvenirs, atestada de gente. Salimos del recinto y pillamos el bus para seguir nuestra ruta de templos del día, ahora tocaba el Ryoanji, a un kilómetro de distancia más o menos. Accedimos al templo (500y cada uno, aquí no vale la jugada de estudiante, son demasiado listos!) después de pasar los jardincillos de turno y al poco nos encontramos con la sala principal y la mayor atracción del lugar, un jardín seco (kare-sansui) en la que 15 rocas descansan sobre un “mar” de arena. El sitio es hipnótico y a pesar de estar bastante lleno de gente no hay problemas en sentarse (hay que descalzarse al entrar en la mayoría de sitios) y dejarse llevar por el rollo zen, además la gente es bastante respetuosa y no arman excesivo jaleo, con lo que la experiencia gana enteros.....las líneas que trazan la arena perfectamente colocada y bordeando las rocas como si fueran pequeños islotes te dejan ko...a Eli tuve que decirle unas cuantas veces que teníamos que seguir. Además del famoso “jardín”, la estancia tiene otros jardines muy cuidados y que pasear por ellos resulta bastante gratificante, sobre todo cuando uno pierde al grupillo de turno y queda envuelto en el “silencio” de las chicharras. El siguiente lugar que queríamos visitar, más que un templo es un lugar, el bosque de bambú que queda al norte del templo de Tenryu-Ji, algo más alejado y ya en el distrito de Arashima (pero en la parte noroeste de todas formas). De nuevo pillamos bus y nos dejó en la misma puerta del sitio (esto está preparado para subir al bus, bajar bus, ver templo, fliparlo, comprar souvenir, subir bus....)...como no teníamos muy claro donde quedaba la zona del bosque de bambú preguntamos a la recepcionista del sitio y nos dio un mapa en el que indicaba que estaba en la parte norte del templo...ya que estábamos decidimos entrar, atravesarlo y ver el bosque. Antes decidimos comer algo en unos puestos que habían al cruzar la calle, vendían unos fideos y unas crepes que llevaban creemos prácticamente un 80% de los alimentos que existen en el planeta (no sabemos como hizo para meter ahí tal cantidad de cosas el jefe) por unos 500y cada plato (y 300 la birra!)...nos pusimos hasta las cejas, los platos eran bastante generosos y estaban buenísimos. Ya comidos nos metimos en el templo y dimos con una estancia en la que te podías meter en una habitación enorme toda con tatami en la que las puertas de papel de arroz típicas japos estaban abiertas y daban a los jardines...las vistas y la sensación merecían que nos sentáramos un buen rato por ahí tirados mientras disfrutamos de unas vistas a los jardines y al estanque muy idílicas. Por cierto, al entrar te dejan unas zapatillas no aptas para quien tenga más de un 40. Después nos fuimos atravesando los jardines y llegamos a la parte norte, salimos y vimos un bosquecillo de bambú que nos desilusionó bastante....pensábamos que estaríamos envueltos por todos lados pero tan sólo era en una parte del templo....pero eso cambió al salir por la entrada norte. De golpe nos encontramos en un sendero sin apenas gente y con árboles de bambú por todas partes, la sensación era tremenda, increíble....una de las cosas que más me apetecía era mirar hacia arriba y ver como el bambú crecía por todos lados dándole al tema una atmósfera muy a lo samurai. Grandioso. Parecía que en cualquier momento aparecería por ahí un Ronin pegando espadazos. De cine. El objetivo del ojo de pez echaba humo. Caminamos un buen rato y miraras donde miraras veías interminable bosque con bambúes de tallo enorme y que se perdían hasta donde alcanzaba la vista. Salimos del bosque y mientras regresábamos hacia la zona de la calle principal (llevábamos ya un buen rato solos) nos topamos con otra de las cosas que nos hacía gracia ver, un cementerio típico japo. Alucinante. De golpe nos vimos envueltos por todas partes de las típicas “lápidas” de forma vertical y con los símbolos japos garabateados, todas forman un paisaje precioso y lleno de pequeñas tablillas, flores, incienso, pequeños cuencos de agua...vimos a gente lavando algunas (compran un kit de cubo y cazo y lanzan la “cazada” sobre la lápida) y nos perdimos por la