![]() ![]() URUGUAY, IGUAZU, MISIONES y BUENOS AIRES ✏️ Blogs de Uruguay
Iguazú, Uruguay, Río de la Plata, Misiones, Esteros del Iberá, gauchos y asados.Autor: Chungking Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (3 Votos) Índice del Diario: URUGUAY, IGUAZU, MISIONES y BUENOS AIRES
01: URUGUAY: MONTEVIDEO PARTE WAN
02: MONTEVIDEO, TERAPIA DE CHOQUE: BARRIOS DEL PRADO, SAYAGO, LAVALLEJA, ATAHUALPA
03: ARGENTINA: BUENOS AIRES: ESSTEEEEE!! PORTEÑOS POR UN DÍA, BÁAARBARO!!!
04: MÁS VALE UN IGUAZÚ QUE MIL PALABRAS
05: UN PUEBLO LLAMADO WANDA
06: DEL RIO PARANÁ AL RIO URUGUAY POR LOS ESTEROS DEL IBERÁ
07: NO LLORES POR MÍ ARGENTINA
08: MONTEVIDEO SUR: MARGEN DEL RIO DE LA PLATA y CENTRO
09: COLONIA????, NO!!!, PARFUM DU SACRAMENT!!!
10: MONTEVIDEO PARTE ZRI: PARQUE POSADAS Y FILMOGRAFIA URUGUAYA
11: COSTA ATLÁNTICA 1: LA POLIS DE PIRIA
12: COSTA ATLÁNTICA 2: PASTA DEL ESTEEEE, PERDON PUNTA.
13: COSTA ATLÁNTICA 3: SAN CARLOS, VALIZAS
14: COSTA ATLÁNTICA 4: CABO POLONIO
15: MONTEVIDEO, EL ADIOS
16: FIN DE DIARIO. ETAPA PARA MIS TUTORES: EXAMEN DE URUGUAYIZAMIENTO
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Etapas 4 a 6, total 16
![]() El vuelo de la compañía chilena LAN, sale a las 12'30, pero como despertamos a las 6 y media, esta vez tras abrir los ojos horrorizado porque soñaba que los argentinos me expropiaban los calzoncillos, tenemos tiempo de bajar al mismo bar con solera de ayer a desayunar las facturas (que mal suena eso), hacer la maleta pausadamente, subir a tomar un café a la terraza, decorada por algunos durante un viaje en LSD, y salir a la calle tranquilamente a agarrar el omnibus número 45 en dirección a la ciudad universitaria que circula por 9 de julio, y pasa por el aeroparque, donde se (cogennnnnn nooooo) agarrannnnnn los vuelos interiores entre el país. El autobusero, que tuvo pesadillas por la noche soñando con españoles que se hacían ricos con la energía de su país, le da la bronca a todo aquel que insiste con el timbre de aviso para bajar. Una joven lo toca cuando el omnibus está frenando ya en la parada, el chófer a punto de explotar le suelta una andanada de ladridos, la chica se mofa pulsando el timbre mientras baja los escalones, y el conductor al borde de un ataque de nervios, le gruñe que mañana ya puede ir esperando a que pare, si tiene que (cogerrrr noooo) agarrar su bus. La suerte que tiene la chica, es que los autobuses de la misma línea pasan juntos de tres en tres, por lo que si no coge el 45 del estresado, agarrará uno de los dos que vienen inmediatamente detrás. En el aeropuerto, ningún problema. El buen vuelo dura aprox 1h 45', y aterrizamos en Puerto Iguazú bajo un sol de justicia y una temperatura de mes de Agosto. No hay autobuses de línea, y para llegarte al pueblo a 22 kilómetros, solo prestan servicio taxis y unos microbuses que cuestan 30 pesos (5'5 euros), y que hacen un puerta a puerta dejando a cada cliente en el hotel correspondiente. Los billetes se sacan en unos escritorios que estas compañías tienen instalados en el vestíbulo del aeropuerto. El hotel está en el centro de PUERTO IGUAZÚ, cerca del meollo, y el micro nos deja los últimos tras haber repartido al resto de pasajeros, entre ellos una pareja de catalanes con los que hemos coincidido, y que continuarán aquí la odisea de 8 meses que llevan por América. ![]() Puerto Iguazú es un lugar fantástico de colores quemados al estilo centroamericano, con turismo, pero de cadencia lenta y encantador aire rural, aunque con más que suficiente actividad y animación, y que dispone de cualquier tipo de servicio: bancos, oficinas de turismo, centros comerciales, almacenes, etc. Las viviendas y comercios son bajas y de colores intensos, en calles empedradas que se pierden entre verde cerrado de vegetación selvática, en un lugar que es más grande de lo que parece ya que se expande hacia los extremos todo lo que da su territorio hasta la limitación por el río Paraná y la cercana frontera brasileña. El hotel a juego, ofrece los mismos tonos, crema intenso, verde y rojizo. Con dos áreas, una a cada lado de la calle, es un plácido hotel pulcramente cuidado, con los geniales bungalows alrededor de un jardín en una orilla, y la recepción, restaurante y habitaciones en la otra. La atención es magnífica, y te proporcionan con conocimiento, toda la información que se necesite saber del pueblo, de la provincia, actividades o lugares, y si dado el caso, no tienen la información, no tardan en recabarla por internet o poniéndose en contacto por teléfono. Un 10 para el petit hotel “Si mi capitán”, y su estupendo bungalow familiar de dos habitaciones, una de cama doble y otra con tres individuales, sala de estar, nevera, baño y bonito jardín. ![]() Pocas actividades hacemos más en el día, ya que guardamos las fuerzas para la visita que nos ha llevado allí. Unas vueltas por el pueblo, donde un viejo iraní exiliado nos embauca con su simpatía para esculpir nuestras caras en un trozo de barro mientras tomamos unas cervezas en una terraza, y unas compras en un supermercado para