IRLANDA 2010: COSTA ESTE, TRALEE Y PENINSULA DE DINGLE ✏️ Blogs de Irlanda

Nuestro viaje comenzó en el aeropuerto de Barajas, con susto incluido (como nos suele suceder en casi todos los viajes). Cuando compramos los billetes en la página de Iberia.com nos pidieron elegir los asientos para el vuelo de ida (por ser tarifa reducida, en vez de básica). Nosotros pensábamos que esto ya era suficiente así que no hicimos el checking on line el dia anterior, como habitualmente hacemos, y fuimos tan tranquilos al aeropuerto el día del vuelo. Llegamos a Barajas más de dos horas antes del vuelo y miramos en los paneles de información para ver en qué mostrador teníamos que facturar pero el vuelo todavía no aparecía. Esperamos durante una hora y el vuelo seguía sin aparecer así, que extrañados, fuimos al mostrador de atención al cliente. Nos dicen que podemos hacer el checking en las máquinas y facturar en cualquier mostrador. Así que así lo hacemos... Para nuestra sorpresa la máquina nos pide elegir asientos y vemos que no hay dos asientos juntos. Nos empezamos a mosquear y vamos a uno de los mostradores a explicarles lo ocurrido. Allí nos dicen que los asientos que teníamos asignados al comprar los billetes no son válidos hasta que no haces el checking, que son solo una pre-reserva, por lo que ya habíamos perdido nuestros asientos. Y nos confirman que no hay dos asientos juntos en todo el avión. Mi pareja tiene pánico a volar por lo que la idea de volar solo le aterrorizaba. Nos dicen que hablemos con la tripulación, para ver si nos pueden dar alguna solución. Así que, al embarcar, hablamos con el sobrecargo. Tengo que decir que se portaron de maravilla con nosotros. Al final, se las apañaron para que mi pareja y yo pudiéramos viajar juntos, algo que fue un gran alivio. Pero el susto no nos lo quitó nadie... Así que ya sabéis, si compráis tarifa reducida, nunca os confiéis con los asientos y hacer siempre el checking con antelación.

A las 14:00, con lágrimas de alegría en mis ojos, llegamos al aeropuerto de Dublín. Para mí, regresar a Irlanda es como regresar a casa y no puedo explicar con palabras la alegría que siento cada vez que vuelvo a este país. Tras recoger las maletas, salimos del aeropuerto y nos dirigimos al mostrador de Aircoach, situado justo en la entrada, para coger el autobús que nos llevaría a Dun Laoghaire. La compañía Aircoach ofrece servicios desde el aeropuerto a distintos lugares del condado de Dublín y de Wicklow, además de Cork y Belfast. En nuestro caso tuvimos que coger el autobús Aeropuerto- Dalkey, que sale cada hora. El trayecto nos costó 8 euros y duró sólo 45 minutos.

www.aircoach.ie/


Lo primero que hacemos al llegar a Dun Laoghaire es buscar nuestro Bed and Breakfast: Lynden House. Es un sitio muy agradable... la habitación no era muy grande y el baño era muy pequeño. Pero nos gustó y estuvimos muy a gusto allí. Los dueños son muy amables y simpáticos y María cocina unos desayunos abundantes. Aun recuerdo su delicioso pan frito Además está muy bien situado, en una calle tranquila, y a escasos 10 minutos del centro.

Esa tarde estuvimos dando un paseo por Dun Laoghaire. El pueblo en si no tiene mucho que ver (por no decir nada). Cuatro calles, algunos pubs, un centro comercial, la iglesia y el puerto. Pero es un lugar que está muy bien situado para hacer excursiones por la zona. Está sólo a 20 minutos en Dart de Dublín y muy cerca también del condado de Wicklow. Si no quereis alojaros en Dublín y preferís un lugar más tranquilo y barato, pero que os permita moveros por la zona, os aconsejo Dun Laoghaire. Tras pasear por el puerto, buscamos un sitio para cenar y encontramos un pub en el que el que pude comer un lenguado riquísimo y nada caro.

