![]() ![]() Recuerdos de Jordania: La maravillosa Petra y bastante más. ✏️ Blogs de Jordania
Itinerario clásico que incluye Amman, Ajlun, Jerash, Madaba, Monte Nebo, la Pequeña Petra, Petra, desierto de Wadi Rum, Aqaba, castillos del desierto y Mar Muerto.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (34 Votos) Índice del Diario: Recuerdos de Jordania: La maravillosa Petra y bastante más.
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Etapas 4 a 6, total 8
WADI MUSA.
A la caída de la tarde, llegamos a Wadi Musa, el pueblo moderno donde se encuentran las instalaciones hoteleras, todo tipo de servicios y el acceso a la antigua ciudad nabatea de Petra. Entre las colinas, moverse de un sitio a otro por carretera es bastante trabajoso y lleva mucho tiempo, porque hay que dar vueltas y revueltas para hacer apenas unos kilómetros. De ahí la importancia de coger alojamiento lo más próximo posible al Centro de Visitantes, por donde se accede a Petra. Esta fue una de las cuestiones que más me enfadó del viaje. Tenía muy preparado el itinerario que quería hacer en Petra y me había preocupado de que nuestro hotel estuviese en la misma entrada. Desde el principio me habían confirmado el Petra Moon, un pequeño hotel de cuatro estrellas, que cumplía todas mis expectativas. Sin embargo, cuando fui a recoger la documentación, tres días antes de la salida, me encontré con que me habían cambiado los tres hoteles. El de Amman no me importó demasiado, el de Aqaba, casi prefería que estuviese en una playa más que en el centro de la ciudad, pero lo que ocurrió con el de Petra me indignó completamente. Me habían cambiado un hotel a 200 metros de la entrada por otro (el Petra Panorama) a 16 Km de distancia, con vistas impresionantes, no lo niego, pero en medio de ninguna parte. Protesté convenientemente, pero no conseguí que me devolvieran al Petra Moon sino que me ofrecieron un upgrade a un hotel de cinco estrellas o la cancelación sin cargos del viaje. Evidentemente, a 3 días de la salida, con todo preparado, no iba a anular el viaje. Así que acepté, qué remedio. El nuevo hotel, Beit Zaman, está a 6 kilómetros de la entrada a Petra, casi 15 minutos en coche. No fuimos los únicos que vivimos esta situación, hubo más personas afectadas por estos cambios y todas de diferentes mayoristas y agencias españolas, así que no citaré a la nuestra en concreto. En fin, el eterno problema del upgrade no solicitado y la mayoría de las veces no deseado. El hotel Beit Zaman está construido aprovechando un pueblo del siglo XIX, sus casitas salpicadas en la ladera de la colina, cuyas habitaciones son tipo bungalow. Aunque no era lo que nosotros queríamos, realmente no estaba mal, las vistas son estupendas, el personal muy amable y la comida buena y variada, en concreto los dulces y la mutabbal (crema de berenjenas asadas) estaban deliciosos. Por la noche, después de cenar, en la habitación vimos el partido Real Madrid-Borussia de Dormund, que, por supuesto, ponían en directo en la tv jordana. Perdimos, lamentablemente. Al día siguiente, fue el tema de conversación favorito del personal del hotel y de todos los jordanos con los que nos cruzamos, como lo sería al día siguiente el resultado del duelo entre el Barcelona y el Bayer de Munich. Por cierto, el precio de reserva por Internet de una habitación doble en este hotel sale por 130 euros la noche. Muy caro, realmente. Vistas desde la terraza del comedor. Resulta sorprendente el no sé si llamarle vergel u oasis al que se asoma este hotel, desde el que se ve incluso el curso de agua, con Wadi Musa y las montañas de Petra al fondo. ![]() ![]() ![]() PETRA. Petra es la joya de la corona, el lugar más especial de Jordania y, seguramente, uno de los lugares más bellos del mundo. Es Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1985, y en 2007 con todos los honores y merecimientos se ganó el título de Maravilla de la Humanidad. En mi opinión, solamente por estar un día allí, merece la pena el viaje desde cualquier punto de la tierra. Hay lugares hermosos y monumentos excepcionales, pero éste además de ser hermoso y tener monumentos excepcionales, resulta único y diferente a cualquier otro; vamos que no me importaría haber escrito un diario exclusivamente sobre nuestra inolvidable jornada en Petra. Hice fotos y viví experiencias para escribir una guía completa, jeje. Los que hayan estado en este lugar, me entenderán.
Ticket de acceso para un día (personas alojadas en Wadi Musa).
![]() Vista panorámica desde el hotel.
