Segunda noche en Nueva York y segunda noche que dormimos mal; el jet-lag está haciendo estragos en nosotros, lo que unido al cansancio de la caminata del día anterior, hace que cueste levantarse, pero encendemos la televisión y vemos en el Weather Channel que el día va a ser caluroso, y como hoy vamos a visitar Central Park, nos olvidamos del cansancio y nos preparamos para la jornada del domingo.
Ya os hemos contado que nos gusta caminar, así que en vez de ir en Metro, nos echamos a la calle, Broadway arriba hasta Central Park, que empieza en la calle 59th, 15 calles de nada. Como no, pasamos por Times Square y vemos un montón de gente sentada en la acera, con signos de haber pasado allí toda la noche haciendo cola, ya que tienen sacos de dormir, sillas, mantas… algo debe haber hoy allí, aunque en Times Square siempre hay algo nuevo.
Sobre las 9 de la mañana llegamos a Central Park y empezamos a ver los carros tirados de caballos, gente entrando al parque haciendo footing, policía, mucha policía, aunque viendo los cuerpos de algunos de ellos, no creo que fueran capaces de perseguir por mucho tiempo a algún caco… se nota que los Donuts y ellos se llevan bastante bien…


Entramos al parque por la zona de The Pond, y al momento pasas del bullicio de la ciudad, coches, gente, taxis, a la tranquilidad de los caminos, árboles, lagos, canto de los pájaros.



Algo que nos llamó la atención fue que los caminos principales estaban acotados por unas cintas de color rosa, y cada pocos metros había niñas con pompones también de color rosa. A los pocos minutos empiezan a pasar corredores de todo tipo, jóvenes, viejos, hombres, mujeres, andando, corriendo, con carritos de bebé, con perros; todos con dorsal y un anagrama que ponía “Susan G. Komen for the cure”, y un lazo rosa. Llegamos a ver dorsales con el número 25.000, así que os podéis hacer una idea del montón de gente que había ese día en Central Park. Luego nos enteramos de que era una carrera benéfica de la fundación Susan G. Komen, una mujer que murió de cáncer de mama a los 36 años, y su hermana creó esta fundación en el año 1982 para recaudar fondos para luchar contra este tipo de cáncer. Todos los años se celebra en varias ciudades de todo el mundo la Komen Race for the cure, que es un recorrido de 5 km.

Sabíamos que Central Park en domingo está lleno de gente, pero no esperábamos tanta, así que intentamos alejamos de la ruta de la carrera y empezamos a “callejear” por Central Park. Como la carrera tenía cortadas las calles del oeste del parque, subimos por el lado este, disfrutando de la naturaleza. ¡¡¡Que envidia disponer de un parque así!!! Puedes ver de todo en este parque, gente haciendo footing, haciendo pesas, flexiones, abdominales, dominadas, un grupo practicando artes marciales, otros jugando a béisbol, otros a fútbol… es como un gimnasio al aire libre y sin monitores, cada uno a su bola.
Al cabo de un rato vemos Belvedere Castle, que parece sacado de un cuento de princesas. Actualmente es utilizado por el departamento de meteorología de Nueva York, y también sirve como observatorio de pájaros. Las vistas del parque desde lo alto del castillo, son espectaculares. Puedes ver el Delacorte Theater, el Great Lawn, que tiene 8 campos de béisbol y es utilizado por los neoyorquinos para leer, tomar el sol, hacer picnic, jugar al béisbol, etc., etc. También se puede ver el Turtle Pond, llamado así por la cantidad de tortugas que hay en ese lago.


Este era otro día de mucho calor y mucha humedad, y fue precisamente este día cuando descubrimos algo que compraríamos luego cada día de nuestra estancia en Nueva York: “Ice tea with lemon” Vimos un puesto de hot-dogs de los muchos que hay en Central Park (y en todo Nueva York), y probamos nuestro primer y único hot-dog de todo el viaje, y para beber pedimos dos ice-tea. Eso fue como si nos metiéramos EPO, y estoy seguro que si nos hacen una prueba antidoping damos positivo; nos dio fuerzas para el resto del día, y eso que patear Central Park no es moco de pavo. Os lo recomiendo cuando estéis cansados, cuesta $3 y los hay de varios sabores, no solo de limón, y además de aportar azúcar a los músculos también refresca.
Luego de estar un rato largo comiendo y descansando, sentados en unos bancos del parque, y viendo a gente haciendo abdominales en unos bancos al lado del nuestro, nos ponemos otra vez en marcha, hasta que llegamos a “The reservoir”, la reserva de agua también conocida como “Embalse de Jacqueline Kennedy Onassis”, y cuyo perímetro, de 2,5 km, es utilizado para hacer deporte; otra vez gente corriendo, andando, corriendo y empujando un carrito de bebé, corriendo con un perro. Lo curioso es que hay señales que indican que solo se debe ir en una dirección, hacia la derecha, aunque siempre hay alguien que viene en sentido contrario.

Decidimos no subir más hacia el norte de parque, ya que nos quedaban cosas por ver abajo y no nos iba a llegar el día, así que “vuelta pa’tras”. Llegamos a una zona en pendiente con vistas de algunos edificios, sombras, y fue donde le dimos uso a la manta que nos dieron en el avión, así que desplegamos la mantita allí, zapatillas fuera y a disfrutar de Central Park.