Hablando de comidas y precios tengo que decir que, a pesar de lo que pueda parecer, comer en Irlanda no resulta tan caro. Si aprovecháis bien los desayunos de los bed and breakfast podéis pasar hasta la cena con poca cosa. Además, si pedís, por ejemplo, un sándwich para comer suele venir acompañado con verduras o patatas por lo que por poco precio no os quedareis con hambre. Y para la cena, normalmente es suficiente con un plato, que suele ir acompañado siempre de patatas y verduras. Nosotros nos solíamos pedir un postre para compartir entre los dos, porque no nos veíamos capaces de comer uno cada uno. En los pubs , normalmente, se encuentran buenos precios... sobre todo si pedia los "especiales del dia", que hay en la mayoria de los sitios. En cuanto a la bebida, el agua es carísima. Nos cobraban casi 3 euros por botellas de ¼ de litro. Así que, después de unos días, decidimos pasar al plan B: pedir jarras de agua del grifo que salen gratis. (allí no lo ven extraño y te la ponen sin problema). No nos gusta hacer eso en los viajes, por miedo a que el agua del grifo nos pueda sentar mal al estómago. Pero, viendo lo que costaba el agua, decidimos arriesgarnos... y nos fue bien.

El día siguiente lo pasamos en Dublín. Cogimos el Dart por la mañana y en 20 minutos estábamos en el centro de Dublín. El Dart es el tren de cercanías que recorre toda la costa de Dublín y llega hasta el condado de Wicklow. Funciona muy bien y tienes trenes cada 10 minutos. Nosotros nos pasamos los cuatro días que estuvimos en esa zona moviéndonos en el Dart de continuo. Nos bajamos en Pearse Station y empezamos nuestro recorrido en Merrion Square... preciosa plaza y parque en la que hicios un amigo inesperado: un petirrojo De ahí fuimos, rodeando el St. Stephen Green, hasta St. Patrick Catedral. Gracias a los descuentos de los que habla Miume en su diario, nos ahorramos casi dos euros en cada entrada. Tengo que decir que la catedral nos decepcionó un poco. No está mal y es una visita interesante pero la verdad es que nos dejó un poco “fríos”. De allí fuimos dando un paseo hasta Christchurch (no entramos dentro), el castillo (no es un castillo realmente sino un palacio), al que tampoco entramos pero sí pudimos visitar una pequeña capilla que hay en uno de los laterales, en la parte que queda del “castillo antiguo”. De ahí fuimos a Temple Bar y encontramos un pequeño café donde comimos un sandwich y un bagel deliciosos. Recorrimos el barrio, que nos gustó mucho y en el que había muy buen ambiente (con actuación callejera incluida).


Nota: después de 3 años hemos descubierto que estos chicos se han ido haciendo un hueco en el panorama musical con el nombre de Hudson Taylor.

Pasamos por delante del Trinity College y llegamos a Grafton Street. Al pasar por delante de Molly Malone nos encontramos con un numeroso grupo de españoles cantando la famosa canción... Nos compramos un muffin de chocolate en Bewleys (la cafetería más famosa de Dublín) y, cansados de tanto paseo, nos fuimos al St. Stephen Green a sentarnos y descansar. Esa tarde habíamos quedado para cenar en Bray (condado de Wicklow) en casa de unos amigos irlandeses, asi que cogimos de nuevo el Dart en Pearse Station hasta Bray. Y por la noche, de nuevo el dart desde Bray hasta Dun Laoghaire.

A la mañana siguiente, volvimos a Bray para encontrarnos con nuestra amiga y ella nos llevó a visitar Glendalough. Glendalough es un antiguo asentamiento monástico, del siglo VI... un lugar precioso y mágico y, para mí, uno de los lugares más especiales que he visto en Irlanda. Si esquivas a los turistas, es muy tranquilo y tiene unas vistas espectaculares. Primero estuvimos un rato viendo la famosa torre circular, el cementerio, la iglesia, etc que hay en la entrada. Y después nos fuimos al Lago Superior. Desde allí hay unas vistas espectaculares del valle... Si cogéis un paseo que hay a la derecha del lago podréís ver a lo lejos la “St. Kevin´s Bed”, una cuevita en la que se supone que se recluyó St. Kevin cuando Glendalough se empezó a llenar de sus seguidores.