![]() Después de sopesarlo bastante, decidimos no madrugar e ir con el autobús a la entrada de Petra, donde ya nos apañaríamos por nuestra cuenta. El día se presentaba estupendo, la temperatura máxima iba a rondar los 28 grados y se había quitado la calima lo que nos permitiría apreciar las vistas en todo su esplendor. Llegamos al Centro de Visitantes en torno a las 08:15 del 1º de mayo, festivo en Jordania como en la mayor parte de los países. Según nos comentaron, hubo un tiempo en que se pensó restringir la entrada de turistas a Petra; sin embargo, la crisis y los conflictos bélicos de la zona se han convertido en la mejor regulación y ahora se registra un 80 por 100 menos de visitas que hace unos pocos años. Si los jordanos antes estaban preocupados por el perjuicio que pudiera causar a Petra una afluencia exagerada de visitantes, ahora lo están por todo lo contrario. Las cosas que pasan…
Como no queríamos comer en el restaurante, sino tomarnos unos bocadillos contemplando alguna tumba, cogí un par de bollos del buffet del desayuno, pero nos hacía falta comprar algo más. Le pregunté al guía y me dijo que dentro no vendían nada para preparar bocatas, sólo bebidas y menús en dos restaurantes, así que mientras mi marido se acercaba a comprar al pueblo, yo me quedé con el grupo para que el guía me diese las entradas (50 dinares la entrada de un día, ahí es nada; 55 la de dos días, compensa un montón para quien vaya por libre). El grupo pasó y yo esperé afuera. Mi marido volvió enfadado porque en Wadi Muso estaba todo cerrado, menos mal que vimos comida en unos puestos, junto al acceso. Ya nos lo podía haber dicho el guía… Nos prepararon una especie de hamburguesas de pollo con algo parecido al pisto, todo recién hecho, una botella de agua y dos plátanos: 7 dinares. No hace falta cargar con bebidas, dentro hay quioscos de bebidas y beduinos estratégicamente situados hasta en los rincones más recónditos que te venden agua fresca, el bien más apreciado en Petra. Poco voy a contar de la historia de Petra porque es ampliamente conocida y se puede consultar en cualquier guía, prefiero centrarme en el recorrido que tanto disfruté, solamente unos breves apuntes. En torno al siglo XIII a.C., la zona ya estaba habitada por los edomitas, y fue este pueblo el que impidió a los judios atravesar su territorio hacia la Tierra Prometida. Hay teorías que señalan que Petra era la ciudad de Sela (“Piedra”), capital bíblica de Edom. En siglos sucesivos tuvieron que aguantar la presión de los nabateos, que les empujaron hacia el oeste ávidos de hacerse con el control de las rutas comerciales, por donde pasaban las caravanas que transportaban incienso y especias entre Egipto, Siria y Arabia al sur del Mediterráneo. Los nabateos hicieron de Petra la capital de su reino y pese a numerosos conflictos mantuvieron su hegemonía hasta que en el año 75 d.C. su último rey, Rabel II, trasladó la capital a Busra. En el año 106 d.C., el reino nabateo fue anexionado al Imperio Romano por el emperador Trajano, quien creo la provincia de Arabia con capital en Busra y Petra recibió el título de metrópoli. Fue visitada por el emperador Adriano en 130 d.C. y para la ocasión se construyeron nuevos monumentos; después fue colonia romana y en tiempos de Diocleciano formó parte de la provincia de Palestina. Los cristianos no se instalaron en esta zona hasta el siglo V. El cambio en las rutas comerciales y una serie de devastadores terremotos llevaron a Petra casi al olvido, si bien se sabe que los cruzados construyeron dos fortalezas en el siglo XII y que en el siglo XIII estuvo ocupada por los mamelucos. Después la pista de Petra desapareció, hasta el punto de que se la conocía como “la ciudad perdida”, y hubo que aguardar a 1812, en que el suizo Johann Ludwig Buckhardt consiguió llegar a ella disfrazado de beduino, pues éstos habían prohibido no ya que los extranjeros entrasen en la ciudad sino que incluso supieran de su existencia y su localización, quizás porque pensaban que podían apoderarse de los supuestos tesoros que escondía en su interior. De ahí puede venir el nombre del monumento más famoso de Petra, El Tesoro del Faraón, cuya urna presenta numerosos impactos a causa de las balas disparadas por los beduinos en sus intentos de conseguir las míticas riquezas. ![]() Con inevitable emoción, empezamos el recorrido hacia el Siq, rechazando los ofrecimientos de guías, calesas y caballos, menos mal que éstos últimos tienen una via propia porque a veces van a galope y podrían provocar accidentes con la mayor parte de la gente que va a pie. Por si a alguien le interesa, ya no se puede llegar al Tesoro cruzando el desfiladero a caballo, tipo Indiana Jones, solamente hasta el principio del Siq. Un trayecto a caballo (bien a la ida o a la vuelta) está incluido en el precio de la entrada, pero los beduinos tienen autorizado cobrar una propina, en torno a los 3 ó 4 dinares. Dicen que las calesas están reservadas para personas con movilidad reducida, pero a la hora de la verdad, puede cogerlas quien quiera pagando. Al contrario que los caballos, las calesas recorren el desfiladero y hay que ir con cien ojos para que no te pasen por encima. Yo creo que, salvo situaciones de fuerza mayor, es mejor caminar para ir viendo los detalles con calma y al alargar el tiempo, disfrutas el paseo muchísimo más; pero cada cual sabrá.
