Vientnam y Angkor: 17 días ✏️ Blogs de Vietnam

A las 7:30 pm, sin desayunar, nos vamos a la isla Tip To, a subir 400 escaleras para ver desde arriba la Bahía de Halong. Unas vistas muy chulas. Esa isla tiene una pequeña playa. Aprovechamos a bañarnos, el agua calentísima, y coger la cámara acuática para hacer un rato el tonto.

Volvemos a vuestro barco, nos duchamos y, por fin, desayunamos, a base de huevos fritos con tostadas. No entendemos por qué nosotras nos lo comemos todo, sin dejar las migas y las inglesas no comen nada. Tras el desayuno, nos vamos rumbo a Halong, así que nos subimos a cubierta a tumbarnos en la hamaca y, sencillamente, disfrutamos de la vida.

A las 12:00 llegamos a Halong y nos llevan a comer a un restaurante, cuando aún estábamos haciendo la digestión. Lo que ocurre en este país es que como la comida está buenísima, da igual lo lleno que estés, la cuestión es comer. A las 13:00 salimos de Halong rumbo a Hanoi, donde llegamos a las 17:00. Nos dejan donde la agencia, así que mientras 3 de nosotras van a recoger las maletas, Olga y yo nos vamos a recoger la colada a la agencia esa que había por la calle.

Pues aquí empieza nuestra odisea con la laundry: falta una bolsa de 2 kg de ropa. Las vietnamas que estaban en la agencia, que no hablaban mucho inglés, no saben dónde está la bolsa y nos hacen entender que ellas no tienen nada que ver con la laundry, así como si nada, hasta que baja la “mandamás” que es una señora vietnamita que baja en pijama y nos dice, después de convencerla que efectivamente habíamos perdido la bolsa, que para recuperar la bolsa hay que ir al origen, es decir, a la lavandería.

Aceptamos ir al origen, pero con un pequeño problema, está lejos y no se puede ir en taxi porque está metido por callejones donde los coches no caben. La única manera es ir en moto. Ni a Olga ni a mí nos gustan mucho las motos, por no decir nada, y menos en una ciudad tan caótica como Hanoi, pero es que no nos quedaba más remedio que ir en moto si queríamos recuperar nuestra bolsa. Así que Olga se fue con la “mandamás” y la chica que se encargaba de la agencia aceptó a llevarme a mí. Lo del casco aquí es para figurar, está claro, porque nos pusimos un casco de bici que además nos quedaba grande.

Pues, oye, una experiencia más “pal cuerpo”, viajar en moto en una de las ciudades más caóticas del mundo. Nos recorrimos Hanoi hasta las afueras, donde se encontraba la lavandería. Cuando llegamos, nos dice el tío que estaba al cargo de todo, un tío que parece que dominaba el percal y al que todo el mundo hacía caso, (podría ser el dueño de todo aquello) que la bolsa no estaba. Cree que un tipo se la ha llevado confundida y que estaba en Halong. Pero que volvía al día siguiente. Nosotras al día siguiente, tras nuestra excursión por Nimh Bin, nos íbamos al aeropuerto a tomar el vuelo a Hué. Así que el dueño de todo dijo que en cuanto llegara el tipo en cuestión, cogía la bolsa y nos la guardaba para cuando volviéramos de Nimh Bin.

En fin, que como no teníamos otra alternativa, aceptamos. Cabe recordad que viajamos con lo justo justísimo y perder una bolsa de 2 kg, donde hay ropa de 5 personas, es perder buena parte de la ropa con la que viajas.

Volvemos de la misma forma, Olga con la “mandamás” y yo con la de la agencia. Y el dueño de todo también nos acompaña hasta la agencia. Una vez en la agencia, para ir al hotel donde nos esperaban nuestras amigas, el dueño de todo se ofrece a llevarnos en su moto. Como ya estábamos de vuelta de todo, aceptamos montarnos las 2 en la moto con el tío y sin caso, y a las calles de Hanoi, de perdidos al río! Pero ya estábamos de vuelta de todo y ya nos habíamos hecho a esta ciudad. Nos deja en el hotel y se despide diciendo que ya lo apañará todo para que mañana recuperemos nuestra bolsa. No teníamos más remedio que confiar.