Aquí descubrimos por primera vez en nuestra visita a Nueva York, la amabilidad de la gente; estábamos consultando el TomTom para localizar el mosaico de Imagine, y se nos acerca un señor ya mayor y nos pregunta:
- Kan ai jelp iu?
- Zenks. Imallin, of Yon Lenon, plis? –respondemos.
- Guer ar iu from? –nos vuelve a preguntar.
- Espein.
- Oh, España, yo hablo poquito español. Yo algo italiano. Imagine está en calle setenta y… como se diche… due.
- Setenta y dos, calle setenta y dos.
- Eso, 72.
- Pues muchas gracias, zenks.
- Bai.
Y paseando por Central Park, bajamos hasta la calle 72, enfrente del Edificio Dakota, a ver el mosaico en homenaje a John Lennon.


Aquí hay varias cosas que nunca faltan, que son: siempre hay gente, el mosaico siempre tiene flores y siempre hay alguien fumándose un porro. Siempre que pasamos por aquí, estas tres cosas siempre estaban. Nos estuvimos aquí un buen rato, ya que hay tal cantidad de gente, o por lo menos cuando estuvimos nosotros, que para hacer una buena foto había que disparar unas cuantas veces. Siempre se metía alguien en medio, y se escuchaba el típico “sorry…”, pero bueno, al final lo conseguimos. Nos faltaban varias cosas que ver en Central Park, así que nos pusimos en marcha de nuevo, buscando la escultura de “Alicia en el país de las maravillas”.

Al lado de esta escultura está el “Conservatory water”, el lago artificial donde están los pequeños veleros a control remoto, aunque cuando nosotros llegamos nos llevamos una gran sorpresa:

¡¡¡ Un barco pirata !!! Era la sensación del lago, allá donde iba el barco pirata, allá que iban un montón de niños siguiéndolo. Me recordaba cuando ves un partido de fútbol de niños, que van todos a mogollón detrás del balón, pues esto igual. El tío que controlaba el barco era la atracción del lago.
Y un poco más abajo llegamos a Bethesda Fountain, otro de los sitios típicos de Central Park, donde siempre hay gente, y ya se sabe que donde hay gente (turistas), hay dinero, por eso no faltan nunca los que actúan por allí y luego pasan la gorra. Estos eran tres chicos jóvenes que bailaban muy bien, tipo break-dance o hip-hop, y se sacaban un buen dinero con tanta gente como había.

Y otra vez a “callejear” por Central Park, donde te puedes encontrar cosas a la vuelta de cualquier seto, de cualquier camino… como un grupo que nos encontramos, que estaban tocando jazz; que bien sonaba.

Más ardillas buscando su merienda:

Y bajando, bajando, llegamos a la estatua de Balto, el perro Husky Siberiano, que allá por los años 20-30 salvó a los habitantes de un pueblo de Alaska de morir de una epidemia de difteria, ya que fue el que guió a los demás perros en medio de una tormenta de nieve, para llevar las vacunas hasta ese pueblo.

Andaba por aquí un chaval que se sabía la historia de Balto al dedillo; que si Balto esto, que si Balto lo otro, que si Balto era un héroe, que si Balto era de la raza Husky… Me miro con una señora que también estaba escuchando al chaval y le hago un gesto como diciendo “vaya chaval más pesadito…”, y al cabo de un rato se baja el tío de Balto y se va con la señora y el marido… eran sus padres. ¡Qué corte…! Y encima subo yo a la estatua para hacerme la foto, le pongo la mano encima a Balto… y la saco llena de chocolate. El jodío chaval tenía las manos manchadas de chocolate y había manchado el lomo de Balto… estos críos…
Y ya era hora de abandonar el parque; había sido un día muy completo, muy cansado, con mucho calor, habíamos recorrido casi todo Central Park, así que ya era hora de dejar el parque. Antes pasamos por Sheep Meadow, el gran césped que sale en un montón de películas y desde el que hay unas vistas maravillosas de los rascacielos; también pasamos por el Carrusel, y todavía nos dio tiempo de ver a unos chavales jugando a béisbol.


Salimos por la esquina de Columbus Circle, ya que queríamos ir al Time Warner Center, concretamente al Whole Food Market, que por referencias del foro sabíamos que para comprar frutas y verduras frescas no había sitio mejor. En cuanto entramos me acordé de lo que comentaba el marido de Caditen en su relato, que preguntaba
- ¿Cómo se supone que vamos a poder ir a hacer la compra en casa a partir de ahora?
Y que razón tenía… cada cosa en su sitio, frutas de mil variedades, lo mismo las verduras, las lechugas te sonreían, comida preparada, tuppers con macedonias. Pues hicimos la compra allí; algo de fruta, algo para preparar ensaladas en el piso, en fin, que nos costó mucho abandonar aquel lugar (al final tuvimos que irnos porque nos pelábamos de frío, que si noooo…). Os cuento una curiosidad que nos pasó en este centro. Cuando llegamos a pagar a la caja, nos pregunta la cajera que si queríamos una o dos bolsas; le contestamos que dos. Pues se pone a repartir los productos, a ojo, y oye, que puede que hubiera una diferencia de 50 grs. entre las dos bolsas, no más… ¡qué profesional…! (como diría Manquiña en Airbag).
Ya os he dicho que nos gusta andar, no? Pues venga Broadway abajo hasta el piso. Menos mal que las zapatillas eran cómodas. Llegamos y claro, a la ducha y a descansar un rato, no sin antes consultar el Weather Channel, porque nos interesaba mucho el tiempo que haría mañana lunes en Buffalo... Nos preparamos una ensalada con los productos del Whole Foods, fruta, unas cervecitas, y ¿a dónde vamos por las noches antes de acostarnos? Claro, ¡¡¡a Times Square!!! Hoy estuvimos poco rato, unas fotitos a la “police” con sus caballos.

Y pa’casa, que mañana teníamos que madrugar mucho; teníamos que estar a las 6:30 am en el Hotel Pennsylvania… ¡¡¡ nos vamos a las cataratas del Niágara !!!