tener comida y bebida en el bungalow y para llevarnos mañana a las cataratas, puesto que los precios dentro del parque son desorbitados. Por la calle, niños de Wanda ofrecen descartes de amatistas descoloridas sin valor, vendedores deambulan con su artesanía, se levantan las persianas de los garitos de música preparándose para la hora de los buhos, y fuera del par de céntricas calles de ocio, la gente charla en las puertas de las casas o de los comercios, o pasea por la tierra de las calles del lugar. ![]() CATARATAS TRIBALISTAS Algo de psicosis seguimos viviendo con el tema de los problemas de entrada en Brasil para los españoles. Vamos por la mañana a la terminal de buses y sacamos los billetes al Parque Nacional do Iguaçu, por 50 pesos ida y vuelta con la compañía “Crucero del norte”. En la agencia, nos comentan lo de la tarjeta bancaria que hay que llevar junto con el billete de ida y vuelta, y se escucha que unos han devuelto tantos y los otros unos cuantos. A pesar de ello aquí, desde los hoteleros hasta los operadores de excursiones o las compañías de transporte, no tienen ningún problema de este tipo con nadie, y a ningún íbero le han impedido entrar en el lado brasileño de las cataratas o en el pueblo de Foz de Iguazú. Tan solo unos nos comentan que tuvieron que hacerle un justificante de la estancia a un grupo que cogía vuelo en el aeropuerto de Foz. A la hora de la verdad, solo tuvimos que bajar a la entrada del puente donde se ubica la aduana argentina, para sellar la salida. Al chófer del autobús de “Crucero del norte”, un encanto de tipo, le conocen bien y le tienen muchísima confianza, lo que hace que junto con la buena predisposición de los funcionarios de esa aduana, no se entorpezcan con trámites intencionadamente minuciosos el cruce y el trayecto. No hubo ningún problema. El explorador español Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, escribió en su diario de viaje de 1542, sus impresiones al descubrir las cataratas de Iguazú: "Da el río un salto por unas peñas abajo muy altas, y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe, que de muy lejos se oye, y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en alto dos lanzas y más". Él las bautizó como los "Saltos de Santa María", hasta que más tarde recuperaran su nombre original de Y(aguas)-guasu(grandes), tal como las llamaban los guaranis, pueblo que habitaba la región desde unos siglos atrás. Cincuenta años después de su descubrimiento, comenzó la evangelización jesuítica de las tres fronteras, acontecimiento en el que se enmarca el clásico film "La Misión" de Roland Joffé, cuyas escenas fueron rodadas en las cataratas, y que dejó para la posteridad una memorable banda sonora de Ennio Morricone. La entrada al parque del lado brasileño cuesta a los extanjeros unos 40 reales (15 euros), que pagamos con tarjeta bancaria. Al entrar, un bus lanzadera te va dejando en las diversas paradas del recorrido. Las dos primeras son para senderos de pago que no entran en el precio de la admisión al parque, la “Trilha do poço preto” que es un sendero de 9 kms para recorrer en bicicleta o carro, y el “Macuco Safari” que es un sendero que finaliza en un embarcadero en el que se puede contratar la excursión en lancha para realizar lo que llaman poeticamente “el bautismo de bruma”. El único recorrido del parque propiamente dicho, empieza a 12 kms en la parada de la “Trilha das Cataratas”, y dura unas 2 horas tranquilas, sin presentar tramos de especial dificultad, aunque con escaleras. Un poco antes de la entrada al parque, está la estación de los helicópteros, que realizan un vuelo de unos 15 minutos al precio de 150 dólares, y que se puede contratar en la recepción del parque. Para quien esté interesado, los vuelos en helicóptero no se realizan en el lado argentino, sino solamente en el brasileño, y queda al criterio de cada cual, la incidencia de estos vuelos en el medio ambiente. Como dice el título del capítulo: “Más vale un Iguazú que mil palabras”. Iguazú es apabullante, tanto que se camina con la embriaguez de un descubrimiento, en fila india, pero se camina. Las vistas desde el lado brasileño son más angulares, o sea se tienen unas vistas más panorámicas en conjunto, puesto que se divisa toda la orilla argentina que posee el 80% de saltos, pero menos cercanas que la Estación Garganta del diablo del lado argentino, cuyo recorrido acaba en un balcón al borde superior del Salto Unión que origina la garganta, principal y más espectacular de todas las cataratas. Eso no quiere decir, que en el sendero brasileño no te mojes, puesto que especialmente en el área Naipi, punto con varios miradores y dos ascensores panorámicos, parte la pasarela que te deja al borde de la garganta unos metros más abajo de la U, permitiéndote una perspectiva fantástica, y en otro punto, quedas a los pies del Salto Floriano desde donde se disfruta de un ángulo lateral magnífico. Lo cierto es que no debería haber debate sobre uno u otro lado, puesto que son evidentemente complementarios. Durante todo el recorrido es