Noreste USA + un poquito de Canadá ✏️ Blogs of USA

Después de nuestro estupendo viaje del año pasado a la Costa Oeste, aún seguíamos con ganas de recorrer más zonas de Estados Unidos. Eso, junto a las tremendas ganas de volver a Nueva York (dónde ya pasamos una semana en 2007) hizo que en cuanto tuvimos fechas definitivas de vacaciones empezase la organización de nuestros 16 días por el noreste.

Como siempre desde hace ya unos añitos, todo organizado por libre y con la ayuda inestimable de los foros y diarios de Los viajeros

La ruta:
Día 1 – Madrid-Boston. Tarde visita Boston
Día 2- Salida en coche hacia Niágara
Día 3 – Niágara
Día 4 –Toronto
Día 5 – De Toronto a Lancaster (zona Amish)
Día 6 – Lancaster, Gettysburg y llegada a Washington
Días 7 y 8 – Washington
Día 9 – Washington – New York
Días 10- 16 – New York


No pudimos organizarlo con mucho tiempo de antelación, y además era agosto, así que la verdad es que ya partíamos de la base de que nada de gangas u ofertas. Miramos dónde podíamos recortar y dónde podíamos darnos algún caprichito ¡y a reservar!

Avión: Con Iberia, sin escalas, Madrid-Boston y NY-Madrid, 2015€ para dos personas.

Hoteles (pongo aquí solo los datos, y en cada etapa ya comentaré que nos parecieron):

Boston: Radisson Hotel (unos 200$ la noche)

Niágara: Radisson Hotel & Suites Fallsview (caprichazo! Habitación con Jacuzzi y vistas a las cataratas ¡impresionante! 240 $CAN x noche más tasas)

Toronto: Residence Inn Toronto Downtown/Entertainment District (189 $CAN más tasas)

Lancaster: Comfort Suites Amish Country (155$ más tasas)

Washington: L’Enfant Plaza Hotel (169$ las dos primeras noches, 99$ la tercera. Más las susodichas tasas!)

Nueva York: Library Hotel (sin dudarlo, y si me lo puedo permitir, volveré a este hotel si tengo la suerte de volver a Nueva York. Simplemente espectacular. En agosto 287$ la noche. En septiembre nos salió a 268$)

Coche:
Lo reservamos a través de ealquilerdecoches y nos tocó con National/Alamo. 5 días por 225 euros, un SUV intermedio, tipo Saturn Vue. Como lo recogíamos en Boston y lo devolvíamos en Washington, ya sabíamos que nos cobrarían otros 150$ como penalización. Cogimos por 6$ el pase de autopistas, que funciona como aquí el Teletac. Lo asocian a tu tarjeta de crédito, lo dejas en el salpicadero y pasas por el “fast track” en vez de en las colas de efectivo. Fue de mucha ayuda porque en la costa este hay muchísimos peajes. Me ha venido el cargo hace poco y fueron solo 26$.

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El vuelo correcto, se pasó bastante rápido con una película, siesta y una baraja de cartas. El paso por aduanas también bastante rápido y sin problemas.

El problema llegó cuando sólo una de nuestras dos maletas apareció por la cinta (se perdió la grande por supuesto) y me llamaron en megafonía… “lo sentimos mucho, su maleta no ha salido de Madrid” Grrrrrrrr Vamos a control de equipajes de Iberia y una señorita nos pide que rellenemos toda la información para enviarnos la maleta. Más problemas: no nos pueden asegurar si la maleta tardará uno, dos o tres días, con lo que no sabemos qué dirección dar porque vamos a movernos. El sistema informático no acepta poner una ruta y nos dicen en mostrador que es que “no es normal que estéis tan poco tiempo en cada sitio”, pues nada señorita, la próxima vez que planifique un viaje les llamo antes y me dicen ustedes cuanto tiempo consideran “normal” antes de cambiar de ciudad. Decidimos dar la dirección de Niágara, que nos pillaría si tardaban menos de tres días, y nos dan un teléfono al que llamar para hacer el seguimiento y avisar en caso de que nos vayamos de Niágara y la maleta no esté allí. No os aburro más con el rollo de la maleta, pero sí diré que el teléfono (de EEUU) que nos dieron era un contestador que te cobraban la llamada pero no conseguí que nunca me cogiera nadie, que la maleta llegó el último día de Niágara al hotel, pero en el seguimiento online constaba que aún no la habían ni localizado, y que después de poner la reclamación para que nos paguen los tickets de los gastos extras, aún estoy esperando respuesta de Iberia, quienes se niegan a atenderme por teléfono y me remiten sólo a la web. ¡A ver como acaba!

Una vez pasado el cabreo inicial de la maleta respiramos hondo y decidimos no amargarnos con el tema. Ya compraremos lo que necesitemos y al final seguro que llega. ¡Ya estamos en EEUU! Cogemos el shuttle de los rentacar en la puerta del aeropuerto y en 15 minutos estamos dentro de nuestro SUV automático. Traíamos el GPS de casa, así que la salida del aeropuerto y la llegada a Boston fue bastante fácil.

