Menorca en 6 días al detalle ✏️ Blogs de España

Como llevábamos dos días viendo calas, hoy habíamos decidido dedicar más el día a visitar pueblecitos.
Nos pusimos en marcha y nos fuimos en primer lugar a Binibeca, al sur de Mahón. Un pueblecito pesquero de obligada visita, pues es precioso a la vez que curioso. Antes de entrar, hay se ven carteles pidiendo respeto y silencio para la gente que vive allí. Nade más pasar el arco de enrada hay varios bares y restaurantes en los que se puede comer de tapas o menús. Y se ven una casitas blancas con unos callejones estrechos que parece que te estés metiendo en una propiedad privada, pero nada de eso, en realidad son las calles del pueblo , que tienen poco más de un metro de ancho. Callejeando se ve que incluso hay una iglesia en medio de una placita que tendrá poco más de 30 m2. y por la otra parte, sales a un puerto con barquitas. De verdad, un paisaje precioso y muy muy curioso.
Salimos de este poblado, y hacia la derecha, camino de la playa, vimo otra calle que se metía hacia el mar y pudimos acceder a una calita privada, para unas cuantas casas que daban a ella, que estaba totalmnte equipada con escaleritas de acceso al agua, ceniceros de piedra, etc., vamos, que a los vecinos de esas casitas no les había faltado detalle. Una gozada imaginarse disfrutar de las vistas de una de esas casitas tomando el desayuno por la mañana, y directamente meterse en el agua critalina de la cala.
Después de soñar un poco que te toca la lotería y te haces con una de estas propiedades, volvimosa poner los pies sobre la tierra y nos fuimos camino de Es Castell. Es Castell es un pueblo con un puerto bastane grande y muy bonito.
Y después de Es Castell, sobre las 12 de la mañana llegamos a Mahón el día grande de sus Fiestas en honor a la Virgen de Gracia. El pueblo estaba lleno de gente y sobretodo de caballos. Yo me atrevería a decir que había más caballos que vehículos ese día en la ciudad de Mahón, además todos ellos bien vestidos, adornados con capas de terciopelo negro con motivos florales bordados y con las cabezas y las colas también adornadas. Algunos caballos estaban descansando por las calles, y otros iban montados por los "caixers", que son jinetes vestidos de blanco y negro, en su mayoría jóvenes entre 20 y 30 años.
En la plaza del Ayuntamiento estaba la Banda de Música tocando y por allí pasaban los caixers con sus caballos mostrando sus habilidades de doma (lo que llaman el Jaleo).
Por las calles mucho ambiente festivo y bares ofreciendo bebidas y la tradicional pomada por 2 euros. Aquí es donde la probamos.
Después de disfrutar un poco de la fiesta y dar un paseo por las calles de Mahón, bajamos hasta el puerto y paseamos por él. Aquí vimos que también hacían excursiones en catamarán por la bahía. Y vimos que también había un restaurante en el mismo puerto donde podías comer o bien sobre el barco que había atracado, o bien sobre un muelle de madera flotante que había. Una delicia.
Como todavía no teníamos hambre, y más depués del súper desayuno bufet del hotel, nos fuimos a Fornells donde nos habían dicho que se comía muy bien.
Al llegar dimos una vuelta en coche buscando aparcamiento y vimos que realmente todo cuanto había que ver allí estaba en el puerto, así que para allí que fuimos buscando un buen sitio donde comer, pues ya pasaban de las 15 horas.
Echamos un vistazo a las cartas de todos los restaurantes que habían en el puerto, y finalmente decidimos que como posiblemente iba a ser nuestra última "comida de señores" en la isla, nos decantamos el RESTAURANTE EL PESCADOR, sin duda otra acierto. Elegios el "menú especial" de 18 € por persona (bebida a parte, eso sí). De primero, elegimos un arroz caldoso de marisco que estaba para chuparse los dedos (no he probado la famosa caldereta de langosta, entre otras cosas porque en ninguna carta bajaba de los 50 € el plato, pero creo que este arroz no tenía nada que envidiarle), estaba riquísimo, y ración más que abundante como para haber sido un plato único. Al terminar el plato, nos sirvieron un sorbete de limón y de segundo, pedimos una sepia rellena de gambitas y rape, y una merluza con salsa de puerros. Ambos platos riquísimos y también muy abundantes. De postre, peidmos un crepe de chocolate y una tarta de almendras. Al final, con una botella de vino blanco que pedimos, nos salió la comida por 48,50 euros los dos. Eso sí, comimos cantidad y de calidad, en primera línea del puerto, con vistas sobre el mar. Una gozada.
Al terminar, estábamos tan hinchados que decidimos irnos a echarnos un rato sobre la arena y pegarnos un bañito, así que nos fuimos a Na Macaret, una calita que nos pillaba cerca y bien para regresar luego al hotel.
Después de echar una pequeña siesta en la calita, nos fuimos directos al hotel para ducharnos y cambiarnos en tiempo récord, pues queríamos ir antes de que se pusiera el sol a la Cueva d'en Xoroi.
Y llegamos!!! Corriendo, pero llegamos. La Cova d'En Xoroi es otra de las visitas obligadas en la isla. Se trata de una cueva dentro de la roca de uno de los acantilados, que está explotada como negocio. Se paga 12 euros por persona para entrar y te incluye una consumición (lo que quieras pedir). Desde allí se ve la puesta de sol más espectacular con diferencia de toda la isla. Además, si vas con tiempo y pillas mesita libre, puedes disfrutar de tu cocktail mientras ves la puesta de sol sentado en una mesita de las diferentes terrazas que tiene. Por dentro, ofrece pistas de baile con un dj pinchndo música en directo, y de zonas launge para estar relajado charlando. Aquí es donde nos pedimos la famosa Pomada Menorquina, un cocktail echo con ginebra Gin Xoriger y limonada, muy bueno, entraba muy suave pese a que estaba bien cargado de ginebra, y es que la limonada con la que hacen la mezcla es bastante dulce y sin burbujas.
Cuando ya e hizo totalmente de noche, nos fuimos para el hotel a descansar y pensar en las excursiones del día siguiente.

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