9º día del viaje, Sábado 17 de Septiembre. Ya sólo queda un día para regreasar a España. Hoy abandonamos Interlaken con destino a Friburgo y la decisión es totalmente acertada. Como señal de que el verano se acaba, el tiempo ha dado un giro radical de 180º. Si estos días pasados todo era sol y calorcito, hoy está lloviendo, hace frío, está nublado, las montañas apenas se ven por la niebla. Sí, se está acabando el viaje. Han sido unos días maravillosos en los Alpes, en los que hemos descubierto parajes de ensueño que han superado todas las expectativas que teníamos hace una semana. Ciertas cosas no te las puedes imaginar, hay que verlas y sentirlas.
A pesar de cierta tristeza que tengo, la jornada de hoy no es de relleno. Tenemos un día repleto de pueblos y ciudades de los cantones de Friburgo y de Vaud (cantón al que pertenece el lago Leman).
La primera ciudad a la que nos vamos es Murten, pequeña localidad de 5000 habitantes junto al lago que lleva el mismo nombre. Está en el cantón de Friburgo y tan sólo nos lleva aproxmadamente una hora llegar allí. Paseamos por la Hauptgasse, la calle principal de la ciudad, con soportales y cuyas casas son bastante uniformes. Destaca en esta calle una de sus entradas, Berntor (Puerta de Berna), acabada con un precioso pináculo.
A pesar de cierta tristeza que tengo, la jornada de hoy no es de relleno. Tenemos un día repleto de pueblos y ciudades de los cantones de Friburgo y de Vaud (cantón al que pertenece el lago Leman).
La primera ciudad a la que nos vamos es Murten, pequeña localidad de 5000 habitantes junto al lago que lleva el mismo nombre. Está en el cantón de Friburgo y tan sólo nos lleva aproxmadamente una hora llegar allí. Paseamos por la Hauptgasse, la calle principal de la ciudad, con soportales y cuyas casas son bastante uniformes. Destaca en esta calle una de sus entradas, Berntor (Puerta de Berna), acabada con un precioso pináculo.
Aunque lo que más me gusta de la localidad es su pequeño castillo, cuyo primer propietario es el duque de Saboya en el siglo XIII. Por desgracia hoy no está abierto el castillo y no podemos observar las vistas que hay dentro de él del lago Morat y de la cadena montañosa del Jura.
Desde Murten continuamos hacia el sur. Queremos ir al castillo de Chillon pero queremos parar a pasear un poco por la ciudad de Lausana. Tardamos 1 hora más o menos en llegar a la ciudad. Tenemos ciertos problemas para acceder a la ciudad porque no sabemos cuál es la entrada correcta, así que nos dejamos llevar, pasando por las calles que están permitidas y buscando indicadores de centro de ciudad. Finalmente terminamos en una zona que está a mitad de camino entre la ciudad vieja y el barrio de Ouchy (junto al lago Leman). El día está muy desapacible. Hace bastante frío, más que en Murten e Interlaken. Rápidamente, con ayuda del mapa que tenemos, nos vamos al casco antiguo de la ciudad vieja. Está como a unos 10 minutos. La primera impresión que tengo no es excesivamente buena, no sé si por el día tan malo que hace, por la prisa que llevamos (tenemos que estar en Friburgo antes de las 6 de la tarde) o porque encuentro las calles algo sucias y descuidadas (al margen del mercado que están quitando en estos momentos). El caso es que ya no veo la típica localidad suiza de aspecto coqueto. No obstante, sí que encuentro atractiva la catedral gótica de la ciudad, del siglo XIII. Y también las vistas que hay desde ella del lago Leman y de los Alpes al fondo. De hecho es la única panorámica que me gusta medianamente en la ciudad.
De Lausanne continuamos hacia Montreux bordeando el lago Leman, con una bonita vista de los Alpes. Nada más llegar a Montreux buscamos un restaurante para comer (no encontramos demasiados por la calle paralela al lago). En este pueblo cuesta un poco de trabajo entender los letreros y a la gente, ya que parece que no hablan otro idioma que no sea el francés. Finalmente terminamos comiendo en un antro un trozo de pizza grasienta.
Sin tiempo que perder nos vamos al castillo de Chillon. Está situado junto al lago Leman en un promontorio rocoso, con vistas panorámicas de la orilla francesa y de los Alpes. El castillo es originalmente del siglo IX, pero su aspecto actual data del siglo XIII.
Sin tiempo que perder nos vamos al castillo de Chillon. Está situado junto al lago Leman en un promontorio rocoso, con vistas panorámicas de la orilla francesa y de los Alpes. El castillo es originalmente del siglo IX, pero su aspecto actual data del siglo XIII.
Foto de uno de los patios, con bajada a los subterráneos:
El castillo es conocido por el "Prisionero de Chillon", François de Bonivard, que quería introducir en la ciudad la Reforma, lo que molestó al duque de Saboya, que mandó arrestarlo y encerrarlo en los subterráneos del castillo, que llevan su nombre. En los subterráneos tampién se encuentran los calabozos.
Otras panorámicas del castillo:
Por último cogemos el coche para desplazarnos a Friburgo, donde vamos a estar alojados el último día el viaje. Llegamos en 45 minutos y vamos primeramente a saludar de nuevo a los familiares de mi amigo que viven en esa ciudad. Es una localidad no demasiado grande, de 30000 habitantes, que se encuentra sobre un promontorio rocoso. Paseamos primero por la Ciudad Alta, que es donde se encuentra el Hôtel de Ville (Ayuntamiento) y la Cathédrale St-Nicolas. Desde el puente de Zähringen se obtienen las mejores vistas de la Ciudad Vieja, abajo del todo, junto al río Sarine. Se puede ver el Pont de Berne, pintoresco puente de madera de 40 m sobre el río Sarine (qué pena que puedan circular los coches por él), la Tour des Chats (Torre de los Gatos), la Tour Rouge (Torre Roja) y las casas antiguas agrupadas en torno al río.