infinidad de pasillos estrechos... Ni qué decir tiene que tuve que sacar a Eli a rastras de nuevo de ese lugar porque el tema le pirra. Seguimos caminando y vimos algunas casas que tenían incluso las lápidas en su jardín o en la misma puerta, de friki. Ya en la calle principal compramos un dulce de arroz al vapor caramelizado (no tenía ni idea de qué era, pero nos enteramos más tarde en la velada del día) que estaba de muerte y nos fuimos con el bus hasta la misma estación que tenemos justo al lado del ryokan. Después del tute “templario” decidimos enviarle un mail a Jordi para quedar uno de estos días que estamos por aquí y hacer una cenita, al final decidimos quedar para esa misma noche. A eso de las 8 nos reunimos en la puerta del Ryokan, Jordi, su mujer Mikiko y nosotros dos. Nos hizo mucha ilusión después de tantos correos de intercambio con información (conseguimos el ryokan gracias a que nos pasaron la información ellos) el conocernos por fin, es algo muy especial encontrarte con alguien conocido en un lugar tan remoto. Nos comentaron qué tipo de comida nos apetecía para la cena y como no era cuestión de pedir pan con tomate y jamón serrano pues decidimos entre todos ir a un sitio al norte (o eso creemos, porque callejeamos tanto que casi me cojo al brazo del amigo para volver por miedo a perdernos) en el que se tapeaba bien. Mikiko desapareció durante un momento y cuando llegamos al lugar estaba en la puerta haciendo cola (nah, se adelantó en bici para intentar pillar sitio)...como había mucha gente nos llevaron a otro lugar en el que lo flipamos bastante. De golpe Jordi se para, me señala un cartel y me dice “ahí pone cañas de cerveza”...miramos hacia la derecha en donde se supone que señalaba y tan sólo vimos un parking....ya estábamos pensando en salir pitando de allí cuando vimos que hablaban con un señor y les decía que lo siguiéramos...bajamos por unas escaleras (yo iba pensando en las pelis esas en las que los chinos ponen locales ilegales del juego) y nos topamos con un restaurante...”este tiene que ser bueno” pensé. Al grito unísono de “bienvenidos” (lo grita hasta el gato al entrar) nos metieron al fondo del local en unas mesitas rollo tatami con el fondo abierto para meter las piernas que estaba de muerte, un sitio muy chulo y separados por unos biombos mientras a los lados la juventud se ponía ciega (literalmente, porque más tarde veríamos a unos tíos tendidos panza arriba en el sitio) de comer y beber. La velada fue estupenda, lo pasamos en grande y nos reímos como nunca (sobre todo ellos, que se lo pasan teta con nuestras calamidades!). Comimos un porrón y medio de pinchos de todo tipo, de cebolla rebozada, raíces de Loto, pollo, cerdo....tendones de pollo (mamón!, el tío se esperó a que nos los comiéramos para decirnos lo que era!) y bebidas de lo más extraño como gaseosa con leche (que está que te cagas) y alcoholes varios...y digo varios porque cenamos con birras y un combinado que toma Jordi (que me pedí porque estaba de vicio, ya me recordará la mezcla) y de golpe apareció el camarero con una hoja en la que aparecía las caras de los trabajadores del local y unas hojas para que escribiéramos un número (¿?¿?). Al parecer era para escoger al más guapo del local o para ver si éramos capaces de reconocer al que nos había servido...dimos en el clavo y nos tocaron bebidas gratis...unos combinados que nos tomamos mientras charlamos (bueno, en realidad nos tiramos hablando desde que salimos del hotel) sobre el país, los viajes, la cultura en general japo e historias propias. La verdad es que nos resultó muy gratificante y aprendimos un huevo de cosas de la mano de dos personas que viven en sus carnes esta peculiar cultura....la historia de la moto fue grande. Nos llevaron hasta el hotel y nos hicimos algunas fotos por la calle y en el hotel para enviárselas también a Iolanda, que sabemos le hará ilusión vernos con su amigo de la infancia. (que lo hayamos visto nosotros antes que tú....) Muchas gracias a los dos por la estupenda velada, y chin-chin! Mañana Kobe y Osaka. Un saludo!. Etapas 7 a 9, total 20
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