Por Normandía y Bretaña ✏️ Blogs de FranciaViaje en coche por Normandía y BretañaAutor: Chema2011 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (14 Votos) Índice del Diario: Por Normandía y Bretaña
01: Generalidades
02: Día 1: Llegada, paseo por París y ruta hacia Rouen
03: Dia 2: Rougemont-Giverny-Rouen-Honfleur-Caen
04: Día 3: Caen-Bayeux-Zona de Desembarco de Normandía-Huisnes sur Mer
05: Día 4: Huisnes-Cancale-Dinan-St. Malo-Pleneuf
06: Día 5: Pleneuf-Costa Granito Rosa-Recintos Parroquiales-Brest
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Etapas 7 a 9, total 11
Tras desayunar en el Hotel. Buffet continental. No está nada mal. Nos disponemos a recorrer dos de los tres brazos de la cruz que forma la península de Crozon. Los franceses dicen "presque-îsle" (casi-isla). Al ir unos cuántos kilómetros en carretera el coche nos da un aviso del nivel del liquido refrigerante. Con todo el recorrido que queda por delante no es cuestión de dejar el asunto, así que cuando encontramos una gasolinera con tienda , al lado de la carretera , nos paramos, echamos gasolina y compramos refrigerante. Me dispongo a abrir el capot y no doy con el enganche que sirve para abrirlo del todo. Los ocupantes de un coche de al lado miran mis maniobras y les digo que cómo es de alquiler no conozco el coche., entonces se baja ¡la señora! y me lo abre ¡Todavía me pregunto por qué fue ella y no él el que me ayudó! Da igual, para que luego digamos... Y el agradecimiento infinito.
Con el aviso ya apagado, continuamos. Dejamos de lado Plougastel-Daoulas, donde existe otro de los más famosos recintos parroquiales (mi familia dice que ya estuvo bien la ración de ayer). Paramos al pasar en La Faou. Es viernes y tengo entendido que hoy es día de mercado y queremos ver el ambiente. Pero chasco, de mercado nada (es los sábados) y en nuestro paseo somos observados como cuando el forastero llega al poblado del "far west". Seguimos hasta otras nuevas ruinas, las de la antigua abadía de San Guénolé (existe otra nueva), en Landévennec que situado en la desembocadura del río Aulne que puede tener un buen panorama. La zona es verdaderamente preciosa, atravesamos el magnifico puente de Térenez, del estilo del que vimos en Normandía, pero segundo chasco: cobran por ver las ruinas y no entramos. Deberíamos habernos acercado a la Abadía nueva pero el cabreo es mucho. Así que media vuelta y a la carretera. No dejamos la costa y seguimos hasta la punta de los Españoles en Roscanvel (hemos dejado a un lado una base militar que utiliza entera una pequeña península, antes de la de que vamos nosotros). Fue lugar militar desde que los españoles lo utilizaron en el siglo 16. Es un mirador (¡Ya se sabe lo que me gustan!) impresionante. Se ve toda la rada de Brest, con Brest y su puerto casi enfrente. Aunque en el camino parecía que ibamos al fín del mundo en el camino hay un camping y en el mirador hay bastante gente ¡Es que hay más "locos"...! Siguiendo el camino previsto nos acercamos a la Punta de Pen-Hir, cerca de donde dicen algunos "entendidos" residían Axtérix y Obélix en su famosa aldea gala. Aunque el día estaba en "ese momento" soleado el aire fresco del Atlántico obligaba a abrigarse si nos queríamos quedarnos helados. En la foto pueden verse las tres famosas rocas llamadas "Tas de Pois" También hay monumento a los bretones caídos en la guerra. Seguimos ruta y ya es "nuestra" hora de comer así que cuando entramos en Crozon vamos buscando un sitio. Cuando vemos una pizzería y vamos a parar vemos una indicación de una Crêperie junto a un camping, y para allá vamos, se llama "Pen Ar Menez" (que no tengo ni idea de lo que significa en bretón). Por fuera no es muy sugerente pero dentro es acogedora y muy bretona (con bandera y todo). Cierra a las 14 h. y nosotros llegamos a las 13:30 h. Pedimos todos galettes variadas y de postre, crêpes con nuestra "garrafe d´eau". Todos terminamos deliciosamente llenos. Nos hacen factura a mano, como