relativamente sencillo ver una gran diversidad de animales. Los acompañantes por excelencia, son los coaties, extremadamente "sociales", porque se han acostumbrado a obtener alimento fácil, tras haber aprendido la ecuación: humano = bolsa = comida, se encuentran a lo largo de todos los senderos y se congregan en las terrazas de las cafeterías o los merenderos, agarrando y husmeando a la gente y a los bolsos, revolviendo en las papeleras, y subiéndose a las mesas y a las sillas descaradamente para meterle mano a cualquier resto alimenticio. Por supuesto se encuentran abundantes carteles con las normas del parque, entre las cuales se solicita encarecidamente no alimentar a los animales, sobre todo a los coaties, por cuestiones de salud, ya que es posible recibir una herida por un arañazo o mordisco, aunque en general sean pacíficos; por salubridad, ya que mientras hurgan van lanzando todos los desperdicios al suelo; por no romper la cadena alimentaria de los animales; por no provocar aglomeraciones incontroladas de estos bichos; y definitivamente, para que no se conviertan en agresivos, creando un problema semejante al de los monos en algunos lugares de India o Thailandia. A lo largo de nuestro paseo, pude observar a corta distancia, además de los abundantes animales descritos, a un par de tortugas, una tarántula, un esquivo tucán, una vizcacha, uno de los gigantescos bigotudos peces surubíes que habitan el río, y la colonia de buitres negros americanos de la Isla de San Martín. ![]() Regresamos en el autobús color limón, a la hora en la que coincidimos en la frontera con todos los trabajadores del turno de mañana del duty free fronterizo, que regresan a sus casas y que deben pasar por el control cada día. Se escucha entre algunos de ellos ese dialecto que se habla en la triple frontera, nacido por el deseo de comunicarse y como medio de intercambio y comercio, el “Portuñol”, herramienta que utilizan los pueblos de estas coordenadas combinando las dos lenguas con total libertad, y que también se da en otras zonas limítrofes de habla hispana y portuguesa, como la zona riverense entre Uruguay y Brasil; la llamada Línea, entre Venezuela y Brasil; el portuñol leticiano de las Tres fronteras, Colombia, Brasil y Perú; el que se habla a lo largo de la línea divisoria entre Perú y Brasil; el “cobijeño” entre Bolivia y Brasil; o el “ibérico”, mucho más aislado que en Sudamérica, pero que se utiliza por ejemplo en algún pueblo portugués al este del Guadiana en la frontera con Andalucía. Tras comer en un bar frente a la estación, un buen pescado de la zona y una pasta, nos recluimos un par de horas en el bungalow, y ya bajando el sol salimos caminando por la avenida que lleva hacia el Paraná con un objetivo: ver el Hito de las tres fronteras bajo la luna de perigeo, o super luna llena, precioso fenómeno que se da cada 16 o 17 años aproximadamente, y durante el cual, la luna se encuentra en su punto más cercano a la Tierra, de tal manera que se la puede observar entre un 14% más grande y un 30% más brillante de lo normal. Nuestra caminata de apenas una hora, está bien pero es en vano. Al llegar, el hito está en la más absoluta oscuridad, y no vemos ni las aguas del Paraná bañando las orillas de los tres países, ni la super luna llena que queda detrás de nosotros y queda tapada detrás de nosotros a esa hora de la noche. Damos una vuelta por el lugar, agarramos de vuelta el bus de "el práctico" que lleva al centro por 2 pesos, compramos en un super lo necesario para confeccionar una ensalada en el bungalow, y en el silencio de la noche, me dedico a recoger por escrito los recuerdos del impacto de las cataratas en mi cabeza. Buenas noches y buena suerte. CATARATAS TANGUERAS A primera hora de la mañana, ya nos encontramos en la terminal de Puerto Iguazú con un billete en la mano de 20 pesos i/v (4 eu) de "El práctico", con destino al Parque Nacional Iguazú que se encuentra a unos 17 km del pueblo, preparados con una bolsa con algo de fruta, unos bocadillos pequeños y algunas latas cerveceras, para ir reponiendo fuerzas por los senderos del parque. La entrada al Parque Nacional Iguazú cuesta 130 pesos (25 eu) para los extranjeros, y 90 pesos (18 eu) para los de mercosureños. En el complejo de entrada, se coge un trenecito que te va trasladando a los diversos inicios de los recorridos, ya que el parque argentino, cuenta con muchísimos más metros de senderos que el brasileño, y los recorridos son muchos más largos. Nosotros empezamos por el más sencillo y espectacular de un par de kilómetros de ida y vuelta, que te deja sobre la misma Garganta del diablo tras una leve caminata de apenas media hora. La caida es inenarrable, y el único consejo a tener en cuenta es proveerse de un chubasquero para no acabar empapado. Todo el recorrido se hace sobre pasarelas de aluminio, y aunque el tráfico de gente es muy denso, está perfectamente habilitado para que circule desde grupos, ancianos o niños, hasta minusválidos en sillas de ruedas. Se amplia la colección de fauna con unas sociales aves, las