A poco de iniciar el recorrido, nos encontramos tres grandes monolitos de piedra, llamados cubos Djinn. No hay unanimidad sobre qué función tenían realmente, algunas teorías dicen que eran tumbas inconclusas y otras que tenían relación con el acopio de agua, ya que existen varios bloques semejantes por toda Petra. ![]() Pronto aparecen unas tumbas poco llamativas, apenas agujeros en la roca, pero que inevitablemente atraen la atención. El primer momento importante llegó al ver la Tumba de los Obeliscos (40-70 d.C., de clara influencia egipcia) y el Triclinio inferior. Se llama Triclinio a las habitaciones que utilizaban los parientes para celebrar los banquetes en honor de los difuntos. Aunque en principio parecen formar parte del mismo conjunto, no están relacionados: están en un nivel diferente y son de fechas distintas. Impresionan sus dimensiones al ver el tamaño de la gente trepando por las escaleras que conducen a su interior.
![]() Al principio del desfiladero, en el lado derecho se puede ver el túnel para encauzar las aguas, de modo que no inunden el siq. Cuando se pensó en hacer algo para controlar las crecidas, se descubrió que los nabateos ya lo habían hecho en su época. Era tan importante disponer de agua en Petra como lo era la necesidad de controlar sus acometidas. Evitando días lluviosos en que puede resultar muy peligroso, se puede entrar o salir de Petra a través del túnel, por un camino muy angosto como alternativa al Siq. Esta excursión requiere un segundo día y, preferiblemente, un guía local. También se puede observar en las paredes del desfiladero los apoyos del antiguo arco ceremonial que debió derrumbarse en la segunda mitad del Siglo XIX.
![]() ![]() Atravesar el Siq supone toda una experiencia. Sus paredes verticales que alcanzan hasta 100 metros de altura, de formas caprichosas, naturales y excavadas, te envuelven y aunque haya gente a tu alrededor (no mucha realmente, si te parabas y dejabas pasar a los grupos tampoco muy numerosos, te quedabas casi solo); de todas formas, las personas aparecen tan diminutas que apenan estorban ni siquiera para las fotos. Hay que fijarse tanto a izquierda como a derecha, porque continuamente van surgiendo formas inconcebibles, colores impensados, figuras reconocibles por las fotos de las guías, hornacinas dedicadas a los antiguos dioses nabateos, bajorrelieves, nichos votivos y las canalizaciones excavadas en la roca que servían para llevar el agua a la ciudad. Y es que el visitante parece sometido a un exorcismo, de tanto como mueve la cabeza de un lado a otro, con la boca abierta.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() De camino, alcanzamos a nuestro grupo y le decimos al guía que, definitivamente, vamos por nuestra cuenta. Aunque no nos puso ninguna pega, se notó que no le hizo mucha gracia. La verdad, no se trataba de que no nos interesasen sus explicaciones, pero en una ocasión tan especial, queríamos disfrutar de Petra a nuestro aire; además, necesitábamos otro ritmo para cumplir el itinerario que teníamos previsto. Por el camino, vimos hornacinas funerarias dedicadas al dios nabateo Dusharah, la famosa roca en forma de elefante y los restos de un desfile procesional, del que se reconocen los pies de un camellero y las patas de los camellos.
![]() ![]() Llegar al Tesoro sorprende, pero había leído tanto y visto tantas fotos que supe exactamente en qué lugar iba a aparecer, aunque hay quien prefiere mantenerlo como una sorpresa. Pero da igual. Resulta increíble pensar que, al fin, estás allí. Hay que verlo para darse cuenta de sus proporciones (28 m. de ancho x 40 m. de alto) y del magnetismo que irradia: los rayos del sol inciden sobre sus muros, proporcionándole un brillo resplandeciente. Lo malo es que a esa hora había bastante gente, pero resulta tan grandioso que las figuras humanas aparecen minúsculas y no le quitaban encanto. Además, sabíamos que a la vuelta habría mucha menos afluencia y podríamos recrearnos más. ![]() ![]() ![]() Estaba impaciente, con un deseo irrefrenable de continuar viendo más, pensando que si aquello era solo el principio, qué maravillas aguardarían más adelante. Doblando a la izquierda, la explanada se abre y te quedas con la boca abierta ante el panorama alucinante que te recibe, con cientos de tumbas excavadas en las rocas. Estábamos en la llamada avenida de las Fachadas. No sabes hacia donde mirar, son tan especiales que por un momento notas un poco de desconcierto. Enseguida te recuperas y quieres verlo todo y explorarlo todo, la máquina de fotos no para. A la izquierda, las llamadas tumbas asirias, de un rojo intenso.
![]() ![]() Superado este frenesí inicial, te serenas y te convences de que hay que seguir avanzando, queda mucho por delante y no es posible permanecer alelado con las vistas. La explanada se abre aún más y a la derecha se divisa la tumba de Unayshu, de doble marco.
![]() Divisamos más tumbas y el teatro romano y, a lo lejos, a la derecha, sabíamos que aguardaban las Tumbas Reales, pero ése no era nuestro objetivo de momento.
![]() ![]() A la izquierda encontramos lo que andábamos buscando: las escaleras que suben al Alto Lugar del Sacrificio. Estuve indagando en guías y pensando durante mucho tiempo en qué orden hacer el recorrido, al final decidí hacer caso a unos foreros que me recomendaron subir aquí primero. Y tengo que decir que fue un acierto.