ayer, pero sin sello. Nos da igual pues el precio es de risa. Nuestra siguiente etapa: Locronan. Llegamos a la entrada de este "village" que recomiendan todos los que por allí han pasado. Y efectivamente lo merece. Aparcamos a la entrada en un parking de pago pues todo el pueblo (bastante pequeño) es peatonal. Cuesta 3 € aunque teoricamente el pago sirve para todo el año. Así que se se piensa volver hay que conservar el ticket. Con este, dan un prospecto con el recorrido recomendado para conocer a fondo el lugar. Está todo muy bien conservado y el exterior de la Iglesia de S. Ronan (de ahí el nombre de Loc Ronan) es impresionante. Hay bastante gente y hacer fotos sin gente de fondo es díficil. Entre los lugares que se recomiendan está la Montaña de Locronan ¡Cielos un mirador! A donde ascienden los lugareños en la procesión del Grand Troménie (así le llaman aquí al "Perdón" típico de los pueblos de Bretaña. También hay Petit Troménie). Pero me resisto por una vez y solo recorremos "la plaza mayor y las calles adyacentes. Compramos en una boulangerie varios kouign amann en este caso eran pequeños y de distintos rellenos pero no tuvieron tanto éxito como los anteriores. Es evidente que, como aconsejan, deben estar recién hechos y mejor algo calientes. Seguimos entonces ruta hacia Quimper. Aparcamos en la Plaza de la Tourbie, que es gratuito y muy cerca de la Catedral de S. Corentin. La verdad que siendo una ciudad grande, sorprende bastante su casco viejo que ha mantenido sus casas de tramado de madera por la calle Kereon. Sorprende la catedral con su nave de eje torcido. Y tras esta visita, nos dirigimos a la siguiente casa donde pernoctariamos, pasando antes de salir de Quimper por el Carrefour y comprar la cena. La casa está próxima a Douarnenez, que divisamos desde la playa cercana. Se encuentra exactamente en Kerlaz. Se llama Kerioré-Izella es totalmente rural y nuestra habitación estaba fenómenal. Con dos habitaciones y el baño por medio. Llegamos a eso de las ocho de la tarde. Los propietarios están cenando con los inquilinos, que son bastantes, pues la casa tiene table d´hôtes. Nos da las indicaciones Mme. Marie-Louise Jain. Quedamos para desayunar a las 8.30. Etapas 7 a 9, total 11
Amanece lloviendo con ganas. Pero las nubes empezarán a despejarse cuando vemos el desayuno: mantequilla, mermeladas y cuajada caseras y una sorpresa "gateaux breton" (pastel breton) casero, riquísimo. Luego vemos que la propietaria los hace por encargo. Tras este fantástico desayuno, entre la llovizna nos dirigimos al primer destino del día y no es un sitio para poder disfrutarlo bajo la lluvía: la Pointe du Raz (el Finisterre francés y símbolo de Bretaña). Los hados nos acompañan pues en el camino va despejando el día y cuando llegamos el tiempo es espléndido (Dicen que los bretones afirman que "aquí hace buen tiempo varias veces al día"). Todavía no ha llegado mucha gente pero posteriormente se incorpararán como veríamos más tarde. Es de pago por coche aunque se abona cuando se sale: 6 €.
Hay que hacer una buena caminata desde el aparcamiento pero las vistas lo merecen. El faro de La Vieille y entre la bruma la Isla de Sein, cuna de pescadores patriotas que no dudaron ni un momento de irse a Inglaterra a la llamada del General de Gaulle y dejar la isla sola con mujeres y niños. El viento sopla con fuerza. Tras disfrutar de este panorama, partimos hacia Concarneau. Es una buena tirada de hora y media. Cuando llegamos, aparcamos en el parking de la estación, que es gratuito y a unos diez minutos de la "Ville Closé" que era nuestra siguiente visita. Pero ya era hora de comer y en la plaza Jean Jaurès, enfrente de la entrada de la Ville, en el Restaurante del Hotel "Les grands voyageurs" llenamos el estómago. La terraza estaba repleta de foráneos como nosotros, pero más rubios. La comida no fue nada especial, de tipo turístico, pero suficiente . Aquí nos pasó otra anécdota. En este caso a costa de la "garrafe d´eau" que, como