urracas misioneras, curiosas y vanidosas, de cresta y plumaje azul y amarillo, que ya no es que no se asusten de los humanos, sino que no dudan en posar a pocos centímetros en las ramas de los árboles o posarse en los bancos donde se sienta la gente. De vuelta, por la misma pasarela, un yacaré asoma en una orilla tranquila del río. A pesar de la alegría por haber avistado durante estos dos días tal cantidad de animales, me hubiera ilusionado ver algún tapir, los vencejos de las cascadas que anidan en las paredes detrás de ellas para eludir a los depredadores, y que se alimentan haciendo acrobacias entres los saltos, y aunque es ya tarea imposible, algún ocelote, y ya no digamos un jaguar. El resto de recorridos, son el sendero inferior de unas 2 horas y media, cuya dificultad son los escalones de las diferentes escaleras que te vas encontrando en el camino, que transcurre a mitad de la pared de la vertiente argentina, y en el que se encuentra el embarcadero de los botes que te llevan a la isla de San Martín, situada en medio de la falla, y que divide las aguas del Iguazú tras su caída, y de los que te llevan al "bautismo de bruma" argentino; el sendero superior que transcurre sobre diversas caidas de la vertiente; y el sendero Macuco, circuito de mayor dificultad de unos 7 kms por en medio de la selva hasta llegar al Salto Arrechea. Además de estos senderos bien señalizados, y de las lanchas que se van a duchar bajo los saltos, hay otras opciones de actividades como la Gran Aventura que combina recorrido en 4x4 por la selva y navegación por los rápidos del río, y que se puede contratar sin problemas allí mismo o reservarla anticipadamente; los paseos nocturnos durante luna llena; raftings por el río Iguazú; safaris fotográficos y náuticos; trekkings, bykings, y un largo etcétera para satisfacer todos los gustos y colores, calmar adrenalinas, o saciar necesidades de oxígenación. Nosotros nos sacamos la espina del día anterior, yendo a pasar el atardecer al Hito de las Tres Fronteras, único lugar del mundo donde dos ríos, el Paraná y el Iguazú, dividen tres países: Argentina, Paraguay y Brasil. En cada uno de ellos, se erige un obelisco pintado con los colores nacionales. El enclave es un espectáculo magnífico y al atardecer se congrega gente para ver la confluencia a la puesta de sol, ver como navegan botes y lanchas por los dos ríos, y las orillas están tan a tiro de piedra, que se puede saludar a los espectadores sentados en los miradores de las otras naciones, o se puede oir a volumen de discoteca como escuchamos todos nosotros desde el hito argentino de Puerto Iguazú, la música que sonaba en un garito en tierra paraguaya. Ya bien entrada la noche, aprovechamos la paz para acumular bienestar, ir despidiéndonos de este lugar hechizado, narrar en lo posible las impresiones, y dormir. Mañana marcha a Wanda, y ruta hacia el río Uruguay saliendo de Misiones y cruzando Corrientes por los Esteros del Iberá. ![]() Etapas 4 a 6, total 16
![]() Bien, son las 3 y media de la tarde y hace un sol del carajo. Nuestra situación, no con GPS sino descriptiva, es esta: estamos sin haber comido nada, a la sombra de un ficus en una mesa y silla rojas de una heladería llamada Atenas de un pueblito llamado Wanda, tomando una litrona fría Quilmes metida en un termo rústico de poliuretano de los que utilizan por estos lares. Por la calle no pasa nadie, -el sol golpea igual que el manchego en verano-, y las casas detrás de las vallas con unos pocos metros de jardín, son para variar, bajas y de colores chillones. Acabamos de bajar del colectivo (autobús) en la terminal del pueblo, después de una visita a las minas de Wanda, y aunque las personas de esta zona son inmensamente amables y agradables, relajados y encantadores, o al menos eso es lo que nos han transmitido más allá de sus propias realidades, al tratar de comer algo, nos hemos encontrado con que los dueños de las dos o tres casas de comidas que hay, plegan a las 2 pico de la tarde y en estos momentos están haciendo la siesta. Esta mañana cambiamos de planes. Después del check out en el “Si mi capitán”, de devolver los cascos retornables de las litronas, de tomar un café con leche, de presentarnos en la estación de buses de Puerto Iguazú, y de informarnos un poco sobre los enlaces y líneas de autobuses de la provincia de Corrientes, acabamos comprando dos billetes por 15 pesos, para el bus a este pueblo, a media hora de carretera de Puerto Iguazú, para ver las minas de amatistas y agatas. Hoy mismo a las 21'30h de la noche, cogeremos en un punto de la carretera a la entrada del pueblo, otro bus que nos dejará a las 6 de la mañana en la capital de la provincia, Corrientes, con la intención de enlazar con Mercedes, puerta de los Esteros de Iberá, y de allí a Colonia Pellegrini, situada en el corazón del parque. En definitiva, vuelta marciana, porque desde Posadas no hay transporte en bus que circule por los caminos de tierra que acceden al humedal, y la única posibilidad que había era un todo terreno privado, al precio de 180 