![]() ![]() Iniciamos la ascensión con algún recelo por los comentarios leídos de su dificultad. El inicio de la subida resulta empinada y algo fatigosa, pero compensa rápidamente cuando al volver la vista atrás se contempla este magnífico panorama. ![]() ![]() Seguimos la marcha. Daba la sombra y soplaba una ligera brisa, con lo cual la cuesta se llevaba bien. Por si os sirve de ayuda, os daré los tiempos que nos llevó cada tramo, sacados de la hora en que fuimos tomando las fotos. Hacemos senderismo y, por lo tanto, estamos muy habituados a las subidas y bajadas y tenemos bastante resistencia, pero tampoco somos unos atléticos jovencitos. Así que cada uno calibre sus posibilidades y su capacidad de sacrificio. Como a mitad de la subida, cambiamos de dirección y el sol empezó a darnos de lleno, entonces se hizo un poco más duro, pero apenas fueron 10 minutos. Al fin, vimos los obeliscos del Alto Lugar del Sacrificio y un sugerente quiosco de bebidas perfectamente situado, pero no nos detuvimos: había que seguir hasta los miradores, unos diez minutos más de ascenso. Merece la pena el esfuerzo adicional: nos quedamos extasiados al ver toda, toda, Petra a nuestros pies. Realmente la perspectiva es alucinante. Mejor que comentar nada más, os pongo alguna foto, que no es nada comparable con verlo in situ. Arriba, en Gebel Atuff, a 1041 m. de altura, había muy poca gente.
![]() ![]() ![]() La subida nos llevó en total 31 minutos, desde el principio de la escalera a la izquierda del teatro romano hasta los miradores. Teníamos ganado un descanso y nos sentamos a la sombra; viendo el panorama mientras tomábamos un par de panecillos con fiambre que habíamos cogido en el hotel. Una foto en lo alto del cielo (¿a que os animáis?) y un cuarto de hora de relax guay, guay.
![]() ![]() Bajamos hasta los obeliscos y el altar. Está muy bien conservado, y aunque no sea una visión impresionante, da mucho que pensar teniendo en cuenta que los nabateos tuvieron que aplanar todo el pico de la montaña para hacerlo
![]() ![]() Después NO hay que bajar por el mismo camino, sino que dejando a la derecha los obeliscos, se pasa el quiosco de bebidas y se toma la dirección a Wadi Farasa. Hay un cartel indicador y si se ha caído, existen unos montoncitos de piedras marcando el sendero. Os aconsejo vivamente esta bajada, además de para no repetir el itinerario porque el camino es realmente precioso: sin apenas gente, se ven tumbas recónditas y muy bonitas, el paisaje es soberbio y los colores de las rocas increíbles. También se divisan una tumba escondida, llamada an-Njir, con fachada de estilo clásico; y la del Soldado Romano, más abierta, con la que nos encontraríamos poco después.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Según avanzamos, vimos el monumento al león, en su día era una fuente de cuya boca manaba agua. Después hay una bajada con unas vistas impresionantes.
![]() ![]() La tumba del Jardín y aledaños, un paraje de lo más atractivo.
![]() ![]() La tumba del Soldado Romano, de estilo helenístico. Enfrente el extraordinario triclinio, con una sala interior sumamente refinada.
![]() ![]() La tumba del Frontón Partido y la Tumba Renacentista.
![]() ![]() En esta época del año, las adelfas están florecidas y le añade un plus de color al paisaje de Petra.
![]() ![]() Al final de estas tumbas, hay dos senderos posibles para volver al camino principal de Petra: el de la derecha, sale frente a la escalinata que lleva a las Tumbas Reales, y el de la izquierda lleva al final de la avenida de las columnas, junto al Templo Grande. Por consejos recibidos, decidimos coger el primero. Las anónimas tumbas que quedan hacia la derecha tienen unas vetas de colores espectaculares y las vistas de la Avenida de las Fachadas y de las Tumbas Reales son preciosas.
![]() ![]() ![]() Ya estábamos en la Avenida de las Fachadas, pasado el teatro romano, al que volveremos al final. En total, subir al Lugar del Alto Sacrificio y bajar hacia Wadi Farasa nos llevó desde las 09:50 a las 12:12, es decir, 2 horas 22 minutos, incluyendo un descanso de 15 minutos. Eso sí, nos habíamos detenido constantemente a ver todo lo posible y a hacer fotografías, la verdad, no se para de hacer fotografías, jeje. Ahí estoy otra vez...
![]() ![]() Paramos a tomar una bebida de cola (siempre lo hacemos para renovar las reservas de azúcar) en el quiosco que hay junto a la escalera que lleva a las Tumbas Reales. Allí vimos bolsas de picnic completamente preparadas, nos acordamos del guía que no nos lo comentó porque… ¿no lo sabe? Hummm… Nos sentamos unos minutos a descansar mientras veíamos el trasiego de personas y animales por la avenida de las Fachadas hacia la de las Columnas, aquí Petra parece un auténtico bazar: tiendas de baratijas, vendedores, camellos, burros, beduinos, turistas de todo tipo, raza y condición con sus variopintas indumentarias… Nos gusta contemplar la diversidad de gentes y su vestuario, como nos pasó en las Pirámides de Egipto, aunque aquí había muchísima menos gente.