El hotel que nos había recomendado la agencia, pues… ¿qué decir? Que es una pasada por el precio que nos lo dejaron. Dejamos las cosas y nos vamos a dar una vuelta para hacer una visita nocturna por la ciudad. Fuimos al teatro de las marionetas de agua, que es muy típico de allí, por 2 euros por persona. Nos lo recomendaron, pero vamos, que nos pareció bastante aburridillo, aunque sólo son 50 minutos. Nos sirve para estar refugiadas fresquitas, aunque ya este día no hace el calor tan horroroso que hizo el primer día. Hace calor, pero ya es algo soportable.

Nos fuimos a cenar a un pub que se llama “le Pub”, qué original, que está en la Calle Han Ba 25. Pedimos cosas de picar. Aquí descubrimos cómo se escribe el famoso brindis vietnamita: Mot Hai Ba Zooooo!!!

Intentamos buscar un bar para salir. Fuimos al Legens Beer, que lo pone bien en la Lonely, pero cuando llegamos, al as 10:30, ya estaba cerrado. Buscamos más sitios hasta que encontramos a unos españoles que nos dicen que hay una callecita con agún bareto, así que allá vamos. Encontramos un bar con música en directo, pero no había mucha gente. Nos pedimos el primer mojito del viaje. Días más tarde, nos contaron que la zona de marcha mochilera está por la calle de la agencia Vegatravel, pero esa noche ya nos quedamos allí.

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A las 8:00 habíamos quedado con la van y la guía de Vegatravel para emprender nuestra excursión a la zona de Ninh Bin. Los dos españoles que conocimos en Halong Bay que lo dieron todo como nosotras, se apuntaron a esta excursión. La excursión y que luego nos dejaran en el aeropuerto nos costó 35 USD.

Hasta Hoa Lu, son unas 2,5 h. En Hoa Lu hay dos templos: uno de la dinastía Dyn y otro de la dinastía Le. Esta ciudad/pueblo o como lo queramos denominar fue capital de Vietnam antes de Hanoi. La visita está fenomenal, el guía nos lo explica todo.

De ahí, fuimos a Tam Coc. No teníamos muy claro de qué se trataba, pero sólo puedo decir que flipamos: por un riachuelillo cogimos una barquita conducida por un tío, con los pies. El paisaje podría ser algo parecido a Halong Bay, pero en lugar de en el mar, en el riachuelo. Era un sitio mágico, las montañas se reflejaban en el río y es que era precioso!! Es naturaleza en estado puro, sin explotar, virgen, poco turístico… no sé, increíble. No teníamos claro si ir o no, pero vamos, sin duda, es recomendable. Sobre todo, porque no nos lo esperábamos, pero fue precioso.

Desde ahí, vamos a Hanoi, dejamos a la pareja de españoles y esperamos a ver si el dueño de todo viene con nuestra bolsa llena de ropa. Nos hizo esperar y en ese momento pensamos que nos había timado, pero… apareció por sorpresa y… con nuestra bolsa en la mano!!! Había sido recuperada. Casi se nos saltan las lágrimas. Con la única pega que un pantaloncito de Olga de Nike había desaparecido. No, si el tipo este que se había ido a Halong no era listo ni nada! Pero bueno, el resto estaba todo.

De ahí fuimos al aeropuerto. Cuando llegamos, tuvimos la sorpresa de que para validar el billete, hay que presentar la tarjeta de crédito con la que habíamos comprado el billete, la cual estaba en Madrid. Estuvimos mil horas discutiendo con la del mostrador, diciendo que les podíamos dar el número de tarjeta, acceder al banco por Internet y que vean nuestra cuenta, en fin… mil opciones, pero no aceptaron. ¿la solución? Comprar otro billete y reclamar para que nos devolvieran la pasta. La cosa es que el billete era de múltiples destinos y para 5 personas, por lo que la gracia que tuvimos que pagar fueron 1.200 euros, que luego nos devolvieron, claro.

Pero aquél mal trago se iba a arreglar rápidamente con nuestra noche en Hué. Llegamos al as 22:00 al hotel. Bueno, no era un hotel, era un albergue que estaba súper bien de precio en el que dormimos por 5 euros cada una. Se llama Ny Phu y está muy bien situado, en una de las calles donde están todos los hoteles y ambientillo.

Dejamos las cosas y nos vamos a cenar. Nos apetecía algo animado, por lo que fuimos a un pub donde se podía comer algo: el Why Not. Nos pedimos algo de picoteo y unas cerves. Aquí empieza nuestra noche: un americano de Chicago para se exactos nos dijo que teníamos que ir a un bar de marcha que estaba por allí cerca, llamado Brown Eyes y que le siguiéramos. Como nos parecía buen plan, allá que fuimos. Efectivamente, estaba lleno de mochileros y vietnamitas, la música era rock y cervezas a 25.000 dongs (ni un euros, oiga), así que nos quedamos sin dudarlo ni un momento. Allí estuvimos dándolo todo y hablando con todo el mundo, lo pasamos pipa y se nos hicieron las tantas disfrutando de la noche vietnamita.