dólares por cabeza. ![]() En el bus que nos dejó en la terminal a las 11 de la mañana se quedó una bolsa con una litrona, fruta y algún pica pica. Inmediatamanente al arrancar, caí en la cuenta, y salí corriendo detrás durante unos cuantos metros, con la esperanza de que me vieran por los retrovisores. Recuperar la mochila no pudo ser, pero la parte positiva fue que la gente del pueblo que me vio corriendo detrás del autobús haciendo aspavientos, se divirtió un montón. La visita a las minas es estupenda. Más allá del par de autocares para usuarios de excursión opcional desde donde sea, y de que te adjudican un grupo con guía que hace de cicerón durante la visita a la explotación, lo cierto es que en ningún momento enlazamos con el grupo, y que yendo a nuestro aire, cada uno se metió por las cuevas salpicadas de geodas en las paredes. Las geodas, son cavidades en la roca, o rocas huecas, donde debido a la poca presión existente, han cristalizado diferentes minerales que han sido depositados allí arrastrados por aguas subterráneas, o en cierto tipo de terrenos, al recristalizar el mineral de la misma roca después de haber sido disuelto por el agua. ![]() La geoda de la fotografía de abajo, llamada de Pulpí por encontrarse en las cercanías de esa localidad almeriense, se formó por la cristalización de minerales de yeso. Descubierta en 1999 por un grupo mineralogista de Madrid, a 50 metros de profundidad en 1999, en una mina de plomo de la sierra del Aguilón, es la más grande del mundo documentada hasta el momento, ya que con forma de embudo, mide aproximadamente 8 metros de largo x 2 de ancho x 1'7 metros de alto. Se la considera además especial, por la perfección de los cristales que la tapizan, alguno de los cuales alcanza hasta 2 metros de longitud. ![]() Aunque mi padre no trabajaba en una mina de piedras semipreciosas, sino que fue minero de carbón en la cuenca del Rhin en Alemania, aquí dejaban de mirarme con recelo al charlar con ellos y darles el dato. Al mostrarle mi interés a uno sentado mientras prepara mechas en una caseta, me cuenta sobre la empresa argentina que explota la mina, y sobre sus condiciones de trabajo. Sandra mientras, charla con los artificieros que están preparando los agujeros para introducir el explosivo, y le explican los delicados pasos de ese trabajo, y como hacen para extraer con sumo cuidado, cuando la encontraban, una de esas preciosas geodas moradas. La extracción de estas semipreciosas, se realiza en horizontal a diferencia de la minas de carbón, en las que se hace a profundidad. Al final del circuito se pueden ver las montañas de piedras extraidas que se dedicarán por su menor calidad, a la bisutería, y que es aproximadamente un 90% del total. El 10% restante es lo que se utiliza para joyería, el cristal más puro que en este caso es el más cromático, el que tiene un color más intenso, de tal manera que por ejemplo, la amatista cuanto más morada más valor tiene. La visita resulta mágica. ![]() ![]() El pueblo es relajante, no se va de aquí para allá, solo se transcurre, lo cual ralentiza la relojería. Ahora ha pasado una hora, hemos pedido otra litrona, pasa un tipo con sombrero en bicicleta, un camión, una lenta señora de verde con dos bolsas azules, dos niños en una motocicleta, ... y vuelve a estar frente a nosotros la casa baja amarilla con valla de madera verde al otro lado de la calle, mientras el ficus sigue proporcionándonos sombra. Nos movemos a una rostissería de comidas preparadas dos cuadras más allá, en cuya puerta cerrada durante la búsqueda de alimento, había colgada una nota diciendo “estoy en el banco, vuelvo a las 4 y media. Ahora está abierta, y le preguntamos a la mujer sentada detrás de las cubetas vacías si tiene algo para comer. Nos responde que sólo tiene sopa paraguaya, que no resulta ser una sopa sino una especia de quiche de cuchillo y tenedor. A medida que hablamos, la señora va tomando confianza, y acaba sacándonos una tarta de choclos (maiz), y una pizza rellena, mientras nos cuenta sobre sus tres hijos, su anterior vida con su marido en Buenos Aires, su nacimiento el El Dorado, su tranquilidad en Wanda, su negocio, y los problemas de atracos que de un tiempo a esta parte están sufriendo por culpa de las drogas. ![]() Nos sentamos en un banco a la entrada de un almacén (pequeña tienda de ultramarinos), en la siguiente cuadra, y comemos las porciones con unas quilmes, viendo como tocan la campana de la escuela adventista del otro lado de la calle, momento en que los niños salen al patio a formar, los abanderados arrian la bandera argentina, y rompen filas corriendo hacia la puerta donde a algunos les esperan sus padres o sus hermanos mayores, u otros salen agarrados de la mano de la hermana o un alumno mayor de una clase superior. Atardece en Wanda, y volvemos a la terminal a controlar los bultos que el poertero de los lavabos, como única consigna, nos guardaba a cambio de 50 pesos en un pequeño trastero contiguo. Charlamos con el, y después de avisarle que recogeremos el equipaje en una media hora, nos