![]() ![]() Sopesamos qué hacer a continuación: si visitar las Tumbas Reales o tomar la avenida de las columnas para ascender ya al Monasterio y volver aquí después. Mi marido con buen criterio me dijo que ya que estábamos allí, mejor ver las Tumbas Reales primero, no fuera que después faltasen las fuerzas. Tras subir la escalera correspondiente, visitamos la Tumba de la Urna, de la que se dice que sirvió de archivo y tribunal, luego cruzamos a la derecha para contemplar una preciosa vista panorámica sobre el teatro y unas tumbas con colores muy bonitos.
![]() ![]() Tumbas de la Seda y Corintia:
![]() Tumba del Palacio y Tumba de Sexto Florentino. Esta última está un poco más apartada, pero fuimos a verla también, apenas se pierden unos minutos.
![]() ![]() Desde aquí, dimos media vuelta y nos encaminamos por un sendero hacia la Avenida de las Columnas. Por ella, fuimos viendo el Templo Grande, en sus tiempos uno de los monumentos más grandes de Petra no excavado en la roca; la Puerta del Témenos, del siglo II d.C., que cierra la avenida y el Qasr-al-Blint, o "palacio de la hija del faraón", que en realidad estaba dedicado al dios Dusharah.
![]() ![]() ![]() Alcanzamos la zona de los restaurantes, compramos bebida y pasamos de largo. Llegamos junto a donde se inicia la subida al Monasterio (Ad-Dayr). Hay muchas tumbas curiosas por allí, con colores muy llamativos. Nos gustó una y decidimos trepar y comer allí, viendo a nuestros pies el paso de los turistas caminando y en burro hacia y de vuelta del Monasterio. La hamburguesa de pollo con pisto supo rica en este lugar.
![]() Acabado el almuerzo y depositada la basura en una papelera de las que hay por todas partes, nos dispusimos a iniciar la subida al Monasterio. A esta hora de la tarde ya había sombra en algunas zonas, pero esta subida es más larga y cansada que la del Lugar del Alto Sacrificio porque hay más escaleras; claro que también teníamos ya mucha andadura en nuestras piernas. De todas formas, que nadie se amilane porque es perfectamente llevadera. A poco de empezar la ascensión, a la izquierda, dejamos la pequeña garganta que lleva al Triclinio de los leones (iremos al bajar), y continuamos esquivando burros que de vez en cuando pasaban a toda pastilla para arriba y, sobre todo, para abajo junto a los precipicios: jo, ¡qué miedo! Mejor subir a pie, además para el que le guste hacer un alto cada dos por tres, hay puestos de beduinos ofreciendo artesanía y bebidas. Según ganábamos altura, los paisajes se volvían más espectaculares, pero no nos llamaban tanto la atención como los que habíamos visto por la mañana, lo que se tradujo en que hicimos menos paradas para fotos.
![]() Media hora después de abordar la primera escalera, alcanzamos una especie de pequeña explanada donde parece que se acaba la ascensión pero sin que se vea nada, lo que te produce un poco de desconcierto, hasta que, al torcer a la derecha, aparece el Monasterio en todo su esplendor. Es enorme, se ve a las personas diminutas en comparación. Te preguntas con pasmo quién tendría la ocurrencia de hacer semejante edificación allí arriba y cómo se las apañarían.
![]() Sin ceder a la tentación del quiosco que se sitúa frente al Monasterio, seguimos adelante, a los miradores que nos prometen “la mejor vista del mundo”, “la vista del fin del mundo” y “más que la mejor vista del mundo”, todas coronadas por banderas jordanas ondeando al viento en quioscos de bebidas perfectamente situados. Ahora me pregunto si lo de la “vista” no será en realidad el nombre del quiosco, jeje. Subimos por los tres senderos para ver las tres vistas, uno de los cuales conduce también a la tumba 468 . De camino, se obtiene esta espectacular panorámica del Monasterio, imprescindible hacerse una foto aquí:
![]() ![]() Más arriba, ya en los quioscos, las vistas son impresionantes realmente y se alcanza a ver el final de las montañas de Petra, del Wadi-al-Arabah, y, al fondo, Israel. Si no queréis, no es necesario subir a los tres miradores, podéis ir al de más a la izquierda para ver también la tumba, y, luego, si acaso al de más a la derecha, pero tampoco hay demasiada diferencia en cuanto a lo que se ve hacia el exterior de Petra.
![]() Sinceramente, fueron estas tres subidas a los miradores lo que me cansó más de todo el recorrido por Petra. Tras recuperarnos un poco, bajamos. La luz era estupenda para fotografiar el Monasterio y ya había muy poca gente. Es descenso cunde mucho más, ni que decir tiene, pero las rodillas empezaban a resentirse de la paliza de toda la jornada. De camino, vimos el Triclinio de los leones y otras tumbas muy curiosas, de colorines. Con menos personal alrededor, las cabras empezaban a cruzarse en nuestro camino. A esta hora, la panorámica de las Tumbas Reales desde la Avenida de las Columnas con el sol reverberando sobre sus fachadas era preciosa. Me faltaba visitar la iglesia bizantina. Como mi marido no quiso ir, trepé sola por una ladera buscando el camino. Tardé en encontrarlo, pero la vista del Templo Grande y la zona romana era impresionante desde lo alto, así que hice más fotos.