Primera noche que dormimos sin aire acondicionado. Hacía relativamente bueno. Por cierto, esto me recuerda que a las 6 de la mañanita entraba un solazo por la ventana que da gusto, así que para los que no puedan dormir con luz se recomienda un antifaz, claramente.

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A pesar de que nos acostamos tarde, nos levantamos a las 8:30 para aprovechar el único día que íbamos a emplear en Hué. Desayunamos, nos arreglamos y mandamos el mail para recuperar los 1.200 euros que Vietnam Airlines nos había tangado el día anterior.

Hué es una ciudad imperial de los Reyes Nguyen, antigua capital de Vietnam, cuyo atractivo más interesante es la ciudadela, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, además de las tumbas que se encuentran a lo largo del Río Perfume. Desde la zona de hoteles hasta la ciudadela son unos 30 minutos. Igual hubiera sido mejor haber cogido un taxi o tuc tuc porque el calor era insoportable, todo ello sumado a lo poco que habíamos dormido y a la solana que pegaba.

La ciudadela se ve en torno a 2 horas. Probablemente, los más interesados tarden más, pero nosotros no mostramos más interés que el que nos permitían los 40ºC bajo el sol de Hué. Así que a la vuelta al hotel ni lo pensamos, buscamos un taxi, con la mala pata que hasta casi llegando al hotel no encontramos uno. Tal era el calor que nos montamos, aunque estuviéramos al lado, aunque fuera sólo por respirar aire fresco del taxi.

Para visitar las tumbas y pagodas que hay a lo largo del río Perfume, contratamos un taxi en el propio albergue que nos llevara. Ese mismo taxi, tras visitar las tumbas, nos llevará del tirón a Hoi Ann, nuestra siguiente parada. El camino a Hoi Ann son unas 2,5 horas y, por todo, nos cobraron 10 euros por personas.

Vimos la Pagoda de Them Pu y dos tumbas que no recuerdo el nombre. Nos parecieron chulísimas, sobre todo, el entorno en el que están. A partir de cierta hora, se empezó a cubrir el cielo de nubarrones, que con las visita de las tumbas, le dio un toque misterioso. A los 10 minutos de que aparecieran las nubes, se puso a jarrear a saco, pero vamos, que caía más agua que en la ducha, una pasada! Así que estábamos apunto de entrar en una tumba y ni entramos, porque no se podía estar ahí. Nos montamos en nuestra van y rumbo a Hoy Ann. Estuvo todo el camino lloviendo, con la suerte de que cuando llegamos a nuestro destino, paró.

El taxi nos dejó en la puerta de nuestro hotelito, llamado Ving Hung, a 5 minutos del centro. De todos los hoteles que pillamos en el viaje, este fue el más especial. Lo hicimos a propósito, para no estar todo el día durmiendo en albergues, aunque bueno, al final estaban estupendamente también. Aún así, sólo pagamos 15 USD por cabeza, lo cual tampoco es mucho para el pedazo hotelazo. Las habitaciones amplias, limpitas y piscina en la azotea. Bueno, decimos pedazo de hotelazo porque también nosotras nos conformamos con poco, todo hay que decir.

Fuimos a cenar a uno de los que ponía en la guía que es más bien un pub para salir, aunque de tranquis. Se llama Treat’s café y hasta las 22:00 hay happy hour. Comimos estupendamente, como en cualquier pub cutre que haya en todo Vietnam. Se nos acercaron 3 chicos isrealitas a hablar con nosotras y ahí estuvimos tomando una cerveza con ellos. Nos enseñan las típicas palabras en hebrero que, lógicamente, a estas alturas, he olvidado. Nos arreglaron la noche, porque no teníamos muy claro dónde ir y ellos nos dijeron que había un bar súper animado que se llama Why Not y allá que fuimos.

Está un poco lejos del centro, en sentido contrario a nuestro hotel, pero mereció muchísimo la pena porque, efectivamente, estaba animadísimo, especialmente, de ingleses e irlandeses. El bar, que hay que decir que por dentro era bastante pequeño y cutrillo, tenía una mesa de billar en medio que la gente usaba para bailar encima, nosotras, por supuesto, no íbamos a ser menos!

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