Por la tarde, fuimos a Powescourt (también allí os podéis beneficiar de los descuentos). Comimos en la cafetería (bastante cara) y dimos un paseo por los jardines. Powerscourt es un lugar interesante y las vistas son fabulosas, pero no le encontramos la magia que se siente en otros lugares de Irlanda. Un poco "pijo" para nuestro gusto. Y nos puso un poco de mala leche pensar que todo eso pertenecía a una sola familia... Desde hace unos años, han restaurado la antigua mansión y ahora es una tienda, en la que podéis encontrar todo tipo de productos (bastante caros, también): ropa, juguetes, comida, decoración, etc. Lo que más nos llamó la atención fue el cementerio de mascotas. Si os fijáis bien podéis ver hasta una vaca...

En nuestro último día en esta zona nos fuimos (también con el Dart) a Dalkey. Nos encantó este pueblecito. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al castillo. Realmente no es un castillo, sino una torre defensiva. Antiguamente había en Dalkey 7 torres similares... Ahora sólo quedan dos. En una de ellas, han hecho un centro interpretativo y ofrecen visitas teatralizadas. Días antes de ir, me puse en contacto con ellos por email, para ver si se podía visitar ese día (es conveniente preguntar antes porque, a veces, tienen visitas de grupos y lo cierran al público) Me dijeron que por la mañana había un grupo pero que por la tarde podíamos ir sin problema. Aun así, cuando llegamos a Dalkey decidimos ir al castillo para preguntar si las entradas las podíamos comprar entonces o debíamos esperar a la tarde. Para nuestra sorpresa, nos dicen que podemos realizar la visita en ese momento y que, por ser algo así como una “free morning” nos saldría gratis (por la tarde tendríamos que pagar). Así que, evidentemente, decidimos hacer la visita en ese momento (por cierto, las visitas son cada 30 minutos). Tuvimos la gran suerte de que a esa hora no había nadie más esperando, por lo que pudimos disfrutar de la visita nosotros solos. No os contaré en qué consiste para no fastidiar la sorpresa si alguien quiere hacerla. Solo contaros que pudimos ver las ruinas de la antigua iglesia de St. Begnet y el cementerio, entrar en la torre y subir hasta arriba... Nos lo pasamos fenomenal con los actores. A pesar de nuestro nivel de inglés, se les entendía bastante bien y ellos se esforzaron para que les entendiéramos sin problema.

Tras visitar el castillo, dimos un paseo por el pueblo, comimos en una cafetería y fuimos a unos de los dos puertos que tiene Dalkey, el Coliemore Harbour. En la calle que lleva al puerto pudimos alucinar con las mansiones que se veían. En Dalkey tienen sus mansiones mucha gente rica y famosa... El Coliemore Harbour es un puerto muy pequeñito pero que, antiguamente, fue uno de los más importantes del pais. Nos encantó el lugar... Desde allí se puede ver la isla de Dalkey, con las ruinas de la iglesia de St. Begnet (siglo VII) y una torre Martello. Las torres Martello eran 26 torres circulares que se levantaron para defenderse contra los ataques napoleónicos. Varias de ellas de pueden ver todavía por toda la costa de Dublín. Están a una distancia visible unas de otras porque, antiguamente, las utilizaban para enviarse mensajes. En el puerto hay un catalejo (gratuito) con el que se puede ver toda la isla... la torre, la iglesia y la fauna que la habita: un montón de aves y algunas cabras. Según los paneles, también hay conejos, aunque nosotros no llegamos a verlos.