![]() Pasé junto al Templo de los leones alados, del que no queda gran cosa; de lejos, vi unas columnas azules que son de un templo descubierto recientemente, pero no me animé a ir hasta allí. Llegué a la iglesia bizantina, sus mosaicos protegidos por una construcción moderna en forma de carpa. No había absolutamente nadie. Abrí la verja y entré. Realmente los mosaicos son preciosos y muy coloristas. Sin embargo, cuando más ensimismada estaba, en medio de un silencio completo, oí un “bang” que resonó como en una película de miedo y me llevé un tremendo sobresalto. No sé por qué me dio por pensar que algún guardia había cerrado con llave, dejándome encerrada allí dentro. Naturalmente, nadie había echado la llave, simplemente la verja se había cerrado por un golpe de viento, pero me marché a toda prisa por si acaso: resultaba un tanto inquietante porque no había nadie alrededor. Ahora me río cuando me acuerdo, fue una ocurrencia absurda, pero en aquel momento me llevé un buen susto,
![]() ![]() ![]() De vuelta a la avenida de las columnas, el regreso resulta muy bonito porque a esa hora la luz del sol incide directamente sobre las Tumbas Reales, dejando vistas espectaculares.
![]() Todavía me quedaron ganas para acercarme al teatro romano, que no había visto con detalle a la ida. Otra vez frente al Tesoro, apenas quedaba ya nadie por allí, el ambiente totalmente diferente al de por la mañana. La luz era distinta y la fachada mostraba un tono más rosado.
![]() ![]() Costaba trabajo decir adiós y, al entrar en el desfiladero, no podía sino volver la cabeza una y otra vez, escudriñando el monumento que iba menguando inexorablemente según me alejaba de la vertical rendija ondulada que dejaban las enormes paredes. Sin embargo, volver a recorrer el siq es una experiencia fascinante. Lo peor llegó al salir del desfiladero, quizás porque en ese momento asumes que has dejado la maravillosa Petra atrás definitivamente: el sol te cae de plano y todo el cansancio acumulado a lo largo de una jornada tan intensa pasa factura de golpe, atenazándote las piernas y la mente. Los 800 metros cuesta arriba que hay hasta la salida parecen convertirse en 800 kilómetros que no se acaban nunca. Íbamos a coger un taxi para regresar al hotel, pero por fortuna aún no había salido el autobús del grupo. ¡Qué bien! Estábamos muy cansados, pero también muy satisfechos de lo visto y de haber podido cumplir el itinerario que nos habíamos propuesto. La época del año ayudó mucho, pues aunque hacía calor, los 29 grados del momento más cálido no terminaron de amilanarnos. La verdad, no sé lo que cundirá la cosa en verano, con 40 grados y a pleno sol. Ya en el hotel, nos dimos un reconfortante baño en la piscina climatizada, toda una gozada después del día que habíamos tenido. Existía la posibilidad de ver “Petra de noche”, pero no nos apetecía repetir la caminata, sobre todo habiendo oído tantos comentarios que no lo aconsejan después de haber visto Petra de día. En otras circunstancias, hubiéramos ido aunque sólo fuese por ver el lugar de nuevo, pero con el cansancio acumulado, no creo que nos hubiese compensado porque más que el Tesoro y el Sig lo que más nos gustó de Petra fue el entorno en general y eso de noche no se aprecia. Así que para otra ocasión. Después de cenar, entré en la tienda de recuerdos del hotel porque me apetecía comprar algo al vendedor, sumamente amable. Quería un libro sobre Petra y no me importaba pagar un par de dinares más a aquel buen hombre. Estaba curioseando, cuando mi marido encontró la Guía Arqueológica de Petra de Fabio Bourbon, la que tanto había estado buscando en España y, además, en castellano. Caray, podía haberme dado cuenta antes. Me hubiera venido muy bien tenerla por la mañana, para ir a Petra. Al menos me ha servido para ordenar las fotos y volver a recordar Petra. Así que ya lo sabéis: si no encontráis la guía aquí, en Wadi Musa la tienen. Me costó 12 dinares. Etapas 4 a 6, total 8
Por la mañana, no madrugamos. Salimos a las 9. Desde el hotel Panorama, donde recogimos a otros compañeros, vimos un punto blanco sobre el pico de la montaña Gebel Harum (1.396 m), que se corresponde con un santuario musulmán edificado sobre la que se dice es la tumba de Aarón, el hermano de Moisés.
![]() Lástima no haber tenido otro día para hacer más trekking. Los paisajes resultan muy llamativos entre Petra y Wadi Rum. Lamento la poca calidad de algunas fotos (el autobús iba muy deprisa y daba muchos botes), pero me gusta aportar alguna perspectiva un poco diferente de las de los lugares más conocidos.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() El Centro de Visitantes de Wadi Rum está frente a la montaña llamada "los 7 pilares de la sabiduría". Allí mismo se cogen los 4 x 4 para hacer el peculiar recorrido por el desierto, con sus sorprendentes formaciones de granito, basalto y arenisca de tonos marrones y arenas rojas. Los vehículos son viejos, van abiertos y los conducen muchachos no creo que mayores de 12 años, pero parece que saben lo que se hacen y si no, bueno pues forma parte de la aventura, qué le vamos a hacer.