Al final, entre una cosa y otra, llegamos al hotel casi a las 5 ¡y solo teníamos esa tarde allí! Check in, dejamos la maleta, cambio de ropa express y corriendo a por la Freedom Trail.

La Freedom Trail es una línea roja, a veces pintada, a veces hecha con una fila de ladrillos rojos, que te lleva por el centro histórico y pasas por los lugares más emblemáticos de la ciudad. Hay trozos muy fáciles de seguir y algunos que tienes que echar mano del mapa porque cruza algún edificio que está cerrado en ese momento o algo parecido. Podéis descargar el mapa del Freedom Trail aquí.


Empezamos en el Boston Common, un parque enorme y muy agradable para pasear. Por supuesto ¡lleno de ardillas! Luego vimos la Casa del Gobierno, con su cúpula dorada, el monumento a Robert Could Shaw, el antiguo ayuntamiento y el Faneuil Hall Marketplace. Allí se encuentra uno de los dos bares de Cheers, pero este es la réplica y no paramos porque decidimos ir luego a cenar al original.


Yendo hacia la casa del patriota Paul Revere, nos encontramos en plena procesión en el barrio italiano. Paseaban una virgen muy curiosa a la que la gente le iba atando billetes a las cintas que colgaban de la imagen. Para amenizar la procesión, estaba la orquesta italoamericana de la policía de Boston.


Y como ya se nos estaba haciendo tarde, empezamos a andar hacia el bar original de Cheers. Son los exteriores de la serie, con la típica escalera que baja hacia el bar, y está en el 84 de Beacon Street. Sandwiches y hamburguesas que no defraudaron. En mi caso cayó el Sam’s Turkey Sandwich con una fresquita Coors light . También tienen una tienda de souvenirs dónde cayeron algunos enfriadores de cerveza.



Y se acabó nuestro primer día en tierras estadounidenses. A la mañana siguiente nos esperaba un largo camino en coche hacia Niágara, así que había que intentar descansar bien.

El hotel bastante bien. La habitación grande y lo mejor, muy bien situado, a dos calles del Boston Common, lo que era indispensable para nosotros al tener tan poco tiempo en la ciudad. Hay un parking público justo al lado que creo que nos costó unos 22$.

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Nos levantamos pronto sorprendentemente descansados y sin rastro de jet lag. Double expresso en Starbucks justo enfrente del hotel y empezamos los casi 750 kilómetros que nos separan de nuestro hotel en Niágara.

El camino, conduciendo los dos, no se hace demasiado pesado y tampoco encontramos mucho tráfico en esta ruta por la I90. Aprovechamos que vemos anunciado un Premium outlet en una salida para hacer unas compras de básicos que se habían quedado en la maleta perdida (zapatos de vestir Clarks por 50$! )y comer una hamburguesa rápida.
En el puente de la aduana tampoco encontramos mucho tráfico.

A media tarde llegamos al Radisson Hotel & Suites Fallsview. El parking está completo, por lo que la única opción es el valet parking (el botones se encarga del coche y te lo traen cada vez que lo pides durante tu estancia). Cuesta unos 25$ canadienses al día con las tasas incluidas y me parece que lo del self-parking prácticamente no funciona en temporada alta, porque siempre ponía completo.

Subimos a nuestra habitación y ¡alucinamos! A pesar de que no era un piso muy alto, la situación del hotel en lo alto de la colina hacía que tuviésemos unas vistas maravillosas desde nuestra ventana.




Como aún no ha anochecido, nos acercamos al paseo que bordea el río y las cataratas. Estrenamos ya nuestro pase para el shuttle de los hoteles, que creo que nos costó unos 10$ para los dos días, y hace una ruta circular por las principales calles, incluyendo la entrada al Maid of the Mist, casinos, etc. A nosotros las cataratas la verdad es nos impresionaron.






Ya nos moríamos de ganas de acercarnos más al día siguiente con el barco y en el Journey behind de falls. La idea era hacerlo por libre, pero vimos la oferta de Double Deck Tours, que tienen un kiosko de venta justo dónde para el shuttle (mirando al río, a la izquierda de las taquillas del Maid of the Mist) y preferimos cogerlo con ellos para ver más cosas y olvidarnos de coger el coche (el parking es escaso y caro). Creo que eran unos 70$ canadienses por persona y cogimos los tickets para las 10 de la mañana del día siguiente.

Esa noche cenamos en el Tony Roma’s, que está justo debajo del hotel. Aunque es especialista en costillas, esa noche no estábamos para más carne y nos comimos un pescado bastante bueno. Luego nos fuimos andando para el Fallsview Casino Resort (en la misma calle del hotel, 5 minutos andando) para disfrutar de nuestra primera noche de ruleta . ¡Esa noche la suerte no estaba con nosotros! Así que nos retiramos relativamente pronto, en cuanto las pérdidas llegaron al tope que nos habíamos marcado. Un tope que parecía ridículo ante las fichas que ponían en la mesa algunos (¡miles de dólares que desaparecían en un momento!) y nosotros con nuestra apuesta mínima para que nos durase el dinero más rato. Fue divertido volver al ambiente Las Vegas que habíamos vivido el año pasado, aunque en Niágara sea a menor escala.

