Lunes, día 11 de Septiembre. 4º día del viaje. El día amanece con un poco de niebla, pero poco a poco va levantando y queda finalmente una mañana muy soleada. El B&B está a las afueras del pueblo de Splügen, en una pradera, con un preciosa panorámica. A decir verdad, Splügen es más una aldea que un pueblo, pues no llega a los 500 habitantes. El desayuno en el B&B es bueno y abundante. La dueña se porta de maravilla. Nos ponen zumos, mermeladas, pan integral con cereales, muesli, etc...

En principio, hoy tenemos previsto visitar las ciudades más importantes del cantón de Ticino: Lugano, Locarno y Bellinzona. Después de ver estas ciudades, probablemente al final del día, nos tenemos que desplazar hasta el pueblo de Ulrichen, en el cantón de Valais, que vamos a tomar como base para hacer algunas excursiones los 2 ó 3 próximos días. Lamentablemente, el plan no sale adelante y terminamos cogiendo el coche para ir hasta el aeropuerto de Basilea (250 km, 2h 50m), donde dejamos a uno de los miembros de este viaje, que se vuelve a España
Desde Basilea se nos antoja que el pueblo de Ulrichen va a estar muy lejos para ir hasta allí y pensamos que lo mejor es irnos hasta Interlaken, aunque no tenemos alojamiento para ningún día. Pero decidimos que al mal tiempo buena cara
Antes de nada, paramos en Basilea para echar gasoil al coche. Después de unos cuantos días con el todo terreno hemos llegado a la conclusión de que no es tan rentable como suponíamos. Gasta combustible como un condenado y es un gasto con el que no contábamos. En Basilea, en una gasolinera cualquiera, tenemos una anécdota muy graciosa. Vamos a echar el combustible y resulta que hay que pagar en el propio expendedor, que es muy moderno, como un cajero automático. Se puede pagar con monedas, billetes y tarjetas. Total, que echamos un poquillo de dinero, así como unos 40 francos suizos, para llenar el depósito, y no sabemos que pasa que nos quedamos sin dinero y sin combustible
. Repetimos la jugada y esta vez echamos unos billetes (otros 40 francos), pero con tan mala suerte que la manguera no llega al coche y me dice el compañero: "¡Oye! Que voy a mover el coche hacia atrás". Yo, ni corto ni perezoso, vuelvo a poner la manguera en el expendedor y......claro, cuando el coche está a mano y vuelvo a coger la manguera, el gasoil que no sale
. ¡Uy! Pues va a ser que al poner la manguera en su sitio la maquinita se ha creido que ya habíamos echado el combustible y nos hemos vuelto a quedar sin dinero, jajajaja
A todo esto, buena la cola que se estaba formando, y nosotros a tratar de explicar con nuestro inglés chapurreado lo que había sucedido
Afortunadamente, a la tercera conseguimos echar el gasoil y no perder más dinero.
Vamos de camino hacia Interlaken por la autovía, y se ve que al entrar a un túnel vamos unos pocos km por encima del límite, y como no podía ser de otra manera el radar nos hace una foto y nos cae una multa, que probablemente me llegará a mi dirección (el contrato de alquiler está a mi nombre)
Por fin, sin más incidentes, llegamos a las 4 de la tarde a Interlaken. Nos vamos derechos a la oficina de turismo, para ver si nos dan una lista de hoteles en los que nos podamos alojar. Por desgracia, la ciudad está con una ocupación total y los 3 hoteles que nos dan no están en Interlaken, sino en pueblos cercanos. Aparte de que no son muy baratos. Así que pedimos en la oficina una revista de albergues y B&B para buscar algún alojamiento (En la oficina de turismo no te reservan alojamientos que no sean hoteles). Empezamos el recorrido por la ciudad. Los primeros B&B que seleccionamos nos llevan a las afueras de Interlaken y como no están bien señalizadas algunas calles, ni los alojamientos, pues claro, nos perdemos y tardamos una barbaridad en encontrarlos. Para rematar uno está completo y el otro tiene pinta de estar cerrado
Las siguientes búsquedas nos llevan a un albergue un poco cutre, también en las afueras, que no nos convence, y después a un albergue juvenil internacional. No está mal, pero como en principio no es lo que buscamos, lo dejamos de reserva. Cerca del albergue hay un bar donde ofrecen habitaciones, pero la dueña tiene una pinta un poco rara, así que pasamos del tema. Volvemos a atravesar toda la ciudad y vamos a parar a un hotelillo con letreros luminosos
(¿Serán de Navidad?)
