La tumba de Aarón ✏️ Diarios de Viajes de Jordania

A las 6 de la mañana ya estamos en pie. Hoy tenemos una larga excursión a la tumba de Aarón, que está ubicada en la montaña más alta de Petra. Tras el desayuno salimos a las 7:30 hacia Wadi Musa. Entramos en Petra con el ticket del día anterior y comenzamos a bajar por el sendero Bab as-Siq y luego por el desfiladero del Siq. Como la excursión es de 18 km no hacemos ninguna parada en este tramo, que por otra parte ya lo vimos con detenimiento el día anterior. Yo voy bastante triste y pasándolo un poco mal, porque me sigue molestando el tobillo. Tengo bastantes posibilidades de quedarme todo el día junto al Teatro

Llegamos a unos puestos que hay después de llegar al Teatro. Aquí está la sorpresa. Hay varios medios de transporte adicionales para poder hacer la excursión, a saber: 6 dromedarios y 6 burros

La ruta comienza cerca de aquí, en la Columna del Faraón. Algunos compañeros suben ya a los dromedarios, más por diversión que por necesidad. Yo de momento intento seguir caminando, porque no me fío de ninguno de esos bichos. Pasamos a nuestro lado varias tumbas.

Cuando veo que el camino empieza a ganar pendiente desisto de seguir andando y decido subirme a un burro. En Túnez ya había tenido la experiencia de los dromedarios y no me apetece subir de nuevo. Además, estos dromedarios son muy altos. El burro afortunadamente va tranquilo y el camino es sencillo, por lo que no experimento ningún sobresalto. Eso sí, voy más rígido que un palo de madera. 20 minutos después llegamos a un campamento beduino, donde hacemos una parada de unos minutos para descansar. Yo me bajo del burro y estoy bastante dolorido en el culo. En el campamento nos invitan a tomar un té.

Seguimos caminando. En un primer momento decido ir andando, por lo dolorido que me he quedado, pero como veo que el camino va a seguir ascendiendo, rectifico y me vuelvo a subir al mismo burro. Al bicho este le gusta además tomar la delantera y no tarda en ponerse a la cabeza de la expedición, aunque a veces es superado por algún dromedario. Llegamos a una gran explanada, desde la que se ve ya a lo lejos y en lo más alto la cúpula de la tumba de Aarón. Tengo que gritar a los que van andando para no ser atropellados por el burro, que no se anda con chiquitas

Por desgracia todo tiene su fin y el burro comienza a actuar por cuenta propia, o será que no me fío mucho de sus instintos. El caso es que el bicho decide salirse del camino y se va hacia una ladera que queda a la derecha. Yo no sé si es que ha visto alguna planta que se quiere comer o si tiene intenciones de deshacerse de mí, pero la cuestión es que lo veo tan decidido que me pongo a chillar, viéndome ya arrojado por el barranco. En esto el bicho da un giro y se vuelve hacia el camino de nuevo, pero será por falta de espacio que decide pasar pegado al guardabarros de una camioneta de algún beduino que está por allí. Menos mal que la parte trasera de la camioneta está descubierta y puedo pasar la pierna por lo alto, que si no, allí me dejo la pierna.

Vuelvo a estar de nuevo un poco tranquilo, pero este estado me dura muy pocos minutos. Ahora tenemos que bajar por una pista en curva que tiene mucha pendiente de bajada. Otro susto. El burro se dirige a toda prisa hacia el exterior de la curva, que da a otro precipicio, y yo me lío a chillido limpio y a decir que me quier bajar del burro. . El guía me calma y me dice que toma la curva por fuera porque así le resulta más fácil bajar la pendiente. ¡Ahhh! Y yo pensando que se había desbocado y quería saltar por el barranco. Me calmo momentáneamente y sigo montado en el burro. Después de finalizar la bajada viene ahora una larga pista que en ascensión nos debe llevar hasta la base de la montaña donde está la tumba. Ahora casi me gusta ir en el burro. Voy de lo más relajado y tranquilo.

Llegamos por fin a la base de la montaña. El paisaje que se ve desde aquí es muy árido, desolador, pero a mí me parece muy llamativo.

Aunque en este punto se supone que los burros y los dromedarios no pueden continuar, ya que empieza la subida por la ladera pedregosa, por tratarse de mí me permiten seguir en el burro. El camino no obstante no me hace demasiada gracia. Es un sendero estrecho que va haciendo zig-zags y que va subiendo poco a poco por la ladera. Lo malo es que es pedregoso y que tiene algunos escalones, por lo que hay momentos que no paro de tambalearme. Por otra parte, el pobre bicho va resoplando. Parece que no puede ni consigo mismo. Como me caiga del burro rodaré 100 metros ladera abajo. Hacemos una paradita mientras que suben los compañeros, que van bastante más rezagados que yo. El paisaje de fondo es Wadi Araba o el Wadi Rum.