Nos hubiera gustado ver el otro puerto que hay en Dalkey, pero habíamos quedado para cenar en Dun Laoghaire y queríamos descansar un poco antes y hacer la maleta. Así que nos volvimos al Bed and Breakfast hasta la hora de cenar.

Al día siguiente dejamos Dun Laoghaire para viajar hasta Tralee. Cogimos primero el Dart hasta Conolly Station, en Dublín. De allí teníamos que ir hasta Heuston Station. Para ello cogimos el Luas (tranvía). Justo a la salida de Conolly Station te encuentras con la parada del Luas y con las máquinas para comprar los billetes. El trayecto dura unos 15-20 minutos y el precio son 1,5 euros por persona. Al llegar a Heuston Station, nos dirigimos a las máquinas para imprimir nuestros billetes. Para los que queráis viajar en tren por Irlanda, os aconsejo que compréis los billetes con antelación en la página http://www.irishrail.ie. De esta forma os saldrán mucho más baratos. Podéís elegir entre que os manden los billetes a casa (es bastante caro) o recogerlos en la estación que vosotros elijáis. Solo tenéis que escribir en la máquina el número de reserva y se imprimen los billetes. También os aconsejo llevar un cojín porque los asientos son bastante duros. .. Mientras esperamos al tren compramos un par de sandwiches para comer durante el viaje. El viaje hasta Tralee dura 4 horas y hay que hacer un transbordo en Mallow.

Llegamos a Tralee a las 15:00 y vamos a buscar nuestro hotel: el Tralee Townhouse. Está en el centro de Tralee, a unos 10-15 minutos andando de la estación de tren y autobús. La primera sorpresa fue que el hotel estaba cerrado y había una nota en la puerta en la que decía que el responsable de recepción volvía a las 17:30. Hasta entonces, se puede ir a una inmobiliaria que hay en la acera de enfrente y preguntar allí. Con asombro, nos dirijimos allí... La chica que había me pregunta el nombre y me acompaña al hotel para darnos la llave de la habitación. La primera impresión no fue ni buena ni mala, un hotel normalito (aun no sabíamos la noche que nos esperaba). Dejamos la maleta y nos vamos a dar un paseo por el pueblo. Tralee, la capital del condado de Kerry, no tiene nada de especial aunque parece un lugar agradable. Paseamos un poco por las calles del centro, vemos el monumento a los nacionalistas de Kerry, vamos hasta la iglesia principal (pero está cerrada y no podemos entrar). Nos hubiera gustado visitar el Museo de Kerry, pero eran ya las 17:00 y cerraban solo media hora después por lo que decidimos no entrar.


Lo que más nos gustó de Tralee fue el Ashe Memorial Town Park... Es un parque muy tranquilo y agradable. En él encontramos el jardín de los sentidos. Un jardín muy original con cinco esculturas con reminiscencias celtas (cada una dedicada a uno de los cinco sentidos). Desde allí, encontramos una entrada a otra de las iglesias de la ciudad, St. John the Baptist Church. Esta sí estaba abierta... entramos y nos encontramos dentro ¡¡¡¡¡con un bautizo!!!!! Ya habían terminado por lo que pudimos entrar sin problema. A mi me dio un poco de apuro pero nadie nos miró mal ni nos dijo nada, la verdad. Lo que más nos gustó de la iglesia fueron las pilas para el agua bendita: dos esculturas preciosas con forma de ángel.