Tras la visita de la ciudad, tenemos que buscar el B&B en el que me voy a alojar esta noche. Está situado a las afueras de Friburgo y no es nada fácil de encontrar. Tenemos que buscar la carretera correcta varias veces, porque la dirección no está nada clara. Al final acabamos yendo por un camino en pleno campo dejando atrás varias granjas. Cuando ya parece que nos hemos perdido y que se nos va a hacer de noche, encontramos un señor granjero que pasaba por allí y le preguntamos. El hombre no sabe hablar inglés, alemán aún menos (estamos en un cantón de habla francesa), y gracias a que me acuerdo de cómo se dicen los números en francés le consigo explicar la dirección que estamos buscando. No íbamos desencaminados, nos hemos pasado el B&B por un poco. Éste resulta ser una granja. La dueña es una mujer muy simpática, pero al igual que el hombre al que le habíamos preguntado la dirección, sólo habla francés correctamente y el inglés y el alemán parece que un poco, así que no nos enteramos mutuamente de lo que hablamos (mi inglés no pasa por sus mejores momentos, no tengo idea alguna de francés y apenas hablo alemán). La mujer me explica cómo tengo que hacer para cerrar la puerta exterior de la casa cuando vuelva por la noche. No podía tener un cierre normal, no, tenía que tener un mecanismo enrevesado. Como no comprendo sus explicaciones y tampoco me entero mucho de la demostración que me hace de cómo cerrar la puerta, creo que me deja por imposible.
Después de descansar un rato y arreglarme (el B&B está genial, sólo tiene algún inquilino indeseable, pero es normal en el campo), vienen a recogerme para cenar. Los familiares de mi amigo me han invitado. Menos mal que ya nos sabemos el camino y no nos perdemos. La cena está deliciosa, preparan una raclette de queso: patatas asadas con queso fundido y tomate. Contamos todas nuestras anécdotas durante toda la semana, que han sido unas cuantas, y comentamos los sitios que hemos visto, los que mas nos han gustado, etc... En resumen, una velada de lo más entretenida. Por último las despedidas y me llevan de nuevo al B&B. Por suerte no me lleva mucho trastear con la cerradura para abrirla, con lo que no tengo que dormir al raso, y hasta consigo cerrar correctamente la puerta como me había explicado la señora, jajajaja. El viaje por Suiza definitivamente se acaba. Sólo nos queda el regreso a Madrid.
Al día siguiente salimos de Friburgo a media mañana con destino al aeropuerto de Basilea, donde en primer lugar dejamos el coche de alquiler. El tener un todoterreno al final no ha sido tan ventajoso como inicialmente pensábamos, ya que hemos tenido que pasar demasiadas veces por la gasolinera. El vuelo sale a primera hora de la tarde, con Easyjet. En esta ocasión no disfruto como en el trayecto de ida, porque me van molestando los oídos todo el rato. Se ve que cogí algo de frío el día anterior. Hay momentos en los que me entran sudores del nerviosismo que me entra. Finalmente, al cabo de casi 2 horas aterrizamos en Barajas, yo con una evidente sordera en el oído izquierdo, que me duraría 2 días más. En cualquier caso, estoy feliz de haber viajado a Suiza. Era uno de mis destinos soñados y haber podido ir y disfrutar de esos paisajes ha sido de nota. Sé que tarde o temprano volveré para conocer otras regiones del país o quizás para pasearme de nuevo por el glaciar más grande de Europa. Pero eso ya es otra historia.
Después de descansar un rato y arreglarme (el B&B está genial, sólo tiene algún inquilino indeseable, pero es normal en el campo), vienen a recogerme para cenar. Los familiares de mi amigo me han invitado. Menos mal que ya nos sabemos el camino y no nos perdemos. La cena está deliciosa, preparan una raclette de queso: patatas asadas con queso fundido y tomate. Contamos todas nuestras anécdotas durante toda la semana, que han sido unas cuantas, y comentamos los sitios que hemos visto, los que mas nos han gustado, etc... En resumen, una velada de lo más entretenida. Por último las despedidas y me llevan de nuevo al B&B. Por suerte no me lleva mucho trastear con la cerradura para abrirla, con lo que no tengo que dormir al raso, y hasta consigo cerrar correctamente la puerta como me había explicado la señora, jajajaja. El viaje por Suiza definitivamente se acaba. Sólo nos queda el regreso a Madrid.
Al día siguiente salimos de Friburgo a media mañana con destino al aeropuerto de Basilea, donde en primer lugar dejamos el coche de alquiler. El tener un todoterreno al final no ha sido tan ventajoso como inicialmente pensábamos, ya que hemos tenido que pasar demasiadas veces por la gasolinera. El vuelo sale a primera hora de la tarde, con Easyjet. En esta ocasión no disfruto como en el trayecto de ida, porque me van molestando los oídos todo el rato. Se ve que cogí algo de frío el día anterior. Hay momentos en los que me entran sudores del nerviosismo que me entra. Finalmente, al cabo de casi 2 horas aterrizamos en Barajas, yo con una evidente sordera en el oído izquierdo, que me duraría 2 días más. En cualquier caso, estoy feliz de haber viajado a Suiza. Era uno de mis destinos soñados y haber podido ir y disfrutar de esos paisajes ha sido de nota. Sé que tarde o temprano volveré para conocer otras regiones del país o quizás para pasearme de nuevo por el glaciar más grande de Europa. Pero eso ya es otra historia.