Cuando ya se acercan, sigo con el burro, pero llega el la gota que colma el vaso ....... De momento. Será que no hay caminos para subir que me tienen que llevar el burro por el peor. En concreto subir por una piedra lisa e inclinada de unos 2 metros que está al borde del precipicio y donde la ladera es más vertical que horizontal. Ahí decido saltar del burro y continuar a pie cueste lo que cueste. Busco otro camino que está mejor trazado, aunque sube también con bastante pendiente y piedras. Llego a una explanada y entonces resulta que la tumba de Aarón no está tan cerca como yo creía.

Rodeamos esta montaña por la izquierda y pasamos una especie de refugio. Tras éste accedemos a la parte definitiva del itinerario. Las escaleras talladas en la roca que permiten subir a la tumba. De vez en cuando voy haciendo una parada para descansar y tomar algunas fotillos. Cerca del refugio que hemos pasado parece que hay un yacimiento arqueológico.

La tumba ya está ahí mismo, a pocos metros. No me lo puedo ni creer, pero he conseguido llegar, a pesar de mi tendinitis y mis dolores, y a pesar del burro. He hecho la parte de más desnivel a pie. Lo primero es lo primero y hay que pasar al interior de la tumba a saludar al inquilino del ataúd que hay y que supuestamente es Aarón. Alguien tuvo a bien trasladar su lugar de enterramiento desde el monte Sinaí hasta Petra. Tras ver a Aarón subo a la cúpula blanca, donde están algunos compañeros ya esperando.

Una vez que estamos todos llega la hora de comer. Me pasan el pic-nic que ha tenido la cortesía de llevármelo algún compañero. El pic-nic está bien pensado para esta zona tan árida: una botella de agua, un quesito, barras de cereales, un tomate, una mandarina, un bollo de pan,.... El lugar tiene unas vistas fenomenales, no por nada estamos en Hebel Haroum, la montaña más alta de Petra (1350 m de altitud). Wadi Araba, Wadi Rum, territorio israelí, las montañas de Petra. Pero sin duda me quedo con la panorámica del Monasterio, que vimos la tarde anterior. El pueblo nuevo de los beduinos justo detrás.

Después de comer descansamos un rato, pero hay que empezar a bajar para que no se nos haga de noche antes de tiempo. El tramo de escaleras hasta la explanada lo llevo bastante bien, para nada como la bajada del Monasterio. Nos adelantamos algunos al guía, pero no hay problema. El sendero, aunque pedregoso, está marcado con hitos de piedra, por lo que más o menos sabemos bajar. Cuando llegamos al punto donde se quedó mi burro nos paramos, para esperar al resto de la gente. Aquí es donde comienza mi siguiente parte del viaje en burro. Durante la bajada confirmo mis temores durante la subida. Decir que voy muerto de miedo es poco. Mi burro va atado al del guía, que va delante. Como el camino es pedregoso y con pendiente no voy demasiado estable. Cuando al burro le toca bajar un escalón de piedra yo me voy hacia delante. Cuando el camino hace un zig-zag me voy hacia un lado. Con tantos tambaleos temo que voy a terminar por los suelos. Voy rígido, nervioso y no veo el momento de llegar de nuevo a la pista. 20 minutos después ya estamos en la susodicha pista y ya puedo respirar tranquilo por unos momentos.

Una amiga decide subirse en otro de los burros que se quedó esperando aquí junto con los dromedarios. Otros se suben de nuevo también a estos animales. Mi amiga va detrás de mí y de pronto se empieza a reír y a llamarme la atención: "Pero Miguel Ángel....". Resulta que mi burro está soltando ventosidades y ella se cree que soy yo . Entre esto y el respeto que le infunde ir subida en burro, no aguanta más de 10 minutos. Yo sigo ahí en el bicho, aguantando sus malos olores cada vez que suelta ventosidades. Lo peor es cuando no se queda ahí y suelta además la boñiga. ¡Dios, qué asco!. El burro, que creo que no es el mismo en el que hice la subida, de vez en cuando va por libre y se para en mitad de camino a comer hierbajos, y yo mientras tanto encima, esperando a que termine de comer. Me pasan de pronto algunos compañeros en dromedario corriendo. Parece que estos animalillos también hacen carreras. Me daría cosa de ir subido en esos bichos a 2 m de altura y encima corriendo.

