Aunque esa mañana estabamos muy cansados, habíamos quedado a las 9 de la mañana con uno de los chicos que trabajaba en el hotel y que nos iba a acompañar hasta el pueblo de Higuey. Salimos hasta la carretera y allí cojimos un autobus que nos llevó hasta el pueblo.
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El autobus era un poco tercermundista, allí por lo visto no conocen los cinturones de seguridad, y van con las puertas abiertas como si fuera lo mas normal del mundo.
Estubimos toda la mañana de compras, de tienda en tienda, regateando al máximo para sacar los mejores precios.
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Compramos las típicas botellas de Mamajuana, los típicos también cuadros Dominicanos y algún que otro souvenir mas.
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Estando en el pueblo nos dinos cuenta de la realidad en la que viven muchos de los dominicanos. Niños pidiendo por las calles, y no les des moneditas, quieren por lo menos 1 dolar. Calles sin apenas limpieza, tiendas donde la carne colgaba al aire libre y donde se posaban las moscas sin que nadie hiciera nada por evitarlo.... y así un largo etcetera.
Sobre el tema de la seguridad del que se habla tanto puedo decir que antes de ir a la Republica Dominicana mucha gente en España nos decia que no se nos acurriera por nada salir del hotel si no era en excursiones contratadas, por que allí había mucha violencia y era muy peligroso el salir del hotel, pero nada mas lejos de la realidad. En ningún momento ese día tuve miedo de nada, habían muchos turistas en el pueblo, y no vi que la gente les hiciera nada. Supongo que pasaran las cosas que pasan también en el resto del mundo, como robar carteras, pero la gente de allí no va por la calle pegando, ni matando, ni secuestrando a los turistas. Así que mi consejo es que si salis del hotel no tengais miedo. A la vuelta al hotel en autobús subió un chico que vendía una especie de cuadraditos que parecían maiz, una de los niñas que había le compró uno, y mi novio le preguntó que que era, y la niña no dudó en darle un trocito para probar, él se sintió muy agradecido de ver como aunque la gente fuera pobre era generosa, y no dudó ni en segundo y le dio a la niña 5 dolares.
Al llegar al hotel comimos algo rápido en el buffet y nos fuimos a la playa a descansar, que buena falta nos hacía.
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Esta es una de las muchas figuras que nuestra camarera de habitación nos hacía todos los días.
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Y aquí Diego muerto de hambre esperando el trenecito que nos llevara al Restaurante de carnes el Grill, ya que nos habían dado hora para cenar a las 22.00.
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La comida del restaurante estuvo bastante bien, casi todo era carne. Nos pedimos la parrillada de carne, y muy buena, eso si, no nos la pudimos acabar de la cantidad de comida que había.
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Despues de cenar unos cockteles en el lobby a dormir.
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