La dueña es una anciana muy simpática pero el hotel huele a antigüedad, o más bien, a no saber lo que es una escoba, una fregona y un cubo de agua. Yo desde luego salgo pitando de allí. El siguiente hotel al que vamos es también otro antro de cuidado, así que decidimos volver al albergue para coger la habitación. ¡Mala suerte!. Ya está reservada. No nos queda otra que reservarla para dentro de 2 días y seguir buscando un alojamiento para las 2 primeras noches. Empezamos a estar un poco desesperados, porque han pasado casi 5 horas desde que empezamos a buscar y todavía no tenemos nada. Llegamos a un pequeño hotelillo que está en un bosque a unos 2 km de la ciudad y ahí afortunamente tienen disponibilidad. Reservamos las 2 noches porque son más de las 9 de la noche y ya estamos cansados. La habitación es diminuta, pero al menos tenemos un sitio en el que dormir. ¡Qué duro es esto de buscar alojamiento sobre la marcha!. Esperemos que mañana el día sea mejor.
Antes de nada, paramos en Basilea para echar gasoil al coche. Después de unos cuantos días con el todo terreno hemos llegado a la conclusión de que no es tan rentable como suponíamos. Gasta combustible como un condenado y es un gasto con el que no contábamos. En Basilea, en una gasolinera cualquiera, tenemos una anécdota muy graciosa. Vamos a echar el combustible y resulta que hay que pagar en el propio expendedor, que es muy moderno, como un cajero automático. Se puede pagar con monedas, billetes y tarjetas. Total, que echamos un poquillo de dinero, así como unos 40 francos suizos, para llenar el depósito, y no sabemos que pasa que nos quedamos sin dinero y sin combustible
Vamos de camino hacia Interlaken por la autovía, y se ve que al entrar a un túnel vamos unos pocos km por encima del límite, y como no podía ser de otra manera el radar nos hace una foto y nos cae una multa, que probablemente me llegará a mi dirección (el contrato de alquiler está a mi nombre)
Por fin, sin más incidentes, llegamos a las 4 de la tarde a Interlaken. Nos vamos derechos a la oficina de turismo, para ver si nos dan una lista de hoteles en los que nos podamos alojar. Por desgracia, la ciudad está con una ocupación total y los 3 hoteles que nos dan no están en Interlaken, sino en pueblos cercanos. Aparte de que no son muy baratos. Así que pedimos en la oficina una revista de albergues y B&B para buscar algún alojamiento (En la oficina de turismo no te reservan alojamientos que no sean hoteles). Empezamos el recorrido por la ciudad. Los primeros B&B que seleccionamos nos llevan a las afueras de Interlaken y como no están bien señalizadas algunas calles, ni los alojamientos, pues claro, nos perdemos y tardamos una barbaridad en encontrarlos. Para rematar uno está completo y el otro tiene pinta de estar cerrado
La dueña es una anciana muy simpática pero el hotel huele a antigüedad, o más bien, a no saber lo que es una escoba, una fregona y un cubo de agua. Yo desde luego salgo pitando de allí. El siguiente hotel al que vamos es también otro antro de cuidado, así que decidimos volver al albergue para coger la habitación. ¡Mala suerte!. Ya está reservada. No nos queda otra que reservarla para dentro de 2 días y seguir buscando un alojamiento para las 2 primeras noches. Empezamos a estar un poco desesperados, porque han pasado casi 5 horas desde que empezamos a buscar y todavía no tenemos nada. Llegamos a un pequeño hotelillo que está en un bosque a unos 2 km de la ciudad y ahí afortunamente tienen disponibilidad. Reservamos las 2 noches porque son más de las 9 de la noche y ya estamos cansados. La habitación es diminuta, pero al menos tenemos un sitio en el que dormir. ¡Qué duro es esto de buscar alojamiento sobre la marcha!. Esperemos que mañana el día sea mejor.