vamos a dar una vuelta. Todo lo que estaba cerrado cuando llegamos, está ahora abierto, y junto con la salida de los escolares y de los que han acabado la jornada laboral, ha convertido la calle principal en animada. Durante el paseo, un chungo colocado se para a la altura de Sandra y le farfulla que no siga, que más adelante es peligroso, repitiendo la misma cantinela varias veces, hasta que se da la vuelta y continua andando. ![]() Paseamos un rato, y regresamos a la terminal por llamarlo de alguna manera, puesto que no tiene taquillas ni oficinas, sobre las 6 y media ya anochecido, 3 horas antes de la hora en que nos ha de recoger el bus que nos lleva a Corrientes, en un punto despoblado de la “ruta” en medio de la carretera, a la entrada del pueblo. Para llegar, hemos de coger un micro que nos deja en una rotonda cercana. Cuando recogemos los petates, y el de los wc me está diciendo que los buses que nos llevan a la rotonda son los que tienen destino a Puerto Libertad o a Esperanza, aparece el chungo colocado que se nos apareció durante el paseo, le da la mano, y se retiran un par de metros de mí para ponerse a hablar. Tras cuatro o cinco autobuses aparece uno atiborrado con rótulo a Esperanza, al que subimos después de esperar a que bajen unos cuantos pasajeros, ya que allí se permite bajar también por la puerta del conductor. Desde arriba, veo como el colocado está hablando junto a los escalones con dos tipos más que, al subir se colocan por separado, uno entre yo y Sandra que ha pasado un poco más al fondo, uno de espaldas a mi lado que me mira de reojo, y el colocado que se queda en medio del pasillo al lado del chofer, mirando hacia el fondo. ![]() En ese momento, pienso en que un encuentro con alguien colocado es normal, dos puede ser coincidencia, pero tres ... no, y mi cabeza me muestra el primer encuentro con el colgado en la avenida, el segundo en la terminal dándole la mano al tipo de los wc que nos ha guardado el equipaje, y al que ahora visualizo perfectamente la cara, y el tercero en el microbús hablando con los dos tipos, a los que también veo la cara igual de bien. Tras el revisionado, mi cabeza enlaza, interpreta y resuelve, haciendo que a 50 metros de la arrancada, todavía poniendo la segunda, le diga al conductor que nos bajamos porque nos hemos equivocado de bus, gire la cabeza y le diga a la sorprendida Sandra que vámonos, que nos bajamos. El chófer me inquiere para confirmar la solicitud, se la confirmo, y para inmediatamente, abre las puertas, el tipo colocado se aparta de en medio, y descendemos en la esquina de la cuadra siguiente a la estación, adonde me voy directo hacia el de los lavabos para verle la cara de sorpresa y responderle, tras preguntarme, que no tenía claro el destino del bus que habíamos tomado. Me quedo unos segundos mirándole, se da la vuelta y se va a la puerta de su lavabo. Agarramos un taxi, y nos vamos a Puerto Iguazú a unos 20 minutos, estación de origen del autobús que nos tenía que recoger en la carretera, nos tomamos unas cervezas, y arrancamos a las 8 y media de la noche hacia la capital Corrientes, en el piso superior del bus de la compañía Río Uruguay, en categoría semi-cama, a cambio del pago de 178 pesos del billete. Etapas 4 a 6, total 16
![]() Desde las cataratas de Iguazú, correlativamente las provincias Argentinas que se recorren de norte a sur, son Misiones, Corrientes, y Entreríos, que queda emparedada entre el Río Paraná y el Río Uruguay, éste frontera natural primero con Brasil y luego con el país que lleva su nombre, los cuales al unir sus aguas en el sur, forman el inmenso mar que es el río de la Plata, que separa las capitales de Buenos Aires y Montevideo, regalándoles a cada cual su orilla. Como a los Esteros de Iberá en el centro de la provincia, no hay transporte público que te baje en línea recta, tenemos que ir a la capital Corrientes siguiendo el curso del Paraná, ir luego hacia el centro rodeando los esteros por el sur, y volver a subir. Cuando acabemos nuestra estancia aquí, nos encaminaremos siguiendo el curso del rio Uruguay hacia el sur, para entrar por el paso fronterizo argentino-uruguayo de Concordia-Salto, y de allá hasta Montevideo en el Río de la Plata, tal como hemos dicho antes, unión de las aguas de los dos ríos. ![]() Nueve horas de ruta nocturna después, el bus nos aparca en Corrientes a las 5'15 de la mañana, y continua su ruta a Resistencia. Sin perder tiempo, revisamos los mostradores de la compañías en busca de nuestro siguiente destino: Mercedes. Con una de ellas, Silvia Cía, nos cuadra un enlace perfecto a las 6 de la mañana por 68 pesos el billete, trayecto de unas 3 horas y llegada prevista sobre las 9 de la mañana. Sólo nos da tiempo de tomar un café con leche, y fumar un par de cigarrillos. El pueblo gaucho está soleado a esa hora, y se ven bastantes tipos con la vestimenta típica, boina o sombrero pampero, vaqueros o “bombachas gauchas” (pantalones con costuras reforzadas y ajustados por los tobillos), botas o alpargatas azules, y los cinturones de cuero o