en anteriores lugares, pedimos. Nos sirven una bolsa llena de hielo con una botella de las antiguas de gaseosa de un color anaranjado. Sorprendidos por la presentación y antes de tocarla pregunto al camarero: "Qu'est-ce que c´est?" . A lo que me responde medio en risas "D´eau!" (Agua). Mis hijas me dicen que se han reído de mí. Yo prefiero pensar que es la broma de la casa y no soy el primero que cae. Sea lo que sea , no quiero sorpresas y ya sabemos de la costumbre en otros lugares, como en Portugal, de servirte aperitivos que no pides, pero luego pagas. Tras comer, entramos en la Ville Closé. Si exteriormente llama la atención por dentro nos quedamos "pasmaos". Es una preciosidad, pero eso sí invadida por turístas (incluidos nosotros). Se nota que hoy es sábado. Está llena de comercios, de souvenirs, galletas, conservas de sardinas (lo que nosotros podemos considerar una vulgaridad, en esta zona se llega a la más sofisticadas presentaciones y sabores), heladerías y restaurantes, con elegancia francesa. Recorremos la Rue Vauban que la atraviesa de extremo a extremo y disfrutamos. Curiosamente es pequeña pero tardamos una hora medido por el reloj de la entrada. Para hacerse una idea más completa de la zona se pueden ver estos Panoramas de Concarneau y alrededores. Seguimos ruta hasta Pont-Aven. Pueblito que puso en el mapa el pintor Paul Gauguin, antes de residir en la Polinesia. Actualmente está llena de galeristas. Y hoy, de visitantes. Tiene rincones como el Paseo Xavier Grall de un bucólico extraordinario. También hay biscuiteries por todos lados. Hemos aparcado en la Rue de Abbès Tanguy junto al cementerio. Es gratuito y esta calle te lleva al "centro" en 5 minutos cuesta abajo. Al abandonarlo vemos que hay fiesta bretona y un grupo con trajes típico están bailando. Seguimos ruta hacia los menhires de Carnac, pero de paso nos vamos a parar en la Isla de S. Cado en la Ría del Etel, así como en Galicia, buscando la famosa casa en una isla. Hay también fiesta cuando llegamos y unos cuántos bretones están con una cogorza de campeonato y felices, pero la luz en esos instantes y el paisaje merecen la visita. Continuamos a ver los menhires.En el camino de repente se nubla y nos llueve. Inmediatamente se despeja y cuando llegamos a destino ya hace sol de nuevo. ¡Asombroso! En la región de Carnac hay numerosas zonas, donde se pueden ver estos megalitos. Nosotros vamos al de Le Menec. Están también el de Kermario, Locmariaquer, etc. Así que hay donde elegir para el que se quiere empapar en este interesante tema. El centro de interpretación está cerrado cuando llegamos. Cierra a las 7 de la tarde. Por tanto la "navette" que lleva ¡gratuitamente! por toda la zona no funciona. No obstante se pueden ver sin problemas pues lo único que les separa del visitante es una pequeña valla. Uno no deja de preguntarse qué motivo llevó a la humanidad a realizar este trabajo de colocar alineadas tantísimas piedras. Algunas de enorme tamaño, que seguramente tuvo que ayudar Óbelix a colocar. ¡Ja, ja! Tras esta visita ya nos dirigimos a nuestra residencia esta noche: el Hotel B&B Vannes Ouest. Cuando llegamos empieza de nuevo a llover. Es el segundo hotel de esta cadena que visitamos y la verdad que están muy bien. Y a descansar. Etapas 7 a 9, total 11
Empieza el día con sol, aunque ha llovido durante la noche. Bajamos a desayunar en el buffet del hotel. Son las 8.30 y observamos que hay más gente que en la anterior ocasión. Se explica porque es domingo y Vannes es un lugar bastante turístico. Cargamos las maletas y rumbo al centro. Aunque son las 9, se nota que es domingo y como en cualquier ciudad las calles están practicamente vacías. ¡No sabíamos cuánto! Aparcamos en un parking gratuito (aunque los domingos creo que son gratuitos todos los de calle) junto a los jardines de las "Remparts" (Murallas). Así que lo primero que vemos son las murallas y la vista de los tejados de la ciudad. ¡Te trasladan en el tiempo...!