También aprovechamos para sacar dólares canadienses de uno de los cajeros del casino, ya que por algún extraño motivo en el del hotel nos había dado error. En el casino, por supuesto, los cajeros funcionan estupendamente ¡lo que quieres es que saques dinero! Aunque en Niágara puedes pagar sin problemas con dólares americanos, siempre el cambio lo hacen a su favor, así que sale a cuenta sacar una pequeña cantidad para gastos que no vayas a pagar con tarjeta. No sé si fue por qué eran los cajeros del casino, pero la comisión fue mínima.

Y vuelta al hotel. Yo siempre cierro persianas y cortinas todo lo que puedo porque me cuesta dormir con luz, pero con las vistas que teníamos desde la cama, ¡cualquiera cerraba las cortinas!

Al día siguiente a las 9 estábamos esperando el shuttle que nos dejó al lado de las taquillas del Maid of the Mist, y por lo tanto de Double Deck Tours. Nos subimos al autobús rojo (dos plantas, estilo inglés) y empezamos el recorrido por el paseo hasta la zona de la presa. La guía nos fue explicando algo de historia de la zona, de las cataratas, ¡y de la gente que se ha tirado voluntaria o involuntariamente por ellas a lo largo de los años!

La primera parada en Journey Behind the Falls. Nos dejan a la entrada de los túneles, dónde nos dan nuestros impermeables y hay tres “miradores” dónde puedes ver las cataratas de cerca. El impermeable y la cámara de fotos acuática (o con funda impermeable) realmente se hacen necesarios. Uno de los miradores es más cerrado y permite buenas fotos, pero desde el más abierto, ¡podéis comprobar lo difícil sacar buenas fotos con esa especie de lluvia intensa!




Con la parte de debajo de los pantalones empapada, volvemos a subir al autocar y recorremos la parte contraría del río hasta el teleférico. Para mí el teleférico es prescindible. Te lleva al otro lado del río y de vuelta en el siguiente, que aunque está en la otra orilla sigue siendo canadiense.


Desde allí vimos lanchas que iban con turistas por los rápidos y eso sí que nos quedamos con las ganas de hacerlo porque parecía divertido. Si a alguno os apetece, en las taquillas del teleférico (cable car) tienen información sobre las lanchas.


La siguiente parada es en el Jardín Botánico, aunque solo para ver la alfombra de flores que los alumnos de la escuela de horticultura hacen cada año.


Y aquí acaba el tour. Te dejan otra vez en las taquillas del Maid of the Mist con las entradas, pero puedes elegir coger el barco en ese momento o a cualquier otra hora más tarde ese día. Nosotros paramos en los chiringuitos de hot dogs y nos fuimos directos a la cola de los barcos. Había muchísima gente, pero como hay varios barcos y están continuamente saliendo, no tardamos más de media hora en estar subidos. Otra vez te dan chubasquero y otra vez ¡es muy necesario! A nosotros la experiencia nos encantó, aunque sea un poco corta, es genial llegar casi debajo de las cataratas. Da más impresión verlo desde el paseo del río que desde dentro, ya que el barco se mueve menos de lo que parece.



Después de ver las cataratas tan de cerca, de camino al hotel paramos en la Skilon Tower para tener la vista opuesta, desde las alturas. No encuentro el ticket, pero creo que eran unos 10$ por persona. Sólo la subida a los miradores, sin la peli 3D.


Cogimos el coche en el hotel y ponemos rumbo a Niagara on the lake, un pueblecito a unos 15 minutos, que había sido la capital de Ontario y que conserva un aire muy “inglés”, con grandes mansiones, calles llenas de flores y sobre todo mucha tranquilidad, en contrapunto a Niagara. Paseamos más o menos una horita, parando en las pequeñas tiendas a comprar Ice wine (vino dulce famoso en la región) y enormes toffes de diferentes sabores. Si os interesa el vino, en la carretera de Niágara a Niagara on the lake hay varias bodegas donde hacen degustaciones y visitas.


De vuelta a Niágara, seguimos paseando esta vez por la zona de ocio más turística (Main Street, Ferry Street,…). Cenamos las mejores costillas a la barbacoa que he comido nunca y disfrutamos del ambiente, ¡una mezcla entre Las Vegas y Lloret de Mar! Restaurantes, clubs, atracciones para niños, museos freaks… y mucho, mucho, mucho neón.


Un ratito más de ruleta para acabar nuestra estancia en Niágara (¡esta vez tuvimos mucha suerte y salimos con algunas ganancias!) y a dormir para llegar descansados a nuestra próxima parada.

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