carpincho (capibara), algunos anchos por la espalda casi a una faja, y otros de gran hebilla. ![]() Lo primero que hacemos, es soltar el lastre del equipaje en la consigna, ésta oficial, de la terminal de bus, ésta de verdad. Luego tras cambiar unos euros y dar un rodeo por el pueblo, sacamos billetes a Colonia Pellegrini para las 12'30 en las oficinas de Crucero del Norte por 30 pesos, pero con un bus de la Cía Itatí II. Las otras opciones de llegar a la colonia, eran unos boletos para las 11 con una minivan (combi) de una empresa llamada Iberá, que te expenden por 40 pesos en una administración de loterías de un par de cuadras más adelante, o un 4x4 privado por el que primero nos piden 100 pesos, para una hora después decirnos que como va de vacío, si devolvemos los billetes que hemos comprado, nos lleva por 60. Pasamos del tema dejando las cosas como están, yéndonos a hacer averiguaciones sobre alojamientos en la Colonia, lo que nos permite saber que no hay problema alguno, puesto que según la información obtenida, dentro de las 8x8 cuadras que ocupa hay unos 22 establecimientos diversos. ![]() La colonia se alcanza en 2 horas y media, tras un trayecto tan espectacular como el bus que lo realiza. La mayor parte de la ruta excepto un pequeño tramo al principio, es de tierra y piedras, y además están en obras, por lo que el traqueteo del vehículo deja en ridículo a un bailador de claqué. El coche no tiene maletero, por lo que todos los bultos, y no me refiero a maletas sino a cajas, paquetes, bolsas, herramientas, placas de porexpan, carteras, sacos, etc. forman una unión con el pasaje. El encantador chófer va acompañado de su hija, suegra y su novia o mujer, la cual además de darle conversación sentada en el estribo de la entrada, le va cebando el mate que comparte con él durante buena parte del recorrido. A mi lado hay un policía de pie, cuya pistola enfundada apunta su visible cañón directamente a mi flanco izquierdo durante buena parte del traqueteante trayecto. ![]() El panorama es espectacular, y jamás había hecho un trayecto por carretera en el que haya podido ver a poquísima distancia como si fuera un safari, tal cantidad de animales cruzando, en los terraplenes o en las charcas del humedal: ñandus, vacas y caballos de variadas razas, ovejas, capibaras, vizcachas, ciervos, aves rapaces apostadas en postes o planeando, e incluso un par de ellas devorando una cría de capibara en medio de la carretera, garzas ... Lo dicho, un espectáculo. El trayecto es un horizonte de haciendas o ranchos, aquí llamadas estancias, o sea viviendas con establos, silos, caballerizas, etc., rodeadas de hectáreas de terrenos y pastos con ganado, y cuya ubicación únicamente delata un sendero de tierra hacia el horizonte, que parte tras una valla del oeste clavada en la tierra al lado de la carretera, o a veces un núcleo arbolado divisado como un frondoso punto perdido en la lejanía. A medida que nos acercamos a Colonia Pellegrini el paisaje se vuelve más frondoso, lo cual es indicio del agua de la laguna donde está asentada. ![]() Como no hay parada, ni estación, ni terminal, la pareja del chófer nos pregunta primero si tenemos alojamiento, y como la respuesta es negativa, nos pregunta después donde queremos que nos deje. Como optamos por el garito de información de la Colonia-Esteros, sin saber su ubicación, acabamos apeados nada mas cruzar el estrecho puente de entrada a la Colonia, al principio de la misma. Allí nos proporcionan un mapa de la cuadriculada población, con todos los puntos prácticos señalados: alojamientos, servicios, guías, tiendas, etc. Dejamos las mochilas en el centro tras la visita de Sandra a un par de posadas, y hacemos un par de visitas más, antes de una buena pateada a la búsqueda imposible de algo que comer, ya que todas las cocinas que nos van indicando están cerradas al llegar. ![]() Finalmente en una casita de dibujo de niño en medio de un terreno de césped y árboles, en el que a la entrada hay un letrero de madera que pone comidas Santa Rita, una mujer llamada Vicenta nos dice que tiene puede ofrecernos algo. Elegimos una milanesa y una torta de verduras, coloca la única mesa de plástico que tiene en medio del césped, y nos trae la comida y una cerveza de litro Quilmes, que nos sabe a gloria. Le pagamos, dándole las gracias, y nos vamos a por los bártulos al centro, y luego con notable cansancio, directos a la posada elegida, “Ipa sapakui”, con el fin de descansar. De las opciones de alojamiento vistas, había desde un rancho con habitaciones dobles a 400 y pico pesos por persona noche, hasta una posada a 150 pesos noche la habitación. El elegido, con una habitación estupenda y espaciosa con baño, ventilador, cama doble, ventanas a un tranquilo jardín, y sin televisión, nos sale a 300 pesos la noche. Mañana creo que es miércoles. Si alguien va a los Esteros y elige el Ipa, que pregunte por Emilio, el estupendo chaval que lleva el establecimiento, os atenderá con gusto, y como es de allá, conoce el lugar como la palma de la mano. Eso sí, en cualquier