Entramos, por quedarnos más cercana, por la Puerta Poterne, menos típica que la principal de San Vicente, que da al puerto. Este está situado al final de una ría de las del Golfo de Morbihan (Mar Pequeño, en bretón dicen las guías, y viendo un mapa efectivamente lo es). Mapa de Morbihan La ciudad es nuestra. Solo nos acompañan los "madrugadores" que van a misa a la catedral de San Vicente. ¡De repente empieza a llover! Nos tenemos que cobijar debajo de un toldo de una tienda que acaban de abrir y están sacando algunos expositores a la calle. No dura mucho afortunadamente y seguimos la visita. Esta será la tónica del día. Descubrimos a "Vannes y su mujer" en la fachada de una casa. La verdad es que extraña ver tanto rincón con encanto y las calles tan solitarias. Tenemos que esperar a que acabe la misa para poder visitar la tumba de San Vicente Ferrer. ¡Sí, el valenciano! Murió aquí. Como he dicho su nombre está por todas partes. Existe incluso la Plaza de Valencia. Por cierto que nos llamó la atención que el cura, cuando termina la misa, con el "¡Podeis ir en paz!" (Bueno aquí lo dice en francés) recorre el pasillo abre las puertas y se queda allí para saludar a los feligreses que así lo deseen. Desconozco si eso se hace en España, pero yo no lo he visto. Continuamos la ruta del día. Abandonamos la costa y nos dirigimos tierra adentro. La siguiente etapa es Rochefort-en-Terre. Cuando llegamos, ya en el parking gratuito a la entrada del pueblo, empieza a llover. Nos quedamos en el coche esperando hasta que escampe. Luego iniciamos el recorrido por este minúsculo pueblito pero donde hay más flores por metro cuadrado que hemos visto en la vida. ¡Excepcional! Creía que era peatonal pero los coches pasan continuamente entre los viandantes que son muchísimos. ¡Es domingo, ya se sabe! Y luego nosotros al salir, pasamos también. Entramos en una biscuiterie y compramos unas cuantas galletas de las que nos parecen de aspecto más delicioso, ya que la dependienta no parece propicia a que hagamos más de una degustación. Como no se tarda mucho en verlo, partimos para Malestroit, que todos los viajeros mencionan también en esta zona. En el camino vuelve a llover y llegamos al pueblo lloviendo a cántaros. Pese a ello aparcamos en un lugar gratuito y salimos con los chubasqueros puestos. ¿Será la lluvia? ¿La hora de comer? Lo cierto es que no se veía a nadie por ningún lado y con la lluvía que esta vez no para, se nos quitan las ganas de mirar nada más y volvemos al coche pensando que la hora de comer se nos va a pasar pese al día que es. (He visto fotos de otros viajeros de rincones muy bonitos de este pueblo pero lo cierto es que no llegamos a verlos. Por ello no lo incluyo en nuestra ruta). Tomamos rumbo a Josselin. Cuando llegamos, el río Oust y el castillo nos reciben sin lluvía y de lugar de cuento. Aparcamos a la derecha del castillo en un parking gratuito, afortunadamente no del todo lleno ¡Aquí si hay gente! No obstante, nosotros vamos buscando un lugar donde comer temiéndonos lo peor. Al otro lado del castillo vemos: Café Crêperie La Marine. Y sin pensarlo entramos. Fue muy buena elección. De plato del día hay Mejillones de la bahía de Saint-Brieuc con papas fritas a 11 €. Así que pedimos mi mujer y yo lo mismo. Posteriormente nos daríamos cuenta que en el cartel decía una cosa muy importante: ¡750 gr.! Nos salieron mejillones hasta por las orejas. Con una presentación magnífica. Mis hijas se apuntaron a una hamburguesa "bretona" y una galette completa. El postre todos tomamos crêpes. Resumiendo 13 € por cabeza. ¿Quién da más? Mientras comemos vuelve a llover y a salir el sol de nuevo. Algunos clientes que se han animado a comer en la terraza con el sol tienen que acabar por entrar. Recorremos el lugar que puede resumirse en dar una vuelta al castillo (¡Es privado! Pero se puede visitar parte) con unos rincones... ¡Ya me falta calificativos! Dejamos la tarde para la visita a la capital administrativa de Bretaña: Rennes. Esperabamos encontrar una ciudad animada un domingo por la tarde. ¡Que equivocación! Nos encontramos una ciudad fantasma, con todo cerrado, nadie por la calle salvo otros españoles que esperaban encontrar algo para cenar. Nosotros tuvimos que pedir permiso en un restaurante, que empezaba a abrir, para entrar a hacer nuestras necesidades porque no había ningún sitio para tomarse un café. Este "cálido" ambiente unido a los chubascos que siguieron cayendo, nos dejó desanimados. En resumen nos pareció sólo una ciudad grande para lo que habíamos visto, con grandes edificios como el Parlamento, el Teatro de la Ópera y alguna casa que recuerda que estamos en Bretaña. Aburridos por lo hallado, nos vamos antes de lo previsto para la casa que nos acoge esta noche. Se llama La Malcotais. Está a unos veinte minutos de Rennes, pero como si estuviera a tres horas pues es un lugar en pleno campo. Cuando llegamos y llamamos al telefonillo de la verja de entrada suena como la llamada de un teléfono y contestan. Es la propietaria Mme. Sandrine Le Gall que como ha vuelto a salir el sol ha ido de paseo ya que todavía no nos esperaba. Pero ¡Oh, tecnología! nos abre la verja y entramos. Tenemos que esperar un rato hasta que aparece la señora. Presentaciones. Nos lleva a la habitación, que tiene altillo ¡Qué le gusta esto a mis hijas! Y a reposar el día. Etapas 7 a 9, total 11
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