Al rato tengo compañía, otro compañero del viaje va subido en un burro y otra chica en una yegua. Vamos juntos un trecho. La chica, que tiene alguna experiencia montando a caballo, piensa que es aburrido ir así tan despacio y no sé cómo, consigue espolear a mi burro, con el consiguiente pánico que a mí me entra, porque el bicho no va a trote, sino bastante más rápido, pese a tener que aguantar mi peso. Por lo tanto vuelve mi nueva tanda de chillidos del día. Por suerte, no tarda demasiado en calmarse. . Llegamos a la pista que bajaba en curva y que tanto miedo me dió al bajarla. Ahora, el burro que va cuesta arriba, no puede tirar ni de su alma, por la de veces que resopla. Sigo acompañado del otro burro y de la yegua, y descubro otra faceta del mío, y es que no le gusta que le adelanten sus compañeros de especie. En cuanto el otro burro y la yegua se ponen delante, el mío, sin previo aviso, se pone a la carrera de nuevo. Otra tanda de chillidos por mi parte . Encima, para más guasa, unos niños beduinos que están zascandileando por allí (supongo que están cuidando de la cabras) deben haber visto el numerito y le tiran alguna piedra al burro, a ver si así se termina de desmadrar .

Pero lo peor está todavía por llegar. Debido a otro adelantamiento indebido de la yegua o el otro burro, el mío empieza de nuevo a correr, pero esta vez coge más velocidad. La gorra que llevo puesta se me va volando por los aires (aunque también hace algo de airecillo, pero no tanto), el viento me da en la cara y la melena se me agita. Yo esta vez grito como un histérico (más que las otras veces), pidiendo que me paren el burro. No voy nada estable sobre el bicho y tengo alguna probabilidad de caerme. Cuando ya me he separado bastante del grupo llega por detrás el guía y me agarra al burro de la rienda. ¡Uffff!. Estamos prácticamente al lado del primer campamento en el que paramos por la mañana. En cuanto llegamos no tardo ni un segundo en bajarme del burro. ¡Se acabó! . El resto de la excursión, pueda o no pueda, a pie. .

Seguimos ya el trecho que nos quedaba hasta la zona en la que comenzamos el paseo en burros y dromedarios. Ya está atardeciendo, son sobre las 4 de la tarde. Vemos todas las tumbas reales, la de la Urna, la de la Seda, la Corintia, la del Palacio, iluminadas por los últimos rayos de sol y con un característico tono anaranjado.

Nuestro próximo objetivo es llegar al Tesoro a punto de la puesta de sol, para ver también ese color anaranjado. Los que vamos ahora andando estamos más rezagados. Por la calle de las Fachadas vemos a los beduinos correr a toda pastilla en los burros y en los carros. Ahora que no hay turistas, con excepción de nosotros (toda Petra para nuestro grupo), la ciudad es suya y se dedican a hacer carreritas. Cuando llegamos al Tesoro pasan unos minutos de las 16:30 h y la puesta de sol ya ha pasado, por lo que vemos ya muy oscurecido el monumento. Volvemos a hacer el recorrido por el Siq de noche, teniendo cuidado con las carreras de cuádrigas, que también por aquí las hacen. Cuando salimos del desfiladero volvemos a entrar al chiringuito de souvenirs y ahí nos abandonamos a las compras. Yo me llevo una pequeña vela con forma de cubo que lleva grabada la fachada del Tesoro. Además, nos vuelven a invitar a té y se ponen a charlar con nosotros y hasta a dedicarnos con unos bailecitos típicos beduinos. Total, que entre charla y charla estamos allí más de 1 hora. Tras pasar el Bab as-Siq volvemos en el autocar hasta el hotel. Petra se ha acabado. Hay un espectáculo nocturno en el que se ilumina con velas el desfiladero del Siq, pero nosotros pasamos del tema. Hemos tenido todas las experiencias del mundo en Petra y hemos visto todo lo que hemos querido y más.

En el buffet, decido arrasar por última vez: sopas, carnes, ensaladas, postres, etc.... Tienen además el detalle de regalarnos una botella de arena de colores de Petra personalizada con nuestro nombre. Yo además había comprado otra botellita en la tienda del hotel, que lleva la bandera jordana y un oasis.

Tras la cena nos retiramos. Al día siguiente nos vamos al desierto de Wadi Rum, donde dormiremos en un campamento.