Después de pasar un buen rato paseando y descansando en el parque decidimos buscar un lugar para cenar. Vemos varios menús de distintos pubs y restaurantes y, al final, nos decidimos por el Grand Hotel, que tenía menus a precios bastante buenos y con variedad. Para nuestra sorpresa, cuando ya nos habíamos sentado en la mesa y nos dan el menú, resulta que parte de él estaba cambiado (casualmente, los platos que queríamos pedir no estaban). Nos dio apuro irnos así que, a regañadientes, pedimos otra cosa. La cena no estuvo tan mal como parecía en un principio, aunque tampoco fue gran cosa y salimos un poquillo decepcionados. Ese sería el inicio de una noche... cómo decirlo... diferente. Decidimos irnos pronto a dormir, porque ese día habíamos tenido que madrugar mucho y estábamos cansados de las 4 horas de tren. Al rato de dormirnos, empezamos a oir gritos, carreras por el pasillo, golpes. El ruido duraría varias horas... Un grupo de adolescentes alojados en el hotel estaban haciendo de las suyas. Pensé en ir a dar aviso a recepción pero recordé que había un cartel en el que decía que no había personal desde las 10 de la noche hasta las 7 de la mañana... y, con mi nivel de inglés, no me veía capaz de salir y decirles cuatro cosas a los críos. El plato fuerte fue cuando empieza a sonar la alarma del hotel. Al poco empezamos a oir unos gritos de alguien echando una bronca monumental a los chavales. Al principio pensé que era algún huésped, pero luego pensamos que fue alguien responsable del hotel porque la alarma se paró... Por si fuera poco, aun tuvimos que aguantar que nos llamaran al teléfono de la habitación. Eso, por no hablar del ruido que se oía de fuera del hotel. Al estar en el centro de la ciudad, había varios pubs cerca, por lo que tuvimos que aguantar ruido durante toda la noche. La verdad es que no conservamos muy buen recuerdo de Tralee. Al menos, tengo que decir que el desayuno del hotel no estuvo mal y la atención de la camarera fue muy buena.

Al día siguiente viajamos hasta Dingle, donde pasaríamos los próximos cuatro días. Cogimos el autobús en Tralee y el viaje duró poco más de una hora. Al igual que hicimos con el tren, habíamos comprado los billetes con antelación por internet en la página www.buseireann.ie Os recomiendo comprarlo con antelación porque, al igual que en el tren, las tarifas son bastante más baratas. Pero aquí os tengo que comentar algo para los que lo hagáis... Tened cuidado si compráis billete de ida y vuelta. Yo he comprado muchas veces billetes de Alsa por internet en España y para viajar no tienes más que presentar el email de confirmación que te envían, sin necesidad de imprimir ningún billete (tanto para la ida como para la vuelta). Bueno, pues en Irlanda no es así... Unos días antes de viajar, contacté con Bus Eireann por email porque, al realizar la compra de los billetes, no te piden que elijas ningún autobús concreto, solo la fecha del viaje de ida. Me contestaron que no había problema, que podía viajar en cualquier autobús que fuera de Tralee a Dingle en el día que yo había elegido... y que la vuelta la podía hacer en cualquier autobús y horario, siempre que fuera dentro del plazo de un mes. También me dijeron que podía viajar entregando el email de confirmación al conductor. Pues bien, resulta que para la ida sí fue así y no tuvimos ningún problema. Le entregamos al conductor el email y éste escribió los números del código de reserva en una máquina... y nos dio un billete. Nuestro error fue pensar que para la vuelta sería igual. Pero no, resulta que para volver tienes que presentar el billete que el conductor te ha entregado a la ida. El email de confirmación ,en este caso no te sirve de nada porque al introducir el número del código en la máquina le da error. Nosotros, como creíamos que nos valdría con el email de confirmación, perdimos el billete que nos dio el conductor. Y como consecuencia, tuvimos que comprar un nuevo billete en el autobús de vuelta... bastante más caro que el que habíamos comprado por internet.

Durante el trayecto de Tralee a Dingle pudimos observar cómo el paisaje iba cambiando por momentos y entrábamos en una zona mucho más rural, montañosa, con carreteras estrechas llenas de curvas, ovejas por todas partes y paisajes espectaculares. Por decirlo de alguna manera, sentimos que entrábamos en la auténtica Irlanda... La península de Dingle es una de las zonas conocidas cono Gaeltach... zonas en las que se ha conservado la cultura irlandesa y su idioma. Es habitual que muchos estudiantes vayan a estas zonas para aprender el gaélico.