lugar que os alojeis de la Colonia, contratar por separado antes que en paquete, o sea, habitación por un lado, excursiones por otro, etc., aunque las contrateis en el mismo lugar donde os alojeis. Se ahorra bastante pasta. ![]() Miercoles Los Esteros del Iberá (Aguas brillantes en guaraní), segundo humedal del mundo solo superado por el Pantanal brasileño, forma un macro sistema que se convierte en un paraiso de flora y fauna, favorecido por el difícil acceso, su constitución como Reserva Natural en 1983, y la práctica inexistencia de núcleos de población, excepto la que se considera base para la visita: la Colonia Pellegrini. Este municipio rural de unos 700 habitantes, fue más o menos constituido como tal a principios del siglo XX, cuando el gobernador propietario de las tierras las fue vendiendo por parcelas a los pocos colonos que la poblaban. El acceso terrestre a Colonia Pellegrini, antes se cruzaba la laguna en barcas tiradas por bueyes, se pudo hacer a partir de 1972 tras abrirse un camino construyendo un pedraplén (terraplén compactado con material rocoso). ![]() La biodeversidad en los esteros es grande, muy grande. Esta es una relación de los animales que se pueden ver y disfrutar: vizcachas (una chinchilla de cuatro palmos), montones de capibaras o carpinchos como los llaman allá, monos aulladores, boas, lobitos de río (emparentados con la nutria), yacarés, chajás (una especie de pavo enorme que es símbolo de las pampas), ipacaas (gallina de los pantanos de largo pico amarillo), cardenales de cabeza roja, ciervos de los pantanos en peligro de extinción, como lo están también los lobos de crin llamados aguará guazú, osos hormigueros, ocelotes, ñandús, y cientos de aves. La laguna, está concurrida de pirañas, por lo que el baño no es recomendable. Los de allá, se dan un chapuzón rápido cuando la calor aprieta, que lo hace y mucho incluso en esta época del año, y salen pitando del agua. ![]() Por la mañana, después de desayunar, salimos con Emilio y los otros dos huéspedes argentinos que se hospedan en la posada, a un paseo en lancha por la laguna. Salimos a las 9'30 de la mañana, y dura unas dos horas y media. El dia es espléndido y la laguna está increiblemente bonita. La excursión merece la pena, y tal como dije antes, aquí poder ver fauna no es complicado, así que hay que cargar bien la cámara, y a disfrutar de la brisa, el agua y las vistas. Tras comer de nuevo en Santa Rita, donde Vicenta ha cocinado unos de los mejores raviolis que he comido nunca, y una tarta de choclo (maiz) deliciosa, dar una vuelta por la plaza del pueblo, y visitar la comisaría de policía y el hospital más relajado que he visto en mi vida, caemos en un sueño profundo de un par de horas. ![]() Salimos al atardecer, con la intención de hacer un poco de senderismo desde el Centro de Interpretación. Este centro, situado a apenas un kilómetro antes del puente de entrada a la Colonia, y por el que pasan todas las lanchas de las excursiones, tanto a la ida para saber que salen como a la vuelta para dar parte de que todo ha ido bien, es el punto de partida de los dos senderos habilitados en los Esteros, uno de ellos denominado el “de los monos”, que en apenas medio kilómetro, te lleva a una colonia de carayás aulladores. Llegamos al puente a la puesta de sol, donde nos encontramos con los 3 o 4 operarios que hacen su mantenimiento, sentados frente a la caravana en la que viven, y en la que cuelga una pancarta de “Malvinas argentinas”. Uno de ellos, manifiestamente borracho y tatuado de puñales, serpientes, y calavera, intenta preguntarnos sin pausa para respirar, por nuestra procedencia, de si hemos venido a ver “bissshhooss”, y sobre quien es el mejor futbolista que juega en la liga española. Los otros atentos, controlan ante una posible reacción brusca. A la vuelta, el hombre se levanta a darme la mano, y me pregunta si todo está bien. ![]() Al llegar a la luz de las linternas a la posada, saldamos la cuenta con Emilio, ya que decidimos no hacer la salida nocturna que habíamos apalabrado con él, porque me duele algo una pierna, y porque la salida de la combi que nos lleva mañana de vuelta a Mercedes, sale de la Colonia a las 4 de la madrugada. En su lugar, caminamos casi a oscuras bajo el abarrotado firmamento hasta “La cabaña”, el bar del pueblo, donde sin otra clientela que nosotros, tomamos un par de litronas y una hamburguesa con vistas, y charlamos escuchando la música que tiene puesta la chica del bar. Durante la velada, solo entró un chico a pedir una hamburguesa para llevar, que volvió a recoger 15 minutos despues porque la plancha estaba apagada. ![]() Durante nuestra estancia en la Colonia Pellegrini de los Esteros del Iberá, apenas hemos contabilizado aparte de nosotros, unos 6 o 7 turistas más, y aunque nos quedaríamos, tomamos la decisión de marchar mañana hacia Mercedes en la furgo que nos ha arreglado Emilio por 40 pesos, para enlazar hacia un paso fronterizo para regresar a Uruguay. ![]() Etapas 4 a 6, total 16
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