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Este día pretendíamos continuar con nuestro periplo por las islas croatas. Para ello contábamos con el ferry que recorre la costa croata desde Rijeka hasta Dubrovnik, y que el martes por la mañana a las 9 partía de Stari Grad con destino a Korkula. Antes de abandonar el hotel, la propietaria nos comentó que ese ferry no circulaba desde principios de octubre; que lo había confirmado por teléfono con la oficina de Jadrolinija. Eso si que era un problema, ya que me desmontaba todo el itinerario, casi tres meses de trabajo. ¿Y ahora qué hacemos?.
No nos rendimos tan fácilmente, y nos fuimos directos al puerto de Stari Grad. Total, para salir de la isla tenía que pasar por allí camino de Sucuraj. Allí nos confirmaron que no había ferry. Vaya faenón.
No nos quedaba otra; hacia Sucuraj. Una vez en el continente ya decidiríamos hacia donde tirábamos. Eran las 8 y media, y el último ferry de la mañana hacia Drvenik partía a las 11:15. Teníamos dos horas y media para llegar al puerto, así que nos lo podíamos tomar con calma y disfrutar del paseo en la isla de Hvar (foto) del que nos privó la lluvia la mañana anterior. Lucía el sol; y el del tiempo diciendo que iba a llover. Se había colado.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Atravesamos la isla sin prisa, parando cada vez que la carretera lo permitía. Esta vez sí que pudimos comprobar porque todo el mundo habla maravillas de esta isla, de sus paisajes costeros. Es una isla donde todo es naturaleza, donde apenas se ven edificaciones, con kilómetros y kilómetros de costa virgen. Un auténtico placer para la vista. Menos mal que el día anterior me había encabezonado en pasar a la isla a pesar del mal tiempo que hacía. Perdernos este paraíso habría sido imperdonable.
Hay tramos en los que vas disfrutando de preciosas vistas sobre la costa y el mar. En otros cambias de lado, y frente a la isla, ves la costa continental. En otros pierdes de vista la costa y se te ofrecen unos magníficos paisajes de interior. Y en su conjunto uno de los mejores parajes que se pueden disfrutar en Croacia.
Aprovechando que estábamos en la isla de la lavanda, en una de las muchísimas paradas que hicimos, nos preparamos nuestro propio ambientador natural. La botánica no es lo nuestro, y allí había hasta cuatro plantas diferentes con flores lilas. ¿Cuál es la lavanda?. Vete tú a saber. Para no equivocarnos optamos por la solución más fácil, cogerlas todas. No sé si alguna sería lavanda, pero la verdad es que aquel manojo olía muy bien. Lo llevamos en el coche el resto del viaje. De vez en cuando le dábamos un meneito para recuperar el aroma a lavanda o a lo que fuese aquello.
Al final no fueron dos horas y media, sólo fueron dos horas y cuarto; todo un record. Es que eran nada más y nada menos que 60 km; y con un tráfico infernal, por lo menos nos cruzamos con cinco coches. En invierno apenas hay trafico en la isla de Hvar (foto).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Como no había cola para comprar los billetes del ferry, todavía nos quedaban 30 minutos antes de embarcar. Aprovechamos para dar una vuelta por el pueblo. No tiene nada de especial, tan sólo el puerto. Pero en algo teníamos que matar el tiempo.
De nuevo 35 minutos de barco. El día anterior, con el mal tiempo que hacía no pudimos salir del coche. Pero aquel día era diferente, hacía buen tiempo y pudimos subir a la cubierta. Me encantaron las vistas de Sucuraj desde el barco. El pueblo resulta mucho más bonito desde ese punto. Todo el trayecto resultó muy agradable. A un lado la isla, al otro la costa continental. Vas viendo como la isla se difumina a medida que te alejas. Y al mismo tiempo cada vez aprecias con mayor detalle tu destino.
Sin darnos cuenta, antes de llegar a Drvenik empezó a llover. Mi gozo en un pozo, al final el del tiempo tuvo razón. El sol había desaparecido y el cielo era gris plomizo. Y todavía teníamos que decidir hacia donde nos dirigíamos. Básicamente las opciones eran tres. La primera ir directamente a Dubrovnik. La desechamos enseguida porque queríamos dedicarle un día entero a a esa ciudad, uno de los platos fuertes del viaje. La segunda opción era intentar llegar a Korkula desde Orebic. La distancia en coche era mucha y además había que sumar el trayecto en ferry. Apenas hubieramos tenido tiempo para visitar la isla. Ya sólo nos quedaba la tercera opción, Mostar (foto).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Empezamos a bajar por la carretera de la costa. A pesar de que llovía, la visibilidad no era del todo mala, y por lo menos pudimos disfrutar de unas bonitas vistas sobre la costa. Con sol estas cosas siempre mejoran, pero hoy no era el día. Los 30 km que nos separaban de Ploce los recorrimos en unos 40 minutos. Se pueden hacer más deprisa, pero circulábamos despacio, en parte por la lluvia, en parte para poder ver el paisaje.
Ploce se encuentra en el delta del Neretva. Nos pareció un lugar encantador, realmente bonito. Desde Ploce hasta Mostar unos 50 minutos, incluido el paso por la frontera, que como siempre fue rapidísimo.