Llegamos a Dingle al mediodía y fuimos a buscar el Bed and Breakfast: Coastline Guesthouse... el mejor alojamiento en el que hemos estado. La casa está fenomenal situada, en un calle muy tranquila, a 10 minutos andando del centro de Dingle. Después de la experiencia de Tralee, el lugar nos pareció perfecto, cerca de todo pero lo suficientemente lejos como para no oir ruido. Está justo delante de la bahía por lo que las vistas son espectaculares. Un lujazo abrir el ojo por la mañana y encontrarte con esas vistas desde la habitación, la verdad. La habitación era enorme, limpísima, cómoda y bien decorada y el baño bastante grande. El desayuno genial, con varios menus para poder elegir... Nos encantó el lugar.

Dingle nos pareció un pueblo precioso. La pega es que hay muchos turistas. Supongo que en Agosto tiene que resultar igual un poco agobiante. Pero en Septiembre se estaba tranquilo... Es un pueblecito muy agradable, con todas las fachadas muy bien pintadas y cuidadas, muchos pubs (algunos tienen música en directo todas las noches), tiendas muy bonitas. Hay bastantes tiendas típicas de souvenirs pero también tiendas de artesanía, galerías de arte... Está situado en el interior de la bahía de Dingle, rodeado de montañas, y las vistas son fabulosas.


Durante la primera tarde, nos dedicamos a pasear un poco por las calles del pueblo y relajarnos. Y descubrimos algo muy curioso. En una de las calles hay una placa dedicada a un acuerdo firmado el 28 de Abril de 1529 entre el Conde de Desmond y un enviado de Carlos V. Según este tratado, se incorporó gran parte del suroeste irlandes a la corona de los Habsburgo, por lo que se supone que esta zona fue española en su día y según decía la placa, sus ciudadanos tenían los mismos derechos que los de los territorios españoles, austriacos y holandeses. Otro secreto escondido de Dingle es un arbol tallado, junto a la iglesia de St. Mary. Se llama el Arbol de la Trinidad y muestra, junto a los símbolos de los Evangelistas, tallas de Cristo y la Virgen. El estilo de la talla es muy curioso, con reminiscencias del arte precolombino. El autor es Carlos Lizana Carreño que, según creo, es chileno.

Esa noche estuvimos cenando en el pub Murphy´s, uno de los más famosos y concurridos de Dingle, en el que comeríamos varias veces (cuando encontrábamos sitio). Si vais por allí os recomiendo que pidáis el cordero. Por menos de 30 euros, nos comimos cada uno un buen plato de cordero, con una salsa de carne riquísima y acompañamiento, y un plato de profiteroles con chocolate y nata. Una de las mejores cenas que hemos tenido en Irlanda...

A la mañana siguiente, hicimos un tour arqueológico por la península de Dingle con Scuird Archaeological tours. Antes del viaje, me puse en contacto con ellos para reservar el tour, pero me dijeron que en Septiembre no salen todos los días (necesitan un grupo mínimo de 6 personas), por lo que me aconsejaron llamar uno o dos días antes de hacer el tour. Yo, la verdad, no me veía capaz de mantener una conversación telefónica con mi nivel de inglés, así que fuimos a la oficina de turismo para ver si nos podían hacer el favor de llamar ellos. No hubo ningún problema y la chica que nos atendió llamó amablemente. Le dijeron que esa misma mañana tenían el tour y que, si queríamos, nos pasaban a recoger 10 minutos más tarde en la puerta de la oficina de turismo. Dijimos que sí y a los 10 minutos nos estábamos montando en la furgoneta al lado de Tim, nuestro guía. El tour nos llevó por la parte oeste de la península de Dingle y pudimos ver paisajes y playas espectaculares, los lugares donde se rodaron las películas “La hija de Ryan” y ”Un horizonte muy lejano”, el embarcadero de Dunquin, una placa dedicada a la Armada Invencible (con frase en castellano incluída), etc. Desde el punto de vista arqueológico vimos varias piedras Ogham, piedras talladas con una antigua forma de escritura celta; el Reask Monastery, un antiguo asentamiento monástico del siglo VI, y el Gallarus Oratory, el monumento arqueológico más conocido de la península de Dingle. El tour nos costó 20 euros por persona, duró 3 horas y mereció la pena. Quizá esperábamos ver más restos arqueológicos, en vez de dedicar tanto tiempo a ver paisajes, pero nos pareció muy interesante. La pena fue no tener más nivel de inglés, porque nos perdimos gran parte de las explicaciones de Tim...