![]() ![]() Fue un circuito básico de 2 horas, que se quedó un poco corto, pero que nos dio una idea de la belleza del lugar. Hicimos varias paradas para ver diversos grabados rupestres y árabes, el antiguo oasis en la montaña donde aún brota algún manantial (se ven palmeras), un desfiladero entre unas rocas impresionantes de color chocolate con más grabados y una gran duna de arena roja. Si vais con tiempo, merece la pena contratar una excursión más larga. Nosotros lo sacrificamos a cambio de ir a Aqaba.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Este es el desfiladero: hay que recorrer unos metros por su interior para ver los grabados rupestres. ![]() ![]() ![]() Es divertido trepar por la duna de arenas rojas y bajar todavía lo es más. Hay que animarse, aunque se acabe con las botas llenas de arena. Y cuidado porque siempre puede acechar alguien oculto: madre mía, ¡un beduino armado con una cámara de fotos!
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Si alguien lo prefiere, también puede hacer excursiones en camello o a pie. La verdad es que me encanta caminar, pero viendo a estos pobres, no creo que en este lugar fuese la mejor opción, al menos para mi y a esa hora del mediodía mucho menos. Claro que para gustos no hay nada escrito
![]() ![]() ![]() Nosotros íbamos más cómodos pese a los botes y rebotes del vehículo:
![]() Nos gustó mucho Wadi Rum, pero esta vez no entraba en nuestros planes quedarnos a dormir allí. Ya habíamos estado anteriormente en el desierto, habíamos visto las estrellas y, aunque este desierto es diferente a otros y quizás más bello, en esa ocasión lo dejamos pasar. Nos quedamos a comer en el restaurante del campamento. Comida escasa y poco variada, pero sales del paso: como siempre, 10 dinares el menú, bebida aparte.
Ése fue el último lugar donde estuvo junto todo el grupo. Después de comer, en la misma carretera nos separaron según el destino. Por un momento creímos que nos dejaban abandonados en el desierto, jeje. Hubo cambio de autobuses en ruta: algunos fueron al Mar Muerto, otros a Amman y unos pocos, entre ellos nosotros, a Aqaba. ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 8
La única salida de Jordania al mar se encuentra al sur del país, en Aqaba, ciudad y puerto franco, en el Mar Rojo. En el golfo de su nombre confluyen cuatro países: Egipto, Israel, Jordania y Arabia Saudí en apenas unos cuantos kilómetros. Cuando llegamos hacía un calor asfixiante, además algunas nubes y un poco de calima incrementaban la sensación de bochorno. Era jueves por la tarde (como un sábado en España y puente, además) y la ciudad estaba abarrotada. La verdad, no me gustó mucho, como una localidad playera española en pleno boom de agosto pero en peor: en la playa realmente no cabía un alfiler.
![]() ![]() Por una vez, me alegré del cambio de alojamiento, que nos llevó del centro de Aqaba a la playa de Tala Bay. El hotel, el Marina Plaza, de cuatro estrellas, una especie de pequeño resort con varias piscinas, sin salida directa a la playa (a unos 5 minutos caminando entre calles), ocupado masivamente por árabes, que no jordanos. Resultaba curioso ver a las señoras vestidas de pies a cabeza con los niños en la piscina (sólo se bañaban los niños, por cierto), mientras que sus maridos y parientes masculinos se paseaban por el hotel vestidos al estilo más “occidental playero”, marcando musculitos con camisetas de tirantes ajustadísimas y pantalones muy cortos, llamativo contraste, la verdad. El hotel estaba a tope y se notaba en el comedor, donde había mucha y variada comida pero presentada y servida en medio de un caos absoluto, un auténtico buffet de lugar vacacional playero, con sus ventajas e inconvenientes. Jordania está intentando convertir la zona de Aqaba en un reclamo turístico de lujo, pero les queda mucho camino por recorrer, sobre todo en hoteles de semi-lujo, supongo que en lujo completo cuidarán los detalles algo más. Falta les hace porque el precio tampoco es barato: una habitación doble en este hotel sale por 130 euros en internet. Nuestra habitación daba a la piscina, lo que al final fue una ventaja porque a unos compañeros de viaje que les dieron una habitación con vistas a la playa casi se mueren de calor porque les daba el sol de lleno y no funcionaba bien el aire acondicionado; al final, tras mucho insistir, se lo arreglaron.