La carretera va paralela durante casi todo el trayecto al río Neretva. A pesar de ello no nos pareció nada especial. Lo más destacable, la curiosidad de ver algunas mezquitas. En Mostar aparcamos a menos de 5 minutos andando del puente. Seguía lloviendo. Como ya era hora de comer nos paramos en el primer restaurante que vimos. Fue una de las mejores comidas que tuvimos en todo el viaje. Una ensalada, un plato de carne y uno de pescado, con dos aguas, por 21 euros. Las raciones enormes, imposible acabárselas, y la presentación impecable. Nos trajeron la cuenta directamente en euros. Pero lo mejor es que el cambio nos lo devolvieron en euros, sin pedirlo, incluso las monedas.
Cuando salimos del restaurante había dejado de llover. Como no sabíamos lo que duraría la pausa, nos dirigimos hacia el famoso puente. Pensábamos que era más grande, pero aun así hay que reconocer que tiene encanto. Nos dirigimos raudos hacia el barrio musulmán, no sabíamos cuanto tiempo podríamos seguir paseando antes de que volviese a llover. Apenas son unas pocas calles, pero
Quizás haya demasiadas tiendas y restaurantes. Pero es algo inevitable en un lugar al que llegan tantos turistas. Aún así sigue siendo un lugar precioso, con encanto, que se merece una visita sin prisas.
Nuestra suerte duró poco más de media. Otra vez empezó a llover. Pero esta vez lo hacía con fuerza. Nos estábamos mojando a base de bien. Yo soy un inconsciente y no me importa mojarme, pero mi mujer tiene más sentido común y me dejó claro que con esa agua lo mejor que podíamos hacer era irnos. En menos de 10 minutos estábamos en el coche, empapados hasta la médula. Como llevábamos la maleta con nosotros, nos pudimos cambiar la ropa, tratando de evitar una gripe o un constipado que nos arruinase los días que nos quedaban de viaje.
Mostar me dejó un sabor agridulce. Dulce, porque me pareció realmente interesante; amargo, porque no pude visitarla como se merecía. Decididamente, algún día tendré que volver a Mostar para quitarme esa espinita.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nuevamente entramos en Croacia, y nos dirigimos hacía Cavtat por la carretera de la costa (foto), 160 km que recorrimos en unas dos y media. También este tramo podríamos haberlo hecho más deprisa, pero hay que disfrutar del paisaje y eso requiere su tiempo. Las vistas que se tienen desde el coche son una pasada. Volvimos a pasar por el delta del Neretva, reafirmando la buena impresión que nos había dejado por la mañana. La zona donde la península de Peljesac se une al continente también me pareció encantadora, con sus pequeñas islas y las mejilloneras.
Ese día pasamos cuatro veces por la frontera bosnio-croata. En todas ellas pasamos en menos de cinco minutos y sin ningún contratiempo.
No habíamos encontrado ni un solo ciber, por lo que el GPS seguía sin funcionar. No tenía muy claro si sabríamos llegar al hotel de Cavtat sin sus indicaciones. Pero la carretera de la costa no tiene pérdida, por lo que nos plantamos en Dubrovnik sin problemas. Desde la carretera se tienen unas bonitas vistas sobre la ciudad. Nos detuvimos para disfrutar de esa bonita estampa. Inevitablemente, lo primero que haces es buscar la que es una de las imágenes más conocidas de Croacia, el casco antiguo de Dubrovnik (foto). Pero por mucho que lo busqué no fui capaz de distinguirlo. Un par de kilómetros
*** Imagen borrada de Tinypic ***
más adelante, una vez que ya habíamos atravesado la ciudad, entendí el porque. Desde donde nos habíamos parado la primera vez sólo se veía la ciudad nueva. Era imposible que lo viésemos. Ahora si que lo tenía delante, es inconfundible. Seguía lloviendo, por lo que no nos detuvimos demasiado tiempo.
A pesar de no llevar GPS, llegamos Cavtat sin ningún problema, sin perdernos ni una sola vez. Si me encuentro con el Indiana Jones ese, le daré un par de consejillos. Aficionado.
Pero no podía ser tan fácil. El hotel Iberostar Cavtat, en el que habíamos reservado dos noches, estaba cerrado. Buscamos otra entrada, pero no, estaba cerrado a cal y canto. Volvimos a comprobar la reserva, y todo era correcto. Increíble pero cierto, habíamos reservado una habitación en un hotel que estaba cerrado. Sabíamos que en Cavtat había otros dos hoteles de esta cadena. Si los encontramos nos darán alguna solución, no nos dejarán tirados. Pero fuimos incapaces de encontrarlos, y eso que Cavtat no es que sea New York. Bueno, creo que antes me he precipitado un poquito al compararme con Indiana Jones. ¡¡¡Ayuda!!!.
No nos queda otra solución, tenemos que acudir al oráculo. Hoy en día también conocido como Oficina de Turismo. Allí nos indicaron donde estaba el único Iberostar que estaba abierto, y como llegar. En el hotel tenían nuestra reserva. Al final nos salió bien la cosa, reservamos en un hotel de 3* y nos alojamos en uno de 4*.
No paró de llover en todo lo que quedaba de día. Ya nos habíamos mojado bastante, por lo que esa noche decidimos quedarnos en el hotel y alimentarnos de colesterol puro. Que rico que está, y total, una vez al año no hace daño.
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Creo que a nivel global hubo un cambio muy grande y a nivel local más aún en países que entraron en la UE y euro.