Por la tarde, decidimos ir a conocer al habitante más ilustre de Dingle: Fungie. Fungie es un delfín que vive en la bahía de Dingle desde hace 27 años. Todos los días hay barcos que te llevan a verle. Tengo que decir que, al principio, éramos un poco escépticos y pensábamos que igual era el típico engaño para turistas. Aun así, decidimos coger el barco... Nos acercamos a la oficina que tienen en el puerto y ponía que el próximo barco salía a las 16:00 y que había que apuntarse con antelación. Así lo hicimos... El viaje dura una hora y cuesta 16 euros por persona (no te cobran nada si no se ve al delfín). Para nuestra sorpresa, Fungie apareció poco después. Estuvo un buen rato junto a nosotros, nadando y jugando. Era muy gracioso porque, durante un rato, estuvo nadando justo al lado del barco. Mientras el motor del barco estaba encendido, él nadaba y, cuando el motor se paraba, salía a la superficie para que le viéramos. Como es una bahía el viaje fue muy tranquilo... hasta que en el barco salió unos segundos a mar abierta y a mi casi me da algo. Tengo miedo a los barcos y aquello se movía de una forma exagerada. Por suerte, enseguida entró de nuevo en la bahía... La verdad es que fue una experiencia muy bonita y nos lo pasamos fenomenal.


Esa tarde, después de cenar en el Dingle Bay Hotel (no se cena mal y os recomiendo el Seafood Bake), estuvimos dando una vuelta por el puerto. Acababa de llegar un barco y estuvimos viendo cómo descargaban las cajas con el pescado. Y luego nos fuimos a escuchar música a uno de los pubs que hay enfrente del puerto. La verdad es que es un poco difícil elegir a cuál ir porque hay varios que ofrecen música a diario. En esta ocasión, la elección no fue muy acertada y la música era un poco aburrida (y mira que a mi me encanta la música celta).

La mañana siguiente la pasamos en el acuario. La entrada cuesta 12 euros y te vale para todo el día, es decir, puedes salir y entrar las veces que quieras. Lo que más nos llamó la atención del acuario es el “touch tank”, una piscina abierta para que puedas tocar a los peces. ¿Alguna vez habéis pensado que una raya pueda venir para que la acaricies? Pues sí... en el tanque había 5 rayas y 4 de ellas se acercaban a ti para que pudieras acariciarlas. Impresionante... Lo más asombroso era cuando estabas acariciando a una y venía la otra para recibir también su dosis de mimos. A las 14:30 podías ver cómo las daban de comer así que volvimos a esa hora, después de comer nosotros, para verlo. También hay un tanque con tiburones, aunque a mi personalmente no me gustan mucho. Os dejo un breve video de una de las rayas:



Por la tarde estuvimos dando un paseo, fuimos a ver el parque (muy pequeño y descuidado) y estuvimos mirando tiendas.

Y llegamos a nuestro último día en Dingle... Ese día lo dedicamos a relajarnos. Por la mañana, estuvimos viendo un antiguo convento en el que se exponen una vidrieras impresionantes, hechas por Harry Clarke. Las más bonitas que he visto nunca... Las vidrieras de este hombre son fácilmente reconocibles por sus colores y la profundidad de sus imágenes. Te dejan también ver un pequeño jardín en el que hay un cementerio, donde están enterradas las monjas, un pozo y una especie de templete japonés que nos encantó. En él se pueden atar trozos de tela para pedir un deseo... Es curioso lo que la gente llega a dejar con tal de pedir un deseo. Vimos calcetines, pañuelos de papel y ¡¡¡¡¡¡hasta fundas de móvil!!!!!! Por supuesto, nosotros también dejamos allí nuestro pequeño deseo.