El hotel tenía un servicio de autobús gratuito para ir a Aqaba, pero no lo utilizamos. Después de lo que habíamos visto al pasar por allí, lo último que nos apetecía era meternos en una ciudad de vacaciones, a tope de gente y con un calor espantoso, rondando los 40 grados. Así que dimos una vuelta por la playa y paseamos por el típico puerto deportivo con pequeños yates de lujo, motos de agua y demás, como una especie de Puerto Banús en ciernes, jeje, bueno, no tanto. La playa no vale gran cosa, es de tierra y con piedras; los indicadores anuncian que nadie se meta en el agua sin llevar calzado adecuado, chanclas o escarpines. Hay coral a tres metros de la orilla, multitud de erizos con afiladísimas puas y peces que pueden resultar peligrosos yendo con los pies descalzos. ![]() ![]() ![]() Vimos una bonita puesta de sol y el contraste de señoras en bikini con otras vestidas de pies a cabeza con sus burkakini, metidas, o más bien sentadas en sillas, dentro del agua.
![]() ![]() ![]() Nuestra intención era coger un barco de los que van al Parque Natural Marino para hacer snorkel. Hay posibilidad de reservar a través de los hoteles o contratarlo directamente en tiendas junto al puerto o en centros de buceo que están por todas partes (20 dinares por persona es la tarifa habitual). Sin embargo, cuando ya lo teníamos todo arreglado, por un problema personal que no viene al caso, tuvimos que desistir y contentarnos con ver un poquito del precioso arrecife de coral en la playa de Tala Bay. El día había amanecido caluroso pero algo nublado y el agua se notaba fresquita al meterte, pero pasada la primera impresión se estaba fenomenal. El fondo muy bonito realmente pese a que había bastante coral muerto, con multitud peces de todos los colores, formas y tamaños, aunque no sé por qué se me escapan todos cuando me pongo a hacerles fotos; bueno, alguno pillé,
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Nos dio rabia no poder haber hecho lo del barco, si a 10 metros de la orilla, había un fondo tan bonito y con tantos peces, ¿cómo sería zambullirse en el Jardín Japonés? ¡Qué pena! En fin, no se puede conseguir todo, otra vez será. Comimos en un restaurante a la carta: con platos de carne y pescado con guarnición, cerveza y helados, nos costó 38 dinares.
Por la tarde regresamos a Amman por la carretera del Mar Muerto. Bonitos paisajes, que iban del desierto de dunas cerca de Aqaba, a los picos escarpados de colores diversos en la zona de Araba, para terminar bordeando las aguas del Mar Muerto y, de postre, la vista del tajo increíble del desfiladero de Uadi-al-Mawjib). Como sólo éramos seis personas, nos llevaron en una miniván. Nada más salir de Aqaba, vimos dos coches despanzurrados en la carretera, otro accidente más. Sin embargo, debe ser tan habitual que la escena no desanimó a nuestro conductor que nos llevó a toda pastilla, como si fuera una autopista, ya que utilizaba el carril del sentido contrario como propio y adelantaba hubiera línea continua o no a cualquier vehículo que se pusiera a tiro, ya fuesen caravanas de camiones, potentes todo-terreno, autobuses o patinetes, y todo ello amenizado con interminables conversaciones por su teléfono móvil. En resumidas cuentas, aquel caballero sí que nos hizo vivir una verdadera “experiencia jordana” en ruta, tal como promete el nombre de la receptora local. Afortunadamente, llegamos sanos y salvos a Amman. Algunos paisajes de la carretera de Aqaba al Mar Muerto.
Desierto y zona de uadi-al-Arabah: ![]() ![]() El Mar Muerto:
![]() Puesta de sol al llegar a Amman:
![]() Volvimos al hotel Sadeen. Esta vez nos dieron una habitación un poco más pequeña, pero seguía siendo muy amplia y con todas las comodidades anteriores (albornoces, zapatillas, todo tipo de útiles de aseo y hasta una báscula de baño (?). Qué manía tienen algunos hoteles de aguarte la fiesta, ¡estamos de vacaciones, dejemos los kilos aparte, please! Cuando bajamos a cenar, nos encontramos con la sorpresa de que el mostrador del buffet estaba completamente vacío. No había otros comensales aparte de nosotros y dos señoras de nuestro grupo. El camarero nos dijo amablemente “no buffet”, pero nos señaló la mesa y nos invitó a sentarnos. Nos preguntó si queríamos carne, pollo o pescado. Le dijimos que pescado. Yo lo había comido ese mismo día en Aqaba, pero como no es lo normal en Jordania, decidí repetir. Reconozco que fue una cena estupenda la que nos presentaron, recién hecha y más auténtica que el buffet normal. Primero nos pusieron los típicos entrantes, el tradicional mazzah, compuesto por cinco platos, todo muy rico, y salvo el hummus diferente del buffet, además, muy abundante, nos sobró de todo. Después, una bandeja con un pescado que no sé qué era, pero su sabor me recordó al lenguado, muy bueno, en un lecho de arroz con piñones, pasas, especias y cebolla crujiente. Además, una salsa no sé de qué, pero buenísima, y una especie de pan crujiente (fattah, creo), en forma de flor con salsa de yogurt, ajo y limón dentro; tenía pinta de muy duro, pero estaba realmente delicioso. De postre, un surtido de tartas (de almendra, pistachos y nueces, con miel, demasiado contundentes en mi opinión), aunque lo que más nos gustó fueron los pastelitos baklawah, hojaldres rellenos de almendra y pistacho y empapados con almíbar. .En fin, que la cena fue una grata sorpresa. Etapas 4 a 6, total 8
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