Después estuvimos haciendo nuestras últimas compras de recuerdos y de comida para el viaje del día siguiente.

Por la tarde nos echamos una pequeña siesta, hicimos la maleta y nos fuimos a dar un paseo por el puerto y disfrutar por última vez de la impresionantes vistas que ofrece este pueblo. Cenamos y nos quedamos a escuchar de nuevo música en directo. En este caso, acertamos plenamente y la actuación fue genial. Un grupo llamado Atlantic Gales que nos encantó. Nos lo pasamos de maravilla.

Comentaros, para los que no os de miedo el barco, que desde Dingle también se puede hacer un eco tour de tres horas que te lleva a ver los alrededores y, si hay suerte, la fauna local (aves, focas, etc) o se puede coger el ferry a las islas Blasket, unas islas que estuvieron habitadas hasta los años 50 por una comunidad de escritores en lengua irlandesa. Yo no me atreví... Con lo que se movió el barco los escasos segundos que salimos de la bahía ya tuve suficiente.

A la mañana siguiente, después de dejar el bed and breakfast, fuimos a un cibercafé para realizar el checking para el vuelo del día siguiente (ya no nos quisimos arriesgar) y cogimos el autobús a Tralee, con el incidente con el billete arriba comentado. Allí subimos al tren para Dublín, nuevamente con transbordo en Mallow. Tras varias horas de viaje, llegamos a Heuston Station y allí cogemos el Luas hasta Busaras (la estación de autobuses). Nuestro hotel, el Juryss Inn Custom House, está a 5 minutos de allí. El hotel nos gustó mucho y, gracias a la reserva que hicimos por Internet, nos salió bastante barato (para los precios que habíamos visto en el centro de Dublín). La habitación era grande y estaba muy bien. Nos preguntaron si queríamos habitación en la parte delantera (con vistas al río Liffey) o detrás. Le pedimos la más tranquila posible. Y la verdad es que lo fue. Estaba en una calle lateral y tenía doble ventanal por lo que no oímos ningún ruido de la calle. El desayuno está bastante bien aunque nada que ver con los desayunos recién cocinados de los bed and breakfast. Era completo, pero tipo buffet...

Tras dejar las maletas, nos fuimos a dar un paseo por Dublín... O´Connell, GPO, etc . La vuelta a Dublín fue un poco “traumática”. Solo un día antes estábamos paseando por el puerto de Dingle, oyendo únicamente el sonido de las gaviotas. Y ahora estábamos en pleno centro de Dublín, rodeados de gente, coches, ruido... Nos agobiamos un poco, la verdad. Fuimos a cenar a Temple Bar y estábamos tan cansados que nos metimos en el primer sitio que encontramos. Gran error... Descubrimos tarde que era el clásico “señuelo” para turistas, con una comida no muy allá, sin ningún irlandés de cliente (pensamos que ni de camarero) y con un servicio francamente mejorable, en lo que al trato se refiere. Sin embargo, al estar cansados y hambrientos, decidimos quedarnos. De vuelta al hotel, pasamos por el O´Connell Bridge, desde donde pudimos ver una especie de casas de colores (iluminadas), que habían dejado flotando días antes en el río Liffey y que evocaban, según dijo el creador en la TV, la hospitalidad irlandesa. Una imagen preciosa.


A la mañana siguiente, después de desayunar, nos fuimos al aeropuerto. Cogimos el Airlink 747 en la estación de autobuses. El trayecto hasta el aeropuerto cuesta 6 euros y tarda unos 30 minutos. Ultimas compras y, a las 15:30, con casi 1 hora se retraso y una pena inmensa, dejamos Irlanda.